Camargo no era sólo un alto
ejecutivo de una compañía cuyos contratos con Petrobras (la mayor empresa de
Brasil) alcanzan los 3.500 millones de reales (1.340 millones de dólares). “Era
el corazón del esquema de corrupción”, según reveló hace pocas semanas una
fuente cercana a la investigación. Tres empresas a su nombre (Treviso, Piemonte
y Auguri) hicieron depósitos millonarios en cuentas de empresas ficticias usadas
por el cambista y experto en blanqueo Alberto Yousseff, personaje clave en la
trama y segundo "arrepentido" que aceptó el canje propuesto por el Ministerio
Fiscal. El primero de ellos había sido ni más ni menos que Paulo Roberto Costa,
poderoso exdirector de Abastecimiento de la propia Petrobras, quien reconoció
ante el juez que existía un sistema de sobornos institucionalizado y que el
Partido de los Trabajadores se embolsó entre el 1% y el 3% de todos los contratos que se
ejecutaron desde 2004 a 2012. La oposición (PSDB y PMDB) también sacaba tajada,
aunque supuestamente de menor cuantía. Además, confirmó un dato fundamental: el
esquema involucraba a todas las grandes constructoras que trabajan para
Petrobras.
Atrapar a los corruptores no era el objetivo
principal de la investigación cuando se inició, allá por el mes de marzo; el
foco se puso en los contratistas cuando comenzaron las delaciones premiadas de
los presos Costa y Yousseff y, sobre todo, de Camargo. Hasta que habló, las
empresas contratistas habían mostrado una posición unánime respecto a negar su
participación en el presunto pago de sobornos. Después de su testimonio se
instaló un profundo malestar entre el resto de las empresas, aunque ningún
representante lo afirme públicamente, y esa unanimidad se rompió, empezando cada
cual a pensar en su propio pellejo. El procurador general de la República,
Rodrigo Janot, afirmó esta semana que ya al menos nueve personas han accedido a
colaborar bajo el formato de la delación premiada.
Otro ejecutivo de Toyo-Setal, Augusto Ribeiro de
Mendonça, se sumó poco después de Camargo al acuerdo de colaboración judicial.
Se da la circunstancia de que Ribeiro de Mendonça es además presidente de la
Asociación Brasileña de Empresas de Construcción Naval y Offshore (ABENAV) y
vicepresidente del Sindicato Nacional de la Industria de Construcción y
Reparación Naval y Offshore (SINAVAL), los dos órganos más representativas del
gremio, que prefirieron no hacer declaraciones. “Están todos metidos”, afirma a
este periódico un abogado relacionado con el caso que guarda su anonimato.
“Puede ser una carnicería”. Entre las personas detenidas este viernes, 20
pertenecen a las mayores empresas contratistas del país. Cuatro de ellos son
presidentes de grandes compañías. Según ha revelado el diario Globo,
uno de los cómplices de Renato Duque (ex director de Servicios de Petrobras,
apresado hoy) se embolsó, él solo, más de 100 millones de dólares. El gigante
del petróleo ha contratado dos estudios de abogados para investigar los
supuestos fraudes relacionados con la empresa.
Las detenciones suponen una vuelta de tuerca más en
una operación que supera ampliamente a la
célebre trama del Mensalao que ocupó a la prensa brasileña durante
años. “Estos empresarios son los que están
contando verdaderamente cómo funcionaba el esquema: si no pagaban, no había
negocio. Crearon fondos específicos para pagar”, afirma a este periódico Adriano
Pires, director del Centro Brasileño de Infraestructura
(CBIE): “Por primera vez está siendo
examinado el funcionamiento del país, como le pasó a Italia hace algunos años
con las operaciones contra la mafia. La relación entre políticos y empresas debe
cambiar en el país… Todo depende de hasta dónde llegue la operación, de si
alcanza al Gobierno. Es una oportunidad para refundar el país, la moral, el
respeto al trabajo. La gente no sabe quién es el verdadero responsable, hasta
dónde llega, quiénes son todos los implicados. Hace falta un cambio total para
crear buenas prácticas”.
Estos
empresarios son los que están contando verdaderamente cómo funcionaba el
esquema
Adriano
Pires, director del Centro Brasileño de
Infraestructura
¿Cuál es el perfil del corruptor que aceptaba pagar
cuantiosas comisiones ilegales a cambio de obtener contratos millonarios? Pocos
datos se saben sobre la vida privada de Camargo, por poner un ejemplo, aunque es
conocida su pasión por los caballos de raza, a quienes solía transportar en
aviones climatizados cuando disputaban competiciones: una afición costosa que
probablemente deba abandonar ahora, tras haber devuelto 40 millones de reales
(15 millones de dólares) a las autoridades brasileñas. Es probable que restrinja
también sus contribuciones económicas a políticos; en la campaña electoral de
2010 fue uno de los mayores donantes personales de todo el país: 1,12 millones
de reales (430.000 dólares) en total, a siete políticos. Camargo mantenía un
altísimo nivel de vida: según la revista Veja, prestó varias veces su jet
privado a José Dirceu, ex jefe de Gabinete de ‘Lula’ da Silva y principal
encausado de la trama ‘Mensalao’ (encarcelado entre 2013 y 2014), para cruzar
Brasil después de que éste abandonase su cargo en 2005.
El origen del lubricado mecanismo de corrupción y
blanqueo se remonta a 2003, cuando Dilma
Rousseff accedió al Ministerio de Minas y
Energía. Una de sus primeras decisiones fue establecer una política de ‘compre
nacional’ en Petrobrás, con el fin de desarrollar la industria brasileña y crear
nuevos empleos. Brasil amplió considerablemente su industria naval, hasta el
punto de que las empresas investigadas hoy día en la Operación Lava-Jato suman
contratos con Petrobras por valor de 59.000 millones de reales (22.600 millones
de dólares), abarcando el periodo 2003-2014. Todavía quedan seis empresas
sospechosas sobre las que las pruebas son aún poco concluyentes: no es de
descartar que las próximas semanas traigan nuevas detenciones de contratistas
devenidos en presuntos corruptores.