NCeHu
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El negocio de las drogas
está en sintonía con la financierización de la economía
global
No hay diferencia entre narco, burguesía y
élites
15/11/14
Propongo que dejemos de hablar de narco (narcotráfico o
tráfico de drogas) como si fuera un negocio distinto a otros que realizan las
clases dominantes. Atribuir los crímenes a los narcos contribuye a
despolitizar el debate y desviar el núcleo central que revelan los terribles
hechos: la alianza entre la élite económica y el poder militar-estatal para
aplastar las resistencias populares. Lo que llamamos narco es parte de la
élite y, como ella, no puede sino tener lazos estrechos con los
estados.
La historia suele ayudar a echar luz sobre los hechos actuales. La
piratería, como práctica de saqueo y bandolerismo en el mar, jugó un papel
importante en la transición hegemónica, debilitando a España, potencia colonial
decadente, por parte de las potencias emergentes Francia e Inglaterra. La única
diferencia entre piratas y corsarios es que éstos recibían patentes de
corso
, firmadas por monarcas, que legalizaban su actuación delictiva cuando
la realizaban contra barcos y poblaciones de naciones enemigas.
Las potencias disponían así de armadas adicionales sin los gastos
que implicaban y conseguían debilitar a sus enemigos tercerizando
la
guerra. Además, utilizaban los servicios de los corsarios sin pagar costos
políticos, como si los destrozos que causaban fueran desbordes
fuera del
control de las monarquías, cuando en realidad no tenían la menor autonomía de
las élites en el poder. La línea que separa lo legal de lo ilegal es tenue y
variable.
Encuentro varias razones para dejar de considerar a los narcos
como algo diferente de la burguesía y del Estado.
La primera, es histórica. Es bien conocido el caso de Lucky
Luciano, jefe de la Cosa Nostra preso en Estados Unidos. Cuando las tropas
estadunidenses desembarcaron en Sicilia, en 1943, para combatir al régimen de
Mussolini, contaron con el apoyo activo de la mafia. El gobierno de Estados
Unidos había llegado a un acuerdo con Luciano, por el cual éste movilizó a sus
partidarios a favor de los aliados a cambio de su posterior deportación a
Italia, donde vivió el resto de su vida organizando sus negocios
ilegales.
Los mafiosos eran, además, fervientes anticomunistas, por lo que
fueron usados en el combate a las fuerzas de izquierda en el mundo y como fuerza
de choque contra los sindicatos estadunidenses.
En segundo lugar, la superpotencia utilizó el negocio de las drogas
en su intervención militar en el sureste de Asia, en particular en la guerra
contra Vietnam. Pero también a escala local, en el mismo periodo, para destruir
al movimiento revolucionario Panteras Negras. En ambos casos la CIA jugó un
papel destacado. Sobre estos dos primeros puntos hay decenas de publicaciones,
lo que hace innecesario entrar en detalles.
En tercer lugar, Colombia ha sido el principal banco de pruebas en
el uso de las bandas criminales contra las organizaciones revolucionarias y los
sectores populares. Un informe de Americas Watch de 1990 establece que el
cártel de Medellín, dirigido por Pablo Escobar, atacaba sistemáticamente
a líderes sindicales, profesores, periodistas, defensores de los derechos
humanos y políticos de izquierda, particularmente de la Unión Patriótica
(Americas Watch, La guerra contra las drogas en Colombia, 1990, p.
22).
A renglón seguido destaca que los narcotraficantes se han
convertido en grandes terratenientes y, como tal, han comenzado a compartir la
política de derecha de los terratenientes tradicionales y a dirigir algunos de
los más notorios grupos paramilitares
.
Este es el punto clave: la confluencia de intereses entre dos
sectores que buscan enriquecerse y mantener cuotas de poder, o adquirir más
poder, a costa de los campesinos, los sectores populares y las izquierdas. Todo
indica que la experiencia colombiana –en modo particular, la alianza de los
narcos y los demás sectores de las clases dominantes– está siendo
replicada en otros países como México y Guatemala, y está disponible para
aplicarla donde las élites globales lo crean necesario. De más está decir que
esto no podía hacerse sin el concurso de la agencia antidrogas
estadunidense, así como de sus fuerzas armadas.
En cuarto lugar, hace falta comprender que el negocio de las drogas
forma parte de la acumulación por desposesión, tanto en su forma como en su
contenido. Funciona como una empresa capitalista, como una actividad
económica racional
, como concluye el libro Cocaína & Co., de los
sociólogos colombianos Ciro Krauthausen y Luis Fernando Sarmiento (Tercer Mundo
Ediciones, 1991). Tiene algunas diferencias con los demás negocios capitalistas,
sólo por tratarse de una actividad ilegal.
La violencia criminal, considerada a veces como demencial, es el
argumento que suelen utilizar los medios y las autoridades para enfatizar los
aspectos especiales del negocio de las drogas. Es tan falso como lo sería
atribuir un carácter criminal al cultivo y comercialización de bananas porque en
diciembre de 1928 fueron asesinados mil 800 huelguistas que trabajaban en la
United Fruit Company en la Ciénaga de Santa Marta, norte colombiano. Algo
similar podría atribuirse al negocio minero o al petrolero, manchados de sangre
en todo el mundo.
El negocio de las drogas está en sintonía con la financierización
de la economía global, con la cual confluye a través de los circuitos bancarios
donde se lavan sus activos. Es bueno recordar que durante la crisis de 2008 el
dinero del narco mantuvo la fluidez del sistema financiero, sin cuyos
aportes hubiera padecido un cuello de botella que habría paralizado buena parte
de la banca.
Por último, eso que mal llamamos narco tiene exactamente los
mismos intereses que el sector más concentrado de la burguesía, con la que se
mimetiza, que consiste en destruir el tejido social, para hacer imposible e
inviable la organización popular. Nada peor que seguir a los medios que
presentan a los narcos como forajidos irracionales. Tienen una
estrategia, de clase, la misma a la que pertenecen.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2014/11/14/index.php?section=opinion&article=027a2pol