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Ayotzinapa, ¿otra muerte masiva de jóvenes?
Alfredo César Dachary
El país no sale del asombro y el mundo está
horrorizado por lo que ocurrió en el Estado de Guerrero, el secuestro de los cuarenta y tres
estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, ocurrido el 26 de septiembre pasado, en una zona
bajo el control de grupos armados del narcotráfico, que han impuesto su sello de
violencia en la misma.
Los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa fueron atacados por
policías municipales de Iguala y Cocula, allí murieron seis y el resto 43 fueron detenidos y
posteriormente entregados a
integrantes del grupo delictivo Guerreros Unidos, una escisión del cártel
de los Beltrán Leyva, y a partir de ese momento nada se sabe de los
normalistas.
Esta tragedia anunciada, ya que las autoridades
estaban en conocimiento del grado
de penetración y control de los grupos del narcotráfico en los municipios y
especialmente en sus policías, no es la primera que ocurre en el país y
trágicamente se viene a sumar a una larga lista de hechos similares que se han
dado desde hace medio siglo, si tomamos como parte aguas de los tiempos modernos
de México a la masacre de Tlatelolco, un hecho como todos los que han ocurrido
que no tiene culpables, sólo víctimas.
El 27 de septiembre del 2013, durante el arranque
de la Consulta Nacional de la Juventud que forma parte del Programa Nacional de
Juventud 2014-2018, en Guanajuato, el director general del Instituto Mexicano de
la Juventud (Imjuve), José Manuel Romero Coello, destacó que en los últimos 10
años los homicidios relacionados con la delincuencia desplazaron a los
accidentes de tránsito como primera causa de muerte entre la población joven de
México.
Según la información del Imjuve, en el país
existen 37.9 millones de jóvenes, con lo que México se ubica como la segunda
nación con mayor número de personas entre 12 a los 29 años en América Latina, de
ellos unos 7.5 millones son “nini”, ni trabajan ni
estudian.
Según datos del Instituto Nacional de Geografía
(INEGI) de 2000 a 2011, los homicidios entre la población joven pasaron de 4,104
a 10,535, lo que representa un crecimiento de 156 %, y de las defunciones en
2011, tres de cada diez muertes violentas sucedieron en la población de 15 a 29
años de edad, 86.1% fueron hombres.
¿Por qué los jóvenes son las víctimas de esta
guerra entre diferentes tipos de delincuentes, el Estado y otros sectores
sociales?, si a ello le sumamos los feminicidios que son más del 90% de mujeres
jóvenes, éstos crecen exponencialmente.
Entre 2006 y 2012, los feminicidios en México
aumentaron un 40%. En Estados como Chihuahua, el número de asesinatos contra
mujeres es 15 veces más alto que el promedio mundial. En el país, se cometen 6.4
asesinatos de mujeres por día, de los cuales, 95% quedan impunes según datos del
informe y de la Organización de Naciones
Unidas.
La masacre de jóvenes viene sin parar el último
medio siglo, y en esta década en la que el presidente Calderón logró el record
de llegar a 100,000 víctimas incluido desaparecidos, 20,000 en una guerra no
declarada, de baja intensidad pero miles de víctimas, entre algunas de éstas,
siempre los jóvenes destacan.
La matanza de 60 estudiantes en el
fraccionamiento Villas de Salvárcar, en Ciudad Juárez, Chihuahua, el 31 de enero
de 2010 a manos de narcotraficantes, se recuerda como una de las peores
tragedias en las que jóvenes han perdido la vida.
Los estudiantes del CBTIS 128, del Colegio de
Bachilleres 9 y de la Universidad Autónoma de Chihuahua se encontraban reunidos
en una vivienda del fraccionamiento cuando fueron sorprendidos y atacados por un
comando armado de al menos 20 pistoleros que descendió de siete
vehículos.
El 23 de octubre del 2010, nuevamente en ciudad
Juárez, un comando acribilló a los asistentes a una fiesta en un domicilio de la
colonia Horizontes del Sur con saldo de 14 muertos, 6 mujeres y 8 varones y 20
heridos, incluidos 4 menores.
El 28 de octubre de 2010, siete jóvenes entre los
22 y los 28 años fueron asesinados en el barrio de Tepito, en la Ciudad de
México, mientras se encontraban reunidos en la calle. La matanza de los
tepiteños, atacados con armas de fuego disparadas desde un vehículo, fue la
cuarta matanza de jóvenes que se había registrado esa semana en el país, dos de
ellas en centros de rehabilitación para
drogadictos.
El 18 de julio del 2010, a 17 asistentes a una
fiesta son acribillados en las afueras de la ciudad de Torreón. El 24 de
agosto, militares mexicanos localizan en un rancho cercano a San Fernando
(Tamaulipas) los cadáveres de 72 inmigrantes de El Salvador, Honduras,
Guatemala, Ecuador y Brasil.
La mañana del 29 de marzo de 2011 fue hallado el
cuerpo de Juan Francisco Sicilia Ortega, de 24 años, hijo del poeta y novelista
Javier Sicilia, en el interior de un automóvil junto con otros seis jóvenes,
frente a un hotel y a unos metros de la autopista del Sol México-Acapulco, a la
altura del municipio de Temixco, en Morelos.
En este mar de secuestros, asesinatos y otros
delitos, el 6 de abril del 2011 se
inicia el hallazgo de más de 40 fosas clandestinas cerca de San Fernando
(Tamaulipas,) en las que se descubren 193 cadáveres. En forma paralela, en el
Estado de Durango son hallados otros cementerios clandestinos con unos 250
cuerpos.
Un grupo de individuos irrumpió en el centro de
rehabilitación “La Victoria”, en Torreón, Coahuila, el 6 de julio de 2011, para
asesinar a 13 jóvenes, que buscaban rehabilitarse de su adicción a las drogas.
Uno de los testigos que sobrevivió al ataque narró que llegó un taxi del que vio
cómo descendía un individuo que portaba un arma larga y corrió a esconderse
debajo de la cama. La autoridad estatal nunca aclaró cuál habría sido el motivo
del ataque ni qué pandilla armada perpetró la
matanza.
Un grupo de personas irrumpió el viernes 8 de
julio de 2011 en el bar Sabino Gordo, de Monterrey, Nuevo León, matando a 20
jóvenes y dejando heridos a otros cinco, los agresores también se llevaron
secuestradas a ocho personas, por lo que la versión oficial se trató de ajuste
de cuentas entre dos grupos criminales.
Los jóvenes se encontraban en el bar disfrutando
de su fin de semana, cuando al menos 15 personas con rifles de alto calibre
entraron al establecimiento disparando a quien les saliera al
paso.
También en Monterrey, el 14 de marzo de 2012,
autoridades policíacas informaron de la muerte de cinco jóvenes que fueron
atacados por sujetos armados en la zona noroeste de la
ciudad.
El 26 de mayo 2013, un total de 12 jóvenes del
Barrio de Tepito desaparecieron del bar Heaven, ubicado en la Zona Rosa del
Distrito Federal, pero durante su secuestro no hubo disparos ni escenas
violentas, según captaron las cámaras de los negocios
cercanos.
Después de una serie de explicaciones que no
dejaron contentos a los familiares de los desaparecidos y a tres meses de su
desaparición, el 22 de agosto pasado se informó de la localización de 13 cuerpos
en una fosa clandestina en el municipio de Tlalmanalco, Estado de México. Tras
una serie de peritajes se comprobó que los restos eran de los secuestrados de
Tepito y que no se trataba de 12, sino de 13
personas.
El 23 de septiembre por la noche un comando
asesinó a 10 personas, entre ellas varios jóvenes y una niña de 6 años, en el
ejido Loma Blanca, en el municipio de Juárez, Chihuahua. El comando ingresó a
una vivienda ubicada en la intersección de la calle Manuel Belmont y la
carretera Juárez-Porvenir, donde integrantes de un equipo de béisbol celebraban
con sus familias tras concluir su participación en un
torneo.
El 2 de septiembre de 2013, un grupo de 22
turistas mexicanos son secuestrados en Acapulco, y los cuerpos de 18 de ellos
son hallados casi dos meses después. El 8 de enero hallan 15 cadáveres
decapitados al exterior de un centro comercial de
Acapulco.
La lista es interminable, la memoria está siempre
limitada por la realidad y la necesidad de tomar distancia de lo que estamos
viviendo, salvo cuando ese ciudadano anónimo es afectado en forma directa, allí
reacciona y actúa.
La muerte de jóvenes de todos los bandos y grupos
es parte de esta gran tragedia nacional, que representa la otra cara de México o
quizás la cara real de un país, la segunda economía de Latinoamérica pero a su
vez es el más asimétrico de América Latina.
El bono demográfico de México se lo está llevando
una guerra cuyos orígenes y destino están fuera del país, y éste sólo presta el
territorio y su gente para el escenario de esta tragedia. ¿Quién responde por
esto?
alfredocesar7@yahoo.com.mx
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