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Entrevista a Raúl Zibechi
“El ciclo
progresista en Sudamérica ha terminado”
L’Ombelico del
Mondo / Viento Sur
Martes 4 de noviembre de
2014
El periodista y
escritor uruguayo, Raúl Zibechi, dialogó con L’Ombelico del Mondo,
programa internacional de Radionauta FM 106.3 y analizó las recientes elecciones
en Brasil y Uruguay.
Zibechi nació en
Uruguay en 1952 y fue militante del Frente Estudiantil Revolucionario (FER),
agrupación estudiantil vinculada al Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros.
Durante la dictadura uruguaya iniciada en 1973 se exilió primero en Buenos Aires
y luego, cuando sobrevino el golpe en Argentina, se trasladó a
España.
Allí continuó su
militancia política y al regresar a Uruguay en los años 80 desarrolló un amplio
trabajo como periodista e investigador con fuerte hincapié en los nuevos
movimientos sociales. El programa de noticias internacionales, L’Ombelico del
Mondo lo entrevistó para conocer sus impresiones y análisis de la situación
actual en América Latina tras las elecciones en Brasil y Uruguay.
Usted estaba en Montevideo el 26 de octubre
cuando se realizaron las elecciones presidenciales en Uruguay ¿cómo vivió la
jornada en la que Tabaré Vázquez se impuso, aunque sin los votos suficientes
para ganar en primera vuelta, sobre su principal adversario Luis Lacalle
Pou?
– El resultado fue más
o menos el esperado solo que el Frente Amplio obtuvo, además de ser la fuerza
mayoritaria es la mayoría absoluta en el Parlamento, cosa que no era
esperada.
Se puede leer este
resultado como una gran estabilidad en el voto del Frente Amplio donde saca,
voto más, voto menos, lo mismo que hace cinco años. Pero tiene una pérdida de
unos tres puntos por izquierda que los gana por derecha.
O sea, le quita un 3% a
los partidos tradicionales, sobre todo en el interior del país donde gana
incluso en feudos tradicionales del Partido Colorado y el Partido Nacional,
donde nunca había ganado. Y a su vez tiene, sobre todo en Montevideo, una
pérdida de votos que van en tres direcciones: hacia el voto blanco y nulo; hacia
el Partido Ecologista; y hacia la Unión Popular que consiguió una banca
produciendo por primera vez que haya en el Parlamento una fuerza a la izquierda
del Frente Amplio.
En paralelo a las elecciones presidenciales se
realizó el plebiscito por la baja de la edad de imputabilidad que finalmente
salió negativo. Hubo una campaña muy fuerte de sectores de la juventud por el No
a la baja. Estos jóvenes son los que, a priori, parecen estar más desencantados
con el Frente Amplio.
– Hubo un sector
juvenil, de clase media sobre todo, que se movilizó por el no a la baja de la
edad de imputabilidad. Probablemente ese sector haya votado masivamente al
frente amplio aunque inicialmente no era muy afín a hacerlo.
Por otro lado se dio la
situación de que, en todos los partidos, hubo quienes apoyaron el Sí a la baja.
Hubo muchos votos frenteamplistas, se calcula que un 20%, que además de las
papeletas de los diferentes grupos del Frente incluían el Sí a la baja. Lo que
quiere decir que el tema ha trascendido y esta es una posición que defienden
incluso los partidos del Frente Amplio.
¿Cómo ve de cara a la segunda vuelta la
situación en Uruguay y qué rol puede llegar a tener la izquierda, como Unión
Popular, que ha crecido en los últimos años?
– La segunda vuelta ya
está decidida. Va a ganar Tabaré Vázquez porque con que repita la misma votación
que tuvo ya gana. La suma de Blancos y Colorados no alcanzan al Frente Amplio y
el papel que juega la izquierda más consecuente es muy pequeño. Estamos hablando
del 1% de los votos.
Por eso creo que el
ballotage [segunda vuelta electoral] no va a tener secretos. Tabaré
Vázquez va a tener el 53% o quizás el 55% de los votos con una diferencia de por
lo menos diez puntos sobre Lacalle Pou.
En Brasil el Partido de los Trabajadores volvió
a ganar la presidencia en el ballotage el domingo 26 y Dilma Rousseff será
nuevamente presidenta. ¿Cómo se configura el futuro frente a este escenario para
la izquierda y los movimientos populares que no siempre han participado del
gobierno o lo han apoyado en algunos aspectos
solamente?
– Bueno, mal. Porque el
voto de la primera vuelta fue muy conservador. El Parlamento que emerge de la
primera vuelta en Brasil está bastante más a la derecha del que había. Tienen
mayoría absoluta los diputados que defienden al agronegocio.
La llamada “bancada de
la bala”, compuesta por policías y militares, que defienden que la gente se arme
contra la delincuencia, creció bastante. La bancada antiaborto, quienes
defienden las posiciones más conservadoras, son hoy hegemónicas. El PT tenía 88
diputados y pasó a 70.
Por eso cualquier
decisión que tome el Poder Ejecutivo en Brasil va a tener que pasar por un
Parlamento donde le va a costar mucho. Las promesas de campaña de Dilma, como la
reforma política, se van a tropezar con un congreso derechizado.
De modo que en Brasil
el conflicto social se va a relanzar en los próximos años porque la situación de
como quedó el mapa y la voluntad de la propia presidenta y el PT va a provocar
una situación de dificultad para que se aprueben las reformas que están
comprometidas, por lo menos con los movimientos.
¿Y la vuelta de Tabaré en Uruguay es de alguna
manera un corrimiento hacia el centro del Frente
Amplio?
– En el escenario
internacional sin ninguna duda. Porque ahí Tabaré Vázquez ya tuvo un conflicto
muy fuerte con Argentina en su primera presidencia y en esta, está el gran
debate de que va a pasar con el Mercosur. Vázquez no es amigo del Mercosur, mira
a la Alianza del Pacífico y aquí vamos a tener una situación que se va a
reeditar, pero en un escenario más grave, lo que ya sucedió en su primera
presidencia cuando estuvo a punto de firmar un Tratado de Libre Comercio con
Estados Unidos.
Hay un corrimiento al
centro, por tanto a la derecha, del gobierno. En un escenario general en el cual
la actitud conservadora de la población, tanto en Brasil como en Uruguay, y
probablemente en otros países es cada vez mayor.
Esto es fruto de un
ciclo económico de alza, de un aumento exponencial del consumismo y de formas de
vida que hacen que la población se haga, día a día, más conservadora.
En los últimos años se ha valorado más la figura
del presidente saliente José Mujica como personaje más que sus políticas al
frente del gobierno ¿Esto es así realmente o la figura acompaño las políticas
efectivas?
– Creo que las figuras
pueden ser muy simpáticas, pero las políticas que estamos viendo -monocultivos
de soja, minería a cielo abierto, sin cambios estructurales y reproduciendo la
desigualdad- hablan por sí solas. Los personajes por más interesantes que sean
no llegan a configurar políticas de Estado. Entonces aquí estamos ante un
déficit de políticas de transformación.
Con Dilma Rousseff en Brasil, Tabaré Vázquez en
Uruguay, un 2015 en Argentina que probablemente nos depara un presidente más
conservador en términos internacionales, una Venezuela a la defensiva. Hoy
parece que el único líder que queda firme de la izquierda en América Latina es
Evo Morales. ¿Qué rol está teniendo este bloque progresista y de izquierda en el
continente de cara a lo que se viene?
– Pienso que el ciclo
progresista en Sudamérica ha terminado. Entiendo por ciclo progresista el que
comenzó con el Caracazo de 1989 como primer levantamiento popular opuesto al
ajuste neoliberal y que después se convirtió en gobierno. O sea, el progresismo
como fuerzas transformadoras que promueven cambios progresivos creo que está
llegando a su fin. Seguirá siendo gobierno durante un tiempo pero vemos que en
general están a la defensiva.
Es decir que lo que más
están haciendo es mantener. Ya dejaron de promover cambios positivos. Por otro
lado los cambios positivos de estos gobiernos fueron políticas focalizadas para
atender la pobreza, pero eso fue en un primer momento. Diez años de esa política
no produce transformaciones, simplemente hace que la pobreza sea más baja. Hace
falta implementar un modelo que transforme, que integre, que genere empleo digno
y que ya no hagan falta esas políticas focalizadas.
Si seguimos exportando
soja a China, si seguimos con la minería, con el petróleo, con los monocultivos,
el ciclo de transformaciones se agota por sí solo. Y no hay ni claridad
política, ni deseo, ni voluntad de ir más allá. Porque para hacerlo hay que
tocar intereses muy pesados que son precisamente los que están apoyando a estos
gobiernos.
Los movimientos
populares lentamente están volviendo a la resistencia. Primero en Brasil con las
manifestaciones de 2013. En Argentina tuvimos un hecho muy importante en
diciembre de 2010 con la ocupación del Parque Indoamericano. Ahora tenemos el
caso de Malvinas Argentinas donde han frenado a Monsanto. Los movimientos están
ahí. Cualquier corrimiento a la derecha o crisis económica que se haga caer
sobre las espaldas de los sectores populares va a haber un clarísimo
relanzamiento de los movimientos.
4/11/2014
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