Crisis y conflicto: la difícil
transición
Alfredo César Dachary
En este 2014, se cumplen 100 años del estallido
de la primera gran guerra mundial, que será recordada por la humanidad como una
gran masacre, mayoritariamente de soldados; la de civiles fue la segunda gran
guerra, pero ambas tuvieron como fin ajustar y consolidar una nueva hegemonía
mundial, ante el ocaso del último gran imperio, el británico, y la emergencia de
un nuevo poder: Estados Unidos.
Pero la lección no duró mucho y hoy medio siglo
después de la última gran guerra, que continuó en Corea, Vietnam y los otros
frentes de la guerra fría, han incidido en que al comienzo del siglo XXI el
mundo esté ante una situación compleja, peligrosa e irracional, de muy difícil
resolución, dadas las características del pueblo y la ideología que domina a los
estadounidenses.
La actual coyuntura mundial es lo que se dice en
términos cinematográficos, una “tormenta perfecta”, donde las condiciones son
para un mega conflicto, que sólo la racionalidad, algo ya casi extinguida, nos
podrá sacar de esta zona de riesgo y permitir una transición tranquila de la
hegemonía absoluta a una nueva compartida con Estados Unidos.
Por un lado, está la profunda crisis del sistema,
que específicamente en el caso del vecino del norte, comenzó en la década de los
70´s y hoy presenta una situación que sólo se sostiene a fuerza de profundizar
las asimetrías a través de la puerta falsa de la especulación financiera, ante
la incapacidad de no poder revitalizar el capital productivo.
Esta crisis se ha acentuado y toma el carácter de
zona de “crítica” ante el endeudamiento brutal (dos veces el valor del PIB) y la
falta de respaldo a su moneda, que hoy es instrumento mundial en los
intercambios y en el respaldo que tienen los países, una moneda ficción, que
representa el sistema como una gran religión, muy fanática, donde los adoradores
del mercado, creen en la “inmortalidad” del dólar, algo que sólo es viable
cuando hay fe y no razonamiento.
Allí está la semilla del otro gran tema, el colapso de la hegemonía
económica de Estados Unidos y de su moneda, situación que enfrenta al mundo con
dos posibilidades; la primera sería una coordinación con las potencias asiáticas
en la búsqueda de una moneda internacional (grupo de monedas), cuyo respaldo se
materialice con oro o alguna fuente de energía, como el
petróleo.
La segunda alternativa que sería hacer la guerra
a gran parte del mundo para mantener el liderazgo estadounidense gracias al
poderío militar, mil bases alrededor del planeta y el ejército más poderoso del
mundo. En la actualidad todo está reducido ya que un enfrentamiento nuclear
sería el apocalipsis, un acotamiento real al enfrentamiento bélico sin
límites.
La actual crisis económica que afecta a todo el
mundo comienza a provocar un giro
en la hegemonía global, ya que por primera vez Estados Unidos, Canadá y
Europa generarán menos del 50% del PIB mundial, mientras el resto de
las naciones, encabezadas por China, producirán poco más del
50%.
De acuerdo a datos del Centre for Economics
and Business Research (CEBR) las economías de Estados Unidos, Canadá y Europa
producirán este año el 49.4% del PIB mundial, bastante lejos del rango
del 60% al 64% registrado entre los años 1995 y
2005.
El director ejecutivo del CEBR señaló
que este desplazamiento o caída de la hegemonía productiva entre Europa y los
dos países de América del Norte se esperaba pero no tan pronto, dando cuenta de
dos hechos concretos: por un lado se demuestra que la actual crisis económica es la mayor de los
últimos 60 años y, por otro, que occidente deberá asumir la pérdida
de la hegemonía mundial en materia económica.
La crisis mundial del sistema capitalista se
estima se inicia en los 70´s, con los graves hechos económicos del abandono del
patrón oro por Estados Unidos y la crisis del petróleo, dos acontecimientos que
se transforman en pesadilla para los expertos del “sueño
americano”.
Para Noam Chomsky, los hechos tienen antecedentes
mucho más atrás y es que en 1949,
la "Gran área" (Imperio americano) se veía ya seriamente erosionada por "la
pérdida de China", que es como generalmente se llama a este suceso, pero la
definición es interesante ya que uno sólo puede "perder" lo que posee, aunque se
daba por sentado que Estados Unidos debía poseer la mayor parte del globo por
derecho propio.
Esta fue una especie de predicción del futuro, ya
que pocos años después el Sudeste Asiático comenzó a salirse de control, lo que
llevó a las horrendas guerras de Washington en Indochina y a las inmensas
masacres en Indonesia en 1965, mientras se restablecía el dominio
estadounidense, que debe usar todos los medios desde la subversión a la
violencia masiva contra esta tendencia de “libertad” que continuaba en todas
partes, en un esfuerzo por mantener lo que han dado en llamar "estabilidad", y
que significa aceptación de las exigencias de Estados
Unidos.
Pero, como sostiene Chomsky la decadencia era
inevitable, a medida que el mundo industrial era reconstruido y el proceso de
descolonización seguía su agónico curso y para 1970, la porción de la riqueza
del mundo en manos de Estados Unidos se había reducido a cerca del 25%, cifra
todavía colosal pero mucho menor que la previa.
El capitalismo industrial se estaba tornando
"tripolar", con ejes de poder en Estados Unidos, Europa y Asia, que tenía a
Japón como centro, y que ya para entonces se estaba convirtiendo en la región
más dinámica del mundo, y sólo dos décadas después empezará su crisis, hasta hoy
vigente.
Pero en los 90´s colapsó la URSS y la reacción de
Washington fue que las políticas seguirían prácticamente sin cambio alguno, pero
con pretextos diferentes, ya que el inmenso poderío militar se mantendría, pero
no para defenderse de la ex URSS, sino más bien para enfrentar la "sofisticación
tecnológica" de potencias del Tercer Mundo, el imperio no podía quedarse sin
“enemigos”, ya que perdería argumentos para mantener a su sociedad y a sus
socios en pie de lucha para evitar la emergencia de nuevas potencias
alternativas, y con ello mantener "la base industrial de la defensa", un
eufemismo para referirse a la industria de avanzada, que dependía ampliamente de
los subsidios e iniciativas del gobierno.
Ante ello se re-direccionan la fuerzas militares
de intervención y debían ser destinadas al Medio Oriente, cuyos serios problemas
ya no eran causados por la URSS ni el “comunismo” y se admitió que el problema
había sido siempre el mismo, los "nacionalismos radicales", es decir, los
intentos de los países de seguir sus propios cursos, algo que no permitía el
modelo de “libertad dirigida” que practicaba Estados Unidos sobre los países
emergentes.
Clinton lo definió sin eufemismo al declarar que
Estados Unidos tenía el derecho de utilizar fuerzas militares unilateralmente
para asegurar "acceso irrestricto a mercados clave, fuentes de energía y
recursos estratégicos, y que por ello debía tener fuerzas militares desplegadas
con anticipación en Europa y Asia, para ayudar a darle forma a lo que la gente
opina de nosotros para actuar de manera determinante en eventos que afectarían
nuestros medios de vida y nuestra seguridad".
Debido a la euforia tras el colapso de la
superpotencia enemiga, sus intelectuales plantean, que se había llegado al punto
final, "el fin de la historia", el capitalismo como sistema eterno una visión
ideológica que engaña a sus propios constructores, que no querían ver la
realidad mundial construida a partir de los principios básicos del sistema que
estaban defendiendo.
Mientras esto ocurría las víctimas tradicionales,
el Sur global, condenaba amargamente "el mal llamado ‘derecho’ de la
intervención humanitaria", reconociéndolo como el viejo "derecho" a la
dominación imperial, un derecho del colonialismo en sus
colonias.
Lo que marca la especificidad del caos sistémico
que se aproxima es que no se dirige sólo contra una determinada hegemonía, sino
contra el moderno sistema mundial y el capitalismo histórico, y esto ocurre por
la crisis definitiva del Estado nación, como instancia capaz de concentrar la
organización de la economía mundial, reducida por el neoliberalismo
reinante.
Las crisis que generan las transiciones derivan
generalmente en guerras, focalizadas pero que sumadas impactan a grandes números
de habitantes, y éste es un tema difícil de evadir, menos de frenar por lo que
hoy se espera que los conflictos tengan un límite, los choques sean
tradicionales, si es que queremos
que la transición sea heredada por un mundo que busca un mayor equilibrio frente
a sistema que profundiza la equidad.
alfredocesar7@yahoo.com.mx