Descansando en Santiago de
Chile
Salimos por la mañana del hotel
Imperio, caminamos por la Alameda y tomamos el metro en Unión Latinoamericana,
bajándonos en la estación Universidad de Chile. Y con toda candidez nos dimos
una vuelta por el centro financiero para después proseguir por el Paseo
Ahumada.

¡Bien ridículos! Con sombreros
ecuatorianos, Martín con camiseta de The Strongest de Bolivia, y yo con bermudas
playeras, nos paseamos por el Centro de Santiago de
Chile
Nos resultó realmente placentero
andar por la zona céntrica observando todo sin apuros ni obligaciones. Por lo
que tomamos la calle Nueva York donde, en su intersección con la calle de La
Bolsa se encontraba nada menos que el primer rascacielos de Santiago, el
edificio Ariztía, que con sus trece pisos y dos subterráneos, databa de 1921, y
en el que se localizaban tanto tiendas como oficinas. Y frente a él habían
ubicado en 2003, la emblemática fuente de agua “Las Tres Gracias”, construida en Francia
en el siglo XIX y que había pasado anteriormente por el parque O’Higgins y la
plaza de la Constitución.

Martín en la calle Nueva York, frente al
edificio Ariztía y junto a la fuente “Las
Tres Gracias”
El Paseo Ahumada era la principal
vía peatonal de Santiago que corría de norte a sur, uniendo la Alameda con la
Plaza Mayor o Plaza de Armas. Allí se encontraban las más destacadas casas
comerciales y por ella circulaban gran cantidad de personas tanto locales como
visitantes. Y en muchos bares anunciaban que se servía café como en Buenos
Aires.

Caminando por el Paseo
Ahumada

A medida que avanzaba la mañana
aumentaba la densidad de transeúntes
Entre los tantos objetos y
servicios que se ofrecían al transitar por el Paseo Ahumada estaban los
caricaturistas, por lo que Martín se prestó para que lo retrataran. Y el
dibujante le hizo elegir un personaje dentro del cual incluiría su rostro.
Martín eligió el huaso, que se
trataba de un campesino que se dedicaba a las tareas propias de las antiguas
haciendas del valle central chileno; y el hombre comenzó a hacer su tarea que en
pocos minutos estuvo concluida.

Retratando a Martín como
huaso

Y así quedó la
caricatura
Ya en la Plaza de Armas o Plaza
Mayor, centro histórico de la ciudad, pudimos ver el contraste edilicio entre el
viejo y el nuevo Santiago, destacándose la Catedral Metropolitana por su estilo
neoclásico.

Catedral Metropolitana de Santiago frente a un moderno
rascacielos vidriado

La Catedral de Santiago estaba dedicada
a la Asunción de la Santísima Virgen

El edificio de columnas era el Palacio
Arzobispal de Santiago
Continuamos avanzando por la calle
Puente, en una zona que en los últimos años había sido denominada “Pequeña Lima” por la cantidad de
inmigrantes peruanos que allí dedicaban los comercios a sus necesidades
específicas. Y a pocas cuadras encontramos el Mercado Central, que si bien
estaba especializado en todo tipo de alimentos provenientes del mar, podían
encontrarse también gran variedad de artículos, como prendas, artesanías,
souvenirs, y diversos restoranes de diferentes niveles donde degustar las
comidas típicas chilenas.

Cangrejos y otras especies del
Pacífico

Pescados y pulpos
Al otro día volvimos a tomar el
metro para bajarnos en la estación Baquedano, cruzamos el río Mapocho, y tras
caminar por la calle Pío Nono en pleno barrio Bella Vista, llegamos al pie del
cerro San Cristóbal.

Coqueta plaza Baquedano con flores
multicolores
El río Mapocho era el principal
curso de agua de la ciudad de Santiago, cuyo régimen era nivo-pluvial, por lo
que en febrero estaba crecido debido al deshielo de la Cordillera. Y si bien en
ese momento el paisaje era verde por estar parquizado, durante la dictadura de
Pinochet, se había convertido en un río de sangre por la cantidad de asesinados
que aparecían flotando en sus aguas.

Río Mapocho desde el puente de la calle Pío
Nono
El cerro San Cristóbal tenía una
altura de ochocientos ochenta m.s.n.m. con una prominencia de doscientos ochenta
metros. Era el segundo más alto de la ciudad, superado sólo por el cerro Renca.
Desde allí ingresamos al Parque Metropolitano de Santiago y en funicular
llegamos hasta la ladera donde se encontraba el Zoológico Nacional de
Chile.

Ingreso al Parque Metropolitano de Santiago por la calle
Pío Nono
Si bien el zoológico era bastante
limitado en cuanto a la variedad y espacio disponible para los animales, tenía
como gran atractivo las vistas panorámicas de la ciudad.

Vista panorámica de la ciudad de
Santiago desde el zoológico

Al contar con desniveles, la ciudad podía verse desde
diferentes alturas
Tal vez fuera el tigre (Panthera
tigris), el que más sufriera el encierro. Siendo el felino más grande del mundo
y habitante de bosques y sabanas de Asia, con territorios de veinte kilómetros
cuadrados para las hembras y un área promedio de ochenta kilómetros para los
machos, resultaba mucho más triste verlo tan restringido en sus movimientos.
Pero al margen de la caza para la obtención de diversas sustancias y huesos
utilizados en la medicina tradicional china (ahora prohibida), como por la
comercialización de su piel, el mayor problema lo constituía la destrucción de
los ecosistemas en los que cazaba una gran cantidad y diversidad de especies. Ya
a principios del siglo XXI se calculaban sólo tres mil tigres de los cien mil
existentes a principios del siglo XIX en estado salvaje, mientras que vivían
cerca de veinte mil viviendo en cautiverio.

Un tigre con escaso espacio para
desplazarse
La jirafa (Giraffa camelopardalis),
cuyo nombre proviene del árabe “ziraafa”
o “zurapha” que significa “alta” fue bautizada por los romanos como
“cameleopardo”, un cruce entre
camello y leopardo, cuando Julio César introdujo la primera en Europa, llevada
desde Asia Menor y Egipto, donde conociera a Cleopatra. Era otro mamífero con
grandes requerimientos de espacio, por ser su hábitat natural las sabanas y
bosques abiertos de Asia y África, donde podía ramonear los árboles inaccesibles
para la mayor parte del resto de la fauna. Es la más alta de todas las especies,
pudiendo medir casi seis metros, siendo sólo su cuello un tercio del total que
es utilizado por los machos como arma al establecer duelos con el fin de
establecer una jerarquía ante las hembras. Fue clasificada como una “especie bajo preocupación menor” por la
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, por existir más de
ochenta mil en estado salvaje, en especial en parques nacionales y reservas.

Muy hábil la jirafa con su
lengua
Los patos pertenecían a la familia
Anatidae, principalmente a la subfamilia Anatinae, y dentro de ella al género
Anas. Y si bien existía una gran variedad de especies, en este zoológico
predominaban los domésticos (Anas platyrhynchos domesticus), de color
blanco.

¡Patos al agua!
Y dentro de uno de los piletones
estaba nadando un tapir, una extraña mezcla de oso hormiguero, pequeño elefante
y cerdo; sin embargo, no está emparentado con ninguno de ellos, sino con
caballos y rinocerontes. Si bien existían varias especies, en Chile sólo había
ejemplares del Amazonas o también llamado tapir brasileño. Son vegetarianos por
excelencia y su hábitat natural son las áreas selváticas tropicales, aunque gran
parte de su existencia la pasan en el agua. La destrucción de su ecosistema
natural era lo que los estaba llevando al borde de la extinción, además de la
caza indiscriminada. Los ejemplares nacidos en Chile estaban casi todos en
zoológicos.

El tapir, una especie vulnerable por exceso de caza y
destrucción de las selvas
Si había un ave característica del
largo territorio chileno era el flamenco. Los había desde el desierto de Atacama
hasta la Patagonia, viviendo en zonas de agua de baja profundidad como salares,
lagunas y desembocadura de ríos; y alimentándose de invertebrados, gambas y
moluscos.

Pileta con flamencos
chilenos

A medida que ascendíamos teníamos una
nueva vista
Luego ingresamos al aviario, una
enorme jaula con aves voladoras, que contaba con doble puerta para evitar que
escaparan.

Martín en el ingreso al
aviario

Un pájaro sobrevoló la cabeza de
Martín
Y el ave más llamativa de todas
era, sin duda, el pavo real común (Pavo cristatus), también conocido como pavo
real de la India y pavo real de pecho azul, que desde tiempos antiguos se
destacara entre los animales más admirados a causa del extraordinario abanico
policromado que formaba la cola desplegada de los machos.

Pavo real común o de pecho
azul
Tratando de reproducir su
ecosistema natural, los comederos de las palomas eran colgados de las ramas de
algunos árboles o pendientes desde el techo de la jaula.

Comedero para palomas

Casal de palomas

Paloma comiendo alimento
balanceado
Y si bien había algunos animales
más, a Martín sólo le interesaron el lobo marino y los monos.

Estanque donde nadaba un lobo
marino

Martín pasó un largo rato divirtiéndose
con las monadas

El intenso calor del mediodía ameritaba
una bebida bien fría

En uno de los miradores, Martín y unas monjas descansaron
a la sombra

La ciudad desde el mirador del
zoológico

Desde el funicular mientras
descendíamos
Almorzamos en uno de los tantos
restoranes de la calle Pío Nono, y a la tarde visitamos el Patio Bella Vista,
una especie de shopping abierto.

Martín en el Patio Bella
Vista

Los locales, bares y restoranes convergían en un gran
patio central

Donde había Moais representando a la isla de
Pascua
Mientras estábamos allí, un grupo
de bailarines con los atuendos de la isla de Pascua interpretaron varias danzas
típicas, que se caracterizaban por la alegría y la sensualidad, con suaves
contorneos de caderas, así como algunos movimientos de vaivén de la pelvis algo
violentos.

Grupo de baile de la isla de Pascua

El detalle era que el bailarín no usaba ropa
interior
Compramos artesanías de
lapislázuli, que era la piedra semi-preciosa típica de Chile, volvimos a cruzar
el Mapocho y llegamos a la plaza Italia donde había un mini-obelisco. Ese lugar
era considerado popularmente como un punto de división entre ricos y pobres, ya
que hacia el este o “arriba”,
haciendo mención a la cordillera de los Andes, se encontraba el “barrio alto” correspondiente a las
comunas más pudientes como Providencia, Ñuñoa, La Reina, Vitacura, Las Condes y
Lo Barnechea; mientras que hacia el poniente estaban localizados los sectores de
menores ingresos. Debido a esa característica, en la plaza Italia convergían
gentes de diferentes grupos sociales o políticos cuando existía algún
acontecimiento nacional para ser celebrado, así como también era el punto de
partida para el desarrollo de las marchas de protesta que se desplazaban hacia
La Moneda u otros edificios gubernamentales.

Mini-obelisco en plaza
Italia

Zona de nuevos rascacielos en el distinguido barrio de
Providencia
El último día lo dedicamos a hacer
algunas compras ya que en ese momento, febrero de 2009, los precios en Chile
eran bastante inferiores a los de Argentina.
A la mañana fuimos al Portal
Edwards donde la calidad de las prendas no era la esperada, así que decidimos
almorzar en el restorán-bar que estaba al lado del hotel para volver a salir por
la tarde.
Fuimos hasta el mall Plaza Alameda
que era bastante nuevo y había muchos locales con marcas de prestigio. Y allí
conseguí ropa de bebé para mi nieta Rocío que nacería unos meses más tarde.
Después volvimos sobre nuestros
pasos para visitar el mall Paseo Estación, localizado en la Estación Central del
Ferrocarril, con precios y calidad más bajos que el anterior, donde compré
camisetas del club Universidad de Chile para Martín y algunos obsequios para la
familia.

Martín y Omar en el Mall Plaza Alameda

Martín en la Estación Central de
Ferrocarril

Boleterías y escaleras mecánicas de la Estación
Central
Con varios paquetes retornamos al
hotel donde nos preparamos para al día siguiente emprender el regreso a Buenos
Aires. Fueron sólo un par de días de descanso por todos los esfuerzos físicos
que nos había generado el largo recorrido por la región andina, y a la vez,
volver a acostumbrarnos a la vida citadina.
Ana María
Liberali