El modelo de desarrollo turístico:
costos, contradicciones y
transformaciones
“Fácilmente
aceptamos la realidad, acaso porque intuimos que nada es real".
Jorge Luis
Borges
Alfredo César
Dachary
El turismo, como un producto de la revolución
industrial y de la gran transformación que ésta generó en la sociedad; fue un
producto inicialmente de consumo suntuario pero con las décadas se ha ido
transformando al ritmo de la sociedad y con ello aumentando sus compradores
mundiales y transformándose de una tradición en un producto muy deseado dentro
de la sociedad de consumo. En forma paralela, los nuevos pobres urbanos, el
naciente proletariado industrial
comienzan a descubrir nuevas manera de ocio, incluido el viaje en tren
para conocer el mar.
Cuando los nobles y los burgueses emergentes
decidieron llegar al mar en busca de una cura de la acedia medieval (nostalgia)
- hoy se podría decir estrés - iniciaron un peregrinar que los llevaría al mar,
a las termas y a otras formas de cura desde el viento al sol, todo como lo
prescribían los primeros “médicos naturistas y sociales de la época”, los
Higienistas.
En el siglo XIX, nacen los grandes hoteles, que
replicaban a los palacios y junto a ellos los grandes restaurantes, copia de la
cocina creada en la tradición de la nobleza y con ello la nueva clase emergente
comienza a consumir, a aprender y disfrutar de un nuevo tipo de ocio: los
viajes, las fiestas y los banquetes.
El parque de diversiones más antiguo que sigue en
funcionamiento hasta la fecha es el Parque Bakken, al norte de Copenhague, capital de Dinamarca, abierto en 1583.
Con la revolución industrial en auge, a comienzos del siglo XIX, el desarrollo
de la industria de la diversión se transportó a América, especialmente a Estados
Unidos, que con la gran riqueza que se estaba generando había necesidades de
ocio y diversión para grandes grupos humanos.
Cuando comienza a desarrollarse la
industria eléctrica, que dio lugar al nacimiento del tranvía, los dueños de
algunas líneas no querían perder pasajeros durante los fines de semana, así que
promovieron la construcción de lugares de entretenimiento al final de las líneas
de tranvías que ofrecían campos abiertos para hacer días de campo, salones de
baile, juegos, restaurantes y algunos paseos a la orilla de un lago o del
río.
Así aparecen los primeros parques de diversiones,
comenzaron a través de todo Estados Unidos, y éstos entraron en su era dorada en
la Exposición Mundial de Chicago en 1893 donde se presentaron juegos mecánicos
como la rueda de la fortuna y montañas rusas, que ya requerían de una cierta
tecnología para lograr mayor seguridad.
Paul Boynton inauguró el primer parque de diversiones
moderno al sur de Chicago con el nombre de Paul Boynton's Water Chutes, que a su
vez fue el parque donde por primera vez se cobró la admisión general para el
área en la que ubicó los juegos mecánicos, y éste sirvió de inspiración a otros
pioneros de la industria, como Coney Island en New York que abrió en
1895 y que resultó un gran éxito en su
tiempo.
De estos primeros parques masivos de diversiones
será hasta la mitad del siglo XX, cuando el genio de Disney creara la primera
ciudad “falsa” o de fantasía, que fue Disneylandia y con ello inauguró un nuevo
tipo de turismo, el familiar pero orientado al disfrute de estos complicados
juegos y grandes eventos que a la gente les hacía pensar que estaban en un
cuento de hadas.
Para otro público, diferente en todo, los
empresarios norteamericanos del dinero fácil, con una gran experiencia en el
Caribe, especialmente en Cuba, crearon una ciudad del juego, Las Vegas, donde la
primera diversión además de éste y su contraparte, el consumo de alcohol y la
industria del sexo, era ver el hongo de las explosiones
atómicas.
Robert Venturi fue de los pioneros en analizar a
Las Vegas, a la que definió como ciudad mensaje, ya que está hecha de signos que
funcionan para comunicarse y no como la ciudad normal que está hecha con signos
que comunican para funcionar.
Para Umberto Eco, Estados Unidos tiene muchas
ciudades falsas, además de Disneylandia, y éstas son reconstruidas sobre un
viejo tejido urbano, otras son imitaciones o fragmentos de ciudades, como Stone
Mountain en Atlanta, ranchos reconstruidos, islas de piratas, pueblos hawaianos,
tahitianos y muchas más.
Para Marisol Facuse, cuando proyectamos un mundo
y una sociedad alternativos, este espacio de alteridad creado en el imaginario
se construye a partir de elementos de nuestra realidad social y política,
interviniendo simultáneamente en el espacio de lo real. En este sentido, la
utopía nos interroga a propósito de los límites entre lo real y lo irreal, entre
los hechos y la invención.
Por ello para Martin en su ensayo “Disneylandia,
una utopía degenerada”, la define como una ideología realizada en forma de mito,
entrelazando la ficción con el comercio, que es algo muy real, ya que las
mercancías que venden son reales y lo falso es la creación del deseo de comprar,
por ello ésta es la esencia del consumismo.
De allí que cuando se mezcla la ficción con la
realidad hacen posible el goce y el consumo, que en la segunda obra, Disney
World, ya se superó la ciudad falsa del
juguete y emerge un modelo agregado urbano del futuro.
La ciudad artificial llega a los países de la
periferia, para unos como la única salida, el mundo de las islas y sus enclaves
de lujo, frente a los mares de miseria, el otro los territorios alejados de las
zonas urbanas donde comienza a construirse el “mundo mágico” del
turismo.
Ya no hay parques de diversiones, éstos eran una
expresión de la vanguardia del ocio industrial, eran los reyes del fin de semana
que se construyó como realidad desde el siglo XIX y como tal fue ascendiendo
hasta ser hoy una realidad aceptada por todos y ampliada por los gobiernos en
favor del turismo, cuando hacen coincidir fiestas con el fin de semana y éste se
transforma en una mini vacación o “fin de semana
largo”.
En México hay un sólo destino que entendió que
esa era la nueva etapa del turismo global, ya que la mayoría de los visitantes
son de Estados Unidos, donde se dieron los parques de diversiones más grandes
del mundo y hoy los parques temáticos y las ciudades falsas más importante de
América, este corredor no podía estar rezagado. Allí está la parte medular del
éxito de Cancún y el corredor Riviera Maya, una fiesta continua, atracciones
encadenadas, grandes parques temáticos y pequeños lugares de ocio incluido una
larga lista de cenotes y senderos en la selva, además de las grandes ciudades
mayas, un atractivo basado en el monumentalismo histórico de estos resabios de
la gran cultura mesoamericana.
Acapulco lo tiene como tragedia, Ciudad
Renacimiento es la mayor concentración de pobreza y violencia de la zona
costera-turística y en medio de sus áreas de extrema violencia aparecen pequeñas islas de
encanto que parecen vivir en las nubes, mientras los visitantes no salgan a
enfrentar la realidad.
Hay parques temáticos de diversión y otros de
exclusión, estos últimos se denominan amenazas, los primeros son oportunidades,
competitividad, valorización del destino; los segundos son los lastres de éste
que terminan hundiéndolo, ni el turismo ni la propia realidad pueden huir de
estas formas que asumen las enfermedades sociales generadas por la asimetría y
la falta de políticas de apoyo a los sectores con menos ingresos, que en todo el
país son más del 80%, si tomamos
la media del 50% de pobres y el 32% de población que es vulnerable y por ello
vive en el límite de la pobreza.
Por ello, el turismo que en su magia, como el
cine o las novelas logra transformar la realidad y hacerla un verdadero discurso
“positivo” o alegre, o de emociones, o simplemente de atracciones, no puede
borrar los costos que genera porque éstos son acumulativos y se comienzan a
expresar de manera muy diferente pero siempre son expresiones de amenaza a este
modelo de negocio complejo que en el caso de México está ubicado entre las tres
primeras actividades económicas.
El turismo ha caído victima de su propia forma de
presentación, que reduce a ésta a los alojamientos y los lugares de consumo del
visitante, desconectándose de la ciudad de acogida, de los pueblos de apoyo, de
la región sostén, y es allí donde se da esta compleja asimetría que es la base
de la debilidad de él: la pobreza. Hoy Cancún, el primer destino de México, no
tiene una Ciudad Renacimiento pero está cerca de lograrlo con la Colonia Puerto
Juárez, y la Cruzada Nacional contra el Hambre lo puso en evidencia al colocar a
este municipio, Benito Juárez, entre los que están amenazados por este flagelo.
Éstos son los costos del turismo como modelo de
desarrollo; la verdadera función que tiene esta actividad económica, es generar
placer para los que nos visitan y mejores ingresos y calidad de vida para los
que lo hacen posible.
alfredocesar7@yahoo.com.mx