Una bonita excursión en Mato Grosso do
Sul
Entre las excursiones ofrecidas durante
el Encuentro Humboldt de Dourados, elegí la que se promocionaba como “BONITO, A
NATUREZA E VOCE!”, uno de los destinos más visitados del centro-oeste brasileño,
en Mato Grosso do Sul.
Junto con Omar, Solange, Telma y Aline Fernandes Guimarães salí de Dourados casi al amanecer en
una van conducida por un chofer profesional, pero que era la primera vez que
transitaba por esa ruta, la doscientos sesenta y siete, por lo que en muchas
ocasiones se detuvo para consultar si estábamos en el camino correcto, a pesar
de que nosotros, con mapa em mano lo íbamos
guiando.
Pensábamos que podríamos llegar a ver
algo de la mata, sin embargo, lo único que encontramos a lo largo del trayecto
fueron rastrojos de plantaciones de soja y de otros cultivos. Y, sinceramente,
esa “pampeanización” del Mato Grosso no nos pareció para nada
positiva.

Campo de soja a la salida de Dourados
como si fuera la llanura pampeana

Rastrojos de
diferentes cereales a lo largo de la ruta
267

Suelos lateríticos
en toda la región

Silos para acopiar
lo cosechado
Casi doscientos setenta kilómetros
separaban a Dourados de la ciudad de Bonito, pero debido a lo estrecho de la
carretera y a las indecisiones del conductor, le pusimos alrededor de cuatro
horas.
Nos bajamos frente a la plaza que estaba
cubierta de césped, arbolada, con bancos para descansar, pero el monumento
central no era el de ningún militar a caballo, sino dos piraputangas saltando
sobre una fuente. La piraputanga era un pez plateado y de cola anaranjada, un
verdadero emblema de la región.

Piraputangas
ornamentales en la fuente de la plaza de la ciudad de
Bonito
Los pueblos originarios de la región
habían sido los Guaianás, los Tapetim, los Chamacocos y los Nelique, todos
pescadores y cazadores que contaban con abundantes recursos para subsistir.
En el siglo XVI la zona fue descubierta
por los conquistadores europeos que destinaron esas tierras a la agricultura
para luego en el año 1797 construirse el “Presídio de Miranda” en lo que fuera
la Fazenda Bonito. Y casi un siglo después, la zona fue adquirida por el Capitán
Luiz da Costa Leite Falcao, quien expulsó a la población
indígena.
Recién en 1927 se fundó la ciudad de
Bonito, momento desde el cual la población comenzó a crecer en mayor medida,
pero recién hacia fines del siglo XX fue cuando se comenzó a valorar su entorno
debido a sus atractivos naturales y arqueológicos, y a hacerse famosa por el
ecoturismo. En setiembre de 2011, momento en que nos encontrábamos allí, la
población se estimaba en algo más de veinte mil habitantes, con más de cuatro
mil camas entre resorts, hoteles, posadas, hostels y casas de
familia.

Bonito, centro
urbano de una extensa área de bellezas
naturales

Una de las calles
principales de Bonito

Sonría! Usted no
está siendo filmado
La gastronomía era otro de los
atractivos de la región, que se caracterizaba por contar con platos preparados
con yacaré, diversidad de pescados y carnes vacunas, costillas de cerdo,
gallina, arroces, y otras recetas que desconocíamos por
completo.

Listado de platos de
la cocina regional

El restorán Tapera
era uno de los más destacados

El restorán O Casarao ofrecía rodízio de
pescados y yacaré
Retomamos la ruta en dirección a Campo
dos Índios, donde otrora predominara la actividad ganadera, sin embargo, pudimos
ver más vestigios de lo que fuera la mata del sur brasileño.
Veinte años atrás Bonito era el centro
de una zona de estancias de miles de hectáreas dedicadas a la ganadería, sus
calles eran de tierra, en los ríos se pescaba con arpón y sin restricciones, y
en el campo se cazaban los mismos jabalíes que ahora sólo se enfocaban con
binoculares. Cada tanto había tiroteos porque los fazendeiros no daban un paso
sin su arma por si se encontraban con un jaguar o para evitar robos de ganado.
Hasta hace poco se podía conseguir una aroeira, el árbol más alto del cerrado,
de una madera noble y duradera, en cualquier aserradero, pero ya no es sencillo
porque está protegida. Pero cada vez más estancieros cambiaban la cría de cebúes
blancos por el turismo ya que habían descubierto que dentro de sus propios
campos había cachoeiras, arroyos de agua cristalina donde se podía flotar con
máscaras de snorkel, se podían avistar aves, hacer rappel, mountain bike y
trekking.
Los mismos estancieros que antes
desmontaban sus campos, ahora trabajaban con los biólogos haciendo planes de
reforestación y creando reservas privadas de patrimonio natural, por un
compromiso ecológico, ¿o sólo para eximirse de pagar impuestos? Bonito se había
convertido en un polo ecoturístico con énfasis en el uso responsable de los
recursos naturales o “turismo consciente”.

Cada tanto, entre
los cultivos podían verse áreas reforestadas
El hecho era que el turismo les estaba
dando de comer, pero todos coincidían en que la transición no había sido fácil
porque para ellos eran inaudito que a alguien le interesara mirar peces con una
máscara. Y recordaban que Sergio Ferreira González, el primero que habló de la
importancia ecoturística de la región y del riesgo de los agroquímicos y el
desmonte, fue amenazado de muerte. Pero poco a poco, con la ayuda de la
Conferencia Eco 92 realizada en Rio de Janeiro, los habitantes de Bonito
entendieron que el turismo ecológico también podía ser un negocio, por lo que no
se podían utilizar agroquímicos cerca de los ríos, el ganado no podía llegar a
más de cincuenta metros del agua, y además se aplicaron normativas y leyes del
IBAMA (Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales
Renovables) que debido a su cumplimiento habían recibido varios
premios.

Vestigios de la mata
brasileña y del parque de palmeras entre los viejos
alambrados
A poco de Bonito se encontraba la sierra
de Bodoquena que se supone que hace más de quinientos millones de años fuera
parte del océano, y que debido a los movimientos tectónicos, a la erosión y a la
presencia de formaciones calcáreas se formara un paisaje con tantas atracciones
naturales.

Sierra de Bodoquena
en las cercanías de Bonito

La mata a la vera de la
ruta

Lla vegetación sobre
los morros
Y en algunos minutos estábamos arribando
a la Gruta do Lago Azul, que se trataba de una gran caverna con estalactitas y
estalagmitas calcáreas que tenía en su interior un lago de aguas azules
cristalinas.

Ingreso a la Gruta
del Lago Azul

Con Omar,
Telma, Solange y Aline preparados para ingresar a la Gruta del Lago
Azul

Sendero que conducía
a la gruta
La Gruta do Lago Azul, declarada
Monumento Nacional, fue descubierta por los indios Terena en 1924, y se
localizaba en la Fazenda Jaraguá, a sólo veinte kilómetros de
Bonito.

Entrada a la gruta,
rodeada de mata

Lianas y
estalactitas

Desde dentro de la
gruta

Omar en la Gruta do
Lago Azul

En algunos lugares parecía
fantasmagórica

Rocas con alto
contenido de azufre

Estalagmitas con
malaquita

Detalle de las rocas
de la gruta

El hijo de Jacques Cousteau había hecho
una expedición a la Gruta
Al fondo de la gruta se encontraba un
hermoso lago de aguas azules muy cristalinas, cuyo origen se desconocía, aunque
muy probablemente se alimentara de un río subterráneo.

Al fondo de la gruta se encontraba el
lago Azul

Saliendo de la
gruta
Durante la tarde fuimos al Balneario
Municipal de Bonito que se encontraba a siete kilómetros del Centro de la
ciudad, y era administrado por la Prefeitura local. Se encontraba a la vera del
río Formoso de aguas cristalinas donde además de poder admirar a una gran
cantidad de peces, algunos integrantes del grupo se sumergieron para nadar entre
ellos.

Balneario Municipal
de Bonito

Río Formoso con gran cantidad de
vegetación en sus márgenes

Variedad de peces en
las aguas cristalinas del río Formoso

Piraputangas, pacús,
curimbatás y enorme dorados

Solange y Telma nadando entre los peces

Debido a la calma de
las aguas del río Formoso, las chicas se animaron a
más
Todo
era tan placentero que nuestro chofer se entusiasmó y se fue a comprar una zunga
para también él poder disfrutar del lugar, pese al riesgo que eso implicaba para
nuestro regreso.
El
detalle fue que gastó todo lo que llevaba encima y tuvo que pedirles a las
chicas brasileñas algo de dinero para comprar el combustible.

El chofer en zunga
poniéndose el salvavidas junto a Aline y
Solange
Pero el balneario contaba además con buenas infraestructuras para
camping, áreas deportivas, bares, restoranes, barbacoas y un espacio para el
canto y la danza donde un buen número de parejas bailaban diferentes ritmos,
incluso tango.

Parejas bailando diferentes ritmos en
el Balneario Municipal de Bonito
Mientras permanecíamos observando a los improvisados bailarines,
divisamos a lo lejos un guacamayo rojo (Ara chloropterus) posado sobre el tejado
de una de las instalaciones; y a pesar de que supusimos que se iba a espantar,
fuimos acercándonos sigilosamente con el fin de fotografiarlo. Pero lejos de que
eso ocurriera, nos miró durante un largo tiempo con cierta desconfianza, para
luego posar para nuestras tomas.

Guacamayo
rojo (Ara chloropterus)

Guacamayo mirándonos
con desconfianza

Guacamayo posando
para nuestras tomas
La
idea inicial era arribar a Dourados antes de que se hiciera de noche, pero la
estada en el balneario duró más de lo pensado y la oscuridad plena nos
sorprendió en la ruta.
Todos estábamos sumamente cansados pero fundamentalmente
temíamos por el chofer, ya que el haberse sumergido en el río Formoso podía
generarle somnolencia como nos estaba ocurriendo a la mayoría de nosotros. Por
eso las chicas se encargaron de darle conversación para evitar el
cabeceo.
Y en
determinado momento, cuando todos estábamos muy relajados y disfrutando con
tranquilidad del regreso, un vehículo se nos vino encima. No puedo describir
exactamente qué pasó porque, como casi todos los demás, estaba distraída, pero
lo que sé es que gracias a una audaz maniobra de nuestro chofer, terminamos
pasando apretadamente en medio de dos coches. Él continuó conduciendo como si
nada hubiera pasado, pero todos quedamos absolutamente mudos hasta llegar a
nuestro destino.
Esa
noche nos reunimos a comer unas pizzas frente al hotel Bahamas con algunos de
nuestros colegas y amigos brasileños, a quienes les preguntamos sobre las
sesiones del Encuentro y, a la vez, les contamos todo lo vivido.

Con
Nathan

Omar y Odeibler
Santo Guidugli

Con Omar, Telma, Aline, Solange, Nathan y Luiz Fernando Mazzini
Fontoura
Creo que en todo el mundo, cuando se
piensa en Brasil se tiene como principal referencia a las extraordinarias playas
de arenas blancas y con un clima que permite aprovecharlas durante gran parte
del año. Y si bien en parte coincido ya que una de las ciudades que más me
agradan de las muchas que conozco en el mundo, es Río de Janeiro, considero que
Brasil es mucho más que eso, que se trata de un país tan extenso como bonito
tanto en la costa como en su interior profundo.
Ana
María Liberali