Estados Unidos y la difícil
decadencia
“Si buscas resultados distintos no hagas siempre
lo mismo”. Albert Einstein.
Alfredo César
Dachary
Cada vez se dan más datos que apuntan desde
diferentes ángulos, a algo que ya no se puede negar y que es el largo y
tumultuoso proceso de decadencia de la hegemonía de Estados Unidos, lo cual no
significa que dejará de ser un país importante, ya que estos procesos llevan
décadas.
Llama la atención que un grupo cada vez mayor de
estadounidenses que rechazan la ciudadanía norteamericana. El gobierno federal
reportó que un récord de 2,999 personas renunciaron a la ciudadanía o a la
residencia permanente y se suponía que la mayoría están impulsados por el deseo
de no pagar impuestos u ocultar fortunas, aunque la realidad es más complicada.
Los esfuerzos del gobierno de ese país por seguir
la pista a los ciudadanos que evaden impuestos desde el extranjero han hecho
aumentar la cifra, según los expertos, aunque los que renuncian, un grupo que ha
crecido más de cinco veces en comparación con diez años atrás, con frecuencia
contradicen el estereotipo del delincuente financiero porque son personas que
viven en situaciones económicas ordinarias.
Desde otro ángulo, el economista francés Thomas
Piketty, autor del libro “El
capital en el siglo XXI”, comprueba que Estados Unidos está en camino
hacia algo muy parecido a lo que se vivía aquí a finales del siglo XIX, ya que
la desigualdad económica está llegando a índices que imperaban hace más de un
siglo.
La gran asimetría económica es definida y
defendida por Warren Buffett, el tercer hombre más rico de Estados Unidos quien
declaró en 2011: “…en este país ha habido una guerra de clases durante los
últimos veinte años, y mi clase ha ganado…”, y el tema ha sido asumido como un
problema, por el propio Presidente Obama, pero como una declaración no como base
de acción.
Este crecimiento agudizado de la desigualdad de
renta ha afectado el ascenso social en Norteamérica y
con ello han socavado a la clase media de ese país, uno de sus logros más
emblemáticos, demostrativos y representativos del “American Way
Life”.
Este concepto, que en ocasiones es difuso pero que siempre está integrado
con el ideal del sueño americano, que tiene una regla no escrita de que
cualquiera que trabaje duro tiene una oportunidad de prosperar en ese país, y
así pasar a integrar la mitificada clase media que hoy se tambalea. Es así como
comienza a diluirse esta esencia identitaria estadounidense de ser la tierra de
las oportunidades base del “sueño americano”.
Pero esa decadencia que tocaba el orgullo de los
norteamericanos se ha transformado
en un “ofensa mayor”, ya que su vecino Canadá ha desbancado a Estados Unidos
como el país con la clase media más rica del mundo.
Esto es revelado por un estudio
de un instituto de Luxemburgo que ha analizado la evolución de los
ingresos tras impuestos de varios países avanzados en los últimos 35 años, lo
que les permite lograr segmentar en capas de riqueza a toda la
población.
El PIB per cápita de Estados Unidos es
avasallador, y éste es un 15% superior al de Canadá en los últimos 25 años, pero
esto se debe a que la híper concentración de ricos eleva falsamente el promedio,
y por ello es que en la mediana de ingresos Estados Unidos se ve sobrepasado por
Canadá.
En el 2010, que fue el último año con datos,
ambos países empataron en 18,700 dólares por persona, lo cual se eleva a 75,000
dólares en una familia de cuatro, pero desde entonces la mediana de ingresos
canadiense ha superado a la estadounidense, según pronostican el Instituto y
otros análisis gubernamentales.
El motivo de esta superación es que en los
últimos tres años los sueldos en Canadá han crecido más que en el del sur, pero
esta situación se ve por algunos expertos como el hecho de que Estados Unidos no
está perdiendo terreno, sino que simplemente está siendo alcanzado, por sus
vecinos y su propia decadencia.
La clave del declive estadounidense no recae en las rentas medio-altas y
altas, pues los acaudalados - desde el 60% más rico hasta el 95% - lo eran en
2010 mucho más que sus equivalentes canadienses, según los datos del LIS
recopilados por el New York Times.
Sin embargo, en los segmentos medio-bajos, los ingresos son mayores entre
los canadienses. Y si se desciende aún más en la escalera de renta, los
estadounidenses más pobres son ampliamente superados no sólo por canadienses
sino también por suecos, noruegos, finlandeses y holandeses.
¿Qué hay detrás de este proceso regresivo que lleva a Estados Unidos a
una asimetría similar a la que había en el siglo XIX?, algo que se ha acelerado
desde el comienzo de la crisis en el 2008, pero que se venía perfilando décadas
atrás.
En 1971, siendo Presidente Richard Nixon, el país retira el respaldo del
patrón oro al dólar y dos años después en 1973, estalla el conflicto con los
países petroleros y nace la OPEP. En la década de los 80´s, Ronald Reagan inicia
la era del neoliberalismo, que Bill Clinton continuó y que concluyeron en el
desmantelamiento total del Estado del bienestar, algo que se exige a
Europa.
La expresión de esta profunda desigualdad social, típica de los países
subdesarrollados, se constata al analizar las cifras, y es que el 1% más rico de
sus habitantes crecieron un 271% en los últimos cincuenta años y el 90% más
pobre lo hicieron en un 22% en el mismo período.
La caída del salario real de los trabajadores ha
sido espectacular, ya que a comienzos de 2014 el salario mínimo era de 7.25
dólares por hora, lo que es un 23% menor a valores constante que en 1968, ya que
si se hubiera ido ajustando hoy sería de 25 dólares la
hora.
En el 2014, Estados Unidos es el país más endeudado del mundo con un
pasivo que asciende a 18,3 billones de dólares, algo que es mayor al PIB del
país y que coincide con el ascenso de la población de origen latino y el aumento
de la pobreza.
Estos hechos no se dan en el vacío, y como dicen los políticos, ningún
espacio puede quedar vacío, siempre se dan formas nuevas de que éstos se ocupen
y por ello es que esta crisis no puede seguir sin dejar huellas, en el difícil
equilibro mundial y el ejercicio de la hegemonía
imperial.
Desde la mitad de la primera década del siglo XXI se venía especulando
sobre el tiempo que le tomaría a China superar a Estados Unidos como primera
economía mundial, algo que a mediano o largo plazo era una apuesta casi segura.
Según los datos recogidos hasta 2011 por
el Banco Mundial, el PIB de China, ajustado por la paridad de
poder de compra, es mucho mayor de lo que se había calculado con anterioridad, y
a finales de 2011, el PIB chino suponía el 87% del PIB estadounidense. Apenas
seis años antes se quedaba en el 72%.
El Fondo Monetario Internacional estima que en estos últimos cuatro años,
China habrá acumulado un crecimiento del 24%, frente al 7.6% de Estados Unidos.
Esto, de confirmarse, provocaría que China superará este mismo año del 2014 a
Estados Unidos como primera economía del mundo en estos
términos.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) había calculado que “el gran salto chino” se
produciría a finales de 2019, sobre la base de eliminar el efecto del tipo de
cambio sobre el PIB, ya que si el cálculo se hace en dólares corrientes, ni el
FMI ni el Banco Mundial prevén que el avance se llegue a producir en toda la
década.
Estados Unidos es la primera economía del mundo
desde 1872, cuando superó al Reino Unido, en pleno auge de era Victoriana en la
que el imperio inglés habría de integrar a la India y con ello controlar más de
la mitad del mundo de la época.
El Instituto de Estadísticas Chino ha expresado
su discrepancia por la metodología empleada en los cálculos y diversas
informaciones apuntan el rechazo de sus autoridades a los resultados, y
parecería ser que China ansía ser la primera potencia
mundial.
Quizás como una gran burla del siglo, China
pretende repetir la historia del siglo XIX cuando Estados Unidos superó a Gran
Bretaña, cuando a la reina Victoria se le sacaron las decisiones y le quedó como
único escenario de “poder” la pompa real.
Quizás los chinos pretendan dejar a Estados
Unidos como el gran imperio mientras el dominio con las propias reglas que el
imperio creó, con las mismas instituciones con las que gobernó, parece ser que
la síntesis de Confucio y Mao, han dado un sentido del humor, que no deja de ser
irónico, porque en realidad es
trágico, para el orgullo de este imperio en decadencia.
alfredocesar7@yahoo.com.mx