A Tandil
por el Seminario Latinoamericano de Calidad de Vida
Urbana
Entre los días
ocho y once de setiembre del 98, se realizó en la ciudad argentina de Tandil el
IV Seminario Latinoamericano de Calidad de Vida Urbana, organizado por el Centro
de Investigaciones Geográficas de la Facultad de Ciencias Humanas de la
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Y si bien hubo
representantes de varios países de América del Sur, la gran estrella fue Milton
Santos, quien diera la conferencia de apertura.
Todos pensaron
que luego de su disertación se retiraría, pero muy por el contrario, permaneció
escuchando gran parte de las ponencias, a las que hizo diferentes críticas. A
algunos participantes los felicitó por el nivel de la exposición, en otros
destacó el esfuerzo por la investigación realizada, y en algunos casos consideró
que la escala utilizada no correspondía a un seminario de carácter
latinoamericano sino sólo de nivel municipal, por tratarse de cuestiones
extremadamente puntuales absolutamente descontextualizadas. Al respecto, se
dirigió a una ponente diciéndole de manera irónica: -“Usted sabrá mucho sobre el patio de la casa
de su tía, pero ninguno de nosotros estamos en condiciones de evaluar esa
realidad. Los trabajos a presentar deben abarcar espacios mayores que nos
permitan entender a América Latina”. A pesar de que a varios les cayera mal
tanta sinceridad, y que generara temores entre quienes debían continuar con las
exposiciones, todos consideraron de gran valor las críticas, mucho más sobre
aquellos trabajos en que él era exageradamente citado.

Con Milton Santos, Isabel Riviere, María Rosa Lecarotz y Patricia
Lucero
Durante el
almuerzo conversamos sobre muchas cosas, entre ellas algunas familiares: -“Mi nieto dice que soy un estúpido porque
no opero con la computadora como lo hace él”, dijo riendo y con orgullo; y
luego continuó explicando cómo organizaba a sus tesistas de doctorado en la
Universidad de San Pablo. Y ya en la sobremesa le pedí una entrevista, a lo que
me respondió que me esperaba en el lobby del hotel esa misma tarde mientras los
demás harían una salida de campo a las sierras.
-“Les dije que estaba cansado, pero en realidad no
quería que se dieran cuenta de que no entiendo nada del área física. Yo soy
abogado y durante mi doctorado en Geografía en Francia, sólo me especialicé en
temas sociales”, afirmó con su sonrisa
característica.
Si bien
inicialmente le hice algunas preguntas disparadoras, al verlo con mucho
entusiasmo, prendí el grabador y dejé que se explayara a gusto. Y al regresar a
Buenos Aires, con el material obtenido armé la siguiente nota, que fue publicada
en el Boletín nro. 4 del Centro de Estudios Alexander von Humboldt, en marzo de
1999, bajo el título “Una oportunidad
histórica…”:
Sobre la Globalización
La globalización es un momento en la
historia en que el mundo se encuentra realmente mundo. Siempre hubo un planeta,
siempre hubo sociedades humanas, pero en este momento actual hay una
universalización de la sociedad humana. El mundo se ha vuelto mundo por varias
razones. Una razón es el hecho de que la inteligencia humana ha podido crear un
conjunto de técnicas que son hegemónicas respecto de la información (una familia
de técnicas), que tiene una dimensión planetaria, una presencia directa e
indirecta en todos los lugares, que ha permitido primero, crear empresas
globales; segundo, que haya una información con vocación planetaria y tercero,
que el mundo de negocios, en su más amplia expresión, sea también planetario,
global. Entonces, todo lo que acontece en cualquier lugar tiene relación con ese
mundo, es decir que el mundo está presente en todos los lugares como mundo pero
también como lugar, es decir que los lugares no pierden completamente sus
características y el mundo se instala en todas partes. La diferenciación entre
lugares aumenta, pero cada lugar aumenta su individualidad, aunque funcionando
dentro de un sistema único, el sistema del mundo. Es decir que Europa, Estados
Unidos, África, América Latina, Asia, todos son mundo, penetrados por esos
nuevos hechos que tienen que ver con la técnica, la producción, la información y
el dinero, todos globales. Así, América Latina, África, Asia, América del Norte,
Europa, por consiguiente, se mundializan.
De Actores y Visiones
Sin embargo, la manera de ver los
países depende de la herencia; esos países son lo que son y aparecen en función
de las maneras de verse que aprendieron. Y yo pienso que ese es un gran problema
para América Latina.
Primero, porque en América Latina,
nosotros los letrados, los hombres primero aprendemos a ver el mundo a partir de
Europa; entonces nuestra visión del mundo es europea, es una visión ya
particularizada. Segundo, porque hay una creencia que como Europa descubre que
no es mundo pero que ella se convierte en descubridora de América, esto es una
fuente de ambigüedad que cargamos en nuestra interpretación del mundo y en
nuestra interpretación de nosotros mismos. Si admitimos que existimos también en
función de la manera en cómo nos interpretamos, eso tiene un peso muy grande.
Ese peso es más fuerte curiosamente entre los letrados que entre los demás, y
dentro de los letrados es más fuerte entre los intelectuales académicos. Yo creo
que la visión que hacemos nosotros, intelectuales y académicos, de América
Latina es empobrecida por eso, eso crea la dificultad que tenemos en saber
quiénes somos, y nuestros discursos sobre cada uno de nuestros países de América
Latina, por lo tanto, es empobrecido. La globalización acaba de mostrarnos que
el mundo es más que Europa y sobre todo más que Estados Unidos. Eso se demuestra
todavía más cuando los países, los continentes, nuestras culturas, nuestras
religiones, nuestras lenguas deciden insistentemente existir, y fenómenos como
la bomba atómica de Pakistán, el cohete de Corea, el desarrollo de las
religiones musulmanas en Europa, Estados Unidos y América Latina también son
fenómenos de la globalización que contrarían las tendencias
antiguas.
Las universidades son todavía
tributarias de la forma simplificada de ver el mundo, pero la esperanza que
tenemos hoy a nuestro alrededor nos permite traspasar esta dificultad que es
secular y construir otra epistemología, primero del mundo y después de América
Latina.
Eso marca un momento necesario de
revisión de la ciencia, puesto que las ideas para ser eficaces deben apropiarse
de la realidad.
Las Herencias de la
Dependencia
Le voy a dar un ejemplo. Mi
generación, que estudió en Europa, quedaba encantada con el enriquecimiento
político, paralelo al enriquecimiento material de las clases medias; casi no
había pobres en Europa. Y la clase media tenía un papel dinámico políticamente,
no diría revolucionario, pero sí dinámico. Con frecuencia traemos estas ideas
para nuestros países. Imaginamos a la clase media dinámica y progresista, y es
todo al revés. Esto es un ejemplo de cómo la epistemología heredada no funciona.
Entonces, me parece que América Latina se casa con una forma de ver el mundo y a
sí misma que carece de verdades. Por suerte América Latina tiene pobres que no
nos leen, entonces no tenemos la fuerza de corromperlos. Los pobres creen en sus
propias visiones, que no son articuladas, porque la articulación es privilegio
de los que tiene poder. Nosotros somos articuladores y usamos el poder de la
articulación para acreditar verdades por la mitad (medias verdades). El desafío
para nosotros, como entonces, es buscar otras verdades en nuestra propia raíz.
Porque América Latina ha desarrollado la historia europea de América Latina, que
mucha gente confunde con la historia de América Latina. Son dos cosas
diferentes. La idea de la modernidad, de la copia de los modelos europeos que
fueron copiados por unos pocos, en su mayoría parcialmente copiados. La idea de
ciudadanía, por ejemplo, ¿adónde existe? En América Latina somos todos
ciudadanos por la mitad o realmente no somos ciudadanos. Las leyes, las
costumbres hegemónicas no permiten que seamos ciudadanos. Los pobres, los negros
y los indios en toda América Latina entonces, convivimos con una serie de
falsedades que los intelectuales tienden a perpetuar con sus artículos y sus
libros, sus aulas, sus congresos, retratando a un pueblo que no es el pueblo,
que es una fracción del pueblo.
América Latina en perspectiva
La globalización, por más paradójico
que parezca, recrea el pueblo. Es lo que permite verlo como una entidad, que
tiene vida en función de territorio. Una entidad que tiene vida en función del
territorio, del espacio geográfico, de los
lugares.
Con la globalización las clases
pudientes existen independientemente del lugar, porque aparte tienen relación
epidérmica con los lugares; pero las camadas pobres tienen relaciones profundas,
sanguíneas, carnales, con el territorio. Entonces la Geografía termina siendo
una asignatura pendiente a fin de siglo, porque ahora puede mediante la ayuda de
la fenomenología de la globalización de nuestros países, apuntar para
interpretar la realidad de otra manera. Es evidente que vamos a continuar
mirando hacia Europa y ahora también hacia Estados Unidos. A leer los autores
europeos y los autores norteamericanos y, eventualmente, a seguirlos. Eso va a
participar de la historia de la vida académica que tiene una cierta autonomía
con la vida social. Pero cuando queramos participar de la vida social, deberemos
buscar otra cosa. Ese tipo de contradicción es más fuerte en América Latina que
en los otros continentes dependientes, porque África ni mucho menos Asia se han
dejado penetrar tan largamente, tan extensa y profundamente por Europa. Ha
habido resistencias en Asia, de la cultura, del idioma, de la religión y de las
formas de organización milenarias. En África, también hubo resistencias; en
parte por el arraigo territorial de las culturas y el nivel de la economía, que
no se adaptaba a una conquista más profundizada. América Latina, en cambio,
siempre fue un continente abierto. Eso tiene beneficios pero también perjuicios,
porque afecta todo. Nosotros esperamos cinco siglos para resistir, a partir de
los que parecen débiles en virtud del modelo que hemos escogido durante cinco
siglos: los pobres, los que viven en comunión estrecha con el territorio.
Mientras que para los funcionarios de las grandes empresas (que son los
funcionarios de los gobiernos), el territorio es un recurso, para la gran
mayoría de la población el territorio es su única fuente de vida. En ciudades
como Caracas, Lima, San Pablo o Buenos Aires, la gente con menos fortuna tiene
relaciones que son estrictamente locales y no tiene relaciones internacionales,
globales. La gente que trabaja en la bolsa, en las universidades
internacionalizadas son excepciones y marchan separadas de la
población.
Esta es mi visión de América Latina
mirando al presente como una forma negativa, pero que mirando al futuro es
positiva. Porque la mayor parte de la población no va a alcanzar los beneficios
de la globalización ya que las diferencias, las desigualdades están aumentando y
aumentarán más. La tendencia que trae consigo la globalización es la ruptura de
toda forma de solidaridad. Los que pueden vivir sin ser solidarios son las
clases medias, nosotros; cada vez que nos duele la barriga lo solucionamos yendo
a un banco que nos presta plata impersonalmente. Los pobres, no; se ayudan
personalmente, emocionalmente. Nuestras relaciones son muy pobres, son
relaciones de interés, de circunstancia, imaginadas a base de cálculos. Lo
aceptamos por la educación que tenemos. La suerte es que la gente pobre no tiene
educación. Los letrados estamos condenados a ver
poco.
Redescubriendo el territorio
Pero por suerte, hoy algunos
intelectuales han comenzado a ver el mundo de otra manera, a ver un poco más. Y
creo que no es por azar que esos intelectuales estén en la Geografía. Un gran
economista se preocupa por las curvas que interesan a actores sesgados,
seleccionados. Los cientistas políticos también seleccionan actores. Los
geógrafos, en cambio, no pueden seleccionar, tienen que trabajar con todas las
empresas, todas las instituciones, todos los hombres. Porque en el espacio, las
comunidades funcionan con la presencia de todos; no importa que unos manden y
otros obedezcan, que unos se encuentren en un rol superior y otros en uno
inferior. Tienen que estar todos juntos, en un plano territorial. Esto crea la
posibilidad de un debate, de una discusión que a veces no se expresa de manera
explícita.
Yo pienso que por ahí que la
Geografía se establece con bases nuevas y podría tener una influencia mayor que
otras disciplinas. Por ejemplo, no entiendo ciencias políticas sin territorio.
¿Cómo comprender un sistema de gobierno fuera del
territorio?
La necesidad de cambiar
El gran descubrimiento de la
globalización es la vuelta a la noción de territorio que el hombre tenía en la
primera fase de la historia, y que aparentemente la globalización elimina, pero
la realidad es que la restaura con más fuerza. Yo pienso, entonces, que la
Geografía vive su Edad de Oro, que nunca en su historia la Geografía tuvo una
época tan favorable, pero tal vez por eso mismo nunca estuvo tan
amenazada.
El mundo nunca fue conocido. Colón,
Vasco de Gama, Magallanes, han descubierto puntos litorales, fragmentos. Hoy, en
cambio, con las técnicas, los satélites ofrecen una nueva visión de los objetos.
Por otro lado, como la información se ha vuelto posible de inmediato, podemos
saber qué está adentro de esos objetos. Antes, lo que pasaba en Buenos Aires era
sabido en Madrid 70 días, 30 días después en Bahía, 15 días después en Lima. Hoy
en dos minutos lo que pasa en diferentes lugares. Tenemos las bases para
construir el proceso del mundo.
La Geografía gana una posibilidad
porque es diferente de todos los demás, pero los enfoques tienen que cambiar. El
contenido de la enseñanza tiene que cambiar. El hecho de que los periódicos nos
informen todos los días, reduce la necesidad de la
descripción.
La Geografía tiene que ser una
filosofía. Su base tiene que ser teórica, entendiendo que el mundo se ha visto,
será de una manera particular en un punto dado, de otra manera en otro
punto.
Así vemos, gracias a la
globalización, que esos lugares influyen sobre los otros (la crisis asiática por
ejemplo). Lo que interesa es la visión global dándose en Brasil. Es lo que
interesa a la población de Brasil. La visión global en Rusia es lo que interesa
a la población rusa. En cambio, esta crisis de la que ellos hablan les interesa
a los banqueros y a los gobernantes, no a
nosotros.
Entonces, decía, vemos, gracias a la
globalización, que los lugares son interdependientes. Eso crea una nueva
situación en la Geografía, pero que sólo es inteligible a partir de los grandes
procesos globales, después, de los grandes procesos nacionales, y más adelante
los procesos que se verifican en cada lugar. Pero, reitero, todos estos niveles
son visibles únicamente por la vía de la teoría. Esta teoría debe estar fundada
en la “historia del presente”, es decir las cosas en su existencia hasta
ayer.
El problema es que la Geografía
continúa trabajando como si el mundo no hubiera cambiado. Incluye la
globalización en su discurso pero no en el contenido profundo, en su
construcción intelectual.
Nunca la historia de la disciplina
nos ha entregado condiciones tan buenas para producir una teoría geográfica.
Vidal hizo lo que pudo en su mundo, que no lo ayudaba como éste lo hace con
nosotros.
Contra los conformismos
Las universidades (globales) son
parte integrante del gobierno global porque fabrican o generan las ideas con que
interpretamos el mundo, y por eso es urgente tener intelectuales nuestros,
porque de otra manera vamos a trabajar a partir de universidades globales que
implican intereses definidos en la Geografía.
Al respecto, una buena parte de los
colegas de la izquierda de la vieja geografía crítica continúa
identificándose con ésta, pero no hace geografía crítica cuando hace trabajos
(consciente o inconscientemente) en temas que interesan a las grandes empresas.
Eso lo pueden hacer geógrafos pro-empresa, pro-gubernamentales, pero no
nosotros. Evidentemente que algunos continúan siendo verdaderamente geógrafos
críticos, David Harvey, Richard Peet, por ejemplo, pero la lista es muy pequeña.
Los otros, aunque se consideren geógrafos críticos, en realidad ya no lo son
más. Un buen ejemplo de esto es la escuela de California, donde tal vez un
Edwuard Soja continúe siendo geógrafo crítico, pero el resto no. A pesar de que
sigan yendo o asistiendo a los encuentros y reuniones, han abandonado la
Geografía Crítica. Porque sus temas son los temas de los actores hegemónicos, no
de los actores hegemonizados. Aun así reitero que sigue habiendo gente que se
preocupa por los sectores de abajo, como Smith, Harvey y
Peet.
El problema que nosotros tenemos es
que la universidad nunca va a ser una universidad. La universidad no desea más
ser universidad, quiere ocuparse del mercado, de puntos aislados, no quiere más
ser pública, está interesada en privatismos, ella quiere resultados, es
reproductivista. Todo eso nos arrastra a trabajar temas menores, que no son
universales.
En geografía, además, con frecuencia
somos arrastrados por conceptos, que en realidad apenas son metáforas. Estas
metáforas, que provienen de conceptos de otras disciplinas, pasan a Geografía
simplemente como eso, metáforas. Así nosotros trabajamos pobremente los flujos
económicos, la cultura, porque utilizamos metáforas. Y habría que hacer
conceptos. Hay que territorializar y no imitar a los sociólogos o a los
filósofos. En un primer momento esto lo hacemos, pero cuando hay que profundizar
no podemos, porque no estamos preparados para ello. Sí los sociólogos y los
filósofos. ¿Entonces qué hacemos? Nada. O peor que nada; porque tampoco sabemos
lo que hacemos.
Una oportunidad histórica
Tenemos una tarea ardua por delante,
hay que hacer una construcción teórica coherente que incluya el mundo, el país y
el lugar. Esta construcción teórica puede nacer tanto en Estados Unidos, Europa,
Japón, como en India o aquí mismo.
Pero la situación me preocupa. Tengo
miedo de que perdamos esta oportunidad histórica. La cuestión es cómo dar el
salto, cómo operar dentro de nuestras casas. Porque las universidades son
lugares donde, con mucha frecuencia, se crean los conformismos, se establecen
los intereses entrelazados que acaban por reducir la velocidad del
cambio.