Asunción de
noche
Esa tarde había llegado procedente de Buenos Aires, Solange, quien
se sumaba para proseguir el viaje con Omar y conmigo. Así que en cuanto bajó un
poco el sol salí con ella para que pudiera conocer algo de Asunción, caminando
por algunos de los lugares donde había estado durante esa mañana. Y fue así que
nos allegamos hasta la plaza de Armas donde se encontraba el Monumento a
Asunción, Madre de Ciudades.

Monumento a Asunción, Madre de
Ciudades
Luego seguimos hasta la portada principal del Palacio de López, la
casa de gobierno, que con las luces del atardecer y las banderas paraguayas
envolviéndolo, lucía mucho más imponente.

Portada principal del Palacio
Presidencial

En los jardines del Palacio
Presidencial
La temperatura estaba muy agradable por lo que continuamos el paseo
por la ribera de la bahía de Asunción.

Bahía de
Asunción
Y desde allí, pudimos ir observando el brillo de las luces de la
parte posterior del Palacio Presidencial a medida que
oscurecía.

Primeras luces del Palacio
Presidencial

El Palacio Presidencial en contraste con los edificios aún sin
iluminar
Regresamos al Centro y decidimos tener una merienda en la
confitería La Vienesa, la más coqueta de la ciudad. Y al ingresar nos dimos
cuenta que todos se habían dado vuelta para mirarnos, tal vez porque no nos
conocían o bien porque no estábamos vestidas en función de lo que ese lugar
significaba para los asunceños, ya que todos se habían tirado el ropero encima.
Nos ubicamos en una mesa de la vereda que estaba separada de la
calle por unos enormes canteros, y allí permanecimos un largo rato esperando que
nos vinieran a atender. No sabíamos si se debía a que nos consideraban sapos de
otro pozo, o bien por la lentitud característica de los paraguayos.
Evidentemente era por ambas cosas. Pero cuando el mozo vino y oyó nuestro acento
argentino, se volvió amable repentinamente. Eso me recordó a una situación
vivida mucho tiempo atrás en el hotel Sheraton de Buenos Aires, donde con un
grupo de amigos habíamos pretendido entrar a bailar en jeans y zapatillas.
Cuando estaban a punto de echarnos, comenzamos a hablar en inglés, y nos
abrieron las puertas sin chistar.

Solange degustando las confituras estilo europeo de La
Vienesa
Al salir de La Vienesa fuimos a una galería donde había diferentes
artesanías, siendo mis preferidos los tejidos de ñandutí, de los cuales compré
algunas carpetitas.
Ñandutí es un término guaraní que significa “tela de araña”, y eso
era lo que precisamente imitaba el tejido que se hacía sobre bastidores, como un
encaje en forma de círculos radiales bordando motivos geométricos o zoomorfos. Y
si bien muchas mujeres los hacían con vivos colores, siempre me he inclinado por
los blancos. Según la leyenda, el ñandutí fue creado por una mujer indígena que
se inspiró en las telas de araña que abundaban en la
selva.
Ya entrada la noche, todos los edificios fueron iluminados con
diferentes colores, por lo que dimos unas cuantas vueltas observándolos
detenidamente.

Arquitectura clásica en el
Centro de Asunción

Enormes banderas paraguayas en
todos los edificios públicos

Un karumbé, tradicional medio
de transporte del Paraguay

Cúpula del Oratorio de la
Virgen Nuestra Señora Santa María de la Asunción
en el Panteón Nacional de los
Héroes

Oratorio y Panteón desde la
plaza de los Héroes
Siendo la hora de cenar nos encontramos con Omar para volver al
restorán popular donde habíamos estado al mediodía, en el cual las camareras se
presentaban muy amablemente dando su nombre y poniéndose al servicio de los
comensales. Y allí comimos una típica sopa paraguaya, acompañada por verduras,
mandioca hervida y los infaltables chipás.
La sopa paraguaya no tenía las características de las tradicionales
líquidas, sino que se trataba de un soufflé bien seco hecho con harina de maíz,
queso fresco y cebolla. Y según la leyenda, como muchos otros platos, nació de
un error. Cuentan que Carlos Antonio López, quien fuera presidente del Paraguay
en el siglo XIX, en una oportunidad había invitado a almorzar a un embajador, y
pidió que le hicieran la sopa crema de maíz que tanto le gustaba. Pero ante la
distracción de la cocinera se secó el líquido de la olla y quedó como una
polenta firme. Cuando la llevaron a la mesa el extranjero le dijo que eso no era
una sopa, a lo que don Carlos, que era muy terco, le respondió que así era la
“sopa paraguaya”.
La mandioca es un tubérculo característico de las regiones
tropicales ya que no resiste las heladas, y es por esa razón es que en el
Paraguay se la utiliza como acompañamiento de gran cantidad de comidas tal cual
la papa en la región pampeana, aunque es fibrosa y amarga. Y su almidón es
utilizado como base para la elaboración del chipá que también contiene queso y
cumple las funciones del pan.

Sopa paraguaya, mandica,
verduritas y chipacitos
Y como la noche de Asunción no ofrecía atractivos nos replegamos
hacia el hotel donde nos quedamos viendo un programa mellizo del “Bailando para
un Sueño” de Argentina, pero mucho más bizarro.
Ana María
Liberali