América Latina como
geografía
Bariloche, 6 al 10 de octubre
Los
emergentes todavía pagan el costo de la emisión de bonos en moneda
extranjera
Aunque Brasil, China, Turquía, India y Sudáfrica recortaron mucho su dependencia de la deuda en monedas “fuertes”, pero eso no los salvó de la volatilidad
GILLIAN
TETT
Financial Times / El Cronista
Comercial
Buenos Aires, 24/4/14
Hace una década, a los economistas les
preocupaba el llamado “pecado original” que atormentaba a los mercados
emergentes. Durante los años ’80 y ’90, países como Corea del Sur y Argentina
emitieron grandes cantidades de bonos en monedas extranjeras “fuertes”, como el
dólar estadounidense.
Pero si bien eso era tentadoramente fácil en ese
momento, porque los inversores internacionales se devoraban esa deuda nominada
en dólares, tuvo su precio. Cuando la crisis financiera golpeó los mercados en
1997, los inversores extranjeros abandonaron esos activos. Y cuando las monedas
locales de los mercados emergentes cayeron, la carga de la deuda para los
emisores también se disparó.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) pidió a
los países emergentes que se arrepintieran de ese “pecado original” de emitir
bonos en divisa extranjera. En particular, desde 1997 el FMI los llamó a emitir
deuda en moneda local, con la esperanza de que así sean menos vulnerables ante
las fluctuaciones en los mercados globales.
La buena noticia es que tuvieron
en cuenta el consejo. Hace unas semanas en Washington el FMI emitió un informe
fascinante que mostró que en los últimos años muchos han incrementando en forma
constante la emisión en moneda local.
En promedio, ahora representa 90% de
toda la deuda soberana, por encima del 70% de hace una década. Y los volúmenes
de operaciones con bonos en moneda local ahora son casi cinco veces mayores que
las concretadas con bonos en divisas fuertes. Ese dato es notable porque en 2000
estaban a la par.
Pero la mala noticia es que la reducción del pecado
original no fue la varita mágica que el FMI esperaba. En los últimos años,
países como Brasil, China, Turquía, India y Sudáfrica recortaron notablemente su
dependencia de la deuda en monedas “fuertes”, según el FMI. Sin embargo, eso no
los salvó de la volatilidad. Por el contrario, cuando en el verano boreal pasado
surgieron los rumores sobre el ajuste monetario de Estados Unidos, los precios
de la deuda cayeron abruptamente en países como India, Turquía y Brasil.
La
pregunta es por qué. Por extraño que parezca, los mercados de bonos en moneda
local se convirtieron casi en víctimas de su propio éxito. Cuando el FMI por
primera vez pidió los países a crearlos, se suponía que atraerían principalmente
a inversores locales. Pero en los últimos cuatro años, los extranjeros también
entraron, con una venganza. De hecho, para fines de 2013, los extranjeros
representaban más de 50% del mercado de bonos locales en Perú y más de una
tercera parte en Malasia, México, Hungría e Indonesia.
En cierto medida, eso
bienvenido ya que si todo lo demás se mantiene igual, esos mercados adquieren
mayor credibilidad. Pero también tiene un precio: la investigación del FMI
muestra que los inversores internacionales tienen la fea costumbre de moverse en
manada, particularmente desde que los flujos están concentrados en manos de
media docena de grandes administradores de activos, como BlackRock y Pimco.
Y
lo que empeora más las cosas es que aunque los bancos de inversión occidentales
solían actuar como formadores de mercados para activos de mercados emergentes,
ahora se están retirando de ese rol porque debido a las recientes reformas
financieras, para los bancos es demasiado costoso tener activos
riesgosos.
JPMorgan, por ejemplo, estima que los bancos redujeron 80% las
posiciones de bonos de mercados emergentes. O dicho de otra manera, las medidas
que tomaron los reguladores para que los bancos occidentales sean más seguros
hicieron que los mercados emergentes sean potencialmente más volátiles.
En
teoría, existe una manera obvia de mitigar este problema: los países emergentes
podrían desarrollar una base de inversores locales mucho mayor, los cuales
podrían comprar bonos si (o cuando) la manada de gestores de activos
internacionales se retira, o incluso actuar como formadores de mercados locales.
Aunque los mercados emergentes se estén deshaciendo de su pecado original,
tienen pocas chances de escapar de los antojos de los flujos de capitales
globales.
Muchos de ellos siguen elevando sus reservas en dólares, para
cubrirse contra la volatilidad futura. En el mundo de hoy, es totalmente lógico
que lo hagan los políticos de los mercados emergentes; o por lo menos, algo
mucho más sensato que simplemente esperar –y rezar– para que la Reserva Federal
no sacuda los mercados globales de nuevo.