La educación superior en el neoliberalismo
“La
meta principal de la educación es crear hombres que sean capaces de hacer cosas
nuevas no simplemente de repetir lo que otras generaciones han hecho; hombres
que sean creativos, inventores y descubridores. La segunda meta de la educación
es la de formar mentes que sean críticas, que puedan verificar y no aceptar todo
lo que se les ofrece“.
Jean
Piaget.
Alfredo César
Dachary
Si Piaget viviera, seguramente tendría una gran desilusión, ya que
hoy la creatividad va de la mano de los negocios y por ello es que su definición
de educación se limitaría a la primera parte, ya que la segunda parte sobre la
criticidad no forma parte de los intereses del mundo universitario, salvo
excepciones.
Hoy la universidad privada crece y se posiciona a partir de cubrir
diferentes segmentos de la sociedad; las universidades con mayor prestigio en la
formación profesional son requeridas por los sectores de mayores ingresos de la
sociedad, en cambio las universidades que dan títulos de dudosa responsabilidad
son la opción para los alumnos que no pudieron ingresar a la universidad pública
o que consideran que la universidad privada les permitirá hacer un salto social.
Las grandes empresas y bancos se orientan a contratar los
profesionales técnicos del Instituto Tecnológico de Monterrey, del ITAM, y de
otras universidades como la Panamericana o la del Valle de México, entre las más
reconocidas en el campo de la Economía, Finanzas e Ingeniería, ya que son una
réplica de las Escuelas de Negocios de Estados Unidos.
Hace décadas había un conflicto entre universidades públicas y
privadas, hoy esto ha sido superado y mayoritariamente la educación pública
tiende a trabajar con la misma lógica que las universidades privadas, sin perder
su gratuidad, que es sólo para el nivel licenciatura ya que en los postgrados
existen matrículas al igual que las privadas.
El proceso de evolución para unos e involución para otros se ve
reflejado en las opciones de los estudiantes, donde destacan carreras cada vez
más profesionalizantes y comienzan a perder alumnos las escuelas o facultades
que trabajan los temas de Filosofía, Historia, Sociología, Política y
Antropología, salvo en los casos en que éstas se reciclen en el nuevo giro del
pensamiento actual y se transformen en
formadoras de profesionales que sean útiles al sistema.
En Chile, en los últimos tres años se ha dado una batalla fuerte por
democratizar la educación superior que desde las universidades públicas o
privadas se han transformado en una carga muy grande para los hogares que
plantean mandar a educar a sus hijos y hoy este tema está en la agenda de la
recientemente asumida presidenta Bachelet.
La educación como producto del comercio nacional e internacional es
una de las metas más preciadas del neoliberalismo y la opera a través de la
Organización Mundial de Comercio en los famosos acuerdos del GATS, al lograrlo,
la educación dejará de ser un derecho para transformarse en un producto que se
podrá adquirir acorde a la capacidad económica o de
crédito.
Hacer de todos los derechos sociales un producto es la meta del
neoliberalismo; primero la salud, luego la educación, la seguridad, incluido el
trabajo, para alimentar la sociedad del consumo que sólo se reproduce a partir
de éste, concluyendo así el proceso que se inicia en el siglo XIX de transformar
todo lo existente para el consumo, placer y ocio humano en
mercancía.
Así como en los países de alto desarrollo humano la educación aún es
un derecho y las universidades de importancia y prestigio son las públicas, en
muchos casos las únicas existentes, en nuestro mundo asimétrico la situación es
inversa, las universidades del Estado tienden a ir reduciendo su presencia en
favor de las privadas, hasta llegar a integrarse en un solo modelo, tal como
termina planteando Noam Chomsky, en varios trabajos y lo ratifica en una
conferencia durante una reunión del Sindicato Universitario de Pittsburgh,
Estados Unidos, en la que participó vía Skype.
El lingüista habla sobre la manera como el modelo empresarial en el
que se inscriben las instituciones de educación superior, en Estados Unidos y
muchos países especialmente en América y Europa, precariza la calidad de la
enseñanza y el aprendizaje.
La universidad se suma así al proceso de ruptura de la estabilidad
laboral que durante el último siglo pasado la caracterizó y hoy el académico,
principalmente los más jóvenes deben enfrentarse a contratos inestables,
profesores temporales, flexibilización laboral, sobrecarga de trabajo, salarios
injustos, escasa participación de la comunidad universitaria en la toma de
decisiones, aumento de puestos administrativos y burocráticos, autoritarismo y
exclusión.
Los estudiantes, el sector más joven de la universidad también recibe
su dosis de neoliberalismo al quedar sometidos a la presión de los créditos y
las deudas, cursos superfluos, precios cada vez más elevados, estudiantes que se
limitan a tomar apuntes y a recitarlos de manera literal a la hora de la
evaluación.
Para Chomsky todo esto sucede cuando las universidades se convierten
en empresas, como ha venido ocurriendo durante las últimas décadas, cuando el
neoliberalismo ha ido tomando por asalto cada una de las dimensiones de la vida,
hasta llegar a ésta que es fundamental en la sociedad y en los
individuos.
Chomsky, al analizar la precariedad en el empleo universitario para
los profesores hora o temporales los compara con la contratación de temporales
en la industria y toma el ejemplo de Wall Mart que denomina como “asociados” a
los empleados sin derechos sociales ni cobertura sanitaria, y es que la
terciarización y la contratación de trabajadores temporales se ha disparado en
el período neoliberal y en la universidad se reproduce el
fenómeno.
Así los profesores, que no tienen estabilidad laboral, se convierten
en trabajadores temporales, sobrecargados de tareas, con salarios baratos,
sometidos a las burocracias administrativas y a los eternos concursos para
conseguir una plaza permanente, como los de la industria de la comida
ligera.
Uno de los grandes problemas que la iniciativa privada ve en la
educación pública es el activismo estudiantil, no sólo de grupos de izquierda,
sino los otros que aparentan no ser políticos como el feminista, el
ambientalista o antibelicista que es un tema que les inquieta para integrarlos a
sus empresas por su capacidad de liderazgo social en causas justas, por ello es
que buscan mecanismos para poder cooptarlos y adoctrinarlos en el desarrollo de
un individualismo que los haga competitivos.
Para Chomsky, en las
universidades pagas como en Estados Unidos o Chile, uno de los mejores métodos de
adoctrinamiento ha sido el de los préstamos con los que los estudiantes
financian sus carreras, ya que la deuda estudiantil es una trampa de la que los
jóvenes no podrán salir en mucho tiempo y es que los créditos funcionan como una
carga que les obliga a alejarse de otros asuntos y concentrarse en trabajar para
pagarlos.
Chomsky señala que la ausencia de vínculos profundos entre los
docentes y los estudiantes, cuyas relaciones son cada vez más frías y
superfluas, en grandes salones y largas clases dadas por profesores temporales
promueven una educación escasamente
personalizada, como en la fábrica, en la que los trabajadores poco o nada tienen
que ver en la organización de la producción o en la determinación del
funcionamiento de la planta de trabajo, eso es cosa de ejecutivos.
De allí que el lingüista plantee que igual le sucede a estos
profesores con los estudiantes, ya que deben salir muy rápido para ir a otros
campus o salones para dar más clases, ya que es la única forma de poder lograr
un salario digno y que le permita poder mantener un mejor nivel de
vida.
Por ello es que la educación, de cualquier nivel, debe hacer todo lo
posible para que los estudiantes adquieran la capacidad de inquirir, crear,
innovar y desafiar, y se quiere que los profesores y estudiantes estén más
comprometidos en actividades que resulten satisfactorias, disfrutables,
desafiantes, apasionantes, para poder tener sueños y metas, que aunque sean
utópicas son mecanismos necesarios para mover a los jóvenes.
La necesidad de criticidad de los estudiantes es un tema fundamental
ya que en ella está resumida la capacidad de análisis, critica y proposiciones
de los jóvenes algo que aprendido a esa edad sirve de ejercicio social para
poder entender y asumir la democracia, no como votación sino como compromiso a
todos los niveles posibles.
La universidad siempre se adecua a su tiempo, pero el nuevo tiempo
plantea propuestas que van en contra de los principios elementales de la
enseñanza en general y superior en lo particular, como la formación permanente
para lo cual necesita estabilidad el académico, actividad critica para promover
la evaluación y criticidad como práctica social y la solidaridad con los
estudiantes en sus retos y con la sociedad con sus mejores metas. Así se
lograría una carrera universitaria que forme maestros y alumnos para enfrentar
estos nuevos retos.
alfredocesar7@yahoo.com.mx