Un sistema, dos modelos y diferentes resultados
“Si se hubiera de definir la democracia podría hacerse diciendo que
es la sociedad en la cual no sólo es permitido, sino exigido, el ser persona”.
María Zambrano Alarcón,
filósofa española que vivió en México parte de su exilio
Alfredo César Dachary
Cuando a un ciudadano, de ingresos medios se le pregunta sobre qué
educación les da a sus hijos, la respuesta es siempre la misma, mandarlos a la
mejor escuela, que en todos los casos es privada acorde a sus posibilidades y
que la educación de preferencia sea en inglés; hace un siglo las escuelas de la
burguesía enseñaban el francés como idioma culto; hoy lo hacen en inglés como
puerta para los negocios y la comunicación global.
Éste es un ciudadano coherente, educación privada, salud privada,
seguridad privada, vivienda en cotos cerrados y clubes privados, en síntesis, es
un ciudadano que mayoritariamente vive en un país de desarrollo medio a bajo y
sigue las líneas de una sociedad asimétrica, manteniendo las distancias y
defendiendo su posición de clase media, a fin de no regresar al
pasado.
Éste es un representante de la sociedad más moderna, donde prima el
individualismo y han desaparecido los diferentes niveles de solidaridad y
humanismo, ya que hoy es remplazado por el amor a las plantas o a los animales,
en una nueva fórmula de evasión y una reformulación de la condición humana
individualista, que sólo goza con una cosa a su servicio, que nunca se queja,
sea planta o animal; en ambas la superioridad del dueño redefine un tipo de
relación desigual e impositiva.
Los países desarrollados no son los más ricos o los más grandes, los
con mayores ejércitos, ni los que encabezan la lista de los hombres más ricos
del planeta, ni logran ser hegemónicos; esos países pueden tener riqueza pero
distribuida asimétricamente, o sea,
son los desarrollados pero con un gran mar interior de subdesarrollo económico -
social.
Por eso, es que hay pocos países donde el desarrollo significa una
sociedad equilibrada, equitativa, donde el Estado es árbitro y eje de estas
políticas, que se aplican en un país capitalista, pero donde no se ha impuesto
el neoliberalismo cuyos principios son opuestos a esta perspectiva.
El ejemplo más acabado de esta fórmula, cada vez más restringida en
la dimensión territorial de este planeta, es el modelo escandinavo de bienestar,
término utilizado para describir la forma que Dinamarca, Noruega, Suecia,
Finlandia e Islandia han escogido para financiar y organizar sus sistemas de
seguridad social, servicios de salud y educación, a ellos se les suman Suiza,
Liechtenstein y no muchos más.
Para llegar a esta situación se requiere de una sociedad madura en
civilidad, que haya hecho posible un fuerte desarrollo institucional con
gobiernos transparentes, bajísima corrupción, fuerte inversión en investigación
y altos impuestos que se devuelven a toda la población con educación, protección
a la familia, salud gratuita de alta calidad y subsidios a la vivienda para los
ciudadanos de menores ingresos.
Todos estos ejemplos, no coinciden sino chocan con el modelo
neoliberal de eliminar al Estado de las tareas de equilibrar la sociedad a
partir de dar iguales oportunidades a las nuevas generaciones, por ello son un
ejemplo de algo posible porque están vigente, lograron superar la crisis del
2008, sin mandar a los jóvenes al mundo de la desesperanza en medio del mar del
paro.
Partimos de una investigación de académicos nórdicos que han
analizado la cuestión en un estudio reciente, financiado por el Consejo de
Investigación de Noruega, donde se demuestra que un sistema capitalista puede
mantener un sistema de prestaciones sociales generoso, cómo una sociedad rica
puede aplicar el principio de igualdad, y cómo puede prosperar el colectivismo
donde rige el individualismo.
¿Qué hay en la base de esta estrategia?, y la respuesta la da uno de los
investigadores al afirmar que “…hay un sentir general que la sociedad debe
basarse en un reparto equitativo. Éste es el modo en el que Noruega y otros
países nórdicos resolvieron el conflicto sustantivo que surgió entre capital y
mano de obra al principio del siglo pasado, y hoy en día esta equidad está
edificada sobre fundamentos tales como los convenios colectivos para los
trabajadores y las instituciones estatales de arbitraje”.
Otro de los investigadores, profesor asociado de la Escuela de
Gestión de Noruega BI, en Oslo, corrobora la importante función de la
negociación colectiva, para lo cual alude en concreto a la baja tasa nacional de
desempleo, ya que “…si hay más población empleada y el gobierno recibe más
ingresos fiscales adquieren interés en el Estado, de este modo se sienta la base
de un nivel elevado de bienestar”, así los países escandinavos han sorteado la
crisis sin afectar los altos estándares en calidad de vida de sus
ciudadanos.
Los países nórdicos mantienen un equilibrio entre el colectivismo
generalizado y un alto grado de libertad individual y los ciudadanos confían en
que sus Estados les ayudarán cuando lo necesiten y se sienten seguros en sus
trabajos, algo que no sucede en otros países.
Así mismo, la política desempeña un papel fundamental en este
“bienestar escandinavo” y ello ha instaurado una confianza entre el pueblo y los
dirigentes del país, confianza que se basa en la total transparencia de los
gastos públicos de los ministros y las autoridades locales, y a ello se le suma
la dignidad, ya que cuando estallan escándalos políticos, los responsables
dimiten inmediatamente.
Esto contrasta con el otro modelo, el que seguimos en América y es el
de Estados Unidos como sociedad, algo interesante de contrastar, frente al otro
capitalismo de base social y esfuerzo colectivo, que hace realidad una buena y
mayoritaria calidad de vida.
En un estudio reciente en Estados Unidos ya se habla del futuro al
identificar a la llamada “generación de los milenarios”, como se ha apodado a
los nacidos después de 1980, que se distinguen no sólo por su diversidad racial
o étnica, sino también por lo que comparten entre sí, incluyendo una mayor
desconfianza en instituciones políticas y sociales, como por crecer con la
revolución cibernética y sus implicaciones, y por una visión más liberal en
asuntos sociales, según una investigación sobre éstos, por parte del Centro de
Investigación Pew.
Según los sondeos de Pew, más de la mitad de los milenarios se
describen como independientes en su política, ni demócratas ni
republicanos ni de ningún partido y 29% dice no practicar ninguna religión.
Éstos son entre los niveles más altos de desafiliación política y
religiosa jamás registrados para una generación en los 25 años que Pew ha hecho
sondeos sobre estos temas.
Son los frutos de la nueva sociedad neoliberal, profundamente
individualista y que ha sufrido la fuerte crisis y para los cuales el American
Way Life es un cuento de sus padres, ya que hoy es diferente la situación, y
donde los servicios de salud y educación no son un derecho sino un producto que
se compra según capacidad económica, de endeudamiento o situaciones
extraordinarias, típicas del mundo de Superman, los grandes atletas, en el país
del héroe como meta individualista.
El individualismo en grado extremo ha llevado a que la sociedad
norteamericana se arme y ocurran los hechos sangrientos que vemos cada cierto
tiempo, matanzas de jóvenes contra jóvenes o niños con armas y la razón de esto,
es la profunda desconfianza al Estado, a la política, a los que ejercen el
poder; así se crea la sociedad del miedo, que luego deriva en otros modelos
extremos como los “prepper”, los que se preparan para el fin del mundo, los que
construyen silos antinucleares y acumulan comida y armas, los nuevos bárbaros.
Estas dos versiones generan sociedades muy diferentes y aquí
presentamos algunos indicadores que sirven de referencia para ver las
diferencias:
·
Menor índice de criminalidad: los cinco primeros son: Noruega,
Finlandia, Suecia, Irlanda y Suiza. Estados Unidos está en la posición
17.
·
Menor desigualdad de género: los cinco primeros son: Suecia, Noruega,
Finlandia, Dinamarca y Holanda. Estados Unidos está en la posición
15.
·
Menor percepción de corrupción: los cinco primeros son: Dinamarca,
Nueva Zelandia, Finlandia, Suecia y Canadá. Estados Unidos está en la posición
22.
·
Patentes per cápita: los cinco primeros son: Corea del Sur, Japón,
Suiza, Finlandia y Suecia. Estados Unidos en la posición 8, después de Alemania
y Holanda.
·
Índice de prosperidad: los cinco primeros son: Noruega, Dinamarca,
Finlandia, Australia y Nueva Zelandia. Estados Unidos en la posición
10.
·
Menor desigualdad social (Índice de Gini): los cinco primeros son:
Dinamarca, Japón, Suecia, República Checa y Noruega. Estados
Unidos en la posición 35.
Todo esto tiene vigencia hoy por dos razones de coyuntura política;
primero, porque Estados Unidos considera que es el guardián de la libertad y la
democracia y en medio siglo de hegemonía ha demostrado desde Hiroshima lo
contrario y segundo, porque la decadencia los pone más violentos, no admiten que
emerjan potencias alternativas, entonces aplican la barbarie adecuada al siglo
XXI.
En un mundo donde más de la mitad de la población vive con monedas y
en países aparentemente poderosos donde la pobreza crece, hay algo que está
fallando y es la sociedad transformada y adecuada al modelo más deshumanizado
que ha tenido la historia moderna: el individualismo.
alfredocesar7@yahoo.com.mx