“Estamos prestando mucha atención a la situación de
Ucrania. Esperamos que todas las partes puedan mantener la calma y la moderación
para impedir la escalada y el empeoramiento de la situación. La resolución
política y el diálogo son las únicas salidas”.
Esta, en palabras del viceministro de Exteriores
chino Li Beodong, es la interpretación oficial de Pekín -bastante moderada- de
lo que está ocurriendo en Ucrania, hecha a medida para el consumo global.
Pero en un editorial del People’s Daily
aparece lo que piensan en realidad los dirigentes. Y el enfoque se concentra
claramente en los peligros del cambio de régimen, la “incapacidad de Occidente
de comprender las lecciones de la historia” y “el último campo de batalla de la
Guerra Fría”.
Sin embargo, una vez más, Occidente
malinterpretó la abstención de China en el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidos ante una resolución apoyada por EE.UU. condenando el referendo crimeo. El
sesgo fue que Rusia –que vetó la resolución– estaba “aislada”. No es así. Y la
forma en que Pekín juega en la geopolítica demuestra que no era el caso.
Oh, Samantha…
La manada de elefantes en la sala (Ucrania), que
según la opinión mundial viene a ser la auténtica "comunidad internacional" –del
G-20 al Movimiento de No Alineados (NAM)-, y ya ha tenido suficiente hipocresía
del “show excepcionalista”, ha comprendido perfectamente, e incluso ha
aplaudido, que por lo menos un país del planeta tenga agallas para decir
claramente “Que se joda EE.UU.” Rusia bajo el Presidente Vladimir Putin podrá
albergar algunas distorsiones, como cualquier otra nación. Pero no se trata de
un banquete, es realpolitik. Para hacer frente al Leviatán estadounidense
es necesario, como mínimo, un tipo duro como Putin.
La OTAN –abreviatura de “Pentágono dominador
de los alfeñiques europeos”- sigue emitiendo amenazas y advirtiendo de las
“consecuencias”. ¿Qué va a hacer? ¿Lanzar contra Moscú una andanada de misiles
balísticos intercontinentales equipados con ojivas nucleares?
Además el propio Consejo de Seguridad de la ONU es
un chiste con la embajadora de EE.UU. Samantha “incomparable” Power, una de las
madres de R2P (“responsabilidad de proteger”) criticando la “agresión rusa”, las
“provocaciones rusas” y comparando el referendo crimeo con un robo. Oh sí,
bombardear Irak, bombardear Libia y estar a punto de bombardear Siria solo
fueron inocentes gestos humanitarios. Se podría decir que Samantha "La
Humanitaria" hace una presentación mejor invocando a Sinead O’Connor en la
ducha.
El embajador ruso Vitaly Churkin fue lo bastante
cortés para decir “Esos insultos dirigidos a nuestro país son
inaceptables”. Lo que agregó es lo que importaba: “Si la delegación de los
Estados Unidos de América espera nuestra cooperación en el Consejo de Seguridad
en otros temas, Power debe comprender esto con absoluta claridad”.
Samantha La Humanitaria, así como todo el montón de
juveniles espectadores del Gobierno de Obama, no lo comprenderán. El ministro de
Exteriores Adjunto de Rusia Sergei Ryabkov les ayudó un poco: Rusia no quiere
utilizar las conversaciones nucleares con Irán para “aumentar las apuestas”,
pero si EE.UU. y la UE insisten en sus sanciones y amenazas, es lo que sucederá.
Por lo tanto la trama se complica, como en el caso
de una cooperación estratégica cada vez más estrecha entre Teherán y Moscú.
¿Secesionistas del mundo uníos?
Imaginad cómo se ve todo esto en Pekín. Nadie sabe
qué sucede exactamente en los pasillos del Zhongnanhai, pero es justo argumentar
que solo existe una contradicción aparente entre el principio fundamental de
China de no interferir en los asuntos internos de Estados soberanos y la
intervención de Rusia en Crimea.
Pekín ha identificado muy claramente la secuencia
de los sucesos: injerencia occidental en Ucrania, que viene de largo, a través
de las ONG y el Departamento de Estado; cambio de régimen perpetrado con la
ayuda de fascistas y neonazis; un contraataque preventivo ruso que puede
interpretarse como una operación según el libro de Samantha La Humanitaria R2P
(protegiendo a rusos y “rusohablantes” de un segundo golpe planeado en Crimea y
frustrado por los servicios de inteligencia rusos).
Además Pekín sabe perfectamente que Crimea ha sido
esencialmente rusa desde 1783, que Crimea –así como gran parte de Ucrania– cae
directamente en la esfera de influencia de la civilización rusa y que la
interferencia occidental amenazaba directamente los intereses de seguridad
nacional de Rusia (como dejó claro Putin). Ahora imaginad un escenario similar
en el Tíbet o en Xinjiang. Interferencia occidental que viene de largo vía ONG y
la CIA; toma de posesión de la administración local por parte de los tibetanos
en Lhasa o de los uigures en Kashgar. Pekín podría fácilmente utilizar la R2P de
Samantha en nombre de la protección de los chinos han.
Sin embargo, el hecho de que Pekín acepte
(silenciosamente) la reacción rusa al golpe de Kiev recuperando Crimea a través
de un referendo y sin disparar un tiro no significa que vaya a permitir que
los “divisionistas” del Tíbet o de Taiwán se lancen al mismo camino. Incluso
aunque el Tíbet, más que Taiwán, podría presentar un fuerte caso histórico
por la secesión. Cada caso tiene su propia miríada de complejidades.
Ahora el Gobierno de Obama –como un minotauro
ciego– se halla perdido en un laberinto de giros creado por él mismo. Se
necesita un nuevo Borges –ese Buda con traje gris– para relatar la historia.
Primero fue el giro hacia Asia-Pac –que cerca China bajo otro nombre– como se
entiende bien en Pekín.
Luego vino el giro a Persia, “si no, iremos a la
guerra” dijo el "Cero a la Izquierda en Busca de una Idea" John Kerry. Hubo, por
supuesto, el giro marcial a Siria, abortado en el último minuto gracias a los
buenos oficios de la diplomacia moscovita. Y vuelta al giro a Rusia, pisoteando
el tan elogiado “reajuste” y concebido como una retribución por Siria.
Los que creen que los estrategas de Pekín no han
analizado cuidadosamente -y calculado las reacciones- de todas las
implicaciones de esos giros superpuestos merecen encontrarse con Samantha en la
ducha. Adicionalmente, es fácil imaginar a Think-Tanklandia china conteniendo
apenas su regocijo al analizar a una superpotencia que gira impotente sobre sí
misma.
Mientras los perros occidentales ladran…
Rusia y China son socios estratégicos en el G-20,
en el club BRICS de potencias emergentes y en la Organización de Cooperación de
Shanghái (SCO). Su objetivo primordial, en estos y otros foros, es la emergencia
de un mundo multipolar sin la intimidación del imperio estadounidense de bases,
un sistema financiero internacional más equilibrado, no más tiranía del
petrodólar, una cesta de divisas; esencialmente un enfoque de mutuo beneficio
del desarrollo económico global.
Un mundo multipolar también implica, por
definición, a la OTAN fuera de Eurasia, la que desde el punto de vista de
Washington es la razón principal para interferir en Ucrania. En términos
euroasiáticos es como si –después de ser expulsada de Afganistán por un montón
de campesinos con kalashnikovs– la OTAN estuviera girando de vuelta a través de
Ucrania.
Aunque Rusia y China son socios estratégicos claves
en el campo energético –Ductistán y más allá– se superponen en su carrera para
cerrar tratos en Asia Central. Pekín está construyendo no solo una sino dos
Nuevas Rutas de la Seda a través del Sudeste Asiático y de Asia Central,
incluyendo conductos energéticos, ferrocarriles y redes de fibra óptica, y llega
hasta Estambul, la puerta a Europa. Sin embargo, en lo que respecta a la
competencia entre Rusia y China por los mercados en toda Eurasia es más un
arreglo de beneficio mutuo que un juego de suma cero.
Respecto a Ucrania (“el último campo de batalla de
la Guerra Fría”) y específicamente Crimea la posición oficial (tácita) de
Pekín es una neutralidad total (referencia: el voto en la ONU). Sin embargo el
auténtico trato es el apoyo a Moscú. Pero esto no puede salir nunca a la luz
porque Pekín no está interesado en enfrentarse a Occidente, a menos que reciba
una gran provocación (la conversión del giro en un cerco de línea dura, por
ejemplo). No hay que olvidar: desde Deng Xiaoping (“mantened un bajo perfil”)
esto tiene que ver, y seguirá teniendo que ver, con el “ascenso pacífico de
China”. Mientras los perros occidentales ladran la caravana china-rusa sigue
adelante.
Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is
Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y Red Zone Blues: a
snapshot of Baghdad during the surge. Su nuevo libro, que acaba de aparecer,
es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Para contactos: pepeasia@yahoo.com .
Fuente: http://www.counterpunch.org/2014/03/21/how-crimea-plays-in-beijing/