Poder blando: la “democracia y la
libertad”
Tercera parte
Alfredo César
Dachary
El conflicto en Venezuela era un tema que debía
llegar luego de las últimas elecciones donde el grupo que apoyaba a Maduro se
redujo, presumiblemente con deserciones en las clases medias, y la oposición
liderada por Capriles estuvo más cerca del poder. Sin embargo, no ocurrió lo
mismo en los comicios posteriores, donde el oficialismo ganó en 240 de las 337
alcaldías, situación que lleva a los sectores más radicales a no pensar en la
democracia.
En Estados Unidos esto ocurrió dos veces en la
primera década de este siglo, pero allí las reglas son “pase lo que pase no
puede haber anulaciones ni golpes internos” porque es la potencia
hegemónica.
En México ocurrió dos veces: la oposición
encabezada por López Obrador, que amenazó pero pronto se fue a su casa, como una
década y media antes Cárdenas hizo lo mismo. ¿Por qué las diferencias, por qué
al final la oposición en México es uno de los extremos del sistema, el otro son
los que ganaron y en Venezuela la situación es totalmente diferente hay un
enfrentamiento que superó al sistema?
En Venezuela hay un enfrentamiento que no puede
terminar en empate y que no puede ser soslayado, se trata de una lucha entre dos
modelos opuestos, donde no puede haber retrocesos sin un baño de
sangre.
Muchos se preguntarán porque Estados Unidos no
intervino en Venezuela durante la era Chávez y la respuesta es más compleja de
lo esperado, ya que además de haber una red de gobiernos que actúan
independientes de Estados Unidos y sus diferencias con éste son de distintos
niveles, Venezuela es una potencia petrolera con inversiones en Estados Unidos,
en este rubro desde gasolineras a plantas, por lo cual se mandaría un mensaje
negativo si se comenzara expropiando y luego a partir de esto,
interviniendo.
Hoy la oposición venezolana está también dividida
en dos grupos que tienen una perspectiva diferente de como desplazar al Chavismo
del poder, pero entendiendo que el ejército y un sector de la población lo
apoyan, lo cual no es una cosa menor, sino que implica un enfrentamiento
directo.
En un extremo está la línea no democrática donde
el dirigente del partido de ultraderecha Voluntad Popular, Leopoldo López, hoy
preso y su esposa Lilian Tintori junto a la diputada María Corina Machado y el
alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, han echado a caminar un golpe
de Estado, o sea, han comenzado a operar el golpe
blando.
Henrique Capriles Radonski, ex candidato a la
presidencia de Venezuela y que contendió con Maduro y anteriormente con Chávez,
apuesta por la salida democrática y confía en mantener y aumentar el caudal de
votos para la próxima elección, una vía democrática que divide a la oposición
hoy.
Capriles apuesta a ganar el poder transitando por
la ruta electoral y sumando adeptos entre chavistas descontentos con la crisis
económica y la inseguridad pública, mientras que López y Machado anunciaron el
inicio de su campaña de desestabilización política, el golpe blando y a esa
estrategia la denominaron La
Salida, cuando se inició el movimiento opositor el pasado 23 de
enero.
Los sectores académicos, así como los
estudiantes, todos hijos de familias de clase media y acomodada, apoyan la
aventura en nombre de la democracia, con consignas del siglo pasado, reviviendo
el anticomunismo de los de Miami y acusando a Maduro de colombiano.
Cuando la concentración había terminado, un grupo
de 600 personas encapuchadas, con bombas molotov, coordinadas por medio de
radios de onda corta, levantaron barricadas, quemaron vehículos policiales y
dispararon armas de fuego, así se inicia el camino de difícil regreso que
transita la violencia.
El movimiento cuenta con el apoyo financiero y
logístico de Estados Unidos, el entrenamiento de organismos que, en nombre de
los derechos humanos, se especializan en incubar revoluciones de terciopelo
y la participación de paramilitares colombianos en la
asonada.
Este movimiento fue acompañado de la
desestabilización económica operada por los grupos de mayor poder económico, que
generaron la fuga de capitales y desabasto de productos básicos, para propiciar
malestar y desaliento.
La estrategia de la ultraderecha tiene un serio
problema porque carece de simpatía organizada dentro de las Fuerzas Armadas
Bolivarianas, desde la oficialidad a la mayoría de la tropa, sin embargo, unos
militares como el general retirado Ángel Vivas han participado en el
entrenamiento de grupos de choque opositores.
El mensaje de los tres líderes golpistas fue en
el viejo estilo de la guerra de baja intensidad, como los cacerolazos en
Sudamérica, así el 2 de febrero de 2014, Leopoldo López acusó al poder como
responsable de todos los males: “Las carencias que padecemos hoy tienen un
culpable. Ese culpable es el poder nacional” y, en el mismo tono, Antonio Ledezma, figura de la oposición y
alcalde de la capital, Caracas, también lanzó un llamado al cambio: “…Este
régimen que cumple hoy quince años continuos promoviendo la confrontación. Hoy
comienza la unidad en la calle de toda Venezuela…”.
La tercera lideresa de este grupo, la diputada de
la oposición María Corina Machado, lanzó un llamado a acabar con la “tiranía”:
“…El pueblo de Venezuela tiene una respuesta: ‘Rebeldía, rebeldía’. Hay algunos
que dicen que debemos esperar a unas elecciones en unos cuantos años. ¿Pueden
esperar los que no consiguen alimentos para sus hijos? ¿Pueden esperar los
empleados públicos, los campesinos, los comerciantes, a quienes les arrebatan su
derecho al trabajo y a la propiedad? Venezuela no puede esperar
más…”.
Así comenzó a acelerarse el proceso de
insurgencia y el 6 de febrero de 2014, tras una manifestación de la oposición,
un centenar de estudiantes encapuchados atacó la residencia del gobernador del
Estado de Táchira, hiriendo a una decena de policías, y en la misma semana,
varias manifestaciones de la oposición se suceden en diferentes Estados y
degeneran todas en violencia.
El 12 de febrero, otra manifestación orquestada
por la oposición frente al Ministerio Público, compuesta de estudiantes de las
universidades privadas organizados en grupos de choque, resultó de una violencia
inaudita, con tres muertos, un centenar de heridos e innumerables daños
materiales, pero repitiendo la estrategia del golpe de Estado de abril de 2002,
ya que las tres personas fallecidas fueron ejecutadas con una bala en la
cabeza.
Desde hace varios meses, Venezuela sufre
una guerra económica orquestada por la oposición que controla aún amplios
sectores, con la organización artificial de penurias, acaparamiento de productos
de primera necesidad y multiplicación de actos especulativos, y el 5 de febrero
de este año, las autoridades requisaron en el Estado de Táchira cerca de mil
toneladas de productos alimenticios de primera necesidad escondidos en almacenes. Pero esta
estrategia ya viene dándose desde mucho antes, ya que en el 2013 las autoridades
han requisado más de 50,000 toneladas de alimentos.
En plena campaña contra el desabastecimiento y la
especulación, en noviembre de 2013, fue intervenida la cadena Daka de productos
electrodomésticos y en base a ello y otros casos similares el gobierno decidió
regular los precios, a fin de bajarlos y hacer asequibles los electrodomésticos
a los venezolanos de bajos ingresos.
La prensa internacional manejada por los grupos
aliados a Estados Unidos ya han transformado el conflicto y han condenado al
gobierno de Maduro a fin de acelerar el proceso y la asonada golpista, situación
a la que se han sumado varios gobiernos desde el propio Estados Unidos, Colombia
y los países de la Unión Europea, haciendo realidad el regreso a una nueva etapa
de la guerra fría.
Venezuela, Ucrania y Siria son los escenarios
actuales de los golpes blandos camino a una guerra de baja intensidad; son los
países que han dejado de ser parte del cortejo de Estados Unidos y el país
hegemónico no puede permitirse aumentar sus frentes de resistencia, por ello
aceleran el conflicto sin medir los costos posibles, como los que ha debido
pagar primero Irak, destruido y saqueado, luego Afganistán, Somalia y ahora los
países africanos principalmente de colonización francesa, que han entrado en
conflicto a partir de la expansión de Al Qaeda, que fue protegido por
Norteamérica mientras le fue útil en Libia, pero dejando crecer un terrorismo ya
incontrolable.
alfredocesar7@yahoo.com.mx