Por otros barrios de
Athina
Psyri, Psiri, Psyrri o Psirri era un barrio de
Athina que hasta principios de los ‘90 era un distrito industrial donde, entre
otras cosas, se curtían pieles. Pero que a partir de un proceso de
gentrificación, se había transformado en un lugar “under” aburguesado,
considerado el mejor para vivir la noche bohemia ateniense.
Una notable población de psiriotas de toda la vida
se había ido sumando a una joven inyección de artistas, estudiantes e
intelectuales que encontraron en ese rincón de la ciudad, su espacio para vivir
y trabajar.
Fábricas abandonadas fueron transformadas en
pistas de baile, y viejas casonas en pequeños hoteles, tabernas y ouzerías (tavernas griegas donde se servían ouzo y
mezedes). Aunque también algunos edificios se demolieron para construir otros
más modernos.

Grafitis en el barrio de
Psyri

El barrio de Psyri en enero de
2014
Sin embargo, algunas “tavernas”, como Klimataria, en la calle
Theatrou, tenían ya una larga tradición en la elaboración de comidas y expendio
de vinos, funcionando desde 1927. Allí se escuchaba y bailaba rebétiko, música de los parias, cuyas
letras reflejaban la pobreza, su dolor, la represión policial o la traición,
siendo, sin duda, el blues de
Psyri.

Calle Theatrou en el barrio de
Psyri
Apuestas como esas han ayudado a desechar el
lastre de marginalidad que durante mucho tiempo etiquetó al barrio. La Plateia
Iroon (Plaza de los Héroes, quintaesencia de Psyri, había sido el dominio de los
legendarios clanes mafiosos Trambouki y Koutsavakides, ecos de la decadencia
durante las primeras décadas del siglo XX.
El barrio también tenía su rica historia
literaria, ya que su habitante más reconocido fue Aléxandros Papadiamandis, el
mayor prosista de la Grecia moderna, cuyas historias hacían referencia a
pecadores, ladrones, usureros, glotones, borrachos, envidiosos, sacrílegos,
hipócritas, suicidas y asesinos, poniéndose en la piel de esos antihéroes sin
justificar sus actos, sin juzgarlos ni destilar moralina sobre ellos, pero a la
vez, conduciéndolos a todos al arrepentimiento. Y por otra parte, también en él
había vivido Lord Byron durante su estancia en Athina, y fue justamente allí
donde escribiera el poema “Maid of
Athens” (La Dama de Atenas).
Pero la movida nocturna o bien la concurrencia
diurna de políticos, famosos y turistas, no ha mermado en lo más mínimo, el
color y la personalidad del vecindario.

Desde obras de teatro
clásico…

… hasta variedad de
musicales
Por todo eso no era extraño que lo hubieran
bautizado como el Soho de Athina, un
maravilloso dédalo de callejuelas preñadas de casonas neoclásicas y coquetas
iglesias bizantinas.

Iglesia bizantina en el barrio de
Psyri

Iglesia Ortodoxa Griega
Vecino a Psyri se encontraba el barrio de
Monastiraki, llegando al pie de la Acrópolis, cuyo corazón era la plaza más
antigua de la ciudad, ya que en la época clásica se encontraban a su alrededor
la Biblioteca de Adriano y el Ágora.
Incluso bajo dominio turco, también fue uno de los
enclaves más importantes, por lo que a su alrededor se podían encontrar muchos
restos clásicos así como iglesias bizantinas, mezquitas, restoranes y tiendas
turcas donde la costumbre era regatear los precios.

Plaza Monasteriki
Tanto el barrio como la plaza, tomaban el nombre
de la iglesia ortodoxa Panagia Pantanassa (Virgen María Reina de Todos
Nosotros), lo que a fines del siglo XVII se conocía como Mikromonastiro o
Monastiraki (Pequeño Monasterio). La iglesia bizantina original había sido
construida probablemente en el siglo X.

Iglesia Panagia Pantanassa o
Monastiraki
Así como las iglesias antiguas bizantinas de
Athina eran más pequeñas que las de Bizancio, las mezquitas construidas por los
turcos, luego de la conquista de Grecia en 1460, también eran menos
representativas arquitectónicamente que las de
Constantinopla.
Frente a la plaza Monastiraki se encontraba la
mezquita Tzisdaraki, levantada en 1759, utilizando como material una de las
diecisiete columnas del templo de Júpiter Olímpico. Posteriormente la mezquita
fue convertida en una de las salas de exposición del Museo de Arte Popular
Griego, cobijando así una colección de elementos tradicionales realizados en
cerámica durante la primera mitad del siglo XX. Pero, sin duda, la más
importante de Athina era la que se encontraba en la colina de la Acrópolis, ya
que durante el dominio turco, el Parthenon había sido convertido en mezquita; y
desde 1650, en polvorín.
Mezquita Tzisdaraki

Puerta de ingreso al Museo de Arte Popular
Griego
Contigua a la mezquita Tzisdaraki, se encontraban
las ruinas de la Biblioteca de Adriano, también conocida como la Biblioteca de
las Cien Columnas, construida en el año 132 d. C. bajo las órdenes del emperador
romano Adriano.

Ruinas de la Biblioteca de Adriano o de las Cien
Columnas
Se trataba de un impresionante edificio
rectangular creado para albergar la extensa colección de libros que poseía el
emperador, además de funcionar como sala de lectura y centro de convenciones. El
recinto ocupaba ciento veintidós metros de largo por ochenta de ancho, rodeado
por una galería compuesta por cien columnas de orden corintio de más de ocho
metros de altura.

Columnas de orden
corintio
Aunque los restos conservados eran escasos, fue
posible hacernos una idea de su grandiosidad y de la gran cantidad de libros que
se alojaban en semejante edificio.

Restos de la Biblioteca de Adriano al pie de la
Acrópolis
Cruzamos la plaza Monastiraki y caminamos por la
calle Adrianou, una de las principales del barrio, donde había una gran cantidad
de bares y tabernas de muy buen nivel.

Bares y tabernas de la calle
Adrianou
Y bordeando las vías del metro nos encontramos con
restos arqueológicos que habían sido descubiertos durante la construcción de la
estación Monastiraki.

Restos arqueológicos a la vera de las vías del
tren
Uno de los edificios emblemáticos, situado al este
de la antigua Ágora, era la Estoa de Átalo.

Plano del sector oriental de la antigua Ágora y la
Estoa de Átalo
El monumento original fue construido por Átalo III
Filadelfio, rey de Pérgamo, hacia 160 a. C., en agradecimiento por la educación
que había recibido en la ciudad ática. Típica del arte helenístico, la Estoa era
un edificio de gran envergadura, de 116,50 metros de largo por 20,05 de ancho.
Contaba con dos niveles, una planta baja con columnas de orden dórico y un
primer piso de orden jónico, unidos por dos escaleras situadas en las
extremidades. Las paredes estaban formadas por piedra caliza del Pireo, con una
fachada de mármol del Pentélico y un techo de tejas a dos
aguas.

Lateral de la Estoa de Átalo
reconstruida
La Estoa fue reconstruida idéntica a la original,
entre 1963 y 1976, por la Escuela de Estudios Clásicos de Atenas, y financiada
por John Rockefeller Jr.

Vista panorámica de la Estoa de
Átalo
Por otra parte, la Escuela de Estudios Clásicos de
Atenas estaba llevando a cabo la recuperación del Ágora
ateniense.

Proyecto de Recuperación del Ágora
ateniense
Y habiendo ya avanzado la tarde, regresamos al
hotel recorriendo nuevamente el barrio de Psyri, y conociendo nuevas
callejuelas, donde encontramos muchos más teatros.

Nos fascinó encontrar tanta oferta
teatral

Lamentamos no poder disfrutar de las obras de
teatro por no comprender el idioma
A la noche pasó a buscarnos por el hotel
Aekaterine Poursanidi, una joven geógrafa de familia griega que había estado
años atrás en Buenos Aires haciendo una investigación geográfica bajo mi
tutoría.
Salimos caminando hasta la plaza Omonias para
luego continuar hasta llegar al barrio de Exarchia, el paraíso de los
anarquistas atenienses.
Exarchia constituía un verdadero submundo dentro
de la ciudad donde no solamente se hacían justas reivindicaciones, sino que sus
habitantes vivían en verdadera comunidad, resolviendo mancomunadamente tanto los
problemas cotidianos como los generados desde el exterior de sus “fronteras”.
Pero para las fuerzas del “orden” se trataba de un vecindario generador de
conflictos sociales, por lo que los enfrentamientos se tornaban inevitables. Y
si bien en la plaza central podían verse algunos jóvenes fumando marihuana, otro
tipo de drogas habían sido erradicadas por los anarquistas y los propios
vecinos.
Exarchia comenzó a politizarse a partir de 1920,
cuando se construyeron nuevos edificios de viviendas alrededor de la Politeknio,
la Universidad Politécnica de Athina. Los apartamentos eran alquilados a
profesores y a estudiantes lo que fomentó que se convirtiera en un lugar de
intelectuales, artistas y bohemios con gran compromiso político, hasta el punto
de que en 1973, tuviera lugar un episodio histórico denominado “el levantamiento de la Politeknio”, en
el que cientos de estudiantes se amotinaron en la universidad y exigieron el fin
de la dictadura de la Junta de los Coroneles. Los tanques del ejército entraron
al barrio y al campus, y más de medio centenar de personas perdieron la vida en
un intento fallido de acabar con el gobierno militar, hecho que ocurriera recién
al año siguiente.
En Exarchia había varios edificios ocupados
utilizados como bares, cafeterías y centros sociales donde se llevaban a cabo
actos políticos, y otros, reconvertidos en refugios para los “sin techo”. También eran frecuentes los
conciertos y diversos actos en plena calle con la intención de recaudar fondos
para los anarquistas de Exarchia que se encontraban en prisión. Todo, desde ya,
a espaldas del gobierno local, lo que los convertía en el blanco de todas las
críticas por parte de las autoridades de turno.
Si bien las paredes de gran parte de Athina
estaban llenas de grafitis, en Exarchia prácticamente lo cubrían todo, siendo
algunos de ellos auténticas obras de arte. Pero además, junto a la frase “ni olvido ni perdón”, estaba pintado el
rostro de Alexandros Grigoropoulus, el joven de quince años que fuera asesinado
por la policía durante una concentración anarquista, el seis de diciembre de dos
mil ocho.
Además de todo esto, una gran cantidad de
inmigrantes y comunidad punk residían en el lugar, otro motivo más para que la
policía estuviera agazapada esperando o generando algún
disturbio.
Nos detuvimos en algunas librerías y puestos de
diarios y revistas que contaban con materiales de gran valor político y
filosófico, y después de la interesante recorrida, Aekaterine nos llevó a una
taberna donde una amiga de ella, licenciada en Antropología, estaba empleada
como mesera, ya que era el único trabajo que había
conseguido.
Y allí nos propuso probar una serie de platos en
base a cerdo ahumado, verduras y queso, que acompañamos con un ouzo.

Diversidad de platos en base a cerdo, verduras y
queso
El ouzo era un licor anisado de origen griego con
fuerte sabor dulce y olor a regaliz. Su elaboración estaba basada en uvas
maduradas y anís, con una graduación que oscilaba entre 37° y 50°.

Brindando con Aekaterine con un Ouzo de 38
grados
La taberna estaba muy concurrida y el ambiente era
sumamente agradable. Pero como en toda Athina, todos fumaban permanentemente.
Justamente ella nos comentó que el hábito del cigarrillo estaba tan
generalizado, que al imponer áreas para no fumadores, esos sectores quedaban
totalmente vacíos, por lo que la norma quedó sin
efecto.
Estuvimos conversando un buen rato, y cuando ya
era hora de partir, se largó una lluvia torrencial. Aekaterine nos acompañó
hasta la parada de taxis y muy satisfechos por la jornada vivida, regresamos al
hotel.
Ana María
Liberali