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Asunto: | NoticiasdelCeHu 147/14 - El estado de crisis permanente (Andrea Fumagalli) / Rumbo al XVI EnHu (49) | Fecha: | Domingo, 9 de Marzo, 2014 20:49:33 (-0300) | Autor: | Noticias del CeHu <noticias @..............org>
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NceHu
147/14
Rumbo al XVI
EnHu
América Latina como
geografía
El estado de crisis permanente
Andrea
Fumagalli
25/2/13
Si Atenas llora, Esparta no ríe. Los países
europeos mediterráneos ya han vertido amargas lágrimas. En 2012 la imposición
forzosa (o mejor dicho, golpista, en el caso de Italia) de políticas de
austeridad provocó un empobrecimiento que no tiene precedentes de la postguerra
a hoy. Pero ni siquiera a Sparta, es decir a Alemania, le va bien. Lo que está
ocurriendo es el inicio de un círculo vicioso en el que los países
económicamente más fuertes se ven envueltos en una espiral recesiva que se
autoalimenta continuamente. Tras resistir dos años a la crisis de la deuda
europea, aprovechándose del debilitamiento del euro que ha permitido
exportaciones más competitivas fuera de la eurozona, ahora también Alemania
empieza a mostrar los primeros signos de una posible crisis. El gobierno alemán
ha revisado a la baja las estimaciones de crecimiento previstas para el 2012 y
2013, acercándose a niveles de estancamiento, cayendo por primera vez las ventas
al por menor.
En 2013 entramos en el sexto año de la crisis. Ni siquiera
la gran crisis de 1929-30 duró tanto. A partir de 1933 (tras cuatro años) la
economía estadounidense comenzó a recuperarse. En esa época, la salida de la
crisis se vio favorecida por la definición de una nueva governance social y
política llevada a cabo, si bien parcialmente y a menudo de modo contradictorio,
mediante nuevos mecanismos de acumulación y valorización que el advenimiento del
paradigma taylorista había producido.
Actualmente no se entreve nada de
esto. Es evidente que la governance capitalistica impuesta por los mercados
financieros ha fracasado, aún habiendo obtenido grandes resultados al plasmar y
definir las nuevas modalidades de valorización y las nuevas formas de mando y
jerarquía actuales. Tal governance consistía en nuevas funciones económicas
asumidas por los mercados financieros, con el paso de una economía monetaria de
producción (aquella del paradigma taylorista-fordista) a una economía financiera
de producción (aquella del biocapitalismo cognitivo): redefinición continua de
la unidad de medida del valor (una vez que el patrón oro cayó con el colapso de
Bretton Woods) y, por tanto, financiación de la inversión privada; asegurador
social de la vida como resultado de la financiarización, y consecuente
privatización, de los sistemas de bienestar; instrumento de crecimiento
económico y regulador de la distribución de la renta gracias a los procesos de
expropiación de la cooperación social y a su endeudamiento, y multiplicador
financiero de la demanda final.
La condición para que tal governance
pudiese garantizar estabilidad era una continua, ilimitata expansión de los
propios mercados financieros, capaces de producir (plus)valor siempre superior a
los efectos mudables y negativos sobre la demanda causados por la creciente
concentración de las rentas y por la expropiación de la riqueza social producida
por el «común». Dado que esta condición no puede persistir indefinidamente, la
inestabilidad estructural que se deriva sólo puede ser políticamente y
socialmente gobernada recurriendo a shock exógenos, dictados por la emergencia
de turno. En otras palabras, la governance se da en la emergencia. A principios
del siglo xxi la emergencia era la guerra al terrorismo. Hoy la emergencia se da
por la propia crisis de los mercados financieros y por los Estados europeos. La
crisis deviene instrumento de governance y, por tanto, es permanente. Esto
significa que la emergencia ha terminado y la crisis se convierte en
«norma».
El estado de crisis permanente significa que estamos ante una
crisis de la valorización capitalista. A pesar de los intensos procesos de
restructuración organizativa y tecnológica que han ampliado la base de la
acumulación, imponiendo –detras del chantaje de la necesidad– la puesta en valor
de la vida, del tiempo de vida y de la cooperación social humana, la
valorización actual, precisamente porque se basa solamente en la expropiación
externa de la vida y del «común» humano, sin ser capaz de organizarlo, no se
transforma en aumento de plusvalor. El proceso de financiarización sí ha
permitido una poderosa «acumulación», pero no ha sido capaz de traducirse en
valorización directa y real. Esta es la contradicción central que está en la
base de la crisis actual. A pesar de todos los intentos (desde la adulación,
desde el imaginario, al chantaje, el castigo, a la mercantilización total), la
vida humana puesta en valor produce de todas formas un excedente que escapa al
control capitalista, un excedente que no se transforma en valor económico, es
decir, que no es posible medir en términos capitalistas.
En un contexto
semejante no es posible ninguna política «reformista», lo que se traduce también
en crisis política e institucional. No existen condiciones para definir un nuevo
New Deal compatible con la actual economía financiera de producción, a
diferencia de lo sucedido en los años Treinta del siglo pasado. La salida de
crisis sólo puede darse en un contexto postcapitalista. Pero de esto hablaremos
más adelante.
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