El poder blando: la “democracia y la
libertad”
Primera parte
Alfredo César
Dachary
En el 2013, las grandes manifestaciones en
Brasil, ponen al gobierno de ese país frente a una situación inédita, en medio
de una etapa de expansión económica, aunque con altibajos. En Venezuela, los
conflictos están llegando a un punto sin retorno, es la lucha por la “libertad”
pero operada a través de la embajada del país hegemónico, ¿es una lucha por la
democracia o es un conflicto para derrotar a un
enemigo?
En Ucrania, el “alzamiento popular” encabezado
por los grupos de extrema derecha no buscan la liberación del país, sino la
entrada a la OTAN y a la Unión Europea para cercar a la emergente Rusia: ¿qué
son estos movimientos?
Para la periodista Stella Calloni, el “golpe blando” es el nuevo
nombre que se utiliza en Estados Unidos para mencionar las acciones
desestabilizadoras utilizadas por el poder económico, con apoyo extranjero y de
los viejos elementos de las dictaduras militares y policiales. Ya no resulta
imprescindible sacar las Fuerzas Armadas a la calle, ya que se van minando
lentamente las bases de un gobierno popular cuando se ha logrado controlar la
mayoría de los medios de comunicación.
En el nuevo siglo, ante el despertar de Sudamérica y sus pasos
para lograr la autonomía respecto de Estados Unidos, esta acción se hizo
evidente en varios países como Bolivia, gobernada por Evo Morales, donde se ha
dado una escandalosa “guerra sucia” y las agencias de Estados Unidos trabajan
abiertamente para la fragmentación del país. En Argentina también opera un
“golpe blando” o “suave” desde la asunción de la presidenta Cristina Fernández,
después de ser elegida por una mayoría de
argentinos.
Los politólogos Thomas Friedman y Michael
Mandelbaum sostienen que Estados Unidos se quedó atrás en un mundo que él mismo
inventó y según Foreign Affairs, a la potencia del norte se la culpa, a grandes
rasgos, de tres cosas: no hacer lo suficiente para combatir la pobreza en el
mundo; obstruir los esfuerzos para enfrentar el deterioro del medio ambiente y
el cambio climático; y ser un obstáculo a la paz mundial.
Estamos frente a una situación nueva en la cual
Estados Unidos estaría reduciendo la capacidad para convencer a otros a partir de la legitimidad de sus
políticas y de los valores que las sustentan, algo que históricamente lo hacía a
través de la fuerza, como son las invasiones a países vecinos y regiones
periféricas que vienen desde el siglo XIX, cuando se apoderó de la mitad del
territorio mexicano.
Joseph Nye, profesor de la “Kennedy School of Gobernment” de la
Universidad de Harvard, bautizó hace años como "poder blando", a la capacidad de conseguir lo
que se quiere mediante la atracción, en lugar de amenazando o pagando, y éste se
fundamenta en la cultura, los ideales, las instituciones y la
política.
Hoy, Estados Unidos posee unas mil bases
militares en el mundo, como principal sostén de su poder, ante el ocaso de sus
modelos de “desarrollo” y modos de vida, que deben enfrentar la crisis mundial y
la emergencia de poderes alternativos.
Joseph Nye elabora su concepto de “poder blando”
en contraposición a la concepción tradicional sobre el poder o poder duro (hard
power), aquella visión que apuntaba a la fuerza militar, la capacidad económica
y las potencialidades que se derivan de ellos como la expresión más genuina del
poder de un Estado.
Frente a esta perspectiva que reduce el poder a
elementos claramente materiales, cuantificables, procedentes en su inmensa
mayoría de la iniciativa política y sometidos a su control directo, Nye resalta
la existencia de otra serie de factores inmateriales, no siempre controlables
por el entramado gubernamental y, que sin embargo, son capaces de contribuir
tanto o más que la presión militar y la coerción económica a la consecución de
los objetivos marcados por una nación.
Para Torres Soriano el concepto de poder blando,
planteado por Joseph Nye es ante todo una propuesta para lograr la perpetuación
de la hegemonía norteamericana, y no puede ser entendido sino se tiene en cuenta
esta finalidad, ya que en este enfoque subyace una clara apuesta por las
capacidades innatas de las sociedades “abiertas y democráticas” para seguir
aumentando sus recursos de poder.
Pero estas técnicas del “poder” no son nuevas, ya vienen de varias
décadas atrás y se han aplicado ante la aparición de “amenazas al poder
hegemónico”. El
llamado “conflicto del campo” es exactamente un calco de los paros patronales
con desabastecimiento que se hicieron contra el gobierno democrático de Salvador
Allende en Chile en los años 70´s, que culminaron con el sangriento golpe
militar encabezado por Pinochet en 1973.
El paro patronal en Venezuela, antes del golpe militar de abril de
2002, tiene las mismas características y también está siendo utilizado como una
serie de conflictos aparentemente sindicales o estudiantiles, y que se han
repetido en Bolivia y Ecuador.
La experiencia de Brasil es pionera en el llamado terrorismo
mediático y terminó trágicamente cuando Getúlio Vargas, quien presidió el país
en la etapa en que más se nacionalizó la economía, creando leyes que favorecían
a los trabajadores, la universidad pública con incentivos a la educación
gratuita, además de crear la Radio Nacional, de gran repercusión popular, fue
duramente atacado por la prensa por esas posiciones nacionalistas y
antiimperialistas.
A los 30 días de haber firmado la Ley que creaba Petrobras, Vargas
fue llevado al suicidio en agosto de 1954 bajo presión de una fuerte campaña
terrorista mediática que hablaba de corrupción y acciones nunca comprobadas de
su gobierno.
Otra experiencia trágica con el terrorismo mediático fue utilizada
en 1961 por los mismos actores que antes habían derrocado a Getúlio Vargas y que
no querían permitir que João Goulart, vicepresidente electo, asumiera el cargo
presidencial, conforme a la ley acusándolo de comunista, “tal como ahora se
acusa a los presidentes populares y progresistas de encubrimiento al terrorismo
o de otros cargos no comprobados”.
Los “golpes suaves” son parte del esquema de la Guerra de Baja
Intensidad (GBI), el plan básico de contrainsurgencia que abarca lo político,
diplomático, cultural, informativo y militar, la cual fue reciclada en los años
90´s, después de haber sido “exitosa” en la siembra de dictaduras en los años
70´s, y en las numerosas operaciones criminales que llevó adelante en
cumplimiento del plan general de la Doctrina de Seguridad Nacional durante la
Guerra Fría.
Gene Sharp elaboró una teoría sobre la no violencia como arma
política. Por cuenta de la OTAN y más tarde de la CIA se
formaron a los líderes de los golpes de Estado suave de los últimos quince años.
Éste crea en 1983 el Programa sobre las Sanciones No Violentas en la Universidad
de Harvard, y en él desarrolla investigaciones sobre el uso de la desobediencia
civil por parte de la población ante una hipotética invasión de las
tropas del Pacto de Varsovia.
El mismo año se funda en Boston, la Albert Einstein Institution con
la misión de financiar sus investigaciones universitarias y de aplicar sus
modelos a situaciones concretas, y pocos años después este instituto cuenta con
subvenciones del Instituto de Estados Unidos por la Paz y organiza seminarios
para adiestrar a los aliados en la defensa mediante la desobediencia civil ante
la amenaza de un ocupante comunista.
Es en 1989 cuando se produce el despegue de la Albert Einstein
Institution, Sharp prodiga entonces sus consejos a movimientos anticomunistas y
participa en el establecimiento de la Alianza Democrática de Birmania y también
unifica los diferentes grupos tibetanos de oposición en torno al Dalai Lama.
Gene Sharp y su asistente Bruce Jenkins llegan a Pekín en junio de 1989, dos
semanas antes de los sucesos de Tiananmen y serán rápidamente expulsados por las
autoridades chinas.
Los antecedentes de estas estrategias de lucha vienen de la época
de la guerra fría y se prolongan a la postguerra fría, que hoy ha sido
resucitada ante la situación de la pérdida de influencia de Estados Unidos,
principalmente en Sudamérica, un área vital para sus intereses dado la gran
riqueza en recursos naturales, cada vez más escasos en el mundo.
En la segunda parte de este artículo nos ajustaremos a los dos
últimos enfrentamientos, aún vigentes, los de Venezuela y Ucrania, en dos
extremos del mundo, pero unidos en una misma estrategia.
alfredocesar7@yahoo.com.mx