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Bariloche, 6 al 10 de octubre
Los argentinos parecen resignados a
sufrir una crisis económica por década
JOHN LYONS Wall Street
Journal Americas 24/2/14
Las tiendas en Buenos Aires han subido sus
precios desde que el gobierno comenzó a restringir el acceso a los
dólares.
Por estos días, una teoría que da que pensar ronda sigilosamente
los cafés y los quinchos, los patios techados donde se cocinan y comen los
asados: Argentina está destinada a caer en una crisis económica más o menos cada
década, y no hay mucho que nadie pueda hacer para evitarlo.
"Siempre
hemos tenido inestabilidad", dice David Gambarín, un corredor inmobiliario de 90
años. "Así somos. Pero es un lindo país".
Poco más de una década después
de la crisis de 2001, Argentina está al borde de otra turbulencia. El peso se
derrumbó en enero y los economistas advierten sobre la posibilidad de una mezcla
de inflación y recesión. Los comerciantes y las carnicerías han subido los
precios. Para mantener a raya la inflación, la presidenta Cristina Fernández de
Kirchner restringió el acceso a los dólares, amenazando a los dueños de tiendas
con cerrar sus negocios. Aun así, los economistas enfatizan que esas tácticas
han fracasado en el pasado.
Al igual que muchos bonaerenses, Gambarín
enfrenta las nubes negras con resignación. Llegó a Buenos Aires procedente de
Rusia cuando era un niño y ha vivido cinco golpes de estado. Sus dos hijos han
soportado una dictadura, colapsos bancarios y tasas de inflación que escalaban
tan rápido en los años 80 que los consumidores corrían a las cajas a pagar sus
compras antes de que los precios volvieran a subir. La actual sería la segunda
crisis en las vidas adultas de los cuatro nietos de Gambarín.
"Parece que
hacemos todo lo posible para cumplir la profecía de la crisis eterna", dice
Rodolfo Cohan, el yerno de 64 años de Gambarín.
En la década de los 40,
el presidente Juan Perón cerró la economía argentina al comercio con el resto
del mundo. En los años 60, el país sufrió un estancamiento económico, inflación
y golpes militares.
En 1975, 1981 y 1989, planes económicos fallidos
provocaron el derrumbe de la moneda. La última crisis golpeó en 2001, cuando
Argentina incumplió alrededor de US$100.000 millones en bonos soberanos. La
cesación de pagos —la más grande hasta ese entonces— hundió a los bancos, la
moneda y el gobierno.
Los economistas califican a Argentina como un
"mercado emergente", pero su economía, que depende de materias primas como la
carne de res y la soya, ha estado en declive por un siglo. En 1910, Argentina
era uno de los 10 países más ricos del mundo. Hoy, su ingreso per cápita es de
menos de la mitad que el de Estados Unidos.
La causa de los problemas
financieros seriales de Argentina no es muy debatible. "Mal gobierno", dice la
economista Marina Dal Poggetto, socia de la consultora Estudio Bein &
Asociados en Buenos Aires.
Durante décadas, los líderes argentinos han
gastado de más en los años de vacas gordas y no han sabido ahorrar para los años
de vacas flacas. Para prolongar los buenos tiempos, los gobiernos se endeudaron
profundamente o simplemente imprimieron dinero. El resultado fueron brotes de
inflación, crisis monetarias, colapsos bancarios y más.
La pared detrás
del escritorio de Dal Poggetto está cubierta de portarretratos con fila tras
fila de monedas argentinas que pasaron a mejor vida tras varios planes
económicos fallidos. Argentina ha eliminado 13 ceros de sus billetes desde 1969.
En 1991, por ejemplo, el billete de 10.000 australes fue reemplazado por el de 1
peso, equivalente a US$1. Hoy, el mismo billete vale 9 centavos de
dólar.
Los argentinos de clase media y alta tienen una larga tradición de
ahorrar en dólares en caso de que la moneda local colapse. El gobierno estima
que los argentinos tienen US$160.000 millones en bancos en el extranjero o en
cajas fuertes en sus casas. Los cambistas informales, conocidos en Argentina
como "arbolitos", se encuentran por todo Buenos Aires.
Para los más
pobres, las crisis son sinónimo de calamidad. Con poco acceso a dólares, los
menos afortunados ven con impotencia cómo la inflación se traga el valor de sus
sueldos, dejándolos sin poder comprar alimentos. Turbas, muchas veces de cientos
de personas, saquearon supermercados durante las crisis de 1989 y
2001.
Gambarín dice que usó su ingenio para construir un negocio de
bienes raíces durante una vida de turbulencias, comenzando su carrera durante el
ascenso de Perón. Su hija Nilta se casó con Rodolfo Cohan a principios del
capítulo más oscuro de Argentina, la "Guerra sucia" de entre 1976 y 1983, cuando
alrededor de 10.000 a 30.000 personas fueron asesinadas, principalmente por los
servicios secretos del Estado.
El primer hijo de los Cohan nació en 1975,
el año del "Rodrigazo", la devaluación desastrosa de la moneda apodada así por
el ministro de Economía Celestino Rodrigo.
La medida borró ahorros y
sueldos, y produjo una inflación mensual de 35%. Su segundo hijo llegó al año
siguiente, cuando los militares derrocaron al gobierno del Rodrigazo e
impusieron una dictadura asesina. Su tercer hijo nació en 1982, el año que el
ejército se fue a la guerra con Gran Bretaña por las Islas Malvinas, algo que
fue percibido ampliamente como una cortina de humo para distraer a los
argentinos del colapso de la economía.
Ahora, una nueva generación
atraviesa otra tormenta. "La crisis está en el ADN argentino", dice Luciano
Cohan, el tercer hijo de los Cohan.
Cuando Luciano estudió economía en la
Universidad de Buenos Aires, uno de los profesores más destacados era Axel
Kicillof, un economista cuya disertación era una interpretación marxista de John
Maynard Keynes. Hoy, Kicillof es el ministro de Economía, el cerebro detrás de
las nacionalizaciones y los controles de precios, importaciones y
moneda.
Luciano dice que ya no cree en las teorías de Kicillof, o en las
estadísticas oficiales. El gobierno dice que la tasa de inflación fue de 10,9%
en 2013. Pero siendo él mismo hoy un economista, revisó miles de precios de
minoristas en línea para llegar a su propio cálculo: cerca de 29%.
En el
mejor de los casos, la inflación aumentará entre 35% y 40% este año, y la
economía se estancará, dice Luciano. "Es difícil describir en palabras cuál
sería el peor escenario", observa.
David Gambarín, el patriarca de la
familia, dice que ya sabe lo que va pasar. "Nada, nada va a pasar. Aquí estamos
acostumbrados. Cada cuatro o cinco años hay un blanqueo. Después ya va a venir
otro que va a prometer el oro y el moro, que va a arreglar a la Argentina y
después sigue todo igual".
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