Durante casi 20 años, y sin motivo aparente, se guardó esta
entrevista con el subcomandante Marcos, vocero y jefe militar del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Los primeros días, semanas y meses de
1994 corrían vertiginosamente y los casetes se acumulaban, pues los y las
periodistas le plantábamos la grabadora al primer descuido. Y en uno de esos, en
la comunidad tzeltal de Prado Payacal, el subcomandante accedió a hablar sobre
la estrategia de la guerra, las maniobras y el despliegue militar, sobre los
errores de esos días primeros de combates con el ejército federal, los cálculos
iniciales, el resultado, el primer balance. Habló del origen de las armas y del
equipo, y delineó la primera victoria de un movimiento que hoy cumple 20 años.
También habló del inicio del diálogo con el
gobierno, de las primeras sorpresas, de su postura frente a los partidos
políticos y de lo que en ese entonces pronosticaban ya los zapatistas para este
país.
Los casetes se guardaron y se transcribieron este
diciembre de 2013. La entrevista se realizó en marzo de 1994, luego del
asesinato del entonces candidato priista a la presidencia, Luis Donaldo Colosio.
Marcos concedió en ese momento hablar con el semanario Punto, pero el
resultado no vio la luz entonces. Hoy se publica en Desinformémonos este
material inédito de un hombre que habló así cuando probablemente se estaba
descubriendo a sí mismo, y le daba a conocer al mundo entero los motivos de su
lucha.
¿Cuál es la estrategia militar del primero de
enero de 1994? ¿Qué se propusieron?
La estrategia tenía que ser la de un ejército
regular, y no la de una guerrilla, porque se contaba con la gente necesaria para
hacer esas acciones como ejército regular; de eso dependía que pudiéramos
brincar los obstáculos que preveíamos, sobre todo de manejo ideológico del
movimiento, que nos acusaran de narcoguerrilla, de extranjeros, de bandidos, y
de todo eso con lo que tienen que cargar las guerrillas cuando
aparecen.
Era necesario dar un golpe que fuera lo
suficientemente espectacular para que no se sostuvieran las tesis que manejan el
gobierno y los medios en contra nuestra. Por eso se decide que el ataque sea en
las ciudades. No empezar combatiendo como las guerrillas tradicionales, con
pequeños golpes en algunos lados a columnas móviles o pequeñas guarniciones,
sino ir sobre las ciudades para inmediatamente dar a conocer el movimiento, sus
características y su fundamento social.
Se planea empezar con Altamirano, Margaritas,
Ocosingo, San Cristóbal de las Casas, y continuar con Oxchuc, Chanal, Huixtán y
Comitán. Tres de estos últimos se consiguen: Chanal, Huixtán y Oxchuc y el de
Comitán no alcanza a realizarse porque el ataque en todos lados no empieza
simultáneamente, sino con horas de diferencia, lo que permite que el enemigo
alcance a reaccionar en sus cuarteles-base, en estos casos los de Rancho Nuevo y
Comitán, y los periféricos: Tuxtla Gutiérrez, Tapachula, Tonalá, Villahermosa y
Tenosique, el cerco externo, como le decimos nosotros.
Con el pensamiento básico de la propaganda armada
se decide la estrategia del primero de enero, es decir, no es en términos
militares que se decide, sino en términos de propaganda.
La estrategia estaba pensada para el 31 de
diciembre a las cero horas, pero se da hasta el primero de enero. No alcanzamos
a salir a tiempo. Había unidades que estaban muy retiradas de los puntos de
reunión y no llegaron a tiempo el día 31 para iniciar los ataques. Esto ya es
parte de los errores. Los ataques en Altamirano y Ocosingo empiezan hasta las
seis de la mañana. El primer ataque que se da y el primero que tiene éxito es el
de San Cristóbal, a la una de la mañana; después el de Las Margaritas, a las
tres de la mañana; luego el de Altamirano, a las siete de la mañana; y el último
el de Ocosingo, hasta las tres de la tarde del día primero. En parte de ese día
caen Chanal y Oxchuc; y en la madrugada del 2 de enero cae Huixtán. Esa
madrugada ya tenemos siete cabeceras municipales en nuestras manos.
¿Cuál es el despliegue militar, en qué
consistió?
No es despliegue, es la maniobra estratégica. Las
maniobras militares son, a grosso modo, de dos tipos: las de dispersión o
dislocación, que quiere decir que te repartes en el terreno; y las de
concentración, que es cuando juntas fuerza en un lado para dirigirla en una
dirección. En este caso fue una maniobra de concentración de fuerzas sobre los
puntos de ataque, y después de despliegue.
En el caso de las maniobras de concentración, el
problema es que tienes tropa dispersa, porque tu base combatiente es la misma
población, su asiento natural no es un cuartel, como el ejército federal, sino
su mismo poblado, por lo que para poder tener masa, cantidad de tropa, pues
necesitas concentrarla, y para eso necesitas moverla. Y como es el golpe
inicial, se necesita hacerlo en secreto. Tienes que cuidar el paso por fincas,
por carreteras, y llegar a un punto, concentrar tropa y tratar de moverla con
vehículos hacia los puntos de ataque, en este caso a Ocosingo, San Cristóbal,
Altamirano y Las Margaritas.
Después de que las concentraciones se dan con
disparidad de tiempo, cosa que no estaba en el plan, por supuesto, aunque era
una variable que habíamos tomado en cuenta, se dan los ataques, tienen éxito, y
luego se da el despliegue de fuerzas para juntarlas otra vez sobre puntos más
fuertes, en este caso los cuarteles de Comitán y de Rancho Nuevo. Otra parte de
la fuerza se repliega, es decir, se retira a controlar el territorio del que se
salió, la plataforma de despegue, en este caso la Selva Lacandona. De la fuerza
que atacó Ocosingo, una parte pequeña de la tropa se queda ahí, es la que queda
cercada; y la mayor parte de la tropa se regresa a controlar este territorio,
que es el nosotros teníamos previsto que si había fracaso en las otras
ofensivas, tendríamos que replegarnos para acá.
Se da el despliegue de las fuerzas y empiezan a
marchas dos columnas sobre el cuartel de Rancho Nuevo y, ya fuera de tiempo,
otra columna sobre Comitán, cuyo ataque tendría que haber sido
simultáneo.
Llegan dispares las columnas en Rancho Nuevo. Una
está a tiempo y la otra llega después, por lo que no se logra concentrar la
fuerza. Hay una patrulla que se adelanta imprudentemente (por el mando que la
envía) y choca con el ejército. Ahí perdemos a 14 compañeros, y se desorganiza
esa columna, pierden el control los grupos de mando, y empieza una retirada muy
desordenada. Otra columna se queda en las montañas del sur de San Cristóbal
esperando órdenes, en este caso teníamos que hostigar el cuartel de Rancho
Nuevo, para dar tiempo a la tropa que había quedado dispersa a que se retirara
en orden para que no la persiguieran; ya había empezado el cerco sobre Ocosingo
y teníamos también que aflojar ahí. Entonces, los días 3, 4, 5 y 6 estuvimos
peleando en las inmediaciones del cuartel de Rancho Nuevo con ese objetivo, es
decir, ya no tratábamos de tomarlo, sino de fijar a la tropa ahí para que no
desplegara.
Cuando Ocosingo cae en las manos del ejército
federal, nos retiramos de Altamirano y de Las Margaritas, de acuerdo al plan. Y
también la columna que estaba fijando el cuartel de Rancho Nuevo. Todos esos
días son de repliegue, hasta que se da el cese al fuego.
¿Entraron a Rancho Nuevo?
No. Es mentira eso de que entramos y que agarramos
a no sé quién.
¿Estaba contemplado?
Sí, pero falló la llegada de las columnas. Con una
maniobra de pinzas se iba a atacar por dos extremos.
¿Y en conjunto cuales fueron los errores?
Mencionaste ya el de Ocosingo, Altamirano, el de la patrulla. ¿Qué fue lo que
pasó?
Bueno, la tardanza en el inicio de los ataques en
Altamirano y Ocosingo no es un error. En términos militares manda el general
clima y el coronel terreno. Tú puedes hacer planes maravillosos, pero el clima
es quien te va a permitir hacerlo, y el terreno te va a obligar a hacerlos de
una u otra forma. Los verdaderos generales de la guerra son esos, el tiempo y el
terreno. En este caso el tiempo jugó en contra nuestra en Altamirano y Ocosingo.
Había que sacar tropa de muy atrás, el camino estaba muy malo….todo eso que ves,
ahí por donde entraste, todo lleno de lodo. Los vehículos se atascaban y como
era mucho trasiego se jodió más el camino. Otra tropa de plano tuvo que irse
caminando, diez, doce horas, para llegar a los puntos de recolección ya en la
carretera buena. Entonces lo que pasó no es un error del mando.
¿Y errores estratégicos?
Ninguno, tácticos sí. Entre los errores tácticos es
que la tropa que estaba en Ocosingo cede los accesos y se encierra en el
mercado. Es un terreno que no manejamos. Es decir, tú no puedes llevar a la
tropa a pelear donde no sabe pelear, pues la pones en desventaja. Para un
ejército popular, que no está bien armado, tienes que llevarlo a pelear en
ventaja, cuando estás seguro de que vas a ganar. En Ocosingo, el oficial al
mando se encierra en la zona del mercado, y aunque tenían órdenes de retirarse
inmediatamente después de que chocaran con el ejército, no lo hacen, se
mantienen y luego los cercan, por lo que tienen que combatir en una terreno que
no les tocaba, en donde además implicas a la población civil, que es algo que no
debes hacer. Esto fue un error táctico. Y los errores tácticos en las guerras se
pagan con muertes, los estratégicos con muertes y con retrocesos gigantescos, no
sólo la gente que se te muere, sino además la forma en la que queda tu ejército
o tu organización para hacer lo que sigue, lo que tienes planeado, lo que puedes
hacer después.
¿Otros errores?
No, pues fueron pequeños, sin consecuencias.
Órdenes incumplidas, como que no se destruyeran los palacios municipales hasta
que se hubieran abandonados. Hubo varios que fueron destruidos a la entrada en
lugar de a la salida. Pero esto es comprensible, porque para los compañeros
significan el centro del oprobio, donde vive el gobierno que tanto los
despreció, humilló y maltrató. Por eso es comprensible que no se pudieran
controlar, pero no deja de ser un problema en un ejército que no se pueda
controlar en determinado momento a la tropa. Pero eso no tuvo consecuencias.
Ocosingo sí.
¿Hubo después un Tribunal de Guerra donde se
evaluaron estos errores? ¿A qué se llegó? ¿Para qué fue el
Tribunal?
Los Tribunales de Guerra se conforman bajo
determinadas circunstancias, es decir, no existen más que para un caso concreto.
Uno fue el de Absalón Castellanos, lo que se iba a hacer con él, sabiendo que
había que juzgarlo. Y los demás fueron de indisciplinas o faltas a los
reglamentos que hubo en los combates, o lo que pasó después, como indicaciones
que dieron los mandos y no se cumplieron, o que ya estaban de por sí en las
leyes y no fueron cumplidas. Por ejemplo, está prohibido que los militares
cobren impuesto de guerra, pues tiene que hacerlo una autoridad civil del
poblado o de la región, y hubo oficiales que estuvieron cobrando impuestos de
guerra. Tres. Claro, lo entregaban al poblado, pero como quiera no les tocaba
eso. Lo tienes que señalar porque si dejas el precedente luego lo pueden seguir
haciendo y se puede colar la corrupción o el bandidaje, es decir, que tengas un
ejército en el que una parte se convierte en una gavilla de bandidos que luego
se dedique a robar, en este caso bajo la bandera zapatista. Por eso se tenían
que señalar y sancionar estas conductas.
¿Y el armamento de dónde viene?
Armas viejas, pedaceadas, algunas que se
consiguieron ya rotas, descompuestas, de la Segunda Guerra Mundial, fueron
reconstruidas por compañeros del servicio de materiales de guerra, los armeros.
Ellos agarraban la pieza y con manuales y diagramas fueron probando la forma de
acomodarlas, hasta que quedaban listas. Y así arreglaban otra y otra. El
principal trabajo de ese servicio era arreglar armas viejas que estaban
descompuestas, rifles 22, chimbas, escopetas de taco que ya tenían mucho tiempo
en los poblados y que las tenían los compañeros en los poblados.
¿Y también las demás armas las perfeccionan?
¿Las modifican?
Ahí lo que hacíamos era convertir armas
semiautomáticas en automáticas, de ráfaga. O se les hacen arreglos para
francotirador, o para lanzar granadas. Estos son arreglos más
fáciles.
¿Y todo esto cómo lo aprendieron?
Es la misma historia que no crees tú ni nadie, que
es la de los manuales. La vieja técnica del método del ensayo y el error. Se
hace una pieza, se prueba, no sirve, se vuelve a hacer y así hasta que
queda.
¿Fabrican explosivos?
No. No tenemos material para fabricarlos. Los
explosivos que tenemos son los que le quitamos al enemigo en combate. El único
explosivo que no es explosivo es la pólvora, que se usa para cohetes y
cohetones. Es fácil de hacer, pero no es muy eficaz como explosivo. Hace ruido
pero no tiene poder destructivo. No es como la dinamita.
¿Minas?
Las minas sí, con la dinamita que le decomisamos al
enemigo. Hacer una mina no es problema, el problema es el explosivo para que
truene, para que haga daño, para que chingue un tanque o un camión.
¿Granadas?
Granadas de mano fabricamos algunas. Otras
conseguíamos (inertes), que se anulan para que no exploten, las reparábamos y
las rellenábamos de pólvora. Y les cambiábamos el mecanismo de acción, no es el
stoping que usan las granadas modernas, que se los quitas y automáticamente se
encienden, corre un tiempo y explotan. Nosotros las usamos con mecha, así como
en las caricaturas, nada más que el cuerpo es de una granada normal, pero el
contenido explosivo no es el plástico que usan las granadas, igual su poder
destructivo es más limitado.
¿De dónde sale el dinero para comprar todo eso y
hacerse un ejército regular?
El despegue sale de los mismos compañeros o gente
que colaboraba en las ciudades. Es relativamente barato el inicio del Ejército
Zapatista. Quiero decir, éramos pocos hombres y prácticamente lo único que se
compró fueron los parques, las balas. Porque las armas se fueron recolectando de
varios puntos, armas viejas, carabinas M, rifles 22, armas usadas que había por
varios lados. El problema era el parqueo y ahí sí se gastó. Pero el gasto mayor
era la alimentación porque no había entonces apoyo de los pueblos, y había que
meterla desde la ciudad. Pero como era una unidad pequeña que tendía a ser
autosuficiente, tenía que aprender a vivir de la montaña, comer de ella, y
cuando se aprendió esa carga económica bajó.
En esa primera etapa se hace el trabajo de
sobrevivencia y ahí se resuelve la dependencia de la línea logística, que es
cómo se alimenta tu tropa. La línea que viene de la ciudad es muy vulnerable
porque la pueden agarrar en un retén o cortar simplemente con un cerco y ya te
chingaron. Entonces, cuando puedes resolver que el mismo terreno te de comer,
acortas tu línea logística. Un ejército con esa línea corta, es fuerte, uno que
la tiene muy larga es débil, porque es muy vulnerable. Cuando nosotros nos
adaptamos a la montaña, acortamos la línea, y eso evitó también que fuéramos
detectados, pues no hay mucho trasiego de gente, ni de medios, ni de equipos de
la ciudad al campo.
Luego se pasa a la etapa política y entonces se
amplía la línea logística, que se hace más rica, más grande, y ahí es donde ya
es posible ampliar la línea de combatientes, sin recargarse en la línea
logística de la ciudad, porque puedes mantenerlo con el mismo apoyo de los
pueblos, y lo puedes hacer porque es la misma gente de los pueblos la que se
incorpora. Eso es lo más difícil de un ejército, darle de comer y un lugar dónde
moverse, vivir pues.
Del lado de los equipos, nosotros ya habíamos
probado equipos comerciales que no servían en la montaña, como los que usa el
ejército federal o el ejército norteamericano, o el camping, los equipos que
usan los exploradores, boy scouts y todos esos…o los periodistas, como
esa bota que traes ahí…
La bota es lo más importante de una guerrilla, el
calzado, y ese sí no te lo puede dar la montaña, por lo menos en una primera
etapa. Tendrías que pasar a la etapa del apoyo de los poblados para curtir piel,
y poner a alguien a aprender zapatería y conseguir los materiales. Esto se hace
y se manda gente a que aprenda. Sigue siendo pequeña la columna y no se batalla
en hacerlos, pues no tienes que conseguir muchos pares, ni de uniformes, en el
caso de la costura.
También sabíamos que la ropa que no sirve es la
ropa de algodón, se pudre muy rápido. La mezclilla tarda mucho en secarse y no
sirve para la montaña. El naylon es más resistente, no se pudre y tarda poco en
secarse en un territorio en el que llueve nueve meses al año y los otros tres
meses te llueve adentro, porque sudas mucho. Para esto hicimos un taller de
costura también en comunidades. Se hacen en varios poblados cuando empiezan a
entrar muchos combatientes milicianos e insurgentes. La tela se compra por
varios lados, de tal forma que no se detecte que alguien está comprando mucha
tela del mismo color. Pero aunque así fuera, como no es una guerrilla actuante,
es difícil pensar que eso se está formando.
El naylon, los techos donde vivimos, los compramos
en cualquier mercado. Con eso te proteges de la lluvia. Y las hamacas las
tejemos nosotros, sólo comprábamos el hilo. Cada uno que llegaba tenía que tener
su hamaca.
Es una guerrilla barata.
¿Pero de dónde sale el dinero para comprar todo
eso que es barato?
En la primera etapa, como te digo, sale de las
colaboraciones de los compañeros que tienen empleo en la ciudad, o familiares de
gente que no sabe para qué va el dinero.
¿Y para las armas?
En la segunda etapa, cuando ya entran más
compañeros en los poblados, están las armas que de por sí tienen. Y por otra
parte las que empiezan a comprar algunos pueblos que pueden hacerlo porque
tienen ganado o cafetal en colectivo. Ellos juntaban el dinero, nos lo pasaban a
nosotros, y ya alguien de nosotros se encargaba de buscar dónde conseguir esas
armas. Es ahí donde se hace el contacto con gente del antinarcotráfico, que son
los que daban los golpes a los narcotraficantes y luego revenden las armas. Ahí
se consiguieron armas baratas, porque son “negras”, es decir, ya tienen el
antecedente de que fueron usadas y nadie las quiere, y por eso bajan de precio.
Las armas limpias, que nadie ha usado antes, son más caras. Así se logran
conseguir algunas armas de calibres grandes, pero sobre todo parque, que es el
coco de cualquier guerrilla. Ahí el problema de las armas no es grande,
porque el terreno juega del lado nuestro.
Cuando se da la orden del Comité de que hay que
atacar las ciudades, ahí sí tienes un problema porque ya el terreno no juega de
tu lado, entonces se hace un trabajo de infiltración e investigación, de
inteligencia militar, para ver dónde hay armas. Infiltramos a las guardias
blancas de los finqueros y hacemos una especie de retrato hablado de todas las
fincas, hasta saber incluso en que cajón están las armas. Esa información la
usamos el 31, cuando todos los finqueros estaban en las ciudades celebrando el
año nuevo. Fue una operación limpia, rápida, porque ya sabíamos dónde mero
buscar, y obtenemos así varios cientos de armas.
Luego, apoyados en la sorpresa del golpe inicial,
recuperamos otros cientos de armas ya de calibres del ejército y de la
policía.
¿Se arman más entonces prácticamente después del
primero de enero?
Sí. Definitivamente. El 31 de diciembre es cuando
tenemos potencial de fuego. Antes, no. Sí teníamos armas adecuadas para el
terreno en el que estábamos, pero no para lanzar un ataque de tal envergadura.
De hecho, los ataques de las ciudades dependían de esa peinada a las
fincas.
¿A más de dos meses de la guerra, cuál es el
balance que hacen?
A nivel estratégico es una victoria. Es decir,
aunque perdimos algunos combates, por ejemplo el de Ocosingo, mantenemos el
control de un territorio todavía, a casi tres meses del inicio de la guerra. En
inferioridad numérica y de medios, damos a conocer nuestro movimiento, nuestras
demandas, su base social, y brincamos todas las acusaciones de narcoguerrilla y
la de los extranjeros que ya nadie se la traga, aunque todavía alguien lo suelta
por ahí. En ese sentido, el problema se desplaza de quiénes son, a si es bueno o
no el camino. Es decir, ya nadie cuestiona las causas que originaron el
movimiento. Todos aceptan que hay condiciones sociales muy lacerantes, una
situación política muy asfixiante, que hacen hasta cierto punto lógico que pase
lo que pasó. Entonces la discusión se desplaza a por qué con las armas, por qué
no mejor el diálogo y todo eso. Todo esto le da mucho oxígeno a un movimiento
armado, eso te hace brincar etapas donde primero tienes que convencer a la gente
de que no eres extranjero, no eres narcotraficante, no perteneces a una facción
del gobierno, que sí tienes base popular. Y eso ya te pone frente a otros
problemas. Nosotros le jugamos eso, le apostamos a brincar etapas y ponernos de
lleno ante la sociedad como interlocutores. La sociedad es la que pregunta
entonces quiénes son y qué quieren. En este sentido, creo que lo logramos, que
tuvimos un éxito estratégico, sobrevivimos, existimos, aunque nuestras
posibilidades militares son muy limitadas, nuestras posibilidades políticas son
gigantescas, envidiables, diría yo, para cualquier otro movimiento.
Nuestro análisis político sobre la situación en la
que íbamos a estallar se quedó corto. Calculábamos que había descontento y que
iba a atraer simpatías el hecho de que alguien se levantara a protestar, pero no
a tal grado de lo que ocurrió.
Luego viene la etapa del diálogo, que es la que nos
agarra de sorpresa.
El inicio del diálogo con el
gobierno y con la sociedad civil
El mismo revuelo que causó la guerra hace que el
gobierno busque saber también qué está pasando. No creemos que el gobierno haya
querido llegar a un acuerdo de paz, sino saber quiénes éramos y qué pasaba,
saber porqué no nos podía acabar como le habían prometido los
militares.
Al mismo tiempo, en la sociedad se empieza a
generar esa misma expectativa: saber quiénes son, y buena parte de ella pide que
se busque otro camino, dice que sí son justas las causas, pero que se busque el
camino político; otra parte pide que nos presentemos para saber quiénes somos,
para conocernos, para ver si somos lo que decimos que somos o somos otra cosa. Y
ahí es donde nosotros decidimos presentarnos al diálogo, sin ninguna esperanza
respecto a la respuesta del gobierno, pero queríamos hablarle al país de otra
forma y por otros medios.
Y luego viene la etapa posterior al diálogo, donde
se polarizan muchas fuerzas que estaban subyacentes hasta antes del diálogo.
Parecía que sí había consenso por la paz, y luego se ve que no, que hay sectores
de la población que quieren la paz, pero la de antes, no una nueva paz. Se ve
que por lo menos una parte del gobierno no está interesado en la salida
polítíca, sino sólo en ganar tiempo, en esperar el momento oportuno para una
solución militar. Entonces se deteriora mucho el clima político para una
solución negociada, y la culminación es el asesinato de Luis Donaldo
Colosio.
¿Las cabezas que han
caído, la de Elmar Setzer (gobernador del estado), la de
Patrocinio González (secretario de Gobernación); la
de José Córdoba Montoya (brazo derecho de Salinas de
Gortari), forman parte de ese balance?
Tal vez la de Córdoba, pero la de Patrocinio y la
de Setzer responden a ajustes de cuentas internos más que a presión nuestra.
Patrocinio tenía encima que era el encargado de Gobernación y debería haber
sabido lo que estaba pasando, y además fue el gobernador de Chiapas cuando
nosotros estábamos creciendo. Por qué no se dio cuenta, o si se dio cuenta por
qué no dijo nada y si sí dijo por qué no lo escucharon. Alguien tenía que pagar
por eso y le tocó a él. Lo de Setzer, pues fue por sus torpezas, por cómo se
manejó al principio del movimiento. Ellos pensaron que para que nosotros nos
sentáramos a dialogar había que mandar una señal, en ese caso la de quitar a un
gobernador duro.
¿Y la de
Córdoba?
Yo pienso que viene del deterioro del ambiente, en
el que una parte es lo que hizo el EZLN, pero no todo. Está el propio asesinato
de Colosio. Córdoba ya tenía entonces dos errores grandes, el del EZLN, por
supuesto, y luego el de Colosio.
La participación del EZLN en esos cambios dentro
del gobierno es mínima. Luego dicen “bueno, ya lograron muchas cosas, ya
cálmense, tranquilícense”, pero como quiera todo eso que ha pasado no le hado ni
democracia, ni libertad ni justicia a este país, que es lo que nosotros
queremos.
Nosotros no queremos un cambio de nombres. Si sigue
sin haber cambios profundos que propicien una democracia, el ejercicio de la
libertad política y como consecuencia el cumplimiento de la justicia, porque si
no la cumples pues te quitan y ponen a otro, que es la presión que debe tener
cualquier gobernante, pues entonces no hay un cambio. Tienden mucho los
periodistas y algunos politólogos a ver en todo esto cambios estructurales, pero
nosotros, de veras, no lo vemos así.
¿Cuáles son sus
expectativas en estos momentos?
La expectativa de este movimiento es triunfar,
lograr que en este país haya democracia, libertad para escoger una u otra forma
de gobierno o sistema social o como le llamen ahora, y un equilibrio inicial de
los factores sociales y económicos, hasta lograr una justicia real.
El movimiento tiene la perspectiva de, por lo menos
una parte, seguir creciendo en la clandestinidad; mientras la otra también se
mantiene clandestina pero visible en el sentido de que ahí están, están armados,
poseen un territorio, quieren tal cosa y pueden atacar y defenderse. Otra parte,
los topos se preparan para cuando nos golpean a nosotros tomar ellos el
relevo.
¿Y qué hay en el
resto del país?
Algunos puntos sueltos de simpatizantes…La parte
que es mero del ejército, sobre la que se fincó el EZ, es muy pequeña, no
podemos decir que sea del país, aunque tiene ramificaciones, es muy ralita, como
la barba.
Ya después del primero de enero, pues aparecen
simpatías por varios lados, pero en el nivel declarativo o en el de ayuda, sin
implicarse.
¿No hay organización
zapatista en el resto del país?
En el sentido clásico del término, no. Hay como una
base de despegue, muy, muy pequeña.
¿Sólo en el
centro?
Yo no dije que era en el centro. No, no está en el
centro.
La formación del EZLN. Sus
primeros pasos
En la formación original del EZLN coinciden dos
factores, por un lado un grupo de personas de origen citadino, pequeño, unos
diez o doce…Digamos que eran 12, que venían de los fracasos en movimientos
pacíficos o legales, consideraban que estaban agotadas las vías para un cambio
democrático, gente del 1968, del 1971, de los choques populares de protesta, con
la expectativa de que la lucha fuera un camino, entre otros, para cambiar el
mundo. No en el sentido de la lucha armada como un todopoderoso, que por sí sola
generara un cambio, en ellos no estaba esa concepción. Eso fue hace diez
años.
Por otro lado, un grupo indígena, campesino, del
sureste de Chiapas, también en el mismo proceso, pero sin preferencia con la
lucha armada, sino en el sentido de abrir cauces democráticos ante la
imposibilidad de la lucha legal, con condiciones de vida muy pobres y con un
sector social integrado por los finqueros, los ganaderos, los terratenientes,
muy beligerantes contra ellos, en fin, lo que ahora es Chiapas, lo que ahora
ustedes descubren en Altamirano, desde hace muchos años así era.
Estos dos grupos, los de la ciudad y los indígenas,
se plantean la necesidad de preparar la lucha armada. Desde el inicio en el
primer grupo, el que es citadino, urbano, se maduran las experiencias de las
guerrillas de los setentas, la concepción del foco, el balance de guerrilla
urbana y de guerrilla rural, el movimiento urbano que crecía con acciones de
propaganda y se solventaba económicamente con secuestros, con recuperaciones.
Digamos que es la línea muy esquemática, con muchos matices de la experiencia
guerrillera de los setentas, muy golpeada por la represión, desmantelada casi en
su totalidad.
Este grupo pensaba que no, que la guerrilla no
podía nacer de un foco, que era algo que había preparar, que su parte
primordial, su columna vertebral, era el apoyo de la población, que no
necesariamente se manifestaba en el momento del enfrentamiento armado, sino
desde su preparación.
La cuestión económica, el financiamiento de esta
guerrilla en esta nueva concepción, no podía venir de acciones de este tipo, que
pusieran en riesgo la vida de los compañeros o del personal civil, como los
secuestros o asaltos con fines terroristas. Entonces se recurría a la
colaboración. Era una organización muy pobre económicamente, se sostenía con lo
que cada uno podía aportar, según sus medios o el trabajo en el que estaban como
profesionistas, maestros, etcétera.
Confluyen dos necesidades: Por un lado la necesidad
de la autodefensa frente a un sector social compuesto por los finqueros y el
gobierno estatal y municipal que los favorecía, y que los protege todavía. Y del
otro, una nueva concepción guerrillera en México, tan nueva que no se viene a
conocer hasta el primero de enero de 1994, porque su novedad estaba en que no
supeditaba su aparición al hecho de actuar, sino a que estuviera preparada para
hacerlo. La forma de financiamiento fue de tal forma que el aspecto militar
correspondiera al aspecto político, es decir, tú crecías tanto como el mismo
pueblo te abastecía, no recurrías a otros medios para conseguir apoyo económico,
recursos o equipo. Eso hace que esa concepción sea a muy largo plazo, o al plazo
que marque su mismo crecimiento político. Y es eso lo que marca la línea militar
nuestra, tan antimilitar en ese sentido, donde no se le da tanto peso al aspecto
militar, sino al político.
Pues bien, esas dos formas confluyen y se plantean
el problema de dónde. Finalmente, si tú quieres preparar un grupo armado,
entrenarlo, pues tiene que ser un lugar que reúna ciertas características para
no ser detectado, porque tu propósito es justo que no te descubran, lo que
quieres es prepararte, no enfrentarte. Entonces el grupo de indígenas campesinos
de Chiapas, muy avanzado políticamente, una especie de élite política, dice
“vénganse para acá, aquí hay condiciones”. Y es así como entra el primer grupo
del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en 1983. Ahí dicen, “bueno, nos
vamos a alzar y nos vamos a llamar Ejército”, porque la aspiración era a no
funcionar como guerrilla sino plantear una estructura de ejército regular,
pensando en que la tirada era aglutinar grandes contingentes armados y no
grupitos que estuvieran haciendo acciones terroristas. Zapatista, por la
expectativa de los compañeros del campo, con todo el problema de la tierra que
es muy agudo en el estado. Y de Liberación Nacional porque siempre se planteó
que la lucha fuera nacional, y que se articularía con otras fuerzas para un
movimiento más amplio, revolucionario.
Así llega el primer grupo a la selva y se empieza a
trabajar en el aspecto militar. Hay que estudiar manuales norteamericanos y
mexicanos de instrucción militar, primero guerrillera. Agarramos los manuales de
contrainsurgencia norteamericanos y luego los mexicanos, que en realidad son
sólo una traducción de los primeros. Y empezamos a aprender a vivir en la
montaña, a caminar, a cargar, a conocer las rutas, el terreno, los animales, sus
huellas, su olor. En fin, toda la lógica dentro de la selva. En la selva de la
que te estoy hablando no hay poblados, nadie se mete ahí, ni siquiera los
campesinos, porque es muy hostil, muy agresiva. La montaña te hace de nuevo o te
avienta para afuera.
Pasaron varios años en los que el grupo que está en
la montaña vivía del grupo que estaba en la ciudad, con la ayuda de ese otro
grupo de indígenas que es el que apoya en pasar las cosas hasta la montaña, a un
lugar en el que nosotros pasábamos a recogerlo.
De cualquier forma nosotros tratamos de no depender
del alimento que mandaban de la ciudad, porque sabíamos que en cualquier momento
se cortaba. Por eso le dábamos mucho a la cacería y al conocimiento de plantas
que hay en la montaña, y así poder balancear un poco la alimentación que
teníamos.
Lo que sigue es que el grupo de indígenas empieza a
hacer el trabajo político, explicando en los pueblos que en determinado momento
se va a necesitar la lucha armada, porque el gobierno no hace caso, y que
eventualmente se van a agotar los caminos legales, las vías pacíficas para
resolver los problemas. Y en un caldo de cultivo donde los ganaderos y los
finqueros son muy agresivos, esta idea empieza a prender, pero todavía muy
lento.
La concienciación sobre las condiciones de vida es
tan evidente que no necesitas explicar más. En este caso, el trabajo político
consistía en explicarles que había que contemplar una forma más de lucha, en
este caso la lucha armada. En esos momentos el contacto sigue siendo muy
cuidadoso, compartimentado, y así se va creciendo poco a poco, lo que hace que
se alargue la vía de abastecimiento, y que sea más fácil meter y sacar cosas,
porque más gente colabora. Y empiezan a aparecer colaboraciones espontáneas, nos
mandan tostadas, alguna fruta, lo que se da en las casas de los compañeros, y un
poco de café. Primero todo esto se mandaba hasta determinado punto, ahí lo
dejaban, y sin que ellos supieran quién lo hacía, uno de nosotros bajaba y lo
pepenaba, y lo llevábamos a otro lado, a donde estaba nuestro
campamento.
La cosa era tan limitada que la tostada la
guardábamos para una fiesta, por ejemplo para el 8 de marzo, para el primero de
mayo, 20 de noviembre, esos días nos tocaba una tostada a cada uno y tomábamos
café también. En ese tiempo los compañeros de los pueblos, que eran pocos aún,
querían conocer personalmente a quienes estaban ayudando. Y ahí hay otro cambio
respecto a guerrillas anteriores, porque les damos paso a los campamentos, que
se supone que es algo que no debe hacer la guerrilla, por seguridad y por otras
cosas. Pero ellos llegan a los campamentos y empiezan a pedir instrucción
militar, algo muy elemental porque nosotros estábamos más dedicados a aprender a
vivir de la montaña y apenas estábamos aprendiendo de los manuales posiciones de
tiro y orden cerrado (lo que hace que una unidad militar se mueva como
colectivo). Entonces llegan ellos y nos dicen “por qué no me enseñas eso”. Y a
partir de ese momento ya no nada más entregan la carga, sino también llegan a
aprender. Y como nosotros llevábamos una vida muy intensa, le sacábamos provecho
al día porque dependíamos de la luz del sol, en las tardes y en las noches nos
sentábamos a platicar, y ahí los que habíamos leído algo pues les platicábamos a
los demás. Era un especie de seminario, como dicen ustedes, y a cada quien le
tocaba exponer un tema. Y entonces los compañeros empiezan a meterse también en
esa dinámica, en esa forma de aprender la política, sobre todo la historia de
México.
Ahí se empieza a tejer entre nosotros y ellos una
relación muy grande, muy unida, muy difícil de romper.
Fuente: http://desinformemonos.org/2014/01/entrevista-marcos-completa/