El anuncio del Evangelio en el mundo
actual
(Segunda parte)
Alfredo César Dachary
El mensaje del Papa Francisco abarca todos los temas a fin de poder dar
una visión global de la realidad y, por ello, entra al tema ambiental actual y
sus causas: “… el afán de poder y de tener no conoce límites en este sistema, que
tiende a fagocitarlo todo en orden a acrecentar beneficios, cualquier cosa que
sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del
mercado divinizado, convertidos en regla absoluta…”. No busca como hace el
ecologismo simplificador el problema en los pobres sino que lo remite como único
responsable al sistema.
Los gobernantes como responsables de la
situación, por su fe ciega en el mercado y la gran corrupción, lleva a que
exprese el Papa su temor ante “…un dinero que gobierna en lugar de
servir…”, algo que hoy está en vigencia mientras se discute la desaparición
de poderes en un Estado y el papel del dinero del narcotráfico en la política.
Y profundiza la idea al sostener que,”…tras esta
actitud se esconde el rechazo de la ética y el rechazo de Dios. La ética suele
ser mirada con cierto desprecio burlón. Se considera contraproducente, demasiado
humana, porque relativiza el dinero y el poder. Se la siente como una amenaza,
pues condena la manipulación y la degradación de la persona. En definitiva, la
ética lleva a un Dios que espera una respuesta comprometida que está fuera de
las categorías del mercado. Para éstas, si son absolutizadas, Dios es
incontrolable, inmanejable, incluso peligroso, por llamar al ser humano a su
plena realización y a la independencia de cualquier tipo de esclavitud. La ética
-una ética no ideologizada- permite crear un equilibrio y un orden social más
humano. En este sentido, animo a los expertos financieros y a los gobernantes de
los países a considerar las palabras de un sabio de la antigüedad: «No compartir
con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son
nuestros los bienes que tenemos, sino suyos»(San Juan Crisóstomo, De Lázaro Concio II, 6: PG 48,
992D)”.
La reforma financiera, un tema del día a nivel
global, es también un tema de reflexión, ya que aquí está la base del nuevo
poder del capitalismo global y el Papa dice: “…una reforma financiera que no
ignore la ética requeriría un cambio de actitud enérgico por parte de los
dirigentes políticos, a quienes exhorto a afrontar este reto con determinación y
visión de futuro, sin ignorar, por supuesto, la especificidad de cada contexto.
¡El dinero debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres, pero
tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar
a los pobres, respetarlos, promocionarlos. Os exhorto a la solidaridad
desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética en favor
del ser humano…”.
El tema de la inequidad que genera
violencia es un tema diario en el mundo actual desde el terrorismo al
narcotráfico, pasando por muchos matices y actores, hoy la sociedad reclama
seguridad y el Papa afirma que, “… hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro
de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la
violencia. Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres pero,
sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra
encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión.
Cuando la sociedad - local, nacional o mundial - abandona en la periferia una
parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de
inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Esto no sucede
solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del
sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz. Así
como el bien tiende a comunicarse, el mal consentido, que es la injusticia,
tiende a expandir su potencia dañina y a socavar silenciosamente las bases de
cualquier sistema político y social por más sólido que parezca…”. Esta reflexión
parece estar escrita para varios países de América, incluido México, es una
“radiografía” de las décadas perdidas que hoy nos pasan la factura y no podemos
negar lo que se construyó desde la injusticia y la
inequidad.
La sociedad del consumo asimétrico y la creación
de grandes deudas sociales que son expresadas como inequidad, se ven como
resultados en la falta de seguridad, una combinación que siempre se ha negado, y
se ha pensado que con el uso de la fuerza se puede superar, lo cual ya hemos
comprobado es falso.
El Papa Francisco en un leguaje claro hace una
buena integración de estos fenómenos al sostener que: “…los mecanismos de la
economía actual promueven una exacerbación del consumo, pero resulta que el
consumismo desenfrenado unido a la inequidad es doblemente dañino del tejido
social. Así la inequidad genera tarde o temprano una violencia que las carreras
armamentistas no resuelven ni resolverán jamás. Sólo sirven para pretender
engañar a los que reclaman mayor seguridad, como si hoy no supiéramos que las
armas y la represión violenta, más que aportar soluciones, crean nuevos y peores
conflictos. Algunos simplemente se regodean culpando a los pobres y a los países
pobres de sus propios males, con indebidas generalizaciones, y pretenden
encontrar la solución en una «educación» que los tranquilice y los convierta en
seres domesticados e inofensivos…”.
Pero esa mayoría que es marginada o vive en la
pobreza se irrita más cuando la acción de los políticos que controlan el Estado
como si fuera de su propiedad y dice: “…esto se vuelve todavía más irritante si
los excluidos ven crecer ese cáncer social que es la corrupción profundamente
arraigada en muchos países - en sus gobiernos, empresarios e instituciones -
cualquiera que sea la ideología política de los
gobernantes…”.
Los desafíos culturales de estos tiempos tienen que ver mucho con la falta de comprensión de
la diversidad de ideas y en ello el Papa ve un problema al sostener que:
“…evangelizamos también cuando tratamos de afrontar los diversos
desafíos que puedan presentarse, a veces éstos se manifiestan en verdaderos
ataques a la libertad religiosa o en nuevas situaciones de persecución a los
cristianos, las cuales en algunos países han alcanzado niveles alarmantes de
odio y violencia. En muchos lugares se trata más bien de una difusa indiferencia
relativista, relacionada con el desencanto y la crisis de las ideologías que se
provocó como reacción contra todo lo que parezca totalitario. Esto no perjudica
sólo a la Iglesia, sino a la vida social en
general…”.
En la cultura predominante, el primer lugar está ocupado por lo
exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido, lo superficial, lo provisorio. Lo
real cede el lugar a la apariencia. En muchos países, la globalización ha
significado un acelerado deterioro de las raíces culturales con la invasión de
tendencias pertenecientes a otras culturas, económicamente desarrolladas pero
éticamente debilitadas. Así lo han manifestado en distintos Sínodos los Obispos
de varios continentes. Los Obispos africanos, por ejemplo, retomando la
Encíclica Sollicitudo
Rei Socialis, señalaron años atrás que muchas veces se quiere convertir a los
países de África en simples “piezas de un mecanismo y de un engranaje
gigantesco”.
Aquí aparecen los medios de comunicación como
grandes instrumentos de manipulación operados desde los centros de poder, y así
afirma que: “…los medios de comunicación social, los cuales, al estar dirigidos
mayormente por centros de la parte Norte del mundo, no siempre tienen en la
debida consideración las prioridades y los problemas propios de estos países, ni
respetan su fisonomía cultural. Igualmente, los Obispos de Asia subrayaron los
influjos que desde el exterior se ejercen sobre las culturas asiáticas. Están
apareciendo nuevas formas de conducta, que son resultado de una excesiva
exposición a los medios de comunicación social. Eso tiene como consecuencia que
los aspectos negativos de las industrias de los medios de comunicación y de
entretenimiento ponen en peligro los valores
tradicionales…”.
Con respecto a la fe en la actualidad, en una sociedad individualista y
consumista, hay un mensaje claro que sintetiza parte de lo expresado al decir:
“…la fe católica de muchos pueblos se enfrenta hoy con el desafío de la
proliferación de nuevos movimientos religiosos, algunos tendientes al
fundamentalismo y otros que parecen proponer una espiritualidad sin Dios. Esto
es, por una parte, el resultado de una reacción humana frente a la sociedad
materialista, consumista e individualista y, por otra parte, un aprovechamiento
de las carencias de la población que vive en las periferias y zonas
empobrecidas, que sobrevive en medio de grandes dolores humanos y busca
soluciones inmediatas para sus necesidades. Estos movimientos religiosos, que se
caracterizan por su sutil penetración, vienen a llenar, dentro del
individualismo imperante, un vacío dejado por el racionalismo secularista.
Además, es necesario que reconozcamos que, si parte de nuestro pueblo bautizado
no experimenta su pertenencia a la Iglesia, se debe también a la existencia de
unas estructuras y a un clima poco acogedores en algunas de nuestras parroquias
y comunidades, o a una actitud burocrática para dar respuesta a los problemas,
simples o complejos, de la vida de nuestros pueblos…”.
Cerramos la columna con una reflexión sobre la
globalización y sus consecuencias en la vida moderna “…el individualismo
posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y
la estabilidad de los vínculos entre las personas, y que desnaturaliza los
vínculos familiares. La acción pastoral debe mostrar mejor todavía que la
relación con nuestro Padre exige y alienta una comunión que sane, promueva y
afiance los vínculos interpersonales. Mientras en el mundo, especialmente en
algunos países, reaparecen diversas formas de guerras y enfrentamientos, los
cristianos insistimos en nuestra propuesta de reconocer al otro, de sanar las
heridas, de construir puentes, de estrechar lazos y de ayudarnos mutuamente a
llevar las cargas…”.
El texto es muy largo, sólo mostramos una pequeña
parte de una reflexión profunda de un Papa del siglo XXI, algo que incide en
medio de la oscuridad de ideas, proyectos y programas, lo cual esperamos sea un
aporte importante para la paz de los pueblos y la búsqueda de una sociedad más
justa.
alfredocesar7@yahoo.com.mx