En San Isidro de
Apartaderos
Desde San Rafael del Páramo de Mucuchíes, en
camino hacia Apartaderos, la primera población que se nos presentó a la vera de
la Carretera Trasandina fue un pequeño caserío llamado La Mucuchache, a 3.230
m.s.n.m. Allí, además del conjunto de casitas y una iglesia dedicada a San José
de la Sierra, había un restorán y algunos puestos de ventas de artesanías
destinados a los turistas que allí se instalaran, o que simplemente anduvieran
de paso.

La Mucuchache, sobre la Carretera Trasandina,
entre San Rafael de Mucuchíes y Apartaderos
En poco tiempo más arribamos a San Isidro de
Apartaderos, a casi sesenta kilómetros de Mérida y a 3342 m.s.n.m., por lo cual
su temperatura promedio anual era de sólo
6ºC.
El poblado tomó el nombre de la depresión donde
se encuentra el valle de Apartaderos, que a la vez se llamó así en virtud de los
caminos que desde allí se dirigían hacia Barinas y Trujillo en la época de la
colonia, además de constituir, por una cuestión de altura, una divisoria de
aguas. Todo esto tomando al término “apartaderos” como sinónimo de
“desvíos”.

Llegada a San Isidro de
Apartaderos
El pueblo se había convertido en un atractivo
turístico debido tanto a sus paisajes y como a la concentración de lugares de
venta de artesanías, productos comestibles, y bebidas regionales.

Venta de productos artesanales en
Apartaderos
Antes de continuar con nuestro paseo, Carlos
nos invitó a tomar un espeso y exquisito chocolate venezolano que nos permitió
recobrar fuerzas, ya que la altura se estaba haciendo sentir en nuestros
cuerpos. Y así pudimos subir las escalinatas que nos llevaban hasta la plaza del
Parque Loca Luz Caraballo.

En ascenso rumbo a la plaza de altura del
Parque Loca Luz Caraballo
La Loca Luz Caraballo era un personaje de la
cultura popular venezolana, particularmente de la región de los Andes del estado
de Mérida, que enloqueciera por perder a su marido y a sus hijos, al partir a la
guerra junto a Simón Bolívar. Cuenta la leyenda que por esa razón, ante su
encuentro con las huestes españolas, les indicara el camino opuesto a la ruta
del Libertador. Y era justamente por eso, que en la escultura que la
representaba en el parque que llevaba su nombre, su figura se levantaba de pie
con harapos largos, cabellera descuidada y el brazo alzado apuntando al
horizonte con un dedo, evocando el falso indicio dado al
enemigo.

Monumento a la Loca Luz
Caraballo
La vida de esa mujer, cuya verdadera identidad
era discutida, fue inmortalizada en la literatura por el poeta social venezolano
Andrés Eloy Blanco, en su “Palabreo de la Loca Luz Caraballo” (1936), que
aparecía en una placa junto a su figura, en las cercanías del
monumento:
Palabreo de la loca Luz
Caraballo
De Chachopo a
Apartaderos
Camina Luz
Caraballo,
con violetitas de
mayo
con carneritos de
enero
Inviernos del
ventisquero
farallón de los
veranos
con fríos
cordilleranos
entre riscos y
ajetreos
se te van poniendo
feos
los deditos de tus
manos
La cumbre te
circunscribe
al solo aliento del
nombre
lo que te queda del
hombre
que quien sabe donde
vive
Cinco años que no te
escribe
Diez años que no lo
ves
y entre golpes y
traspiés
persiguiendo tus
ovejos
se te van poniendo
viejos
los deditos de tus
pies
El hambre lleva en sus
cachos
algodón de sus
corderos
tu ilusión cuenta
sombreros
mientras tú cuentas
muchachos
una hembra y cuatro
machos
Subida, bajada y
brinco
y cuando pide tu
ahínco
frailejón para
olvidarte
la angustia se te
reparte
uno, dos, tres, cuatro,
cinco
Tu hija está en un
serrallo
dos hijos se te
murieron
los otros dos se te
fueron
detrás de un hombre a
caballo
La Loca Luz
Caraballo
dice el decreto del
juez
porque te encontró una
vez
sin hijos y sin
carneros
contaditos los
luceros
seis, siete, ocho, nueve,
diez

Placa con el poema de Andrés Eloy Blanco sobre la Loca Luz
Caraballo
La historia de la Loca Luz Caraballo la
recitaban los niños andinos a los visitantes del monumento, a cambio de
golosinas, ropa vieja, o cualquier otra cosa que se les pudiera ofrecer. Nuestra
relatora fue Tais, una nena de diez años con cachetes colorados, que nos dijo
que tenía tres hermanitos, y le dimos caramelos para
todos.

Con Tais y Carlos junto a la placa del poema de
Andrés Eloy Blanco
Desde el mirador pudimos divisar el
Observatorio Astronómico Nacional de Llano del Hato, administrado por el Centro
de Investigaciones de Astronomía de Venezuela. Y por estar ubicado a 3600
m.s.n.m., se consideraba uno de los de mayor altura del mundo. Constaba de
cuatro cúpulas, cada una con un telescopio, un museo y residencias para los
científicos. Era además, el mayor complejo de observación del país, por su
localización cercana a la línea del Ecuador (8º 47’ 11” N), teniendo la ventaja
de poder observar ambos hemisferios.

Observatorio Astronómico Nacional de Llano del
Hato
La ubicación de Apartaderos era casi en la
cumbre de la serranía de La Culata, presentándose en el valle una gran cantidad
de terrenos cultivados con hortalizas, utilizando la antigua técnica de terrazas
o andenes, y casas dispersas en las colinas.

Valle de Aparcaderos con terrenos cultivados y
casas dispersas en las laderas
Permanecimos un buen rato mirando el paisaje y
tomando fotografías a los cuatro vientos. Y luego de un breve descanso,
continuamos con nuestro recorrido por esa maravillosa región de los Andes
Venezolanos.

Con Omar en el mirador de Apartaderos, durante
un breve descanso
Ana María
Liberali