De Maracaibo a
Mérida
Si bien a vuelo de pájaro, hicimos una recorrida por Maracaibo que
en ese entonces, año 2012, tenía algo más de dos millones de
habitantes, siendo la segunda ciudad más poblada en el país, después de Caracas.
La ciudad se caracterizaba por ser el centro económico más
importante del occidente venezolano debido a que en las riberas del lago
Maracaibo se extraía y procesaba gran parte del petróleo del país; y eso se
reflejaba tanto en la densidad de edificios de altura como en la cantidad de
comercios y servicios que ofrecía.
El primer acercamiento europeo lo realizó Alonso de Ojeda en 1499,
quien junto con Juan de la Cosa y Américo Vespucio descubriera el lago de
Maracaibo. Y se atribuye a ese hecho el nombre de Venezuela cuando evocaron a
Venecia al ver que los habitantes vivían en palafitos sobre el lago y que la
gente se trasladaba de un sitio a otro mediante pequeños puentes de madera y en
canoas.
La ciudad fue fundada en tres ocasiones. La primera en 1529 por el
alemán Ambrosius Ehinger, quien la llamó Nueva Núremberg. Pero como la actividad
era nula y la población ínfima, fue traslada pocos años después, a la península
de la Guajira, que luego perteneciera a Colombia. En 1569, tras haber sometido a
los indígenas de la zona lacustre, el conquistador español Alonso Pacheco la
fundó nuevamente con el nombre de “Ciudad Rodrigo”. Pero un par de años después,
la población indígena se volvió a levantar, teniendo que ser abandonada por los
españoles. Y finalmente en 1574, fue refundada por el capitán Pedro Maldonado,
con el nombre de Nueva Zamora de la Laguna de Maracaibo. Y cuando la ciudad
comenzó a tener cierta identidad, vino la época de ataques por parte de piratas
y corsarios de origen holandés, inglés, galés y
francés.

La topografía marabina no era favorable ni atractiva para la
población, pero su estratégica posición geográfica la ayudó para el desarrollo
de un puerto con un amplio hinterland. A fines del siglo XVI, el puerto ya se
había convertido en el centro exportador del café proveniente de la región
andina colombo-venezolana, actividad que se mantuviera hasta 1917, fecha en que
se descubrió petróleo en la costa oriental del lago Maracaibo; y en ese momento
se inició una migración masiva de familias tanto de origen venezolano como
extranjero.
Ya en la segunda parte del siglo XX, Maracaibo era la sede de
muchas empresas de nivel regional, nacional e internacional, así como de
entidades bancarias de grandes capitales. Los palafitos se habían convertido en
casas, y las casas en edificios.
A partir de esa rica historia, la ciudad conservaba ejemplos de
arquitectura colonial y museos, considerándose además, un importante centro
cultural que contaba con varios centros
universitarios.
En el Centro se
encontraba la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá, patrona del estado de
Zulia, llamada cariñosamente La Chinita, a quien rendían culto multitudinario
todos sus fieles depositando ofrendas de gran
valor.

Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá en
Maracaibo
Si bien a primera vista, como toda ciudad petrolera, no nos resultó
para nada atractiva, Maracaibo hubiera merecido una visita más extensa, pero
nuestros tiempos estaban muy limitados y debimos volver en breve a la terminal
de ómnibus, donde todo lucía peor que en la noche anterior. La suciedad era aun
más visible, y muy especialmente la de los baños, que eran verdaderas letrinas.
Gran cantidad de personas seguían ofreciendo pasajes a los gritos con muchas más
ofertas y desorden nunca visto. Las boleterías vendían boletos a Mérida sólo
para la noche, mientras que por otro lado nos ofrecían remises a precios
bastante elevados y en coches viejos y no bien mantenidos. Y cuando nos habíamos
comenzado a inquietar, porque al día siguiente a la mañana teníamos una
actividad académica en la Universidad de los Andes, alguien nos dijo que había
buses y busetas que saldrían en pocos minutos hasta El Vigía, y que desde allí
tendríamos mayor cantidad de servicios.
Aceptamos la propuesta pero casi perdemos el vehículo porque nos
dimos cuenta de que no habíamos cambiado la hora de nuestros relojes, ya que en
Venezuela la hora oficial era de media hora más que en Colombia. ¡Sí, sólo de
media hora! A contrapelo del resto del mundo…

Vehículos de todo tamaño y antigüedad en la terminal de
Maracaibo
Apenas salimos paramos en un puesto callejero para que tanto el
conductor como algunos pasajeros se abastecieran de algunas
frutas.

Desde muy temprano los vendedores de frutas se instalaban en las
calles
Luego pasamos por barrios de casas bajas, centros comerciales, y
áreas verdes hasta llegar al borde del lago donde se encontraba el sector
industrial.

Un ciego cruzando la calle en un barrio tranquilo de
Maracaibo

Cadenas comerciales internacionales

Extensos espacios verdes

Arte religioso en parques y plazas

Zona portuaria industrial en el lago
Maracaibo
El Maracaibo es un gran lado salado, por estar conectado al golfo
de Venezuela por un estrecho de cincuenta y cinco kilómetros. Es alimentado por
numerosos ríos, siendo el más importante el Catatumbo. Se trata del lago más
extenso de América Latina con 13.210 km2, y uno de los más antiguos del
planeta.
El desarrollo de la actividad petrolera trajo consigo, como era de
esperar, la contaminación del lago, tanto por los innumerables derrames propios
de la producción como por los ocurridos por buques encallados, que han teñido de
un tono negruzco el fondo, algo muy visible en las costas donde las rocas
estaban cubiertas de esa sustancia pegajosa y de mal
olor.

Lago de Maracaibo, contaminado por el desarrollo de la actividad
petrolera
Pero también el lago era usado como basurero y desagüe de aguas
negras de la ciudad de Maracaibo, Cabimas y otras poblaciones menores
circundantes.

El lago también recibía los efluentes de las poblaciones
cercanas
Cruzamos el lago por el puente General Rafael Urdaneta o Puente del
Lago, como se lo llamaba localmente. Fue construido en hormigón armado entre
1957 y 1962, con una longitud de 8.678,90 metros.

Desde el puente General Rafael Urdaneta o Puente del Lago como se
lo llama localmente
Aunque para muchos pudiera parecer incomprensible, debo reconocer
que yo sentí una gran emoción mientras atravesaba el Maracaibo, debido a que era
uno de los tantos accidentes geográficos que veía en los mapas desde la escuela
secundaria, y que ambicionaba algún día conocer.

Cruzando el lago de Maracaibo me parecía estar en alta
mar
Continuamos transitando por la costa oriental del lago donde pasaba
uno de los oleoductos que transportaba el crudo desde su lugar de producción
hasta el puerto de embarque.

Oleoducto paralelo a la costa oriental del lago de
Maracaibo
Uno de los centros petroleros más importantes del sector oriental
del Maracaibo era Bachaquero, localidad que había crecido de la mano de la
industria petrolera, y contaba con un muelle industrial y un patio de tanques,
además de numerosos pozos.

Instalaciones industriales en
Bachaquero

Gran cantidad de pozos de petróleo en
Bachaquero

Bomba extractora de petróleo
Y fue en esa región del Zulia, donde comenzamos a ver grandes
carteles oficialistas, donde se mostraba al entonces presidente del país Hugo
Chávez Frías, publicitando planes de viviendas.

Hugo Chávez Frías quien en ese momento fuera presidente del
país
Después de unas horas de recorrido, el ómnibus hizo una parada en
un estadero, lo que en la Argentina llamamos parador de ruta, en El Dividive,
capital del municipio de Miranda, en el estado de Trujillo. Y ese lugar nos
sorprendió positivamente por lo bien puesto, la variedad de mercaderías
industrializadas, la limpieza, y la venta de diarios y revistas. ¡Nada que ver
con todo lo que habíamos visto en Colombia, donde casi todo lo que se vendía en
ese tipo de locales eran comidas grasientas elaboradas en el lugar, en pésimas
condiciones de higiene, y ni qué hablar de conseguir material de lectura!
En el camino veníamos comiendo galletitas de agua para descansar un
poco de las grasas y comidas contundentes, y allí terminamos comprando algunas
más, pero algunas saborizadas y otras dulces.
Lo otro que nos llamó la atención fue un enorme pesebre donde los
pasajeros que se acercaban le ponían dinero. Además ya era 25 de enero y todavía
estaba allí, mientras que en la Argentina se estilaba desarmarlos después del 6
de enero, Fiesta de los Reyes Magos.

Pesebre armado en un estadero al borde de la carretera
Panamericana
Y allí apareció otro cartel con la imagen de Hugo Chávez anunciando
la construcción de la red de cloacas para las comunidades de El Mamón, parroquia
El Dividive.

Anuncio sobre la construcción de red de cloacas en el sector El
Mamón – El Dividive
Mientras que en el pueblo se veían los de la oposición:
“Capriles – Radonski – Hay UN CAMINO”.

Representantes de la oposición

El Dividive – Municipio de Miranda - estado de
Trujillo
Alrededor del lago también existían gran cantidad de sembradíos que
se extendían por cientos de miles de hectáreas. Y esas actividades agrícolas
utilizaban pesticidas y fertilizantes que luego eran vertidas al Maracaibo,
dejando una enorme secuela e influyendo en la aparición de la lenteja acuática Lemna obscura,
que aprovecha esos fertilizantes residuales para su crecimiento de forma
descontrolada, llegando en ese momento a cubrir un 15% de la superficie del
lago. La Lemna, al impedir el paso de la luz también impedía el ciclo de vida de
las especies, modificando el ecosistema y matando a todas las algas y plantas
situadas en el fondo del lago al verse impedidas de realizar su proceso de
fotosíntesis. Y al final de dicho proceso, la misma Lemna moría dejando
emisiones tóxicas causantes de enfermedades pulmonares y
dermo-alérgicas.

Plantación de bananos en la costa sur del lago de
Maracaibo
Además de bananos, la zona sur del lago Maracaibo se destacaba por
la cría de ganado lechero, abasteciendo de materias primas a toda la
región.

Extensos campos de producción
agropecuaria

La existencia de alambrado era testigo de cría de
ganado
Al llegar al Municipio de Sucre bajaron varios pasajeros, y a
partir de allí la carretera se fue alejando del
lago.

Municipio Sucre
Cruzamos gran cantidad de arroyos y riachos con piedras, muchos de
ellos muy meandrosos y con rápidas crecidas producidas por las
lluvias.

Río del sur del estado de Zulia

Ríos y arroyos que crecían velozmente en función de las
lluvias

Pesadas piedras eran arrastradas por la fuerza de las
aguas
Durante el último tramo del trayecto comenzó a garuar para luego
convertirse en lluvia intensa a medida que nos acercábamos a la ciudad de El
Vigía, por lo que al bajarnos del bus, a pesar de que la buseta que iba a Mérida
estaba justo detrás, no pudimos evitar mojarnos.

Aumento del caudal del río durante las intensas
lluvias
Estábamos sobre una meseta a 130 m.s.n.m. que habíamos ido subiendo
sin darnos cuenta, pero ahora comenzaría un camino de montaña, ya que Santiago
de los Caballeros de Mérida se encontraba a 1.630 m.s.n.m., y debíamos subirlos
en tan sólo sesenta kilómetros.
Eran más de las cinco y media de la tarde, y nos aseguraron que
llegaríamos a destino pasadas las siete, pero las fuertes lluvias ocasionaron
desprendimientos en las laderas de las montañas y además se concentró mucho
tránsito al ingresar a Mérida. Ese tramo resultó particularmente tedioso porque
nos sentamos donde pudimos y muy apretados ya que el vehículo iba cargado de
gente y de paquetes, un niño chilló todo el tiempo, y no pudimos ver el paisaje
por las ventanillas porque además de la lluvia se hizo rápidamente de
noche.
Llegamos a la terminal cerca de las 8 p. m., y comimos una arepa
con quesos blanco y amarillo de manera rápida porque a las 20,30 cerraba el bar.
Tomamos un taxi y nos alojamos en el hotel Mucubaji, en la avenida Universidad,
donde logramos un descanso reparador después de tanto
trajín.
Ana María Liberali