¿Fútbol versus
academia?
El 17 de junio de 2010, a las siete en punto de la mañana hora
venezolana, Hildegardo y yo nos encontramos en el bar del hotel con el fin de
desayunar y ver por televisión el partido de fútbol entre Argentina y Corea del
Sur, que se jugaría en la ciudad de Johannesburgo, durante el Mundial de
Sudáfrica. Obviamente no éramos los únicos, pasajeros tanto venezolanos como de
otros países también acomodaron sus sillas de frente al televisor.
Tan sólo a los 17 minutos, Park Chu-Young, destacado jugador del
equipo coreano hizo el primer gol, ¡pero en contra! Todos lo festejamos, porque
el resto de la improvisada platea también iba por Argentina. A los 33 minutos,
Gonzalo Higuaín marcó el segundo tanto argentino, que supuestamente había
definido el partido; pero a los 46, Lee Chung-Yong hizo un gol para
Corea.
Cuando estábamos en lo mejor del partido, vimos llegar a Omar
Morales, quien nos pasaría a buscar para llevarnos a la Escuela de Geografía de
la Universidad Central de Venezuela donde debíamos participar del Conversatorio
“Los Estudios de Geografía en América Latina”, para el cual habíamos sido
expresamente invitados a Caracas. No obstante en ese momento no teníamos
ningunas ganas de ir. Estábamos como los chicos cuando se les interrumpe un
juego para hacer los deberes. ¡Pero no! Omar Morales traía muy buenas noticias.
A pesar de que Venezuela no se había clasificado para el Mundial, en la
universidad habían colocado pantallas en varios lugares, y tanto administrativos
como profesores y estudiantes querían ver el partido, por lo que nuestra
actividad iba a ser postergada en media hora. Así que pudimos disfrutar de los
otros dos goles de Higuaín a los 76 y 80 minutos respectivamente, finalizando:
¡Argentina 4 y Corea del Sur 1!
Al margen de mi gratitud personal, la
actitud que tomaron en la universidad me pareció muy apropiada, porque
demostraban así, que lejos de estar en un academicismo elitista, estaban bien
inmersos en el mundo en que vivían, que no es poca cosa en el ámbito académico.
Porque como dijera el filósofo y antropólogo Rodolfo Kusch, en su libro América
Profunda: “Cuidamos excesivamente la pulcritud de nuestro atuendo universitario
y nos da vergüenza llevar a cabo una actividad que requiere forzosamente una
verdad interior y una constante confesión.”
Aunque el vóley sea el deporte de mi preferencia, debo reconocer
que un torneo internacional no despierta las pasiones del fútbol; como tampoco
lo ha logrado ninguna otra actividad, ni siquiera artística, porque involucra a
todos los sectores sociales de todos los países.
Además el fútbol ha estado mucho más ligado a mi vida de lo que
pudiera pensarse. Por un lado, mi abuelo Enrique Liberali, además de haber sido
referí, junto con su hermano César fueron co-fundadores del Club Atlético Puerto
Comercial, creado en 1915 en el patio de la casa donde dos años después naciera
mi padre, en Ingeniero White, puerto de Bahía Blanca; y cuyos colores, verde y
amarillo, tomados de la tuna en flor, fueran propuestos por Emilio Rossini, mi
bisabuelo. Y por otro lado mi padre, Ampelio Liberali, fue comentarista
deportivo de varias radios, lo que posteriormente lo llevara a escribir libros
sobre el tema y conocer el mundo. Y eso también posibilitó que en una primera
etapa yo fuera con él a las cabinas de trasmisión conociendo casi todos los
estadios de Buenos Aires y de hecho sus respectivos barrios; como también a
saber y hurgar acerca de todos los países hacia donde él viajaba, definiendo así
en parte mi vocación.
En una oportunidad en que íbamos en el auto, se nos cruzó una
pelota y me padre frenó de golpe. Yo le cuestioné la maniobra brusca tan sólo
por una pelota. A lo que él me contestó:
-“Cada vez que se me cruce una pelota voy a frenar así. Primero
porque además de la pelota siempre viene un chico corriendo atrás; y segundo
porque gracias a una pelota te doy de comer y pago tus
libros”.
Mientras ejercí como profesora en la escuela secundaria, y a veces
también en la universidad, me he valido de la curiosidad que implicaba cada
equipo de fútbol internacional para hablar sobre su geografía. Como también en
algunas escuelas donde predominaban los varones, nunca tuve reparo en hacer un
espacio los lunes a primera hora para charlar sobre fútbol, antes de empezar con
la clase. ¡Y todos felices!
Además, cuando viajo por el mundo, al margen de que en Austria
relacionaran a mi país con Piazzola y en Tailandia con Los Pumas, en todo el
resto de los más de treinta países que visité, me vincularon con Maradona, y en
los últimos años con Messi, nuestros mejores embajadores. ¡Ellos deberían estar
en los billetes y no el genocida de Roca!
Muy inspirada entonces, fui con Hildegardo y Omar a la Universidad
Central donde se desarrollaron las actividades académicas muy exitosamente, y
que habían reunido a docentes y estudiantes de diversas regiones de
Venezuela.

Con los Profesores Temístocles Rojas (Universidad Central de
Venezuela),
Hildegardo Córdova Aguilar (Pontificia Universidad Católica del
Perú),
Omar Morales Lesseur (Universidad Pedagógica Experimental de
Maturín - Venezuela),
y Pedro Barrios
Mota (Director de la Escuela de Geografía de la
UCV).

Con Pedro Barrios
Mota, Omar Morales Lesseur, Ana Semeco, Temístocles Rojas y Beatriz
Ceballos

Con el Br. Javier González (Presidente del Centro de Estudiantes de
la Escuela de Geografía),
quien lucía la camiseta del Zamora Fútbol Club de Venezuela, otros
estudiantes
y el Director de la Carrera de
Geografía.
Al caer la tarde Beatriz Ceballos nos llevó a Hildegardo y a mí a
hacer una recorrida en auto por la ciudad, mostrándonos en general su sector de
edificios de mayor altura como así también algunos de sus
parques.

Edificación de altura y embotellamiento en la ciudad de
Caracas

Zona de parques de Caracas a la vuelta de una jornada
laboral
Y a la noche Beatriz nos invitó a su casa donde nos reunimos con
varios profesores de Geografía venezolanos.

Con Hildegardo y Beatriz en la terraza de su departamento en
Caracas
Con sus propias manos nos había preparado una gran variedad de
platos representativos de diferentes regiones de Venezuela, muchos de ellos con
base de arepas. Una verdadera geografía
gastronómica.
La reunión estuvo muy entretenida porque todos teníamos anécdotas
personales y viajes para contar; además hablamos de nuestras respectivas
actividades académicas, y como tema obligado, también de
fútbol.

Degustando los exquisitos platos de la cocina
venezolana
Tal vez algún día pueda volcar mis investigaciones hacia una
Geografía del Fútbol, como continuidad del audiovisual que mi padre hiciera
sobre “El Partido que Nadie Ve”, que fuera premiado por el Círculo de
Periodistas Deportivos de Buenos Aires, por considerarlo como una verdadera
imagen de todas las implicancias sociales, económicas, y de hecho, geográficas
que un partido de fútbol trae aparejadas.
Y por último, pido disculpas por no haberlo dicho antes, soy hincha
de River Plate, del Barça (desde antes de Messi), y fanática de Puerto
Comercial.
Ana María Liberali