En el este de la ciudad, un barrio
abandonado. Foto: EFE / Reuters
DETROIT, Michigan.- En la cúspide del
poder industrial, Detroit
se convirtió en un motor incontenible de la
economía norteamericana, ofreciendo trabajos bien pagados, un pasaporte a la
clase media para varias generaciones de trabajadores del sector automotriz y
vehículos a precios asequibles que pusieron al mundo entero sobre
ruedas.
Pero anteayer el otrora poderoso símbolo de la
fuerza manufacturera de Estados Unidos se convirtió en la mayor
ciudad del país en declararse en quiebra ,
como resultado de un prolongado y lento declive en población y fabricación de
autos.
Aunque se temía desde hacía meses ese desenlace, el
camino que sigue es aún más incierto. La bancarrota podría significar despidos
de empleados, ventas de bienes, aumentos de tarifas y una reducción de servicios
básicos, como la recolección de basura y limpieza de nieve, cuyos gastos ya
habían sido recortados.
El gobernador de Michigan, Rick Snyder, dijo ayer
que el proceso de bancarrota permitirá que se realicen mejoras para la ciudad,
con un gran énfasis en la seguridad pública y otros servicios municipales, que,
según admitió, son "inaceptables'' desde hace mucho.
Además, Snyder dijo que ofrecería un camino más
seguro para los acreedores, que no saben cuánto cobrarán, si acaso lo hacen. El
proceso pondrá en claro que "ésta es una deuda que puede pagarse y se pagará",
indicó. "Ahora es nuestra oportunidad de detener un deterioro de 60 años'',
señaló el gobernador.
Pese a ello, Kevin Frederick, un representante de
admisiones para una escuela de entrenamiento profesional, calificó la decisión
de "una vergüenza''.
"Supongo que tenemos que retroceder un par de pasos
a fin de tomar impulso y continuar'', dijo Frederick.
Ahora, los líderes municipales y estatales tendrán
que enfrentar el reto de reconstruir el presupuesto inservible en nada menos que
un año. Kevyn Orr, un experto en bancarrotas contratado por Michigan en marzo a
fin de impedir la caída de la delicada situación fiscal de Detroit, dijo que la
ciudad continuaría con el cumplimiento del pago de sus cuentas y de sus
empleados.
Pero Michael Sweet, un abogado especializado en
bancarrotas, de la oficina de Fox-Rothschild en San Francisco, aclaró: "No
tienen que pagarle a quien no deseen pagar. Y nadie los puede
demandar".
Entonces, a comienzos de la década del 60, las
empresas automotrices comenzaron a abrir plantas en otras ciudades. El valor de
los bienes raíces y el ingreso de impuestos descendieron, y para la policía fue
imposible controlar la delincuencia. Años después, el incremento de los
automóviles importados de Japón comenzó a socavar la producción de la industria
automotriz de Estados Unidos.
Cuando se produjo la crisis de la industria
automotriz en 2009, sólo quedaban algunas cuantas fábricas de General Motors
(GM) y de Chrysler. GM es la única empresa con sede en Detroit, aunque cuenta
con vastos centros de investigación y de pruebas con miles de trabajadores fuera
de la ciudad.
El ocaso de una planta de General
Motors. Foto: EFE y Reuters
Detroit perdió 250.000 habitantes entre 2000 y
2010. Actualmente, la población trata de no bajar de 700.000
personas.
El resultado es una metrópolis plagada de
vecindarios prácticamente desiertos y con algunos lugares sin servicios básicos.
Una ciudad destartalada que quedó agobiada por un déficit presupuestario que se
cree supera los 380 millones de dólares y una deuda acumulada desde hace mucho
de 18.500 millones de dólares.
En meses recientes, los 10.000 empleados
municipales recibieron sus salarios por el dinero de bonos con respaldo del
Estado.