Cómo la crisis europea hundió a
Pescanova, un gigante español de la pesca
18/7/13
REDONDELA, España—La caída de Manuel Fernández de Sousa, quien hizo
que Pescanova SA PVA.MC -19.26%pasara de ser una empresa pesquera
provincial española a un gigante multinacional, es una historia aleccionadora
sobre la crisis bancaria que todavía se siente en Europa.
Sus
problemas comenzaron en una reunión de la junta directiva el 27 de febrero,
cuando los dos nuevos directores lo interrogaron sobre los propuestos resultados
financieros de la empresa.
Dos días
antes, Fernández los había convocado junto a otros grandes accionistas para
alertarlos que la empresa afrontaba una escasez de efectivo de 50 millones de
euros (US$65,6 millones). ¿Entonces por qué, preguntaron los nuevos directores,
se disponía Pescanova a divulgar resultados de 2012 que mostraban una gran
ganancia y abundancia de efectivo? "Las cifras no tenían ningún sentido", dijo
uno de los dos, François Tesch, cuya firma tenía una participación de casi 6% en
la empresa. Los dos directores se negaron a aprobar las cifras y Fernández no
las publicó.
Esa
confrontación provocó una sucesión de eventos que llevaron a Pescanova a
solicitar la protección por bancarrota. Las autoridades más tarde le quitaron a
Fernández —que está siendo investigado por presunta falsificación de cuentas y
por vender acciones antes de que surgieran las malas noticias— el control
operativo de Pescanova. El miércoles, Fernández, que se había comprometido a
quedarse, dimitió.
Fernández dijo que no quería
"suponer un obstáculo para la administración concursal, de cara a las
negociaciones que se han de llevar a cabo con los acreedores del concurso".
El
escándalo de una de las mayores empresas de pescado congelado del mundo ofrece
una instantánea de la aflicción corporativa que aqueja al sur de Europa, desde
que el grifo de crédito del continente se secó. Los ángulos de esta imagen
ilustran a compañías que asumieron mucha deuda y crecieron con rapidez antes de
que estallara la burbuja crediticia. Ahora, algunas de estas empresas están
siendo investigadas por prácticas presuntamente
ilegales.
En
Pescanova, una reciente auditoría de KPMG halló que la empresa acumuló en
secreto una deuda de 3.280 millones de euros, cerca del doble de la cantidad que
había divulgado en informes financieros. Un juez lo calificó como un complot
para presentar "una imagen irreal de la situación económica y patrimonial" de la
empresa.
En una
entrevista en junio, Fernández, que se desempeñó como presidente ejecutivo de la
empresa, reconoció que la deuda era mayor de lo reportado y que había errores en
la forma en que Pescanova y su auditor, BDO España, llevaron la contabilidad.
"La
dirección cometió errores. BDO cometió errores", afirmó Fernández. El empresario
admite haber vendido algunas de sus acciones, pero indica que después prestó más
de 9 millones de euros de los fondos recaudados para ayudar a la empresa a salir
de la restricción de efectivo. En una declaración legal posterior, Fernández
dijo que ninguna de sus acciones formó parte de una "estrategia fraudulenta
deliberada", y que fueron realizadas de buena fe para mantener a flote a su
empresa. BDO declinó hacer comentarios.
Con la
renuncia de Fernández, no está claro quién dirigirá ahora la empresa. La junta
directiva no nombró a un nuevo presidente. Las operaciones diarias siguen en
manos del administrador de la bancarrota, Deloitte. Al mismo tiempo, algunas de
las filiales de la empresa en América Latina han iniciado los procesos de
bancarrota en jurisdicciones locales. Esto supone un grave riesgo porque podría
significar que varios de sus activos clave acaben siendo vendidos para pagar a
los acreedores.
Tesch,
uno de los directores, dice que la reunión de la junta duró siete horas sin
receso para almorzar. Señaló que la auditoría no le dejó otra opción a Fernández
que marcharse. "Simplemente fue un informe devastador", recuerda Tesch.
El
colapso de Pescanova, la tercera mayor bancarrota en la historia española, se
produce en un momento en que el país sufre los efectos de una ola de presuntos
delitos financieros que han cargado de costos a accionistas y contribuyentes.
Como en otras partes de Europa, las acusaciones de fraude corporativo están
obstaculizando los esfuerzos del país para recuperar la confianza de los
mercados financieros y salir de la recesión.
Además
del caso Pescanova, la fiscalía española está investigando presuntas
irregularidades en siete bancos que hicieron préstamos de manera agresiva
durante el boom inmobiliario de principios de los 2000 y después necesitaron más
de 30.000 millones de euros en rescates del gobierno cuando la economía se
contrajo. Todos los bancos han negado haber cometido prácticas ilegales.
El
declive de Pescanova es particularmente impactante ya que se trata de una
potencia global con más de 10.000 empleados en 26 países, incluida América
Latina. En 2011, su facturación fue de 1.670 millones de euros. Rodolfo
Langostino, su mascota, un langostino con acento argentino que baila tango, es
muy conocido entre los españoles.
Fernando
Ruiz Lamas, un profesor de finanzas de la Universidad de La Coruña, en Galicia,
la región donde se fundó Pescanova, apuntó que la compañía "nunca hizo la
transición de una empresa familiar a una empresa que cotiza en bolsa".
Fernández, hijo del fundador, colocó a su hijo y hermano en la
junta. Ambos están bajo investigación, afirman las autoridades.
En
abril, Pescanova contrató a la firma de contabilidad KPMG para que llevara a
cabo una auditoría forense. Dijo que halló que la empresa pesquera ocultó deuda
en filiales remotas cuyas cuentas nunca fueron consolidadas con las de la
matriz. La consultora también descubrió que Pescanova utilizó facturas falsas de
empresas fantasma para obtener financiación a corto plazo de bancos y empresas
de factoraje, que compran facturas y después recaudan pagos.
Fundada
en 1960, Pescanova fue una pionera en el uso de buques fábrica, que congelan la
pesca a bordo. En los últimos 15 años, Fernández lanzó una costosa
diversificación a la acuicultura, abriendo granjas de mariscos en Portugal,
Ecuador y Chile. Los bancos "ofrecían más dinero de lo que uno podía
desarrollar", anota Fernández. Pero el crédito se secó cuando Europa entró en
crisis en 2008, añade, y desde entonces ha sido difícil financiar la empresa.
A
mediados de 2011, un banco de ahorros de Galicia, que estaba tratando de reducir
su tamaño debido a la recesión en el país, vendió una participación en Pescanova
y renunció a dos puestos en la junta. Para ocupar sus lugares, llegaron Tesch,
representando a la firma de inversión Luxempart, con sede en Luxemburgo, y José
Carceller, representando a la cervecera Grupo Damm, con sede en
Barcelona.
A
mediados de 2012, Fernández sorprendió a los nuevos directores con un plan para
recaudar capital emitiendo más acciones. Tesch y Carceller accedieron bajo la
condición de que Fernández los nombrara al comité de auditoría de la junta.
Tras
completarse la emisión de 125 millones de euros en agosto, Fernández les dijo a
los directores que tendrían que esperar a que los accionistas votaran en una
propuesta para expandir el comité en la reunión anual de abril. Fernández
explicó recientemente que no quería obligar a un miembro del comité de auditoría
de entonces a renunciar. Pero Tesch empezó a tener sus dudas. "Había una fuerte
resistencia y me pareció un poco extraño".
Pero las
cosas no tardaron en enrarecerse aún más. El 15 de febrero, Fernández proyectó
una ganancia para 2012 que rondaba los 40 millones de euros, superando las
estimaciones anteriores, indica Tesch.
Sin
embargo, el 25 de febrero, Fernández convocó a Tesch y Carceller, además de
otros grandes accionistas, a un reunión de emergencia para discutir la
restricción de liquidez de 50 millones de euros. En una entrevista, Fernández
atribuyó los cambios en el pronóstico a negociaciones volátiles con prestamistas
y firmas a las que había intentado vender algunos de los activos chilenos de
Pescanova.
Finalmente, llegó la reunión de la junta del 27 de febrero que,
según Carceller, produjo el "bombazo" que sacaría a relucir los problemas de
Pescanova.
Tesch y
Carceller pasaron la mañana debatiendo el informe financiero de 2012 con
Fernández. El documento mostraba ganancias sólidas y casi 150 millones de euros
en efectivo, sin indicios de la crisis de liquidez que Fernández había
mencionado dos días antes, informaron los participantes de la reunión.
Tesch y
Carceller dicen que se encontraron ante un dilema. Si accedían a firmar el
informe, podrían acabar siendo acusados por la fiscalía de respaldar información
falsa. Pero negarse supondría poner en evidencia los problemas de la compañía y
perjudicar el valor de sus inversiones.
Al
final, se negaron a firmar. "Si hubiéramos firmado esos papeles, esto hubiera
continuado con más deuda y más problemas", dijo Tesch.
En
retrospectiva, Fernández dice que el informe financiero nunca debería de haber
sido presentado a la junta. Parte de la culpa la tenía BDO, señaló, pero "la
dirección debe producir las cifras correctas y evitar que una persona cometa
errores". BDO no está siendo investigada, aseguran las autoridades.
El 28 de
febrero, Pescanova informó a la comisión de valores que aplazaría la publicación
de sus resultados financieros de 2012, hasta que vendiera su negocio chileno o
buscara la protección por bancarrota.
A
mediados de marzo, Fernández anunció que había discrepancias que "podrían ser
significativas" en la magnitud de la deuda antes reportada y varias semanas
después Pescanova se declaró en bancarrota. Además de Fernández, cinco miembros
actuales y previos de la junta están siendo investigados por un juez por
acusaciones de falsificación de cuentas. Algunos altos ejecutivos también están
bajo investigación. A excepción de Fernández, los ejecutivos y directores no
pudieron ser localizados para hacer comentarios.