NCeHu 468/13
Crisis y
geografía
Osvaldo Coggiola
Prensa Obrera
Buenso aires, 11 julio, 2013
Junio quedará en la historia por la
realización de manifestaciones de masas simultáneas en más de 600 ciudades, por
primera vez en todo el territorio de Brasil.Ahora, retorna a la agenda pública la crisis económica y política.
El tarifazo de los transportes fue anulado en todas las ciudades, incluso en las
que no hubo manifestaciones. El pavor de gobernadores e intendentes fue
memorable. El gobierno nacional, inicialmente paralizado, ha respondido con una
propuesta de “cinco pactos” (que ya nadie recuerda) y con la promesa de
consagrar el 100% de las regalías del petróleo de aguas profundas a la salud y
la educación -o sea apenas un 8% de la renta petrolera. A su vez, el Senado le
recortó un 56,3%. El Congreso anunció desgravaciones impositivas para las
empresas de transporte, para compensar la anulación de los aumentos de
tarifa.
En su pánico inicial, el gobierno propuso un
plebiscito popular para convocar una “asamblea constituyente para una reforma
política”, lo que luego se transformó solamente en un plebiscito sobre
elecciones y partidos, y más tarde en un referendo sobre cinco tópicos acerca de
el sistema electoral. La improvisación no impidió que la izquierda “progresista”
del PT o de algún otro partido “de izquierda”, para no hablar de una
intelectualidad izquierdosa, apoyara con entusiasmo el engendro concebido para
desmovilizar al pueblo. La explosión popular provocó una derechización aún mayor
de la izquierda brasileña.
El gobernador de Rio Grande do Sul, Tarso Genro
(PT) abrió un sitio de Internet para recibir sugerencias de la población. El
PSTU, único partido relevante de la izquierda clasista, cambió, en su espacio
gratuito de televisión, el rojo predominante de su color habitual por el
“verdeamarelo”, incluyendo un símbolo que algunos compararon con el de la CBF
(la AFA del Brasil). El PSOL reaccionó en direcciones disparatadas, según la
tendencia que integra su desintegrado panel. En estas condiciones, la propuesta
de un “frente (electoral) de izquierda” (para 2014), reiterada en TV por el
PSTU, carece de contenido. Se observa una acentuación del divorcio entre la
izquierda y la situación del país, ni hablar de las masas.
La “reforma política” propuesta por el gobierno es
una farsa reaccionaria. Sus aspectos principales son el financiamiento público
exclusivo de las campañas electorales y el voto en lista sábana. Con esto
pretende continuar con las operaciones para salvar de la cárcel a la cúpula
lulista del PT y de aliados del PMDB por un sonado caso de corrupción
(mensalao), armado para asegurar una mayoría parlamentaria permanente al
gobierno de coalición. La reforma no toca la extinción del Senado o la
reducción del mandato de senador (ocho años), no promueve la elección popular de
jueces y fiscales, ni deroga la vergonzosa Ley de Amnistía, que declaró impunes
para siempre a asesinos, torturadores y ladrones comprobados del régimen
militar. Para no hablar de la militarización de las policías, que matan
impunemente (poseen fuero judicial y tribunales propios). Que la izquierda apoye
esta porquería revela el nivel de su bajeza.
La oposición parlamentaria negocia a cuentagotas en
función de desgastar al gobierno de coalición PT-PMDB o hasta de provocar la
renuncia anticipada de Roussef, cuya ‘popularidad’ cayó al 27%, en cuyo caso
asumiría el vice o el presidente de la Cámara (ambos del PMDB). El “golpe” sería
el de los aliados que el PT abrazó y aduló en los últimos diez años. La crisis
económica acelera los plazos. El crecimiento del PBI, previsto inicialmente en
más de 3,5%, ya ha sido reducido a menos del 2% (abajo del crecimiento
demográfico, lo que provocará una nueva caída del PBI per cápita). El aumento de
las tasas de interés, cediendo a la presión del capital financiero, no logra
impedir la fuga de capitales, y ha aumentado la deuda pública al punto de
provocar el recorte suplementario de 15 mil millones de reales del presupuesto
(afectando, claro, salud y educación…) para cumplir con la meta fondomonetarista
de superávit primario. Compárese con el previsto superávit comercial de 6,5 mil
millones de reales (10% del superávit de los “años de oro” de Lula) después de
haber transformado todo el sistema productivo y de obras públicas para hacer del
país una plataforma exportadora.
La economía brasileña, como ya lo dijimos, es una
bomba de tiempo. Ahí está el destino del “grupo (holding) X”del “empresario
nacional” de Lula/Dilma, Eike Batista (ex 8º fortuna del mundo, actualmente
fuera de la lista de las primeras 200), cuyas empresas perdieron 90% de su valor
bursátil en los dos últimos meses. Vinicius Torres Freire, principal
comentarista económico de la Folha de S. Paulo, afirmó que hay una “huelga de
inversiones” del sector privado desde 2012. Las masas están votando con los pies
en la calle, la burguesía con el bolsillo.
El paro tardío del 11 de julio convocado por las
centrales sindicales por “mayores inversiones en sanidad y educación; aumento de
salarios para los trabajadores; reducción de la jornada de trabajo; apoyo a la
reforma agraria y transporte público de calidad” (reivindicaciones que Dilma
Rousseff ni se tomó el trabajo de escuchar en la entrevista que mantuvo con los
sindicatos) está presidida por la defensa de la reducción de las tasas de
interés, una reivindicación de la burguesía endeudada. El paro aislado intenta
desviar la rebelión popular y ponerse a la cabeza de las negociaciones de su
agenda -como recurso último para salvar al gobierno del derrumbe capitalista.
Conlutas, la pequeña central sindical clasista, se sumó al paro sin criticar su
finalidad desmovilizadora.
Las tendencias al derrumbe financiero, que se
manifiestan en la salida de capitales del más importante de todos los ‘mercados
emergentes’ (después de China), pasan ahora a ser el principal combustible de
una segunda vuelta de movilizaciones populares -probablemente al margen de las
organizaciones sindicales tradicionales.
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