El nuevo esclavista en el siglo
XXI
Alfredo César
Dachary
En los siglos donde la esclavitud fue una
constante, el esclavista era un terrateniente que pocas veces llegaba a ver lo
que eran sus plantaciones y la forma de vida de los esclavos; vivía en otro
mundo donde todo era bello y sin cadenas.
Hoy, los esclavistas modernos repiten la
tragedia, ya que encargan en talleres a gente que trabaja casi por la comida, el
doble de la jornada laboral y ellos tampoco se meten en ese mundo gris de los
talleres o fábricas; antes era en África o en Asia donde siempre salían los
ejemplos de los talleres de explotación de trabajadores, pero ahora empiezan a
emergen en diferentes lugares de América.
En Argentina, un país que logró juzgar a los
genocidas y a sus operadores efectivos del mundo civil, no se ha hecho una gran
obra con este otro tipo de delincuentes que también generan hechos contra la
humanidad, como ha sido la tradicional explotación de paraguayas o bolivianas en
los talleres de costura o fábricas clandestinas en Buenos Aires.
Zara, una marca española famosa, no por ser de la alta costura sino
por producir ropa para la clase media que cree estar un nivel más arriba, es una
nueva forma de negocios que vende más marca que calidad y que es un verdadero
gran negocio global. Zara ha subcontratado en Asia a mano de obra semiesclava y
con esa experiencia subcontrata en Argentina su producción a talleres textiles
clandestinos donde se esclaviza a costureras repitiendo la misma explotación ilegal e inhumana que la que se da en Sao
Paulo, Brasil, hasta el punto de que esta “prestigiada firma” tuvo que pagar una
multa millonaria por estos mismos delitos que se le imputan también en otros
once países.
Los talleres ilegales en el país sureño están
ubicados en locales a las afueras de la ciudad de Buenos Aires o en barrios
turísticos y con mucha población de inmigrantes atraídos desde la República de
Bolivia con engaños, ya que se les promete vivienda, comida, trabajo, una
jornada laboral de ocho horas y cobrar en dólares, lo cual jamás se cumple.
Alameda es una ONG que ha dado a conocer que
existen, al menos, cuatro talleres ilegales que fabrican ropa para esta firma en
el país y que la gente es explotada en
jornadas de trabajo inhumanas, que llegan a ser de trece
horas.
La
organización no gubernamental Alameda es
argentina y su lucha es la lucha contra la trata de personas, trabajo esclavo,
explotación infantil, proxenetismo y narcotráfico, todos temas que lastiman a
los sectores menos protegidos de la sociedad, como mujeres y
niños.
A diferencia de las ONG´s que son promovidas desde afuera con
fines no claros y con financiamientos más oscuros aún, Alameda nace al fragor de
la asamblea barrial de la crisis del 2001, donde el país llegó al default, el
dinero dejó de circular y la población se organizó para sobrevivir a partir de
la solidaridad, el trabajo y el trueque.
Tomó presencia internacional con las
denuncias de talleres clandestinos que confeccionan prendas para marcas
reconocidas a granjas donde se reducían a servidumbre a personas y prostíbulos
manejados por políticos y personajes de poder.
En el caso de Zara, las evidencian se obtuvieron
mediante grabaciones con cámaras ocultas lo que permitió descubrir como las
costureras duermen en literas pegados a las máquinas donde son explotados, como
durante la primera etapa de la revolución industrial.
Esto no es un caso aislado, ya que de las 110
primeras marcas de ropa, entre ellas algunas firmas internacionales como Puma y
Topper, todas llevan a cabo las mismas prácticas que Zara, y los propios empresarios admiten que la
ilegalidad alcanza al 78% de la confección de
ropa.
Este sistema de trata y esclavitud ha sido
denunciado en México por las maquilas; en Italia, por los talleres que tiene la
Camorra y ahora por la fábrica que se ha derrumbado en Bangladesh recientemente
que dejó un alto número de muertos.
Ante ese hecho que es la punta del iceberg del
amplio mundo del trabajo esclavo, el Papa
Francisco lo condenó refiriéndose a las víctimas del derrumbe del edificio que alojaba los
talleres de confección que causó más de
400 muertos en Bangladesh, y en la homilía, el Papa recordó que el título
que le chocó de verdad el día de
la tragedia de Bangladesh fue el de “Vivir con 38 euros (US$50) al mes”,
que era lo que cobraba toda esa gente, y eso es lo que se llama trabajo
esclavo.
En el otro extremo del mundo, en la hoy pujante y poderosa India,
cientos de niñas y adolescentes trabajan sin contrato, privadas de la libertad y
en condiciones insalubres durante más de setenta horas a la semana por un
salario de 0,88 euros al día, del que sólo podrán disponer cuando hayan
transcurrido de tres a cinco años y que a ellas les servirá para pagar su dote matrimonial, ya que
provienen de las castas bajas de la sociedad indú.
En el estado de Tamil Nadu, que se ubica al sur de la India, es el
lugar en que se encuentran los talleres donde son empleadas, en condiciones que
rozan la esclavitud por empresas textiles de aquel país, las jóvenes que buscan
poder obtener el dinero para la dote. Estas fábricas esclavistas trabajan para
poder suministrar sus productos a grandes firmas internacionales, entre ellas,
las españolas Inditex, El Corte Inglés y Cortefiel.
Un detallado informe fue elaborado por el prestigioso Centre for
Research on Multinational Corporations - una organización independiente
holandesa sin ánimo de lucro que investiga a las grandes multinacionales - y el
India Committee of the Netherlands - una ONG del mismo país impulsora de la
campaña Clean Clothes (Ropas Limpias) contra la explotación vinculada al
comercio textil en condiciones de esclavitud.
Hay
una larga lista de empresas que
son gigantes mundiales de la moda, que están acusados de comerciar con esa
presunta red de trabajo esclavo, de entre ellas destacan: Tommy Hilfiger,
Timberland, H&M, Marks & Spencer, Diesel, Gap, C&A, El Corte Inglés,
Inditex - propietaria de Zara - y Cortefiel.
Se calcula que 20.9 millones de personas viven en
condiciones de esclavitud en todo el mundo hoy en día, pero esa cifra es
irrisoria, ya sólo los pobres del mundo son más del 60% y venden su fuerza de
trabajo por la comida, en el caso de México, éstos pasan de los 20.9 millones
que hay en el mundo.
La mayoría de las personas que son víctimas de la
trata de esclavos hoy tienen entre 18 y 24 años de edad en la que pueden ser
vendidos a los traficantes de personas para usos diversos, pero muchos más se
venden sólo por la comida porque ya no tienen ni la fuerza ni la edad; muchos
son de los pueblos originarios.
Las víctimas de la esclavitud más débiles son los
niños que pueden tener hasta cinco o seis años de edad, niños a quienes se les
robó la niñez y se les marcó psicológica y físicamente y luego como adolescentes
que buscan una vida mejor pueden quedar atrapados en un trabajo lejos de su
hogar que se vuelve una pesadilla.
La esclavitud es el gran problema de nuestro
tiempo, en la medida en que el trabajo se reduce y la población crece, el
individualismo domina la ideología de los que ejercen el poder y con ello se
sientan las bases o el retroceso para las nuevas generaciones que serán las más
golpeadas por la falta de trabajo.
La más violenta de las esclavitudes es la sexual,
hija predilecta de esta situación de confusión, impotencia y fin de las
esperanzas, y en este caso se repite al revés de la esclavitud histórica, se
sacan mujeres y niñas de los países pobres para el placer en los países ricos.
Nuestra generación no ofrece hasta ahora
una solución, más que leyes que no se cumplen, por lo que la esclavitud moderna
es un gran negocio que involucra al poder en todas sus dimensiones y que por
ello tiene grandes ganancias, genera de más de US$ 32,000 millones al año para
poder distribuir entre los verdaderos responsables: jueces, jefes de policía,
oficiales de migraciones y muchos más, sin contar los clientes que son de los
mismos grupos que los reales operadores.
Se calcula que la mitad de las ganancias de la
esclavitud se produce en países ricos e industrializados, ya sea en forma
directa o indirecta, además del beneficio de los productos que se venden
mayoritariamente allí.
La esclavitud moderna es una nueva forma de
empleo, luego del triunfo del neoliberalismo, después que se exterminaron los
sindicatos y cooperativas y el individualismo quedó sólo como único paradigma a
seguir. A ello se le suma una sistemática reducción del empleo por nuevas
tecnologías y un aumento de la población mayoritariamente jóvenes, que al no ver
perspectivas de empleo deben girar hacia las drogas y la economía criminal.
alfredocesar7@yahoo.com.mx