Puede creerse que fue un exceso. Sin embargo, los
antecedentes indican que no. China todavía debe recordar aquel misilazo que
recibió su embajada en Belgrado en 1999, cuando el Consejo de Seguridad debía
votar el “plan de paz” para Serbia pergeñado por Wa-shington (Rusia ya había
acordado). Oficialmente EE.UU. justificó el “error” diciendo que ¡el Pentágono y
la CIA tenían mapas desactualizados de Belgrado!
O aquel otro escarmiento disciplinador para
Berlusconi, en marzo de 2005. Tropas norteamericanas abrieron fuego, cerca de
Bagdad, contra el auto que llevaba a la periodista Giuliana Sgrena,
recientemente liberada por un comando iraquí, mientras iba al aeropuerto para
regresar a Roma. El auto lucía la palabra “Press” con letras gigantes. Los
cuatro ocupantes –Giuliana y tres agentes de la inteligencia italiana– fueron
alcanzados por las balas. Uno de los hombres murió. Los marines alegaron
confusión porque era de noche. Las versiones indicaban que EE.UU. había
prohibido a los aliados pagar rescate a los iraquíes por los
secuestrados.
El patrón es siempre el mismo: asustar, avasallar,
intimidar pero que parezca un accidente. El mensaje es que hay países que
nacieron para ser dominados y otro para dominar. Y que este último –como en las
películas de Hollywood– goza de impunidad. Las leyes sólo fueron hechas para los
demás.
En el caso de Bolivia, el aviso tiene varios
destinatarios. En primer lugar, para Evo, que acababa de cerrar, en Moscú,
suculentos acuerdos con el gobierno y con empresas rusas para la exploración y
explotación de gas (después de Venezuela, Bolivia es la mayor potencia gasífera
de Sudamérica). En segundo lugar, para el presidente boliviano y sus pares de
Ecuador y Venezuela quienes, frente al caso del ex topo de la CIA Edward
Snowden, lejos de alinearse con Wa-shington, defendieron el derecho del joven a
ser asilado según las normas de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos. Y finalmente, como buen escarmiento, el de Evo debería funcionar como
castigo ejemplar para toda esa América del Sur, que desde el comienzo del siglo
XXI ha demostrado su alta voluntad de soberanía, autonomía y
dignidad.
El reflejo del Sur fue perfecto. Frente a la
amenaza: la demostración de unión. Frente al atropello: la exigencia de
disculpas. Frente a la violación de la ley: la Declaración de Cochabamba con el
mandato explícito de cumplir con la Carta de Naciones Unidas. La respuesta de
Unasur fue buena aunque, ciertamente, incompleta (la baja energía de Rousseff
tal vez pueda explicarse por el revés a su reforma política, abortada antes de
nacer por esa boa constrictora que es el Congreso brasileño).
Finalmente, ¿por qué el caso del espía arrepentido
pone tan nervioso a Washington al punto de que es capaz de ordenar a Europa
semejante escarmiento? El contenido de los documentos revelados por Snowden
demuestra que las sospechas de que EE.UU. ha adoptado unilateralmente el rol de
gendarme global es real y no obra de mentes conspirativas ni de fanáticos
antiimperialistas. Aún más, ahora queda claro que no es EE.UU. la víctima de
ataques cibernéticos de extranjeros ni el blanco de atentados. Por el contrario,
son los norteamericanos los que hackean las universidades chinas, atentan contra
centros de investigación iraníes y espían a sus aliados. ¡Como para no
preocuparse! Toda la arquitectura en la que Washington basa sus enormes
presupuestos militares, sus ocupaciones y guerras y sus presiones belicistas se
desmorona. De ahora en más será muy difícil para Estados Unidos recuperar algún
tipo de autoridad moral para indicar a los demás países cómo deben
comportarse.
* Autora de
Territorios Vigilados. Cómo opera la red de bases militares norteamericanas en
Sudamérica.