NCeHu
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Fuente: La Nación,
Buenos Aires, 16/3/13
Reproducido de RGE 252
Murió el ex ministro de Economía de la
dictadura Martínez de Hoz
Tenía 87 años; cumplía prisión preventiva en
su departamento por la causa que investiga el secuestro de dos empresarios en
1976
José Alfredo Martínez de Hoz, en una imagen
de los setenta. Foto: Archivo
El ex ministro de
Economía de la última dictadura cívico-militar José Alfredo Martínez de Hoz
murió en las últimas horas en su casa en la ciudad de Buenos Aires, a los 87
años. Fue enterrado esta tarde en el cementerio privado Memorial de
Pilar.
Martínez de Hoz había sido ministro de Economía
desde marzo de 1976 hasta marzo de 1981, durante la presidencia de facto de
Jorge Rafel Videla.
De familia terrateniente, su primer cargo público
había sido como ministro de Economía de la provincia de Salta, durante la
autodenominada Revolución Libertadora. Después fue secretario y ministro de
Agricultura y Ganadería durante la gestión de José María Guido.
Días después del golpe de Estado del 24 de marzo
de 1976, ya como ministro de Economía de la Junta Militar, Martínez de Hoz
presentó su "Programa de recuperación, saneamiento y expansión de la economía
argentina".
La "receta" fue: devaluación, dólar alto,
incremento de los salarios nominales -por detrás de la inflación-, acuerdos de
precios. Para evitar la pérdida de competitividad, creó la famosa "tablita", una
devaluación programada y gradual.
Fueron los años de la "bicicleta financiera", de
un espectacular atraso cambiario y de la "plata dulce". En 1981, Martínez de Hoz
abandonó la tablita y devaluó, poco antes de dejar el cargo al terminar el
mandato de Videla. Con el nuevo presidente de facto, Robero Viola, y su
ministro, Lorenzo Sigaut, se desató una espiral de devaluaciones seguidas por
inflación. Fue la época de la frase: "El que apueste al dólar perderá".
La tablita cambiaria, la medida más recordada de Alfredo
Martínez de Hoz
Cómo
era el escenario económico que el ex ministro planteaba durante la dictadura
militar y las principales medidas de su gestión
El domingo 19
de marzo de 2006 el periodista de LA NACION, Jorge Oviedo , escribió una columna días antes de conmemorarse los 30 años del
golpe militar de 1976. La misma se titulaba La tablita, la plata dulce
y un futuro amargo .
En el artículo se hacía mención a la tablita cambiaria, la creación
del ex ministro de Economía de la dictadura militar, Alfredo Martínez de Hoz, y
al escenario económico de la época. A continuación se transcribe, completo, el
texto mencionado:
En marzo de 1976, hacía dos años que el país estaba en recesión,
había sufrido una sangría de reservas, había iniciado un peligroso incremento de
la deuda para financiar el indomable déficit fiscal y estaba al borde de la
hiperinflación.
La receta económica aplicada inicialmente puede resultar parecida a
la actual: devaluación, dólar alto, incremento de los salarios nominales -pero
siempre por detrás de la inflación-, preocupación por sostener el nivel de
empleo (ajuste sin despidos) y acuerdos de precios.
En La Economía Política de la Argentina en el Siglo XX, Roberto
Cortés Conde lo explica así: "La ilegítima irrupción de las Fuerzas Armadas en
la vida política del país tuvo profundas y negativas consecuencias en la vida
argentina. En la economía los resultados no fueron los mejores. Los intentos por
ordenar el tremendo desorden creado por los fracasos sucesivos de la
administración militar de 1966 a 1973 y los desbordes del trienio peronista y
combatir la inflación, equilibrar la moneda, las finanzas y el sector externo
para conducir al país por una vía de crecimiento terminaron en otro fracaso".
La gestión militar entregaría el poder más de siete años y medio
después en medio de una cesación de pagos de deuda, con la inflación
espiralizándose y sin que se hubiera logrado salir de la recesión que se había
tornado en depresión y duraría, a pesar de algunos aparentes repuntes, hasta
1989.
El plan del ministro José Alfredo Martínez de Hoz fue anunciado el
dos de abril. "En medio de la violencia y de los atentados terroristas desatados
por grupos armados de extrema izquierda y derecha y la cruenta e ilegal
represión con que se respondió -que ya venía del gobierno anterior- el nuevo
régimen militar exigió a la conducción económica que no se afectaran los niveles
de empleo porque temía que con desempleo se abriría un peligroso camino de
agitación que podría volver a los trabajadores del lado de quienes se habían
embarcado en la violencia política", señala Cortés Conde.
(video de su último discurso como ministro de
Economía, antes de finalizar su gestión el 12/03/1981)
La devaluación inicial favoreció al sector agropecuario, que creció
fuertemente por dos años y mejoró la balanza comercial. La actualización de las
tarifas de los servicios públicos, entonces en manos del Estado, disminuyó el
enorme déficit fiscal. En 1976 se firmó un acuerdo con el Fondo Monetario
Internacional (FMI) que incluyó la creación de un mercado único y libre de
cambios, como el actual.
El haber logrado evitar la hiperinflación, revertir la fuga de
capitales y comenzar la recomposición de reservas fue considerado un éxitos
tomando en cuenta el punto de partida. Pero sobre el final de 1976, la inflación
comenzó a repuntar y se hizo una tregua de precios por 120 días que debía durar
hasta junio, finalizada la cual comenzó otra escalada a la que se decidió atacar
con medidas ortodoxas, frenando la expansión monetaria, el déficit y el crédito.
Esas medidas tuvieron un efecto pocas veces visto hasta entonces:
que las tasas de interés fueran superiores a la inflación. Para Cortés Conde,
allí comenzó el distanciamiento de los sectores empresariales con la línea
económica. El historiador dice que muchos empresarios se habían acostumbrado a
créditos con tasas inferiores a la inflación, que en la práctica eran un regalo
o un subsidio. El encarecimiento de la tasa de interés -razona Cortés Conde-
tuvo un fuerte impacto en la industria, que bajó la producción; en 1978 hubo
recesión.
Para evitar la pérdida de competitividad empresaria apareció la
famosa "tablita", es decir, una devaluación programada, gradual y conocida
(crawling peg).
Como recuerda Juan Carlos De Pablo, en el mundo de entonces tener
un gobierno militar era visto como un activo por los mercados, por lo que, en
medio de una enorme liquidez internacional, a la administración no le resultó
difícil financiarse con deuda.
Los capitales comenzaron a ingresar en dólares, compraban pesos, se
colocaban en tasas de interés superiores a la inflación y mucho mayores que la
devaluación, por lo que podían comprar poco tiempo después muchos más dólares y
fugarse. Era la "bicicleta financiera" que convivió con un espectacular atraso
cambiario, lo que creó la sensación de la "plata dulce".
Además, el sistema bancario había sido reformado, se permitía
libertad de tasas y se mantenía la garantía de los depósitos a cargo del Banco
Central. Era una fórmula para el desastre en un país que no pudo controlar el
déficit.
En 1981 Martínez de Hoz abandonó la tablita y devaluó, poco antes
de dejar el cargo al terminar la presidencia de Videla. El nuevo presidente,
Robero Viola, y su ministro, Lorenzo Sigaut, debieron enfrentar mercados que
estaban convencidos de que la devaluación seguiría. El ministro lanzó su frase
tristemente recordada: "El que apueste al dólar perderá". Se desató una espiral
hasta entonces inédita de devaluaciones seguidas por inflación.
Tras más de siete años de gobierno, quienes habían
tomado el poder para poner orden en el país y rescatarlo del caos entregarían la
administración a los civiles con un peligroso retorno de la inflación. En
palabras de Cortés Conde: "La evolución del producto había sido frustrante. Un
alza en 1977, baja en 1978, suba en 1979 y 1980 y luego se deslizó hacia abajo
en 1981 y 1982. Era sólo un 2% mayor que el de 1976. Se agregaba un nuevo
fracaso y continuaba la depresión".
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