El asesinato de Ahmed al Yabari,
comandante militar de Hamás, ha vuelto a
desatar un grado de violencia entre Israel y Gaza desconocido desde la tregua de
la operación Plomo Fundido(2008), que se cobró las vidas de 1.400
palestinos y de 13 israelíes y además dejó enormes destrozos.
Es difícil de saber como este nuevo drama va a
desarrollarse, pero sin duda contribuirá a una clara recomposición de las
estructuras de poder en el seno de Hamás que afectará, también, a sus relaciones
con los países vecinos, incluyendo a Israel y a la propia Autoridad
Palestina.
El liderazgo de Hamás se ejercía desde su cuartel
general situado en Siria, y desde allí se gestionaban las relaciones con los
regímenes de Irán y Siria, sus mayores apoyos en la zona antes de la
primavera árabe. Los líderes del interior se mantenían en un segundo
plano en Gaza para defenderse de posibles ataques de Israel.
En los últimos meses se ha producido un profundo
cambio de papeles. Los líderes de Hamás del interior, en vista de los enormes
cambios en la región, han decidido tomar las riendas de la organización y
demostrar su primacía en la batalla en contra de la ocupación por Israel. Varios
factores han contribuido a acelerar este cambio.
Al colapsar las relaciones con Damasco —cuando
Hamás mantuvo su postura contra Bachar el Asad— el grupo dirigente con Jaled
Meshal a la cabeza tuvo que abandonar Siria y se encuentra aun ahora
desperdigado por distintos países árabes sin poder reconstruir su base. Por otra
parte, esta posición frente al Gobierno de Siria no ha hecho más que dificultar
sus relaciones con Irán.
Las luchas de poder se han acentuado al declarar
Jaled Meshal, líder máximo actual, el deseo de abandonar su puesto. Dos
candidatos han aparecido en escena: Musa Abu Marzuk, basado en El Cairo, e
Ismail Haniya, el líder actual de Gaza. Una victoria del segundo consolidaría a
los partidarios del proceso de trasvase del poder a Gaza.
La decisión de la OLP de someter a votación ante la
Asamblea General de la ONU su voluntad de reconocimiento, proporciona a Hamás
otro posible elemento para revigorizarse. Israel ha hecho saber que se opondrá
por todos los medios a dicho reconocimiento, llegando a retener los impuestos
que recauda en nombre de la Autoridad Palestina, a denunciar los Acuerdos de
Oslo e incluso tratando de derrocar a Mahmud Abbas. Esta postura de Israel, de
llevarse a la práctica en todo o en parte, tiene un claro beneficiario: Hamás y
su facción de Gaza, en primera línea frente al ocupante.
Los líderes de Gaza tienen en su haber la reciente
visita del emir de Catar, primer dirigente árabe de ese nivel que visita la
Franja aportando legitimidad y recursos económicos, probablemente seguido por
Erdogan. También el hecho de que en varios de los países árabes que tuvieron
primavera los Hermanos Musulmanes —de quienes Hamás se siente seguidor—
gobiernen, supone una ayuda inestimable.
En el deseo de los dirigentes de Hamás en Gaza de
ser punta de lanza en la batalla contra la ocupación radica, en parte, los lanzamientos de las
bombas a Israel de las últimas semanas y la
respuesta fulminante del Ejército israelí causando la muerte de uno de sus
líderes más importantes, Ahmed al Yabari, y enormes destrozos. Son conscientes
de que Netanyahu no puede aparecer débil en su respuesta frente a Hamás, en
especial después de haber convocado elecciones para enero; no obstante, están
dispuestos a sufrir las consecuencias.
Pero a la postre, Israel no podrá conseguir lo que
quiere. No lo consiguió con la operación Plomo Fundido —recordemos que
su objetivo era poner fin al poder de Hamás en la franja de Gaza y obtener una
mayor seguridad. No solucionó los problemas de seguridad en Israel y hoy se
reencuentra con un Hamás más fuerte en el interior de Gaza.
Como Hussein Ibish escribe en Foreign
Policy, “Israel puede una vez más ganar una batalla, pero seguirá
perdiendo la guerra y a sus mejores amigos en el mundo”.
Esperemos que el sentido común retorne mediante un
rápido alto el fuego. Varios países están mediando en estos momentos. Ojalá
tengan éxito en su propósito, pues como ha dicho Efraim Halevy, inteligente
exjefe del Mosad, “a ambos nos conviene que Hamás mantenga el poder, por muy
extraño que parezca”.
Javier Solana. Presidente Esadegeo e Investigador distinguido de
Brookings Institution.