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Asunto: | NoticiasdelCeHu La deriva "menemista" del cristinismo | Fecha: | Lunes, 5 de Noviembre, 2012 12:05:05 (-0300) | Autor: | Esteban Mercatante <estebanm1870 @.....com>
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La deriva "menemista" del cristinismo
Fecha: Jueves 1ro de noviembre de 2012
Por: Fernando Rosso
A Cristina y Macri los unió la aprobación de la reforma a la Ley de
Riesgos de Trabajo que garantiza la salud…de las ganancias empresarias.
Fue la consumación de derecho de una tendencia de hecho: la creciente
“menemización” del kirchnerismo.
Esta semana volvió a unirlos el desprecio por la población
trabajadora castigada por las inundaciones en la Ciudad y el Conurbano.
Estos “fenómenos naturales” barren los matices discursivos y evidencian
el carácter de clase de la política pública de los “derechistas” y los
“nacionales y populares”. Los más pobres sufren las consecuencias.
Millones de damnificados, miles de evacuados y dos muertos se suman a la
larga lista de víctimas de estos “crímenes sociales”.La Masacre de Once
y el temporal de Semana Santa fueron los más sobresalientes de los años
kirchneristas, aunque no los únicos.
El “modelo de desarrollo con inclusión social”, volvió a demostrar
que, en casi 10 años de crecimiento, récord en ganancias y recaudación,
no puede evitar que una lluvia un poco fuerte sumerja bajo el agua las
precarias viviendas de una Argentina que socialmente ya está sumergida y
nunca fue parte de la fiesta kirchnerista. Son los que trabajan en
condiciones de precariedad, en negro o tercerizados. Los condenados a
viajar en un transporte público con el peligro de morir por la desidia
patronal o gubernamental. Los mismos que ahora, con la nueva ley, si
tienen un accidente laboral, no merecen “ni justicia”. En esto hay
acuerdo profundo entre Cristina y Macri, “unidos y organizados” para la
misma clase.
Oposición social y oposición política
Este nuevo padecimiento aporta al descontento y a la creciente
oposición social. Las clases medias nuevamente saldrán a la calle el 8
de noviembre (8N). Quienes las alientan (la corporación mediática,
partidos patronales y la Iglesia), intentan moderar el discurso, para
evitar los contornos más derechistas del primer cacerolazo.
Entre los trabajadores, la bronca crece por el impuesto al salario,
la inflación o los ajustes, como el que programa Scioli y su presupuesto
2013, que no contempla aumentos salariales y prevé recortes. Los
trabajadores del subte, que aún no acordaron paritarias y son presos de
la interna entre el gobierno nacional y Macri (mientras Metrovías saca
tajada en jugosos subsidios); amenazan con medidas de fuerza.
Esta tendencia a la disminución de la base de apoyo al gobierno y el
pase a la oposición de amplios sectores sociales se refleja en la baja
de la popularidad de CFK. El limitado proyecto aprobado sólo con los
votos oficialistas en el Congreso (y con el quórum del PRO), que otorga
la posibilidad de voto optativo a los jóvenes de 16, no modifica esta
tendencia. La inexistencia de una oposición patronal que enfrente con
fuerza al kirchnerismo, coloca a Moyano (aliado a Micheli) en el rol de
principal opositor (más allá del folklórico enfrentamiento con Clarín).
Hasta coquetea con la idea de una candidatura y en las calles hay
afiches que piden “Moyano 2013”.
El sojero Hermes Binner, trata de salir de la crisis política por el
escándalo del “narcosocialismo” en Santa Fe y tanto Macri, como los
radicales, discuten qué alianzas preparar para enfrentar al gobierno.
Navegan en su impotencia política. En la gran “casa peronista” se cocina
la verdadera oposición patronal. Tanto Scioli, como el intendente de
Tigre, Sergio Massa, mueven las fichas con gestos políticos, pero sin
sacar los pies del plato, ni enfrentar abiertamente a Cristina. Los
tiempos del armado del pos-kirchnerismo dentro del peronismo, son
directamente proporcionales al lento declinar del oficialismo, que
mantendrá ese ritmo, mientras al gobierno lo acompañe la “fortuna” de
que la crisis internacional no golpee de frente en Argentina (o estallen
las contradicciones que acumula el “modelo”).
Cristina habilita y la justicia persigue
En el discurso de asunción de su segundo mandato, Cristina igualó las
huelgas con la extorsión. Luego, desde varias tribunas, renegó contra
los piquetes y calificó prácticamente de “vagos” a los docentes. La
Gendarmería al mando de Garré comenzó a espiar a los activistas obreros
con el “Proyecto X”, y en consecuencia con el nuevo “relato”, el milico
Sergio “Rambo” Berni fue puesto al frente de la Secretaría de Seguridad
para limpiar la calle de protesta social. Tarea que cumple con gusto,
especializado en desalojar piquetes y en acusar penalmente ante la
justicia a delegados obreros, como hizo con los choferes de la línea 60.
En el medio, en diciembre pasado, el gobierno hizo aprobar la ley
“antiterrorista”.
El infame pedido de prisión preventiva contra los dirigentes de
Kraft, Javier “Poke” Hermosilla y Oscar Coria, hecho por fiscales
“fachos” de la Justicia de San Martín, es consecuencia lógica del
evidente giro represivo del cristinismo, otro signo de “menemización”.
Moyano y Micheli hablan de paro, ¿qué paro necesitamos?
En lo que hasta ahora no pasa de rumores periodísticos, Moyano y
Micheli, convocarían a un paro el 20 de noviembre. Se sumaría también la
Federación Agraria que sigue integrando la Mesa de Enlace con la
Sociedad Rural.
Mientras el gobierno premia a la CGT de Caló por su vergonzante
subordinación a la Rosada, reconociéndola como la Central legítima,
Moyano y Micheli siguen con sus especulaciones.
El paro no tiene fecha definitiva, ni programa. A ellos no los guía
la defensa de los intereses de los trabajadores, sino ser parte de una
coalición patronal que los contenga, uno con el peronismo, el otro con
el FAP de Binner.
Para el PTS se trata de definir en cada situación concreta la
política a seguir teniendo como principio rector aportar a la
experiencia y al avance de los trabajadores. En cada batalla es
necesario definir si lo que priman son los aspectos propatronales o los
que impulsan la lucha de clases. Porque para definir que todo es lo
mismo, más allá del programa y los objetivos, no hace falta partido, ni
dirección.
Por eso, el 27 de junio participamos en la primera acción callejera
que convocó Moyano contra el impuesto a las ganancias y por el aumento
de las asignaciones familiares. Dimos una pelea en las principales
concentraciones obreras por participar de la movilización con una
política independiente de la burocracia y un programa que levante las
demandas de toda la clase trabajadora. La columna diferenciada del
sindicalismo de base y la izquierda (PTS-PO) agrupó a miles de
trabajadores y trabajadoras, pese a que no hubo paro en la mayoría de
los gremios.
Fuimos impulsores además del corte de ruta y asamblea en Volkswagen
Córdoba y marchamos con el sindicalismo clasista en las calles de
Neuquén. Moyano reafirmó en la Plaza que su orientación es llevar al
movimiento obrero detrás de un proyecto patronal del peronismo.
Frente al paro y movilización del 10/10 convocados por la CTA
Micheli, llamamos a parar contra el gobierno pero a no participar del
acto en Plaza de Mayo al que también movilizó (poco) Moyano, ya que
mezclaba las demandas progresivas con otras de colaboración con sectores
patronales, como las del campo. Uno de los oradores centrales fue
Eduardo Buzzi de la Federación Agraria.
El 24/10 participamos en la marcha llamada por Moyano y Micheli para
repudiar la votación de la nueva Ley de Riesgos de Trabajo, una
convocatoria progresiva, pero criticamos su carácter “testimonial”. No
tuvo preparación ni difusión ni paro y de hecho no sirvió para parar la
aprobación del “engendro de la UIA”.
Nuestra propuesta a la vanguardia antiburocrática y a los compañeros
del Frente de Izquierda es definir un posicionamiento común que parta de
la exigencia de ponerle fecha concreta al paro, con el suficiente
tiempo para que éste sea preparado y debatido en asambleas y plenarios
de todos los gremios. Debe ser el inicio de un plan de lucha y llevarse
adelante con un programa que parta de exigir la anulación de la ley
antiobrera de Riesgos de Trabajo y del impuesto al salario, el apoyo a
todos los que reclaman un plus de fin de año, un salario mínimo igual a
la canasta familiar, el 82% móvil y el fin del trabajo en negro y
precario. Para acabar con los “crímenes sociales” como el de Once o el
provocado por el último temporal, hay que incorporar, entre otras
demandas, la pelea por la nacionalización de todo el transporte bajo
administración de los trabajadores, un verdadero plan de obras públicas
que garantice servicios públicos y vivienda digna para quienes la
necesitan. Hay que pelear por las demandas de los peones rurales, los
verdaderos esclavos del campo y expropiar a los terratenientes y a la
gran patronal agraria. Estas son las medidas elementales de un programa
obrero y popular, opuesto a las alianzas con las patronales de Micheli y
Moyano. Desde esa perspectiva se necesita coordinar y unificar a la
vanguardia combativa del movimiento obrero. Una gran campaña en defensa
de todos los compañeros perseguidos, se impone desde ahora, como tarea
esencial.
LAS BATALLAS DEL PTS EN EL ESCENARIO NACIONAL
El "partido" de Moyano y el nuestro
Fecha: Jueves 1ro de noviembre de 2012
Por: Fredy Lizarrague
, Laura Lif
El descontento creciente con el gobierno de Cristina, hace que las
movidas más importantes de Moyano abran debates en sectores de
trabajadores y la juventud, y posibilidades de acción que podemos
aprovechar a condición de tener claro qué objetivos perseguimos y qué
organización política debemos construir.
Nuestro objetivo apunta a que los trabajadores ganen confianza en sus
propias fuerzas y eleven sus aspiraciones. Por ejemplo, no alcanza con
ganar un poco más de salario si hay que dejar la vida en las fábricas y
hacer extras para llegar a fin de mes. Aunque luchemos seriamente por
nuestras demandas, por más “básicas” que sean, si no liquidamos la
precarización y flexibilización laboral impuestas en los ’90, no
mejorará de fondo la situación de la clase obrera. Queremos convencer a
los trabajadores de esto, lo que nos diferencia, entre otras cosas, del
programa de Moyano que, a lo sumo, defiende los intereses de “sus”
trabajadores como los camioneros y “ningunea” a los sectores más
explotados (como Sec. Gral. de la CGT jamás hizo nada serio contra la
precarización), mientras apoya a políticos ex menemistas como Scioli.
El rol opositor de dirigentes “sindicales” como Moyano y Micheli muestra
que la actividad de los dirigentes y activistas combativos no puede
limitarse a cada empresa, gremio, colegio o facultad: debe responder a
cada paso las iniciativas de la burocracia. Ellos actúan en todos los
planos de la política nacional para intentar capitalizar el proceso de
ruptura de los trabajadores con el kirchnerismo en un nuevo engendro del
peronismo (Moyano) o en una nueva variante patronal como el FAP y su
“ejemplar” gestión en Santa Fe, narcopolicía incluida (Micheli).
Por un partido de combate en todos los terrenos
Ya en la Conferencia Nacional de Trabajadores de Ferro, debatimos que
el objetivo de conquistar “sindicatos sin burócratas” era inseparable
de poner en pie un “partido de trabajadores sin patrones” para unir las
filas de los explotados más allá de los gremios, regiones, nacionalidad o
sexo, ya que sólo con una lucha política de conjunto, nacional (e
internacional), dirigida al gobierno de los trabajadores, podemos
terminar con la superexplotación y la opresión.
Sólo podremos avanzar en este camino si actuamos como un “partido de
combate” en todos los planos: en las luchas por reivindicaciones contra
las patronales (que no involucran directamente al gobierno), en los
grandes acontecimientos políticos (desde marchas y paros contra el
gobierno y al régimen, hasta grandes hechos de la política internacional
o nacional -como los cacerolazos, el motín de gendarmes, o las huelgas
generales que recorren los países de Europa-, pasando por elecciones
nacionales, sindicales y estudiantiles), y finalmente en los grandes
debates que ellos quieren restringir a los intelectuales y a los
políticos profesionales: la crisis histórica que recorre el mundo y si
es posible terminar con este sistema (para los más “progresistas” sólo
se puede “humanizar un poco” el capitalismo).
Nuestro partido se destaca por la decidida intervención en la lucha
de clases y por esto nos ganamos el respeto de amplios sectores del
activismo obrero y la izquierda. Es un aspecto distintivo nuestro vibrar
con cada lucha por más difícil que sea, buscando siempre elevar la
moral de la vanguardia obrera y estudiantil con los triunfos, y sacando
lecciones de las derrotas. Esta es nuestra práctica en las decenas de
comisiones internas y cuerpos de delegados que influenciamos, así como
en los centros de estudiantes. Tomamos las demandas de los sectores más
explotados y oprimidos (contratados, tercerizados, inmigrantes, mujeres,
LGTB) para que emerjan como fuerza material. Participamos en procesos
electorales a nivel provincial y nacional (en el FIT), sorteamos los
obstáculos burocráticos para presentar batalla en las elecciones
sindicales (este año: alimentación, gráficos, jaboneros, aeronáuticos, y
el gran triunfo en el sindicato docente en Neuquén). Sin embargo,
estamos sometidos a una permanente presión por combatir sólo en algunos
terrenos, ya que la realidad no presenta luchas que concentren el choque
con el gobierno, el estado y sus agentes, como ocurre en los grandes
ascensos, donde la conciencia cambia en días y horas. En la situación
actual, si sólo actuamos en función de las luchas económicas y
calendarios electorales, haremos “sindicalismo” y “electoralismo”, y
esto no genera nueva militancia obrera o juvenil, sino rutina y
conservadurismo (defender las posiciones conquistadas como máxima
aspiración). Si sólo vibramos con las luchas y no prestamos el mismo
interés a los grandes debates políticos, con iniciativas que nos
permitan influir en una escala ampliada, seremos también impotentes para
agrupar a los trabajadores y jóvenes que giran a la izquierda.
Un partido de combate es aquel que no sólo interviene y pelea por la
dirección en la lucha de clases directa sino que también lucha
políticamente siempre, tanto en momentos preparatorios como en las
grandes crisis. Sólo esto nos puede permitir conquistar peso real, en
cada sector donde actuamos.
¿Qué pasos podemos dar?
Una respuesta decidida y audaz, golpeando juntos en las convocatorias
progresivas que hagan los sindicatos (aunque estén dirigidos por
burócratas) pero marchando separados, permite que sectores amplios de
compañeros y compañeras, comprendan la necesidad de organizarse para
pelear por un programa independiente de las variantes patronales. A
ellos y ellas les proponemos construir las agrupaciones
político-sindicales que defienden esta perspectiva (como las Bordó en la
Alimentación, Gráficos, Jaboneros, la Naranja/Bordó en ferroviarios,
“El Despegue” en aeronáuticos, la Marrón en estatales, la Corriente 9 de
Abril en docentes), cada una de las cuales edita boletines nacionales,
que son parte, junto a los ceramistas independientes de Neuquén, de la
corriente referenciada en el periódico Nuestra Lucha (que realizará el
17/11 un Encuentro regional en esa provincia). Esta corriente reivindica
la lucha “por sindicatos sin burócratas” y “por un partido de
trabajadores sin patrones”, como expresión concreta del clasismo.
En el movimiento de mujeres, con más de 1000 compañeras que fueron
parte de la delegación de Pan y Rosas que viajó al Encuentro Nacional de
Mujeres, estamos impulsando una red de agrupaciones y comisiones
organizada entre compañeras independientes y militantes del PTS, para
intervenir en todas las luchas por sus demandas y apoyar la organización
de otras agrupaciones en el movimiento obrero y la juventud. Con este
número de La Verdad Obrera, sale el “número 0” de la nueva serie del
boletín de Pan y Rosas.
El Movimiento Juvenil contra la Precarización Laboral agrupa a
centenares de jóvenes trabajadores, que se organizan en comités zonales,
impulsan actividades culturales, sociales y deportivas, mientras
conspiran en las fábricas y preparan acciones callejeras que enfrenten
la herencia maldita de los ’90 que el kirchnerismo mantuvo, actuando en
común con las agrupaciones obreras y estudiantiles.
Un desafío de primer orden es poner en pie una gran corriente
estudiantil universitaria nacional. En los últimos años, miles de
estudiantes se sumaron a distintas agrupaciones (desde K, radicales y de
centroizquierda, hasta una gran variedad de izquierda). Decenas de
miles votan a listas de izquierda. Pero tanto los “independientes de
izquierda” (Mella, FPDS) como PO (y el PCR en decadencia), mantienen los
centros y federaciones como organizaciones de “servicios”, incapaces de
generar una amplia militancia estudiantil que intervenga en la política
nacional, junto a los trabajadores. Por esto, la Juventud del PTS, que
“pone el cuerpo” en apoyo a las luchas y procesos de organización
obreras (como hizo con el apoyo a la Bordó en la Alimentación), debate
que esto no alcanza para no adaptarse a la pasividad y “politiquería” de
la mayoría de las agrupaciones. Junto a participar en las elecciones de
centros en decenas de facultades de 20 universidades nacionales de todo
el país (desde Jujuy hasta Trelew), se plantea tener iniciativas
políticas, durante todo el año, para defender un programa que enfrente
la universidad de los rectores peronistas y radicales puesta al servicio
de grandes empresas (como Monsanto y las mineras) y al régimen de
cooptación kirchnerista (vía posgrados, becas del CONICET, etc.). El
impulso de distintas formas agrupacionales comunes con centenares de
estudiantes independientes que comparten aspectos de nuestra lucha, es
parte de construir un corriente que vaya “de la crítica de la
universidad de clase, al cuestionamiento de la sociedad de clases”. Los
secundarios de Capital de la JPTS, que vienen de un duro proceso de
lucha con más de 50 tomas, pusieron en pie la Red de Agrupaciones
“Manuel Gutiérrez”, impulsada por medio centenar de activistas que
conformaron el ala combativa y democrática.
Con iniciativas políticas adecuadas, esta gama de agrupaciones entre
militantes del PTS y su Juventud, y compañeros y compañeras
independientes, permitirá una experiencia común “de combate” contra el
gobierno, el régimen (la justicia cada vez más abiertamente represiva),
las patronales, sus partidos y las burocracias sindicales, cuestión que,
junto al debate ideológico sobre las principales enseñanzas de la
historia del movimiento obrero (y en sus mayores exponentes, como Lenin y
Trotsky), hará que muchos de ellos y ellas se sumen al PTS y a su
Juventud en la lucha por un poner en pie el partido revolucionario que
necesita la clase obrera, y por construir la internacional de la
revolución socialista (la Cuarta Internacional).
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