Comunidades originarias y grupos étnicos de la
provincia de Jujuy
Matilde García Moritán
Antropóloga.
Facultad de Humanidades y CienciasSociales,
Universidad Nacional de Jujuy –
Fundación ProYungas
María Beatriz Cruz
Trabajadora Social.
Registro Provincial de Comunidades Aborígenes,
Secretaría de Derechos Humanos
de la Provincia de Jujuy
Septiembre 2011
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POBLACIÓN
La población del noroeste argentino está formada por la población
originara, más el aporte de inmigrantes de otros países y provincias que han ido
arribando a través del tiempo. Llegaron: bolivianos, españoles, italianos y
árabes (esta denominación incluye a turcos, sirios y libaneses) también llegaron
chilenos y franceses. Este grupo, que era significativo en 1895, se fue
reduciendo, mientras que los pertenecientes al imperio Otomano, principalmente
árabes, aumentaron después de 1908. A partir de la recesión económica de 1930 y
durante la segunda guerra mundial, los flujos migratorios de ultramar se
interrumpieron, reanudándose una vez pasada la
guerra.
En relación a la inmigración fronteriza, al realizarse en 1869 el
primer censo nacional, en la provincia de Jujuy la población proveniente de
países limítrofes ya era significativa y representaba el 89% del total de
migrantes. Sin embargo ésta representaba sólo al 7,5% de la población total de
la provincia. A partir de 1930 y hasta 1960, la población inmigrante fue
aumentando, pero se desaceleró entre 1960 y 1980. La localización de los
extranjeros se ha relacionado en muchas oportunidades con el trazado de los
corredores de los ferrocarriles Central Córdoba, Central Norte y Central
Argentino (Ortiz de D’Arterio 1997).
En el caso puntual de San Salvador de Jujuy, según el censo del
año 1779, la población era de 2023 habitantes, de los que aproximadamente 500
eran españoles y un número similar mestizos, 420 mulatos, 300 negros y 280
indios. El sector dominante de la sociedad local estaba formado por 45 familias,
o 200 personas, contando a jefes de familia, esposas e
hijos.
Para Gil Montero y colaboradores (2007), hablar de migración en el
noroeste lleva a pensar en una serie de cuestiones como el despoblamiento de
ciertas áreas rurales; la existencia de polos de atracción como son los valles
subtropicales productores de azúcar de Salta y Jujuy, que son dinamizadores de
la población provincial y que atrajeron a personas de otras provincias y
naciones (principalmente Bolivia); el crecimiento de las capitales provinciales;
y la población que marchó al área metropolitana a partir de la década del 60.
Durante las tres últimas décadas del siglo XX, se observó en toda la región y en
particular en la Puna de Jujuy una atenuación de la emigración, que coincide con
la disminución del crecimiento natural de la población. Entre las excepciones
hay que mencionar al departamento Humahuaca. En procesos de larga duración
también se observa la merma sostenida del peso relativo de la población de las
tierras altas de la Puna y la Quebrada y el incremento poblacional relativo de
los Valles Centrales y Subtropicales.
Hasta 1980, la provincia de Jujuy mantuvo tasas de crecimiento
medio anual intercensal mayores que las de crecimiento natural, lo que indica
que la posible emigración era neutralizada por la recepción de inmigrantes
internos y limítrofes. Se pueden delimitar tres períodos respecto a los factores
de crecimiento de la población jujeña en el siglo XX. Hasta 1960, la inmigración
fue una causa importante, si no la principal, del crecimiento de la población en
la provincia. Entre 1960 y 1980, los aportes inmigratorios fueron casi tan
importantes como la emigración y las tasas de crecimiento medio fueron apenas
superiores a las de crecimiento natural. Finalmente, entre 1980 y 2001, por
primera vez en el siglo, la tasa de crecimiento natural fue mayor que la media
anual intercensal, lo que implica una importante expulsión de los habitantes de
la provincia, con saldos migratorios negativos.
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