POR VERÓNICA ENGLER
La investigadora
británica propone otra mirada sobre los espacios: la que tiene que ver con
el poder. Así, analiza el neoliberalismo, la globalización y la
multipolaridad. Reivindica los nuevos espacios de poder en América latina
y cuenta cómo sus conceptos teóricos son aplicados en las reformas
territoriales de Venezuela.
-Usted suele repetir un lema: "La geografía
importa" (Geography matters!). ¿Por qué y para qué es importante hoy la
geografía?
-Importa en principio porque la geografía de
una sociedad hace una diferencia a la organización de la sociedad. El
desarrollo desigual dentro de un país hace una diferencia en relación con
cómo funciona esa sociedad. Por ejemplo, si hay personas jóvenes que no
tienen acceso a la cultura, van a tener dificultades para entrar en
determinados espacios, como los grandes museos o lugares por el estilo,
espacios oficiales del arte; esta dificultad empeora la exclusión. La
organización del espacio tiene efectos sobre la posición social de las
personas. El espacio es un producto social y a su vez tiene efectos sobre
lo social. Porque el espacio está lleno de poder. Cada día producimos el
espacio. A nivel global, por ejemplo, están los vínculos financieros, y
aun dentro del espacio íntimo, la diferencia entre la cocina y una oficina
marcan estas relaciones de poder. En Europa, por ejemplo, en este momento
un aspecto importante del problema es espacial, porque no pueden diseñar
una arquitectura financiera que ataque al desarrollo desigual entre
países, es el problema fundamental, es geográfico, pero no pueden
manejarlo.
-¿Cómo se enmarca la crisis griega en esta
situación geográfica que describe?
-Creo que el problema para los griegos es el
resultado de que la arquitectura de la Unión Europea falla, porque no
puede resolver el problema del desarrollo desigual entre países. Aparece
como un problema del país, pero en realidad es un problema que está a
nivel de la organización europea, no es individual de Grecia. Como en
Grecia no pudieron devaluar su moneda, tuvieron que devaluar a su gente.
Entonces, el problema de no poder manejar estas cuestiones geográficas
produce efectos terribles. Mi argumento también es que en términos del
poder de las elites de Europa, están fomentando políticas nacionalistas, y
en lugar de acusar a los bancos y al FMI, la gente de Grecia está acusando
a Alemania, y la gente de España también le echa la culpa a Alemania.
Entonces, están convirtiendo lo que es una responsabilidad de los bancos
en un problema donde la gente de diferentes países están luchando unos
contra otros. De esta manera, la imaginación geográfica, mediante las
identidades nacionales, está siendo usada para enfrentar a un pueblo
contra otro.
-Desde una perspectiva geográfica, ¿cómo ve
este fenómeno que hoy se nombra como "globalización"?
-En primer lugar, yo diría que el término
"globalización" debería ser nombrado junto a un adjetivo, porque lo que
hoy tenemos es una "globalización neoliberal". Entonces, el problema no es
el hecho de ser global, sino la forma de serlo. Es importante pensar en
distinguir estas cuestiones. En segundo lugar, creo que necesitamos
enfocar esta versión de la globalización con un mundo multipolar. Para mí
es importante la idea de multipolaridad porque es un intento de decir:
"Sí, queremos ser internacionalistas, globales, pero queremos ser globales
de una manera diferente, no de una forma
neoliberal".
-¿A qué se refiere con
multipolaridad?
-Es bueno aclarar esta idea, porque detecto
en el debate actual diferentes interpretaciones. Creo que alguna gente,
con multipolaridad sólo quiere decir que hay variaciones en el mundo, que
algunos lugares son diferentes de otros. Pero para mí la cuestión de la
multipolaridad es esencialmente política, es una cuestión que surge en una
era unipolar, en la que Estados Unidos y el neoliberalismo eran
completamente dominantes. Entonces, la pregunta para mí es "¿podemos
establecer multipolaridad en el sentido de tener otras alternativas al
neoliberalismo?" Así no hay un solo centro de poder en el mundo. Hay
manifestaciones que muestran que otras maneras de organización en la
sociedad son posibles. Por eso es que la cuestión de la multipolaridad
está siendo encarada acá en Latinoamérica. Pero no todo el mundo piensa
así. ¿Podemos realmente ser un desafío a la hegemonía del liberalismo en
un nivel internacional? La multipolaridad para mí es más que un
reconocimiento de las diferencias. Se necesita un desafío real a la
dominancia de la unipolaridad. En este momento parece haber una sola forma
de la economía, que es la del mercado libre, la del neoliberalismo. Desde
ese lugar, cuando dicen que no hay alternativa, quieren decir que hay sólo
una manera de organizar la economía y la sociedad. Es un tema casi
filosófico, el espacio es la dimensión de la multiplicidad, el espacio es
la dimensión en que muchas cosas existen al mismo tiempo. Lo que hace el
liberalismo y algunas de las versiones de la modernidad es arreglar las
diferencias geográficas en una sola dirección histórica, mostrando que
sólo hay una posibilidad. Abrirse a la multiplicidad implica
espacializarse, abrirse a la posibilidad de la
multipolaridad.
-Pero ¿qué sería reconocer que hay más que
diversidad?
-Creo que el desafío real es a los
principios del neoliberalismo, particularmente la idea de que el mercado
es algo natural, que está por fuera de lo social, algo que no se debe
debatir, como una fuerza de la naturaleza. Y esto es lo que establece el
neoliberalismo, es el mercado. Lo primero que hay que hacer es desafiar
esto. Segundo, debemos desarrollar a un sentido multipolar, necesitamos
desarrollar modos de organizar la sociedad, que tengan sus propias
trayectorias, sus propias dinámicas, que no sean sólo una variación del
neoliberalismo, algo centralmente diferente con una economía social que
tenga una dinámica particular. Y tercero, tiene que ser sostenible. Porque
nosotros en Europa acostumbrábamos pensar que la socialdemocracia era una
alternativa al neoliberalismo. Pero la socialdemocracia falló
completamente por diferentes razones, pero principalmente porque no fue lo
suficientemente radical a nivel económico, no desafiaba al mercado, y
además no estableció una base social lo suficientemente fuerte. Por eso
fue insostenible económica y socialmente.
-De alguna manera, usted reconceptualizó la
idea de lugar. ¿De qué manera los lugares pueden tener un sentido
global?
-Como geógrafa, por un lado quiero reconocer
las especificidades de los espacios, amo los lugares y las diferencias
entre ellos. Pero por el otro lado quiero ser internacionalista, tengo
intereses en las relaciones globales. Hay un montón de gente que le presta
atención a la especificidad de los lugares, desde un lugar típicamente
romántico, ese tipo de amor a los lugares se convierte en algo
sentimental, esencialista. Yo creo que podemos amar la especificidad de
los lugares, pero al mismo tiempo debemos hacer implosionar este tipo de
visión romántica y esencialista. Por ejemplo, la "britanidad". Inglaterra
no sería Inglaterra sin las relaciones con el resto del mundo:
imperio-colonia, lo bueno y lo malo. Entonces, la identidad de los lugares
no es algo que surge del suelo, sino de la relaciones que se mantienen con
el resto del mundo. Un lugar no es una cosa cerrada con una identidad
esencial, es una articulación específica de relaciones globales y es esa
articulación de relaciones más amplias lo que le da su particularidad. La
especificidad de los lugares es siempre un producto de cosas más amplias.
Y esa especificidad es algo que está en disputa.
-Usted introdujo un concepto nuevo en
geografía, el de "geometría del poder". ¿Puede explicar de qué se
trata?
-Como decía, los espacios están llenos de
poder y son un producto de las relaciones sociales, hacemos el espacio
todo el tiempo. Pero el poder es siempre un producto relacional, no se
trata de que yo tengo poder y usted no, se trata del ejercicio del poder
entre personas, entre cosas, entre lugares. El concepto de geometría del
poder intenta captar estas cuestiones. El espacio está siempre hecho de
las relaciones sociales llenas de poder y, por otro lado, el poder siempre
tiene una cartografía, se puede hacer mapas del poder social, político,
económico.
-Este concepto de "geometría del poder" está
siendo utilizado en las reformas territoriales que se llevan a cabo en
Venezuela. ¿De qué manera el gobierno de Chávez incorpora sus
ideas?
-Ellos están usando esta idea de tratar de
hacer más igual la geografía del poder político en el país. Y hay muchas
maneras de hacer eso. Primero tratan de igualar el poder entre las grandes
ciudades de la costa y las más pequeñas que están más alejadas. La idea es
darles voz a todos los lugares en el nivel local en la conversación
política. Es un proyecto que puede llevar mucho tiempo, pero ellos
establecieron las formas institucionales que pueden desarrollar este tipo
de poder, ésta es una de las cuestiones. El otro tema central es el
desarrollo de los consejos comunales. Cada cuatrocientos hogares puede
formarse un consejo comunal. Son generados y operados a través de una
democracia participativa. Esto es la autogestión local. La geografía del
poder está basada en lo local, y va de abajo hacia arriba, lo que cambia
la naturaleza del poder, desde el poder de votar hasta el poder de hacer,
de lograr cosas prácticas. Están tratando de pensar acerca de la geografía
del poder político en el país, tanto en término de regiones como de
ciudades. Por ejemplo, en Caracas hay un sentimiento real, la gente de los
barrios pobres por primera vez realmente siente que tiene una voz, y esto
es un cambio en la geografía del poder político. Antes los barrios pobres
estaban excluidos de la conversación política, no tenían una voz política,
y creo que ellos ahora sí la tienen.
-¿Le parece que experiencias de América
latina, como la formación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (Celac), es una forma de desarrollar la
multipolaridad?
-Exactamente. Para mí el establecimiento de
la Celac es muy significativo, es la primera organización que incluye a
todos los países de América, con excepción de Estados Unidos y Canadá,
marca una nueva identidad continental. En Europa, a diferencia de lo que
está sucediendo aquí, no hay realmente un sentido de identidad europea.
Por otra parte, la Unión Europea es sólo mercado libre y competencia entre
países, no tiene que ver con un proyecto común, con relaciones sociales,
simplemente neoliberalismo. Yo veo en Latinoamérica un mosaico de
alianzas: está la Unasur, ALBA, Petrocaribe, son maneras diferentes de
imaginar el espacio que en Europa. Las relaciones pueden significar
mutualidad o cooperación, o cambio igualitario, eso no es neoliberal. Y
esto también es construir una identidad en el continente, una solidaridad,
lo que también permite las diferencias. Sabemos que Bolivia no es lo mismo
que Argentina, pero hay una solidaridad. Puede haber diferencias y
solidaridad también. Y esto es diferente de lo que sucede en Europa. Por
un lado, hay un nuevo tipo de espacio, un nuevo tipo de identidad, pero
también creo que esta identidad está comenzando a desafiar al
neoliberalismo. Para mí, que lo veo desde Europa, esto es fantástico.
Porque lo que está sucediendo es la construcción de una nueva voz, que
está diciendo cosas diferentes, y de esta manera está desafiando al
neoliberalismo. Por otra parte, hay experimentos de nuevas formas de
democracia. Desde Europa, eso da esperanza también, porque el establecer
un sentido para este nuevo proyecto, como en Venezuela, realmente depende
de la gente. Y este tipo de proyectos son una forma de decir que hay
alternativas al neoliberalismo. Lo que está pasando en América latina es
diferente. Las preguntas son: ¿es lo suficientemente diferente? ¿Está
desafiando las bases? ¿Es sostenible? Esto es realmente una batalla
ideológica, una batalla acerca de la imaginación geográfica. La
imaginación geográfica en Estados Unidos y Europa les dice que somos
todavía el centro del mundo. Lo que me parece más interesante es que desde
América latina están planteando algo diferente. Yo estuve en India hace
unos años, y ellos hablaban de políticas tecnológicas y en sus discusiones
se referían a sus relaciones de competencia con China, nadie mencionó a
Estados Unidos o Europa. Esto es increíble y significa que hay realmente
posibilidades de desarrollar un mundo multipolar, pero en el caso de India
era una cuestión sólo económica. Lo que me gusta de Latinoamérica es que
también es un asunto político, un desafío al
neoliberalismo.
-Usted trabaja en la Open University, una
universidad bastante particular en la escena académica de Gran Bretaña, ya
que está abierta a la clase obrera. ¿Cómo es trabajar
ahí?
-Es muy importante para mí estar en la Open
University (OU). Yo provengo de una zona pobre del norte, de la clase
obrera de Manchester, pero fui a la universidad de Oxford. Aunque
realmente amo el trabajo académico, el elitismo de Oxford me hizo pensar
en que no quería ser una académica. Entonces, durante varios años trabajé
fuera de la universidad haciendo otras cosas, porque pensaba que ser una
académica era algo muy elitista. En un momento se presentó la posibilidad
de trabajar en la OU, y de esta manera se resolvió mi problema,
personalmente porque era un universidad con proyecto político de educación
popular y democrática. Es el único lugar en el que pienso que podría ser
feliz como académica. Es un proyecto democrático, se puede ir a la OU sin
títulos, pero ofrecen el apoyo necesario como para que cada persona pueda
alcanzar el nivel universitario. Es una universidad explícitamente
antielitista. Y es masiva, tiene miles de estudiantes, en la facultad de
ciencias sociales debe haber más de diez mil estudiantes. Para mí es como
debería ser la educación en diferentes aspectos, es para cualquiera. En un
curso puedo tener una gran variedad de personas, puede haber un
diplomático, un ama de casa, un trabajador del puerto, y a mí me encanta
eso. Me han ofrecido trabajo en universidades de elite, pero yo siempre
continué trabajando en la OU.
-Además de su labor académica, usted suele
trabajar con artistas.
-Sí, trabajé con (el artista danés) Olafur
Eliasson, que tiene un estudio en Berlín. Me involucré mucho en proyectos
con artistas que están interesados en el espacio. Recién terminamos un
film en el que participé (Robinson in Ruins), y también escribí un ensayo
que se llama Landscape, Space, Politics (Paisaje, Espacio, Políticas). Lo
que tratamos de hacer es pensar sobre cómo leer el paisaje políticamente,
sin romantizar, cómo caminar a través de un paisaje y entenderlo, y poder
aprender del paisaje qué está sucediendo en la sociedad. Es un proyecto
con un sentido político, tiene mucho que ver con la globalización
neoliberal, con la crisis financiera y con el reclamo de un cambio. Vanesa
Redgrave hizo la locución en la película. Me siento muy afortunada, porque
el tema en el que estoy interesada, el espacio y la política, está en
todas partes, entonces puedo trabajar con una gran cantidad de personas.
Puedo desplegar mis inquietudes en diferentes áreas, y de esta manera
aprendo más. Por ejemplo, los artistas piensan muy distinto de mí, y por
eso me gusta trabajar con ellos. Tenemos acercamientos muy distintos a los
mismos problemas, y para mí eso es maravilloso. Es lo que me mantiene
activa, es la manera de abrirse a otras maneras de pensar.
¿POR QUE DOREEN MASSEY?
Doreen Barbara Massey es una geógrafa
feminista inglesa. Colaboró con algunos de los más importantes autores del
ámbito de la geografía marxista. Su obra fue fundamental para la
configuración de la geografía actual e impulsó con fuerza la reflexión
sobre el espacio en todas las disciplinas sociales. Actualmente es
profesora de Geografía Humana en la Open University.
Massey nació en Manchester y estudió en la
Universidad de Oxford y la Universidad de Philadelphia. Comenzó su carrera
en el Centre for Environmental Studies (CES) en Londres. En el CES
desarrolló numerosos análisis de la economía británica contemporánea.
Cuando el CES fue cerrado por el gobierno de Margaret Thatcher, en 1979,
Massey se trasladó a la Open University, una universidad pública al
servicio de la clase trabajadora. Fue premiada en 1994 con la Victoria
Medal de Geografía, título que otorga la Sociedad Geográfica (Royal
Geographical Society). En 1998 recibió el premio Prix Vautrin Lud,
conocido como Nobel de Geografía.
Sus intereses relacionados con la teoría del
espacio y del lugar incluyen la visión crítica de la globalización, el
desarrollo regional desigual, la relevancia de lo local y el compromiso
político del análisis geográfico. Reconceptualizó el significado de
"lugar" e inventó el concepto de "geometría del poder". Este concepto le
sirvió para explicar las desigualdades sociales generadas por la economía
capitalista a partir de un análisis geográfico.
Entre sus obras publicadas en castellano se
encuentran: Ciudad Mundial y Doreen Massey: un sentido global del lugar.
También participó del libro Pensar este tiempo, compilado por Ernesto
Laclau y Leonor Arfuch.
En experiencias organizacionales como los
Consejos Comunales desarrollados en Venezuela se puede observar la
aplicación práctica del concepto de la
"geometría del poder". Por esta
razón, Massey visitó Venezuela en diferentes ocasiones, para poder
analizar la evolución práctica de sus teorías.
Su trabajo académico se
basa en la idea de que se debe teorizar al ras del suelo, con conceptos de
ida y vuelta, que deben llegar al destinatario y luego volver para seguir
trabajando sobre ellos.
Durante la década del '80 pasó una corta
temporada en Nicaragua trabajando con los sandinistas, en el Instituto
Nacional de Investigación Económica y Social. "Fue mi primera introducción
en las alternativas latinoamericanas -recuerda con alegría-. Aprendí más
de ellos de lo que pude haberlos ayudado."
Recientemente visitó Buenos
Aires, invitada por la Secretaría de Cultura de la Nación, para participar
del ciclo Debates y Combates en Tecnópolis, junto a Ernesto Laclau y otros
politólogos.
Al finalizar la entrevista, Massey comenta
sorprendida que durante su estadía en la Argentina varias personas con las
que se cruzó le dijeron que seguramente Buenos Aires le gustaría porque es
como una "ciudad europea". "La verdad es que es algo que no puedo
entender, es como sentirse subordinados, menospreciar lo latinoamericano.
Es como no tener confianza para ser uno mismo, es casi un tema de
autoestima, si se desprecia lo que hay acá y se busca el referente
afuera."
Página/12, Buenos Aires, octubre 29 de
2012.