La libertad secuestrada y la democracia simulada
“El presidente debe emplear el poder de América para poder
moldear la historia”. Mitt Romney.
Alfredo César Dachary
La frase del candidato a Presidente de Estados
Unidos, en la próxima elección de noviembre del 2012, es una síntesis de la
nueva derecha norteamericana acorralada por la realidad del
mundo.
Hablar de América como Estados Unidos o como este
país y sus colonias del sur, ya es un acto de soberbia que no encaja en esta
época donde el mundo presencia la gran crisis del sistema y la emergencia de
nuevos países con un gran potencial de crecimiento económico y reducción de la
pobreza, algo que ha crecido en el país del norte.
La libertad y la democracia han sido el eslogan y
no los principios en la larga y tortuosa carrera de Estados Unidos desde el
siglo XIX, en que anexó la mitad de México y luego integró el archipiélago de
Hawái, dominó Cuba y ocupó Filipinas para luego realizar una larga historia de
atropellos a países mayormente pequeños, hasta que llegó al atrasado y agrario
Vietnam, donde tuvo su primera gran derrota, impulsada desde dentro del país por
los jóvenes y desde fuera por el mundo y el valor de resistencia del pueblo de
Vietnam.
Hoy vemos la primera gran guerra global a un país
que casi vive en el medioevo, Afganistán, y que sus guerrilleros los están
obligando a abandonar el país en 2014, una nueva derrota sufrida por gente que
vive en un desierto y manejan armas atrasadas frente a potencia mundial del
mayor ejército del planeta.
En Irak, la victoria fue a lo pírrico, ya que
debieron salir rápido porque el antinorteamericanismo crecía día a día, y así
sigue Somalia y hoy las nuevas revoluciones encabezadas por los hermanos
musulmanes.
Estados Unidos, al igual que Inglaterra, pretende
trazar las fronteras del mundo y transformar la soberanía en un decorado para
que los países se alineen a través de sus intereses y, con ello, reciban la
bendición de ser democráticos y libres, como lo fueron las dictaduras genocidas
del sur, primero promovidas y luego condenadas, cuando dejaron de ser un factor
necesario para controlar a estos países.
Hoy Estados Unidos ha decidido, siguiendo la idea
de Romney, aunque en el gobierno de Barack Obama, de rearmarse y expandir sus
bases que ya son más de mil en todo el mundo y generar una estrategia que el
Departamento de Defensa de ese país denomina “la política de defensa para el
hemisferio occidental”, la cual fue discutida en Punta del Este, Uruguay en el
mes de agosto y pocos días después en la OTAN.
El presidente Obama afirmaba: “…creo que hoy en
día, en el continente americano, no hay socios principales ni socios
secundarios; hay socios con igualdad de condiciones. Pero las sociedades
equitativas a su vez exigen un sentido de responsabilidad compartida. Tenemos
obligaciones recíprocas, y hoy en día Estados Unidos trabaja con países de este
hemisferio para cumplir con nuestras responsabilidades en varias esferas
importantes” (Obama, marzo 2011, Chile).
Lo equitativo suena a sorna, las obligaciones
reciprocas a mandato, ¿por qué debemos seguir un camino trazado por otros y no
buscar el de la conveniencia para el país y la región de entorno? Es un tema de
decisión política, ya sea la imposición desde fuera o la elección desde dentro.
Leon Panetta, Secretario de Defensa de Estados
Unidos, planteó “Mantener el liderazgo mundial de Estados Unidos: prioridades
para la defensa del siglo XXI”, una guía estratégica en materia de defensa para
la próxima década, donde el enemigo es Al Qaeda, algo fuera de las realidades de
Latinoamérica, y un problema importante para Estados Unidos.
El documento afirma: “…Estados Unidos está en un
punto de inflexión estratégico” y a medida que se va retirando de Irak y
Afganistán, las fuerzas armadas de Estados Unidos miran hacia Asia y el
Pacífico, donde se desarrolla una verdadera guerra contra China, el país
emergente junto a India, Rusia, Brasil y Sudáfrica entre los pioneros, todos
países que pretenden defender sus intereses y no ser comparsa de los que plantea
Estados Unidos, como lo han sido muchos a la guerra perdida en Afganistán, para
algunos la primera guerra global en la que aparecen ejércitos de muchos países,
incluido el alemán, pero que todos hoy se quieren regresar ante un derrota
evidente y un desgaste cuyo precio puede ser muy alto para cualquier país y sus
autoridades.
Alfredo Jalife enuncia dos opiniones más sobre
esta compleja situación, una es la opinión del Presidente de Rusia, Vladimir
Putin, que confiesa que la situación financiera global se encuentra fuera de
control y la otra es del Almirante James Stavridis, de la Armada de Estados
Unidos que comenta que el mundo tiene una situación parecida a 1914 en los
Balcanes. Hechos que sumados a otros hacen entender la actitud defensiva y a la
vez ofensiva del imperio en caída.
La respuesta a esto por parte del Presidente y el
Departamento de Estado, es que, “enfrentamos responsablemente los desafíos
actuales y que salgamos aún más fuertes de manera de que se preserve el
liderazgo mundial de Estados Unidos”; ésta es la meta, el objetivo, mantener la
hegemonía, la subordinación y la neocolización a la que hemos estado atados en
el siglo XX.
¿Quién le dio a Estados Unidos el derecho a ser
el líder de la defensa de occidente? Europa puede estar agradecida de la ayuda
de Estados Unidos en la segunda guerra mundial y del Plan Marshall, que al final
fue una autodefensa para evitar que los países del este crecieran, por ello hoy
sin éstos, Europa es importante pero el estado del bienestar, fruto de ello, ya
no.
Para el Departamento de Defensa de Estados Unidos
hay un compromiso unánime de los países de la región de fortalecer sus fuerzas
armadas, lo cual se transforma en un gran negocio para los fabricantes de armas,
la mayoría bajo licencias del país del norte. Pero no todos piensan así, los que
sufrieron dictaduras militares están reasignando funciones a los militares
desprestigiados y ensangrentados.
El único enemigo real fue Inglaterra en la guerra
de las Malvinas y Estados Unidos dejó a un costado las alianzas y apoyó al Reino
Unido junto con Chile, en donde sigue dominando en el ejército, la doctrina
Pinochet. Por ello es difícil creer que hay alianzas efectivas, para los
sudamericanos que vivieron esto a comienzos de los ochenta, ya que la única
alianza real es la OTAN, que preside Estados
Unidos.
El diagnóstico del Departamento de Estado sobre
la situación económica de América Latina y el Caribe, no sólo es superficial
sino colonial, ya que habla de corrupción, pobreza y demás hechos que son
evidentes pero que dominan también a la sociedad norteamericana. En Sudamérica,
varios países han reducido la pobreza la cual ha aumentado en Estados Unidos,
incluso según los datos del último censo.
Querer mostrar una serie de países en
ingobernabilidad que requieren de un tutor, no sólo suena fuera de tiempo sino
que es una ofensa para América, cuyo principal centro de consumo de drogas es el
país del norte, que a su vez es el principal abastecedor de armas, por lo que se
transforma en el principal desestabilizador de la región.
Se habla de utilizar al ejército en políticas
sociales de zonas marginales, y ello llevó a que Argentina rechace que se
instalara una base en el Chaco, porque bajo ese lema aparecían otras cuestiones
no aclaradas con el estacionamiento de soldados, como hoy se puede ver en Costa
Rica, donde hubo un gran desembarco del efectivos del ejército
norteamericano.
Un documento oficial enviada al Ministerio de
Seguridad explicó las condiciones de impunidad plena que disfrutarán los
soldados estadounidenses: “…El personal de los Estados Unidos en Costa Rica
podrá disfrutar de libertad de movimiento y el derecho de realizar las
actividades que considere necesarias en el desempeño de su misión”. Impunidad,
abuso y falta de respeto a la legislación local, lo cual es típico de los
territorios ocupados.
El año pasado, Estados Unidos y Colombia firmaron un acuerdo
militar para permitir el uso de siete bases militares en el territorio
colombiano, además de cualquier otra instalación civil o militar que sea
necesaria para el cumplimiento de las operaciones y misiones estadounidenses en
Sudamérica.
Un documento oficial de la Fuerza Aérea de Estados Unidos reveló
que su presencia en Colombia era necesaria para poder ejecutar operaciones
militares de “amplio espectro” por el continente y desde Colombia, las fuerzas
estadounidenses combatirían “la constante amenaza de los gobiernos
anti-estadounidenses en la región”, haciendo referencia a los vecinos de
Colombia, como Venezuela, Ecuador y Bolivia, considerados por Washington como
“adversarios”.
El gobierno de Estados Unidos anunció que tramita con Brasil, la
instalación de bases militares en esos países, luego del rechazo de Argentina y
Bolivia, esta última derivada de su constitución.
Washington ya posee
bases militares en El Salvador (1), Honduras (3), Costa Rica (2), Perú (3), Paraguay (2), Colombia
(8), Aruba (1), Belice (1), Curazao (1), Cuba (1-Guantánamo-), Guadalupe (2),
Guyana Francesa (3), Haití (1), Martinica (2), México (2), Panamá (12) y
República Dominicana (1). Además de éstas hay dos francesas.
La Sudamérica que hoy visita el Secretario de Defensa de Estados
Unidos es diferente a la de la Reunión de Punta del Este de los sesenta, los
países se han aliado e integrado en defensa de sus grandes recursos y la
necesidad histórica de garantizar que éstos estén al servicio de su
población.
En base a esto, la política de Estados Unidos quiere lograr una
“redención” de los militares al adjudicarles el liderazgo en los problemas
humanitarios que generan las grandes catástrofes, que normalmente el Estado
asume el control y coordina todos los servicios. Esta estrategia fue aplicada en
Chile donde el ejército aún evade sus responsabilidades de los delitos de lesa
humanidad y se usa para reprimir a los jóvenes estudiantes que pretenden lograr
una educación a cargo del Estado.
Como detalle, el Ministro Defensa del Uruguay, uno de los jefes
históricos de Tupamaros, Huidobro ha sido el anfitrión de los otros Ministros y
del propio Panetta, ex jefe de la CIA y hoy a cargo del Pentágono.
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