LA
OMA

Así le decían a Marta Hoffner de Rabe. Nacida en Brasil e hija de
alemanes, vivió en San Bernardo, Chaco. El cantautor Daniel Altamirano,
conmovido por su tenacidad, le compuso un tema musical.
En el sudoeste de la provincia del Chaco existía un abra (pampa) de
varios kilómetros, atiborrada de ñandúes. Entonces, los indios mocovíes, que
poblaban esta región, cazaban las aves y buscaban sus huevos, que usaban como
alimento. Por eso denominaron este lugar Pampa del Huevo.
En 1933, uno de sus pobladores, don Gonzalo Valentín Pando, confeccionó
los planos que le dieron forma al pueblo, que dejó de llamarse Pampa del Huevo
para convertirse en San Bernardo, un lugar que se pobló con diferentes
corrientes inmigratorias, especialmente eslavas.
Una familia de alemanes de apellido Rabe, que huía de las miserias de la
guerra en busca de paz y trabajo, llegó a Joinville, estado de Santa Catarina,
en el sur de Brasil. Allí, la subsistencia era dura, por lo que la familia se
marchó y ancló, después de un largo camino, en la provincia argentina de
Corrientes. Luego, el trayecto los llevó a Charata, en el Chaco, y de allí a
Pampa del Huevo, o San Bernardo.
Corría 1933 y entre los hermanos Rabe había uno de nombre Armando, que en
Joinville dejó "una rubia que se ve que era una linda alemana". Esa mujer (en
realidad brasileña, hija de alemanes) era Marta Hoffner. Armando, a quien le
había ido bien en su trabajo, tomó el camino hacia Brasil. El noviazgo se
transformó en matrimonio y el primer destino que los cobijó fue el Chaco.
Antes de continuar hay que decir que Marta Hoffner de Rabe fue La Oma,
aquella de la canción, y que de su matrimonio con Armando tuvo tres hijos: Gerda
(que acompañó a su madre toda la vida), Ana y Martín.
La fiebre del folclore invadía el país en la década del sesenta, y a
mediados de 1975 Daniel Altamirano llegó con sus hermanos a San Bernardo para
visitar a un coprovinciano. En uno de los viajes, el doctor Mauro (un médico
llegado desde Mendoza junto a su esposa Ana) le pidió a La Oma que le preparara
un chivo para agasajar a los cantores. Así, el 25 de mayo 1975, Mauro y Daniel
Altamirano recorrieron los cinco kilómetros de una picada bordeada de altos
árboles hasta llegar a su "rancho de barro y apuntalao con quebracho colorado".
Cuenta Altamirano que, durante el regreso, la inspiración fue genuina.
Así esbozó las estrofas de lo que sería un poema. Poco después el compositor
Pedro Favini le puso música con ritmo de chamamé y en 1977 Víctor Hugo Godoy,
Héctor Pacheco, Eduardo Márquez y Américo Albornoz, integrantes de Los Cuatro de
Córdoba, la estrenaron. El éxito fue rotundo.
Según Altamirano, "La Oma es una de las canciones más queridas por la
gente de todas las edades. Yo soy el más sorprendido, pues nunca imaginé que
esta simple letra produciría un milagro de tanta admiración y apetencia de los
diferentes públicos del país por escuchar el tema y por saber si es cierto o no
que La Oma existe".
Desde entonces, La Oma es considerada como uno de los himnos
fundamentales del Chaco y no es casual: los detalles que describe Altamirano no
sólo son un fiel reflejo paisajista de la realidad, sino que avanzan en una
síntesis donde los objetos y las observaciones encierran gran parte del devenir
chaqueño, especialmente de San Bernardo.
Recién en 1977, doña Marta Hoffner de Rabe se enteró de su proyección en
el festival de Villa Angela, Chaco, donde fue llevada con engaños y la hicieron
subir al escenario acompañada por Los Cuatro de Córdoba. La Oma recibió una
impresionante ovación de la multitud, que coreó de pie la canción. Finalmente,
el sábado 19 de noviembre de 1994, doña Marta Hoffner de Rabe, La Oma (abuela en
alemán), encendió la llama de nuestro eterno reconocimiento y apagó, a los 87
años, sus ojos azules. Fue enterrada en el cementerio de San Bernardo junto a su
hija Gerda, fallecida en 19 de agosto de 1966.
Un
Mensaje de Voluntad y Pureza
Oma significa abuela en alemán. Al parecer, las raíces germanas
acompañaron a Marta Hoffner en sus 87 años de vida y "sin saberlo, se transformó
en un mensaje, voluntad y pureza", como recordó el autor de La Oma, Daniel
Altamirano.
Desde que a los 27 años ingresó en territorio chaqueño, la futura Oma
realizó todo tipo de trabajos de campo: sembró, y crió ganado, gallinas y
chivos.
Los habitantes de San Bernardo (ver Inmigrantes...), lugar del Chaco
donde se instaló, aún recuerdan "su patio lleno de árboles, sus herramientas de
trabajo, su pava y su lorito Pedro", cuenta Estanislado Krawiec en su trabajo
sobre La Oma.
Este escenario fue el que inspiró a Altamirano para componer la letra de
la canción y el que llevó a que el Gobierno nacional la reconociera en 1994 como
Mujer sobresaliente del año.
La música del mítico chamamé es del tucumano Pedro Favini y muchos grupos
la han incluido en sus repertorios: Los Cuatro de Córdoba, Los del Rosario, Los
Tucu-Tucu y hasta Los Nocheros. Mario Teruel, uno de los integrantes de este
conjunto salteño, le revela a Clarín: "La Oma era nuestro caballito de batalla
en los comienzos del grupo, cuando tocábamos en las peñas de Los Gauchos de
Güemes. Siempre se la dedicábamos a las abuelas".
Altamirano sostiene: "Grande es esa alegría que veo brotar en el
público cuando comienzo la canción diciendo: La Oma es una mujer/, de setenta y
pico de años".
La letra sigue así: ...vive en el monte chaqueño,/ cerquita de San
Bernardo./ Tiene los ojos azules,/ como el agua de los mares,/ porque vino de
muy lejos/ y el cielo quedó en su sangre./ Hay que entrar por las picadas/ para
llegar a su rancho,/ de barro y apuntalao/ con quebracho colorado./ Lleno de
árboles el patio/ y herramientas de trabajo,/ una volanta, un arao/ y el paisaje
de su Chaco./ La Oma es feliz con poco/ digamos que es mejor con nada,/ La Oma
era rubia y se ve/ que era una linda alemana./ Que sola que está La Oma, pero
ella no piensa en nada,/ como pensar en la muerte, si La Oma es como un hada./
En su ranchito de barro/, calienta a leña su pava,/ conversa con un lorito/, que
es con el único que habla...
Inmigrantes
Algodoneros
San Bernardo, cabecera del departamento O'Higgins —en el sudoeste
chaqueño—, era una zona de montes que se desarrolló en la década del 20 gracias
a las corrientes inmigratorias, que se dedicaron básicamente al cultivo del
algodón.
Gonzalo Pando trazó los planos del pueblo sobre un kilómetro de tierras
de su propiedad y le puso el nombre a la localidad en homenaje a su fallecido
hermano Bernardo. El diseño, por entonces de 81 manzanas, se aprobó el 11 de
julio de 1940. Entre su zona urbana y los campos cercanos, su población actual
es de unos 12.000 habitantes.
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