PROLOGO
LIBRO
30 DE MARZO DE 1982 - UNA GESTA OLVIDADA
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Por
Juan Carlos Cena especial para Villa Crespo Digital
5
de mayo del 2012
"... el día o la noche en que el olvido estalle
salte en pedazos o crepite/
los recuerdos atroces y los de maravilla
quebrará los barrotes de fuego
arrastrarán por fin la verdad por el mundo
y
esa verdad será que no hay olvido."
Mario
Benedetti
Esta
obra, digo obra por su construcción, es subversiva. Ha sublevado a la memoria.
En esa subversión ha derrotado al olvido. Desde las entrañas del derrotado
olvido, la constructora, ha recuperado una gesta obrera celosamente
enclaustrada. Gesta enterrada, cubierta por el malezal del extravío. Se ocultaba
toda una valentía protagonizada por el movimiento obrero y el pueblo, encabezada
y organizada por la clase obrera; hoy denostada por el pos modernismo más que
por los propios factores de poder que si la tienen en cuenta. Estos
intelectuales, que abarcan un amplia franja, al no poder ocultarla, la
descalifican llamándola clase subalterna con un tono descalificativo
despreciable; negando a la vez el papel que juega y jugaron los trabajadores
como sujeto de cambio en la historia de las sociedades modernas. Gestas que son
parte de los anales de las resistencias de la clase obrera en el mundo y en este
caso, frente a la dictadura militar de la Argentina.

El
olvido es una herramienta de las clases dominantes y opresoras. Estas quieren
que vivamos un presente perpetuo, sin pasado ni futuro. Nada de construir
esperanzas ni utopías. Estas, antes de su construcción se sueñan. Tampoco, nada
de soñar. Soñar en esos términos es subversivo. Entonces hay que reprimir los
sueños. Los pueblos no deben tener sueños porque después vuelven a soñar que hay
que concretarlos. Enterrar la memoria y los sueños es uno de los objetivos del
poder colonial para doblegar y someter mejor a los pueblos. La memoria es
subversiva, hay que hacerla rendir ante el olvido.
Los
pueblos despojados de su memoria se van enturbiando, la opacidad los abarca, no
hay luz y por ello mueren. Las raíces pueden secarse sino son regadas. El olvido
es el impedimento. Se debe generar una voluntad de cambio que revolucione a la
memoria. Sin esa voluntad insurrecta no hay transformación posible.
La
memoria y el olvido actúan solidariamente. El olvido es siempre ausencia de
memoria en el presente. En algunos casos el olvido intenta borrar hoy lo que
ayer fue vivido (...) La memoria, en ese sentido, es más una guía para la
conducta, una ética, que la puntual rememoración de acontecimientos.
H.
Schmucler, 1994 Revista Estudios Nº 4, UNC.
Hay
tiempos en que la memoria nos enciende, ese es el momento de la sublevación de
la memoria de cada uno y ahí no más debemos convocar al otro. Para sublevar la
memoria hay que convocar a los memoriosos. Esta obra (libro) los convoca. Es un
disparador convocante. La memoria debe transformarse en roca, dejar de ser arena
desparramada y, así, todos los granos unidos asestan un terrible golpe al
cascarudo olvido. En su vientre oscuro esconde toda una madeja memoriosa, entre
ella la conspirativa y solidaria. No será fácil el rompimiento.
Toda
esta introducción tiene que ver con el carácter de la obra de Elena Luz González
Bazán - ELGB. Este libro subversivo le encarga a la memoria que derrote al
olvido. Que lo desmalece, lo abra para sacar de la tenebrosidad la memoria que
oculta: toda una gesta del movimiento obrero y el pueblo lleno de enseñanzas.
Ahí está la cuestión de las enseñanzas y de las ejemplaridades.
Esta
resistencia oculta demuestra que no hay barreras de contención para la clase
obrera cuando lucha por su dignidad y su emancipación de las tiranías.
Construcción colectiva lograda en un largo y laborioso proceso. Esta acción fue
una resistencia que hizo temblar al sistema protegido por la dictadura militar.
Resistencia que hay que enmarcarla dentro de las historias de las resistencias
del movimiento obrero en el país y en el mundo.
Para
construir esa resistencia, la clase obrera argentina conspiró. Sí, sí, conspiró.
Generalizando podemos decir con certeza y orgullo que la clase obrera argentina
y el pueblo, que en ese devenir guarecieron a sus dirigentes y a otros
compañeros, los hicieron invisibles. Se tejió entre las opacidades de la
clandestinidad el tejido solidario. Los represores nunca pudieron ver esa
ilación. Sólo sospechaban y amenazaban. Para rehilar el sedal de esa
invisibilidad, conspiraron. Se conjuraban los iguales. Se igualaron. Es decir,
los trabajadores de diferentes gremios fueron los primeros conjurados. Se
diferenciaron entre ellos sólo por los oficios: ferroviarios, obreros de la
construcción, mecánicos, metalúrgicos, gráficos y los despedidos de las
fábricas, obreros rurales que arrastraron a campesinos, entre otros;
posteriormente otras fuerzas sociales se fueron enhebrando en el telar de la
conspiración.
Lo esencial es invisible a los ojos, decía A. S. Exupery. La
clase obrera cobijó y contuvo a los trabajadores desocupados. No se desentendió
de ellos, la malla solidaria construida los abrazó. Los desocupados continuaron
siendo trabajadores. Los trabajadores ocupados no permitieron que los expulsados
fueran desaparecidos sociales.
ELGB
hurga y desentierra documentos enmohecidos por la oscuridad del olvido. En esa
exhumación esos papeles en sus primeros fulgores nos dicen que pensaban los
trabajadores sobre el petróleo, la deuda externa, la cuestión nacional, la
soberanía nacional, además, como se organizaron a lo largo y ancho del país
utilizando la geografía subterránea de las clandestinidades.
Me
pregunto ¿Por qué los historiadores que responden a las vanguardias proletarias
nunca investigaron este suceso? Desde los post modernos o liberales, es de
esperar. Del mismo modo los bien leídos de la derecha peronista guardaron un
saludable silencio. Fue un ejemplo maldito para ellos y otros distraídos. Estas
vanguardias ¿se olvidaron todos de investigar este suceso que protagonizó la
clase obrera?, es la clase más antigua de la humanidad, la que generó junto a
los campesinos las riquezas de las naciones.
Puedo
inferir que esta pugna contra la dictadura que no fue un hecho espontáneo,
aunque sobre el espontaneismo también deberíamos discutir, fue producto de la
organización de la clase obrera donde convergen diferentes ideologías políticas,
credos, ateos y agnósticos, a todos ellos los unía la identidad de clase. Ellos
organizaron el paro resistente que parte de un proyecto político que tiene que
ver con la dignidad, los derechos humanos, el derecho a la vida, a no ser
explotados, a rechazar las pretensiones de los factores de poder de querer
hacernos trabajar de la cuna a la tumba; ser un país libre y soberano sin amo
viejo ni amo nuevo. La de aspirar a vivir en un país que merezca ser vivido
donde la democracia funcione a pleno.
La
organización y puesta en marcha se consolidó a pesar de la vida clandestina y
sus penumbras porque funcionó la democracia obrera.
Esto
nos muestra el libro de ELGB. Hay mucho más para decir. Quiero terminar
sugiriendo al lector que comience su lectura con lápiz y papel porque seguro que
la memoria le tocara las sienes pidiendo un lugar en ese memorial.
Después
de escribir este prólogo sentí un golpe en las sienes, pero no era la memoria,
era Cesar Vallejo que me invitaba a recitar con él este poema de su autoría. Me
acordé que la poesía fue siempre una de la más valientes formas de protestar,
uno la llevaba en la boca vaporizada en los alientos, entre los dientes, era la
más clandestina manera de decir las cosas y con belleza. El represor no la veía
ni escuchaba y, si así fuera, no la entendía, no podía entender la palabra bella
y rebelde.
¡VIBAN
LOS COMPAÑEROS!
Solía escribir con un dedo grande en el
aire:
“¡Viban los compañeros! Pedro Rojas”,
de Miranda de Ebro, padre y hombre,
marido y hombre, ferroviario y hombre,
padre y más hombre, Pedro y sus dos
muertes.
¡Viban los compañeros a la cabecera de su aire
escrito!
¡Viban con esta b del buitre en las
enseñanzas
DePedro
y de Rojas, del héroe y del mártir!*