Sociedad en crisis o crisis de la sociedad
“En los momentos de
crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento” Albert Einstein.
Alfredo César Dachary
Todos los días el mundo mediático nos agobia con ejemplos negativos de la
sociedad en que vivimos, ¿por qué no se habla que hay personas que hacen las
cosas bien?, ¿somos adictos a las notas rojas o necesitamos sufrir? Por eso las
televisoras muestran novelas cada vez más violentas como espejo de la sociedad
en que vivimos.
En los canales, la gran mayoría del vecino del norte, semanalmente hay
una película sobre una amenaza que pretende acabar con el planeta, todo parece
un guión perfectamente orquestado: asustar o amansar, agobiar o alienar, por
donde nos puedan llevar o adonde quieran arribar.
La primera parte está clara, nuestro único motivo de vida se está
reduciendo de la vida misma al consumo, incluso de cuotas de salud y belleza que
hacen de la vida algo más “atractivo”, todo es consumo y cuando no hay otra
meta, lo demás también lo es, incluido el mundo rojo, violento y de mínima
esperanza que nos pintan como el futuro.
Todos los días aparece un nuevo descubrimiento, que tal producto hace
daño, que tal ejercicio es contrario a la buena circulación, algo que pone en
negativo lo que hasta hace poco se planteaba como
positivo.
Dos hechos se han superpuesto hoy: por un lado, la auto explotación, o
sea, dejar que la vida sea un consumo permanente y con ello el dinero que se
tiene nunca alcanza, es el caso tradicional de la carrera del conejo tras la
zanahoria. Ello lleva a un desgaste permanente del sujeto que no puede
alcanzarla y entonces aparece el estrés, el mal de fines del XX y el XXI, ningún
descubrimiento porque hace tres siglos emergió un mal profundo a causa de los
problemas de la nueva sociedad.
El peregrinaje de los bañistas a las costas del
mar frío comienza en 1750 y tiene como finalidad deshacer una antigua angustia,
de la que forman parte la melancolía y el spleen y también de nuevas ansiedades,
las nuevas y antiguas ansiedades que se dan en el siglo XVIII, fruto de los
grandes cambios y el ocaso de la interpretación religiosa del mundo, un cambio
profundo como al que hoy asistimos y nos parece un tiempo
excepcional.
De allí que los médicos e higienistas, que ven lo
que está ocurriendo, dan la alarma y generan el deseo en esta sociedad ansiosa
de nuevas experiencias, y así el pasado tuvo que enfrentar la vieja acedia
medieval, diabólica podredumbre del alma que incita a perder toda esperanza en
la salvación. Hoy, con poca esperanza y sin un referente, nos llenamos de
experiencias a fin de consumir lo que nos ahoga: un futuro catastrófico y sin un
soporte para enfrentarlo.
Vicente Verdú expresa en palabras
exactas que en esta “sociedad de
bajo coste”, donde los aparatos duran poco (tiempo de vida programado), tampoco
duran las cosas como el amor y la amistad y coloca como ejemplo al capitán del
barco Costa Concordia, que naufragó y él huyo. Las autoridades italianas lo
consideran como algo más, no un delito grave, abandono de personas bajo su
responsabilidad.
Los valores cambian cuando la sociedad se hunde
en el mar de una mentira programada, donde los valores son reasignados acorde
con las necesidades del sistema, que considera una violación grave a los
derechos humanos un atentado terrorista, lo cual lo es, pero no entra en la
misma categoría que el hecho de que más de la mitad de la población mundial esté
viviendo en la pobreza, cuando se sabe quiénes son los responsables.
Los medios no exhiben las virtudes tradicionales
del género humano, la bondad, la honestidad, la solidaridad y el amor, pero si
transforman a éstos en una competencia y así aparece algo típico de las
sociedades sin solidaridad, como
Estados Unidos, la filantropía, que es descargar la conciencia de los
ricos con limosnas a los pobres, al igual que príncipes del medioevo cuando
pasaban por un pueblo y arrojaban algunas monedas.
La otra distorsión, que CNN ha hecho de ésta una
nueva bandera, son los “héroes”. CNN ha hecho de los héroes los nuevos modelos
de hombres, los que siendo pobres crearon un negocio en pleno auge; los que
siendo poco letrados logran un gran premio; los que se arrojan al fuego y sacan
una persona, gracias al apoyo de todos los demás que están en la lucha contra el
fuego.
Los héroes son la esperanza que de cada miles de
pobres alguno triunfará y será reconocido y así podrá subir al pináculo de la
gloria, entre los héroes no aparece Lula da Silva que sacó más de 30.000,000 de
brasileros de la pobreza, desde un estado, al cual muchos quisieran destruir.
Los héroes y la filantropía son la expresión del
individualismo y lo privado, dos extremos de las visiones conservadoras, porque
en ambas la sociedad no cambia sino que sigue igual con un nuevo héroe que
pronto se diluye en los millones de notas y con el ejemplo del héroe eterno,
Bill Gates, que da parte de su dinero para filantropía y así pasa a la historia
como un joven que logró salir de abajo, hacerse rico y luego dar propinas.
El American Way Life es eso, es una ilusión que
ya hoy no existe, salvo para los muy pobres que llegar a ser empleados de
McDonald´s o una pizzería es un título honorífico, porque “somos un equipo” los
pobres que trabajan y los dueños que acumulan, y que serán conocidos por fotos,
como estampitas de los santos modernos.
Hoy todos somos malos, hay que desconfiar de
todos, la podredumbre nos ha inundado, en la escuela, en el banco, en el centro
comercial, en la tienda; en todo lados hay que filmar porque todos somos
potencialmente peligrosos, algo que se ha hecho realidad en los países más ricos
donde cada cierto tiempo emerge alguien con ganas de ser un “héroe” y comienza a
disparar a sus compañeros de escuela, a los que no conoce o los que por estar en
un lugar equivocado, mueren víctimas de un violento, producto de una sociedad
que sólo transmite violencia y desesperanza.
Los lugares más alejados, pueblos ejemplos de
tranquilidad han sido alterados, el mundo rojo transita rápidamente a través de
la Web, y con él lo mejor y lo peor de esta sociedad. Desde libros de acceso
gratuito, ofertas de trabajo, apoyos para los estudiantes, juegos en línea al
otro extremo, pedófilos, pervertidos diversos, asesinos seriales y todo lo que
sintetiza esta nueva “novela negra” del siglo XXI.
Estamos buscando la forma de integrarnos a esta
sociedad en crisis rompiendo la última puerta que aún quedaba cerrada, la vida
privada, que sintetizaba la institución que fue modelo en el origen del
capitalismo: la familia tradicional, hoy obsoleta por una sociedad de individuos
y no de grupos, salvo por afinidad de gustos.
De Facebook a Twitter, pasando por el viejo
correo electrónico, entendido todos como escenario, nosotros hacemos una
presentación diaria de nuestras debilidades, falencias, aspiraciones o
ambiciones, amores u odios; nos mostramos de cuerpo entero, transformando el
viejo diario íntimo en una obra de teatro que se suma a lo que es hoy la nueva
realidad: la sociedad del espectáculo.
¿Es una crisis final la que enfrentamos o sólo es
una más en la corta vida del hombre en este planeta? Para nosotros es profunda
porque abarca nuestro limitado tiempo de vida; para la historia es un capítulo
más que lo escriben miles de actores aunque luego se pueda resumir en una frase.
alfredocesar7@yahoo.com.mx