Bahía de Banderas: el turismo y sus incógnitas
Alfredo
César Dachary
A comienzos del nuevo siglo, entre 2001 y 2002, realizamos el trabajo
“Bahía de Banderas a Futuro, construyendo el porvenir” con un grupo de colegas
del Centro Universitario de la Costa y con el auspicio de la Universidad de
Guadalajara y de la Asociación de Empresarios de Bahía de Banderas, una alianza
que nos dejó una interesante experiencia.
Uno de los temas centrales que emergió de este estudio, y que aún
está vigente, es el de la conurbación, que veíamos como prioritario, ya que se
impactaba en la articulación de la bahía como un destino. El sector empresarial
también lo visualizó como un tema central para garantizar un mejor apoyo a todo
el destino y una racionalidad en el manejo de los recursos, no sólo municipales
sino del ordenamiento de esta vasta zona en plena expansión.
De allí emergió la propuesta de un organismo regional, respetando los
Municipios, para poder supervisar el desarrollo de este destino turístico en
expansión a partir de un Plan Maestro, ya que la región es compartida por dos
Estados con tres Municipios, dos del lado de Jalisco y uno del lado de Nayarit.
En esa época, Puerto Vallarta era el destino principal y Bahía de
Banderas, como municipio reciente, un destino en proceso de expansión, pero ya
era claro que había condiciones para que creciera y ocurriera lo que hoy es una
realidad, que el destino de lado nayarita tiene más éxito y mayores
posibilidades de futuro, en estos momentos.
En la primera década del siglo XXI, Puerto Vallarta comenzó a
resentir los costos de dos décadas anteriores de crecimiento, que habían
generado un importante crecimiento
y éxito del sector turístico pero con una sociedad asimétrica y con un alto
costo ambiental, que afectaba su imagen y minaban a una sociedad,
mayoritariamente de gente inmigrada, de encontrar un camino alternativo ante los
problemas que se evidenciaban.
Puerto Vallarta había consumido su frente de playa y la mayoría eran
hoteles, departamentos, condominios y casas, todas o la gran mayoría de
visitantes por largas temporadas, tanto mexicanos como norteamericanos. Así
mismo, Puerto Vallarta era el destino más exitoso en la expansión del modelo de
tiempos compartidos, un modelo que unos consideraban como una salida y otros
como una de las causas de la crisis del destino.
La solución territorial en el sector del turismo fue víctima de la
falta de voluntad política, lo cual se reflejó en el divorcio entre la expansión
de Puerto Vallarta y el de Cabo Corrientes, lo cual significa, el cierre del
crecimiento del modelo de turismo masivo, dejando a la zona de Nayarit como el
último y posiblemente mejor escenario para la expansión del turismo mismo.
Hoy, frente al comienzo del Tianguis, que tiene como sede a la ciudad
de Puerto Vallarta, nos enfrentamos a un triunfo que puede terminar siendo
“pírrico”, o sea, se gana tanto como se pierde más, ya que el desarrollo del
turismo ha dado un giro y la desunión y “competencia entre las partes del
destino” están en la base de esta situación. ¿Qué ha pasado?, ¿por qué en una
década cambia radicalmente el escenario del turismo en Bahía de
Banderas?
Puerto Vallarta como destino y no como sociedad intentó enfrentar la
emergencia de Nayarit en la bahía, como una competición y no como una
complementación, ya que tiene escenarios diferentes, historias distintas y, por
ello, oportunidades en ambos casos, en vez de entenderlo como una carrera.
Puerto Vallarta es una ciudad, o sea, además del turismo tiene
desarrollada una centralidad económica, social y de servicios, que le da el
liderazgo por muchas décadas en esta región, porque es la sede de la educación
superior, media y tecnológica con casi dos décadas de experiencia, del sector
financiero, de los servicios médicos y todos los demás que conforman el gran
clúster del turismo en su versión más ampliada, porque no se trata de número de
habitantes sino de una sociedad.
No cabe duda que del lado nayarita, la expansión de Bucerías y su
conurbación con la Cruz de Huanacastle, al norte y el Tondoroque y Mezcales al
sur, formarán en el mediano plazo una gran ciudad mayoritariamente lineal, donde
se verán dos territorios divididos por la carretera, la zona turística y la
ciudad de apoyo.
La expansión urbana de la bahía es cada vez mayor con lo que ello
implica, una sociedad más compleja, mayoritariamente joven, que requiere de
servicios y demás apoyos y, que ante la imposibilidad de seguir el ritmo del
crecimiento, se generan deudas sociales, una debilidad en los destinos, que
décadas atrás afectaron a Acapulco y hoy son un lastre en Cancún, donde la
ciudad dormitorio de Puerto Juárez, capital de la pobreza, alberga dos tercios
de la población de ese mega destino.
No se trata de una competición dentro de un país, ya que los Estados
son parte de un destino común que es México, por donde fluyen todos sus
ciudadanos, ya sea para disfrutar del tiempo de descanso como para buscar nuevos
horizontes de trabajo. Las diferencias políticas siempre son coyunturales en una
democracia, por los cambios de partidos en el poder, ya sea municipal, estatal y
nacional, por lo que lo único que une a todos es el país y la esperanza de que
todos aporten a su grandeza y a una sociedad más equitativa.
El hecho que la balanza del desarrollo del turismo se incline a un
lado u otro es siempre coyuntural, porque el turismo es una actividad muy
compleja donde cualquier elemento extraño la altera y la afecta, desde un
terremoto a la inseguridad que hoy vivimos como corolario de una guerra no
querida.
El proceso de crecimiento del turismo es muy diferente al de
desarrollo del turismo. Este último obtiene del primero la expansión de la
actividad líder, el turismo, pero se diferencia del mismo, porque sus avances se
pueden ver reflejados en la sociedad, donde es fundamental el factor regulador,
aunque no asfixiante del Estado.
El crecimiento genera una revolución territorial, un desplazamiento
de grandes contingentes de personas del Estado hacia estas regiones en expansión
y, con ello, se crean nuevas necesidades de educación, de salud, de vivienda y
de servicios, de racionalidad urbana, de transportes eficientes y responsables,
de las cosas fundamentales que se reflejan luego en los indicadores de
desarrollo humano, desde la equidad de género a la esperanza de vida.
Es allí donde siempre emerge el problema y las grandes limitaciones
de estos modelos intensivos, aunque necesarios en países que no pueden generar
empleo sino a partir de poner en valor su capital natural, cultural, humano y
social, ya que son aportaciones que fácilmente pueden sufrir afectaciones que
inciden en toda la población, como ocurre con los impactos ecológicos.
Por ello, decíamos que los avances en crecimiento tiene su costo
oculto; tras las luces de la inauguración que son la respuesta a la nueva
sociedad que los construyó y que exigirá de diferentes maneras compartir la
calidad de vida que vendemos, para no generar un país de privilegiados y
desarrapados.
Ese tiempo que viene, luego de las luces del éxito, es el de
construir el destino real, en el cual es fundamental la presencia de los actores
más dinámicos, el empresariado que generó el auge, la sociedad civil que
pretende exigirlo y un Estado que debe equilibrar las demandas de lo deseable
con la realidad de lo posible.
Hoy estamos en la construcción de este destino de Bahía de Banderas,
que sería deseable como desarrollo mexicano y no como destinos estatales; mañana
este destino se expandirá hacia el sur, en el corredor Costa Alegre, hoy frenado
por muchas circunstancias, y hacia el norte por la Riviera Nayarit, un reto que
puede ser la salida a miles de mexicanos que están dispuestos a quedarse a
trabajar en México y a los que no se les puede fallar.
Entre los sectores de empresas de servicios hay competencia, una
regla fundamental del mercado, pero también hay complementación. En la
producción hay especialización y articulación, la base de los clúster; en el
turismo, una industria compleja lo hay más, por ello el universo de este
destino, hoy Bahía de Banderas, mañana al gran corredor del Pacífico mexicano,
es complementarse y articularse en lo que hoy es nuestra salida de mediano plazo
más viable ante un mundo cambiante donde el sector terciario
ha tomado la hegemonía.
Vecinos de la economía mayor del mundo y con un mercado nacional que
puede dar una importante respuesta, muchos esperamos que la competencia inicial
se transforme en una alianza de gran fortaleza, porque siempre los éxitos son
coyunturales y ya los hemos visto en el sector turismo y otros más. Por ello
esperamos que más allá del Tianguis, Bahía de Banderas mantenga la posición de
ser uno de los grandes destinos de México y del mundo.
alfredocesar7@yahoo.com.mx