Asunto: | =?utf-8?Q?RE:_Notici?= =?utf-8?Q?asdelCeHu_?= =?utf-8?Q?19/12_-_Di?= =?utf-8?B?ZXogYcOxb3MgZGU=?= =?utf-8?B?c3B1w6lzLCBzZSA=?= =?utf-8?Q?desarrolla?= =?utf-8?B?IHVuIOKAmGFyZ2Vu?= =?utf-8?Q?tinazo'_mu?= =?utf-8?Q?ndial_(Jor?= =?utf-8?Q?ge_Altamir?= =?utf-8?Q?a)?= | Fecha: | Miercoles, 11 de Enero, 2012 20:22:15 (+0000) | Autor: | Vicente VDC <vdicione @.......com>
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Hola: adjunto una declaración d
el grupo Argumentos aparecido hoy en P¡gina/12. Aun
que polemiza con el Grupo Plataforma, creo que hay alguna
s reflexiones sobre las relaciones entre la sociedad
civil, la sociedad política y el estado que son pe
rtinentes al artículo de Altamira. Los fenómenos,
tales como las movilizaciones sociales tipificadas en el
"argentinazo", no admiten lecturas lineales simplist
as que anuncian resoluciones unilaterales "revolucionaria
s" cuasi mecanicistas del tipo que suelen hacerlas los co
mpañeros del PO. Hay muchos tipos de revolucones y, aunq
ue pueda parecer una herejía, de muchas crisis de sale t
ambién tristemente con las "revoluciones" que reali
za el mismo capitalismo y/o por las mayorías
populares que suelen tener un sentido crítico m¡s
inmediato y realista. Hace casi medio siglo que M. A
glieta nos sugirió, refiriendose a las transformaci
ones político-económicas, retomando las historicidades
políticas de m¡s de un siglo y medio pensar y asumir
las transformaciones mediante una sucesión política de
las formas de "regulación" del modo de producción
capitalista. Algunos han pretendido ver en la noción so
lo las formas de regulación que lleva a cabo los poderes
capitalistas para salir de sus crisis. Pero otros interp
retan que hay formas de regulación populares anticr
isis que no son demasiado org¡nicas al liberal
ismo y neoliberalismo estrictamente capitalista. De
ntro de la perspectiva de la regulación la noción
de revolución est¡ implícita como momento subordinado
a la relación de fuerzas existentes entre el campo popul
ar y el campo antipopular. Lo que importa, por lo tanto,
no es la regulación abstracta, sino los sentidos revoluc
ionarios o no revolucionarios de la regulación. Esta per
spectiva es la que, nos parece a muchos m¡s de 30.000, &
nbsp;la que hace posible cotidianamente la política sin
colgar las pr¡cticas del vacío histórico y, consideran
do las determinaciones locales, geogr¡fico.
Cordial
es saludos. Vicente (Di Cione).
“A
rgumentos para una mayor igualdad”
DIV>
Por Alejandro Grimson
, Victorio Paulón, Jorge Gaggero, Florencia Abbate *
Esta carta pretende escapar a una falsa polarización.
Quienes firman Plataforma, quienes adhieren y promueven
Carta Abierta y quienes firmamos estos “Argumentos” a
firmamos desear que la Argentina sea una sociedad m¡s ig
ualitaria. ¿Cómo es posible que nuestro diagnóstico ac
erca de lo que sucede en el país sea tan distante del de
Plataforma?
El pensamiento crítico, que reivindica
mos, distingue entre cualidades diferentes, se adentra co
n cuidado en procesos complejos. No descalifica a los adv
ersarios o a quienes piensan diferente: construye argumen
tos. Quienes firmamos este texto creemos que es urgente d
esplegar un debate franco, que busque reconocer los matic
es y complejidades del proceso actual.
Cuando se par
te de una presuposición, por ejemplo que este gobierno e
s calamitoso o maravilloso, y de ello se deriva que todo
lo que haga ese gobierno tendr¡ esa misma cualidad, se e
st¡ renunciando al an¡lisis político y a la principal
función de la crítica, que es la capacidad de distingui
r.
Los firmantes de Plataforma 2012, con algunos de
los cuales hemos compartido muchas luchas, parten de una
idea que consideramos equivocada: este gobierno es nefast
o y sólo hace cosas nefastas. Vamos a detenernos en las
principales afirmaciones:
1 “Se ha profundizado la desigual
dad”. Esto no puede afirmarse y menos aún al pasar. Lo
s compañeros saben que hay distintas formas de estudiar
la distribución del ingreso y que en cualquiera de ellas
la desigualdad no se ha profundizado desde 2003 a la act
ualidad. La Asignación Universal, la ampliación de las
jubilaciones, la reducción del trabajo precario (aún mo
desta para los objetivos que deben plantearse) ayudaron a
eso. Las tan vapuleadas retenciones y el Impuesto a las
Ganancias (aunque est¡ pendiente una reforma impositiva)
mejoran la distribución. Adem¡s, leyes como el matrimo
nio igualitario o del peón rural reducen otras desiguald
ades. Nos parece muy preocupante que se realice una afirm
ación tan grave sin an¡lisis ni datos. ¿Acaso Platafor
ma no pretende convencer a los que piensan distinto?
2 Vemos
con idéntica preocupación a la de los compañeros que d
esde los hechos del Parque Indoamericano en 2010 y la rep
resión en Formosa, comience a agrietarse una de las gran
des conquistas democr¡ticas posteriores a los asesinatos
de Kosteki y Santill¡n. Nos referimos a la m¡xima, tan
criticada por los medios masivos, de que la policía con
curra sin armas a las protestas sociales. El primer quieb
re fue el asesinato de Fuentealba, con evidente responsab
ilidad de la policía provincial, que produjo una protest
a de la CTA y de la CGT (incluyendo paro de actividades).
El asesinato de Mariano Ferreyra, con gran repercusión,
est¡ siendo investigado y produjo la inédita consecuen
cia de un secretario general gremial preso. Ese hecho par
ece no existir para Plataforma. Por nuestra parte, consid
eramos imprescindible que el gobierno nacional tenga una
política consecuente con su política de derechos humano
s en relación con los asesinatos ocurridos en Jujuy, San
tiago del Estero, Formosa y otras provincias. Una políti
ca que logre retrotraernos a la situación previa a los p
rimeros muertos en protestas en las provincias. Creemos f
irmemente que es necesario que todas las organizaciones s
ociales, sindicales y de derechos humanos tomen esta cues
tión como central en su agenda. Ese es el desafío no s
lo para el Gobierno, sino también para muchos actores d
e la sociedad argentina.
3 Todos los gobiernos, de izquierda
o de derecha, construyen relatos. La pregunta no es si lo
s intelectuales se sienten interpelados por esos relatos.
La pregunta crítica es qué habilitan y qué obstruyen
dichas narraciones. Honestamente, entre quienes apoyan la
s principales medidas de los últimos años, vemos énfas
is bastante distintos, comentarios críticos, disputas re
levantes e irrelevantes. La crítica a la ley antiterrori
sta ha sido la muestra m¡s reciente de lo que afirmamos:
hay un debate público. No vemos un discurso único, sal
vo que así parezca el acuerdo profundo en enfrentar los
discursos de aquellos economistas que quieren llevar a es
te país a los años noventa.
4 Existen disputas por la legit
imidad política muy asociadas con los procesos de distri
bución económica. Y esas luchas son verdaderamente comp
licadas. No sólo porque una corriente progresista, que h
a tenido diferentes capítulos en la historia del país,
siga creyendo que las mayorías populares est¡n engañad
as, dado que han manifestado su apoyo a pesar de la supue
sta “profundización de la desigualdad”. También, y
principalmente, porque los poderes económicos y corporat
ivos son mucho m¡s reales de lo que un lector de la Plat
aforma podría suponer. En su texto no mencionan sus tens
iones con el Gobierno: esas tensiones serían “puro rel
ato”. Pero todos hemos visto actuar a los grupos rurale
s, eclesi¡sticos, a los medios, a transnacionales, fondo
s buitre y gobiernos extranjeros. ¿Qué fueron esos hech
os? ¿Pura ficción?
5 Hoy se despliega en el país una tensi
ón y una disyuntiva entre una concepción neodesarrollis
ta, que en el fondo cree que mayores formas de inclusión
y justicia ser¡n alcanzadas gracias al crecimiento econ
ómico y una concepción igualitarista que cree en un des
arrollo integral, económico, social, ambiental y cultura
l. Para evaluar hacia dónde nos lleva una ley o una pol
tica, no es suficiente mirar quién la vota: es impresci
ndible analizar sus efectos o no de transformación socia
l.
6
Que haya acciones y metodologías del Gobierno que no co
mpartamos (el Indec, la minería contaminante) no nos lle
va a creer que exista hoy en la Argentina la posibilidad
de una construcción de izquierda que insista en desconoc
er los avances logrados en estos años. Un pensamiento cr
ítico comprometido con lo que hay que lograr, pero tambi
én con lo logrado, intervendr¡ activamente en el debate
acerca de lo que falta, que es un avance cualitativo en
todos los terrenos de una mayor igualdad.
Quienes cr
een que nos encontramos ante el demonio y que todo lo que
vivimos es solamente una fantochada, una puesta en escen
a, cometen el error de persistir en un an¡lisis que elud
e los temas centrales de las políticas del Gobierno y ta
mbién hacen silencio ante el papel de los poderes a los
que se enfrenta. Ese error profundiza la idea de que hay
dos trincheras. Cuando tengamos un debate con matices, pe
rcibiremos que no ser¡n los mismos los argumentos de los
compañeros de Carta Abierta (que no pueden ser califica
dos como “voceros del Gobierno”) que los de Plataform
a, pero tampoco los de sus integrantes. Quien conoce a la
s personas por sus trayectorias, sus hechos y sus dichos
sabe que es bueno siempre juntarse, con el riesgo de que
en el entusiasmo transmitido de unos a otros esa ausencia
de matices pueda terminar en rejunte.
* También fi
rman, entre otros, Roberto Pianelli, Alicia Azubel, Sandr
a Arito, Eduardo Menajovsky, Claudio Ingerflom, Luisa Val
enzuela, Norma Díaz, Paula Abal Medina, Rita Segato, Gus
tavo Tieffenberg, Jorge Sarquis, Osvaldo Pedroso, Gerardo
Aboy Carlés, Hugo Rapoport, Karina Bidaseca, Ariel Lupo
, Laura Malosetti, Marta Dujovne, Jorge Kors, Nicol¡s Es
cobari, María G. Rodríguez, Dami¡n Pierbattisti, Aleja
ndro Falco, Estela Maidac, Alexandre Roig, José Lipovetz
ky, Nicol¡s Freibrun, Eduardo Smalinsky, Alcides Chiesa,
Liliana Lukin, Víctor de Zavalía, Horacio Feinstein, A
na Cambours de Donini, Sonia Otamendi, Leda Schiavo, Seba
sti¡n Pereyra, Hugo Germano, Gabriel Noel, Daniel Mundo,
Pablo De Biase, Ana Castellani, Martín Plot, Gustavo Da
lmazzo, Juan Lo Bianco, Sergio Caggiano, Irma Zacaria, Ju
an Luis Fornero, Débora Gorb¡n, Cora Arias, Tukuta Gord
illo, Graciela Jacob, Ariel Wilkis, Philip Kitzberger, Ge
neración Política Sur, Juan Carlos Marín.
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Date: Wed, 11 Jan 2012
08:39:34 -0800 From: cehumboldt@... To: hu
mboldt@... Suotect: NoticiasdelCeHu 19/12 - Di
ez años después, se desarrolla un ‘argentinazo' mundi
al (Jorge Altamira)
NCeHu 19/12
Diez años después, se d
esarrolla un ‘argentinazo' mundial
<
DIV>
Jorge Alt
amira
Prensa Obrera 12
08
Buenos Aires, 5/1/12
COPETE: <
EM>El artículo que sigue fue solicitado por la Nueva Cor
riente de Izquierda de Grecia en ocasión del décimo ani
versario de la crisis argentina de 2001.
Diez años atr¡s, el pueblo de Argentina se
arrogó un derecho que no tiene reconocido por la Consti
tución Nacional: revocó, por medio de la acción direct
a, el mandato de un gobierno electo. El intento de ‘pro
teger' a las clases medias mediante el estado de sitio fu
e respondido con una enorme rebelión popular. Entre el
peligro' de los de abajo y la confiscación de los de a
rriba, los sectores medios eligieron su campo. La renunci
a veloz del gobierno permitió mantener la continuidad ju
rídica del Estado, mediante un gobierno designado por el
Congreso. Una década m¡s tarde, este derecho de revoca
toria sigue presente en la conciencia popular e incluso e
n la del régimen político. Los cortes de ruta, las mani
festaciones sin autorización, las ocupaciones de empresa
s, universidades y colegios son cotidianos. La conmemorac
ión del décimo aniversario reunió alrededor de treinta
mil personas -sin la presencia de ningún contingente de
l oficialismo ni de la oposición patronal.
La bancarrota de Argentina, hace diez años,
es un caso de modelo ‘puro' de disolución de las rela
ciones sociales capitalistas: hacia allí converge la cri
sis mundial actual. Fue un Lehman Brothers ‘avant la le
ttre': la devaluación del peso fue una expresión del de
rrumbe económico, no una ‘salida' a la crisis, la cual
emergió por otras circunstancias. Produjo una bancarrot
a total del sistema bancario, la caída vertical de la pr
oducción, una virtual desaparición de la moneda y una d
esocupación en masa (un 60 por ciento entre desocupados
y subocupados). La quiebra financiera del Estado obligó
a los Estados federales a emitir moneda propia -catorce m
onedas diferentes- y, en algunos casos, emergió el trueq
ue. La unidad política del Estado operó como el recurso
último de supervivencia del capital.
El default, la
devaluación del peso y la caída del gobierno consumaro
n un golpe de Estado por parte del FMI y de la burguesía
argentina. El primero financió, durante 2001, una fuga
de capitales de alrededor de 50 mil millones de dólares,
los que quedaron exentos del default. La burguesía naci
onal obtuvo la desvalorización de sus deudas en pesos y
ventajas comerciales. La desvalorización económica (el
PBI, en valor, cayó de 300 mil a menos de 100 mil millon
es de dólares) sirvió como premisa de la recuperación
de la economía desde mediados de 2002, pero solamente po
rque la crisis quedó confinada a las fronteras nacionale
s y se desarrolló una irrupción enorme de China en el m
ercado mundial de alimentos y minerales. Lo mismo ocurri
con toda América del Sur, cuyas monedas estuvieron sob
revaluadas durante toda la década. En el marco de una cr
isis mundial, como ocurre en la actualidad, esto no hubie
ra sido posible.
El oficialismo asegura que resolvió
el problema de la deuda externa debido a que consiguió
una quita del 75 por ciento. Falso. La refinanciación af
ectó, en primer lugar, solamente a la mitad de la deuda
-la contraída con los acreedores privados. En segundo lu
gar, la deuda refinanciada estaba inflada por la acumulac
ión de intereses usurarios impagos de los rescates de 20
01. En tercer lugar, la refinanciación del kirchnerismo
incluye un bono que se ajusta al crecimiento del PBI, que
ha dado rendimientos extraordinarios en los diez último
s años. La deuda pública, en 2011, supera en 25 mil mil
lones de dólares a la anterior a la crisis. Para pagar l
a deuda renegociada, el gobierno procedió a la confiscac
ión de fondos del fondo de pensiones del Estado, de la a
sistencia médica a los jubilados, del Banco Central y de
otras cajas del Estado. La deuda externa ha sido convert
ida, en casi un 60 por ciento, en una deuda pública inte
rna, la que ser¡ refinanciada en forma indefinida -lo cu
al equivale a una confiscación de los jubilados. Ahora q
ue esta política confiscatoria se encuentra agotada, el
gobierno ha anunciado un aumento extraordinario (300 por
ciento) de impuestos y de tarifas de servicios, acompaña
do por el anuncio de un congelamiento relativo de salario
s frente a una inflación anual del 30 por ciento. Esto d
emuestra que Argentina aún sigue en default. No debe ext
rañar que, a poco de ganar las elecciones, el gobierno e
nfrente la peor crisis política desde 2003: ruptura con
la burocracia sindical y con numerosos gobernadores de pr
ovincia.
La bancarrota de 2001 no ha sido superada en
términos estructurales. El Congreso acaba de renovar la
ley de emergencia económica de hace una década; el sis
tema bancario se ha reducido en una tercera parte; la pob
lación que se encuentra por debajo del nivel de pobreza
sigue en el 30/35 por ciento anterior a la bancarrota; el
promedio de salarios es de 3200 pesos (520 euros), la mi
tad del costo de una canasta familiar; los subsidios a lo
s servicios públicos, otros tipos de subsidios y las exe
nciones impositivas consumen el 40 por ciento del presupu
esto. Como la deuda pública y la deuda externa siguen si
endo impagables, hay gestiones activas para reanudar el e
ndeudamiento internacional. El aumento de impuestos y tar
ifas, junto con la reducción relativa de los salarios ha
n llevado a un choque con los sindicatos. La quiebra pol
tica que ha irrumpido en el oficialismo, a pocos días d
e su triunfo electoral, ha reforzado la tendencia bonapar
tista del régimen político -es decir la etapa previa de
una crisis final.
Ninguna nación puede salir de la
bancarrota económica sin repudiar la deuda externa, o se
a sin romper con todas las relaciones políticas (naciona
les e internacionales) que la sustentan. El repudio a la
deuda plantea, en Europa, la ruptura con la Unión Europe
a y desataría una situación revolucionaria, la que tamp
oco se limitaría a un solo país. Tomada en su conjunto,
la bancarrota de la UE plantea la toma del poder por los
trabajadores y la Unidad Socialista de Europa, incluida
Rusia. Un retorno al orden de cosas precedente no sólo e
s inconcebible, sino que reforzaría la opresión de los
países ‘periféricos' por parte del imperialismo e inc
luso desataría una guerra inter-imperialista. Nosotros p
lanteamos la Unidad Socialista de América Latina, inclui
do Puerto Rico.
<
FONT size=3 face="">La bancarrota de 2001 le ofreció una
nueva oportunidad al nacionalismo burgués, gracias tamb
ién al seguidismo de la izquierda democratizante (lidera
da por el partido Comunista, que hoy se encuentra dentro
del gobierno) y de sindicatos integrados al Estado. Su fr
acaso es incuestionable, porque no ha modificado, sino qu
e ha acentuado la dependencia del capital internacional.
La intervención del Partido Obrero en el Argentinazo (co
n la consigna "que se vayan todos" y por "una asamblea co
nstituyente convocada por un gobierno de trabajadores") s
entó las bases de un desarrollo político ulterior sin p
recedentes, que se manifestó primero en la organización
del movimiento de desocupados y luego en la conquista de
numerosos cuerpos de delegados en las f¡bricas, así co
mo de centros y consejeros en las universidades y colegio
s. En las elecciones recientes, el Frente de Izquierda ob
tuvo el mayor porcentaje de votos de la izquierda en el
ltimo cuarto de siglo, con un programa revolucionario (r
epudio de la deuda, expropiación de los bancos, nacional
ización sin pago de recursos b¡sicos, control obrero de
la producción, gobierno de trabajadores). En numerosas
ciudades alcanzó el 6 por ciento de los votos. En alguna
s (Salta, Capit¡n Bermúdez), el 14 y el 18 por ciento.
Se desarrolla una perspectiva política revolucionaria, e
n el marco de una crisis definitiva del gobierno y de una
crisis mundial imparable.
El Argentinazo fue un "pre-ensayo gener
al".
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