NCeHu
10/12
Entrevista a
Ricardo Napurí, ex Diputado
Constituyente y ex Senador, autor de "Pensar América Latina. Crónicas de un
militante revolucionario"
"En
Perú hay un peligro grave para América Latina"
3/1/12
Mario
Hernandez (MH): En Cajamarca se ha generado una movilización popular muy
importante contra el proyecto minero Conga seguida de inquietantes respuestas
del gobierno de Ollanta Humala (OH).
Ricardo Napurí (RN): Perú se ha
convertido en el 4º país productor de minerales del mundo. Tiene reservas de
oro, plata, cobre, vanadio, tungsteno, es decir, un boom extraordinario a tal
extremo que el 92% de las exportaciones del país son de minerales. Esto
estadísticamente; en cuanto a la realidad, las inversiones mineras forman parte
de un liberalismo salvaje. No han venido con la previsión del cuidado ecológico,
para preservar la tierra, las aguas, sino que vienen en condiciones
privilegiadas, incluso impositivamente. Esto viene ocurriendo con los 3
gobiernos liberales anteriores, de Fujimori, Toledo y Alan García, desde hace 20
años.
Ese es el cuadro real del país, entonces, los campesinos, los
indígenas, la gente que vive en la zona, defiende su derecho a la tierra, como
ocurre en Argentina, también en Bolivia donde se vivió un conflicto reciente
(Tipnis). En Ecuador este conflicto es permanente. Defienden su territorio, la
ecología. Personalmente fui parte en mi época de militante político de un hecho
inusitado en Perú, en el sur, en la zona de Moquegua, donde una compañía minera
arrasó con todo el valle de Ilo, donde se producía vid. Secaron las aguas y los
ríos convirtiéndolo en un valle muerto.
Conga avasalla el derecho a la
vida
MH: Es lo que quieren hacer ahora en Cajamarca secando 4
lagunas.
RN: En Conga, según los estudios de las mineras, hay oro y
necesitan secar las lagunas para extraerlo. Pero esas 4 lagunas proveen de agua
a decenas de miles de campesinos. Además, la explotación de oro, como toda la
minería, corrompe la naturaleza y las aguas. Representa un avasallamiento al
derecho a la vida, más allá del derecho a la defensa de la tierra. Pero es una
inversión de U$S 5.000 millones.
MH: La más importante que ha recibido
Perú.
RN: La compañía Yanacocha está asociada a Buenaventura, una
vieja empresa nacional, pero por detrás está el capital extranjero. Pero no solo
es Yanacocha. Durante el gobierno de Alan García, en Bagua, hubo una matanza por
el mismo problema. Ultimamente en Huancavelica el propio gobierno de Ollanta
reprimió dejando 40 heridos graves frente a una reacción popular por las mismas
razones.
MH: Estaba leyendo que en junio, en un acto de campaña en
Cajamarca, Ollanta Humala se había pronunciado en contra del proyecto
Conga.
RN: Efectivamente. Pero el gobierno va y viene en sus
promesas. No puede cumplir casi nada de lo que prometió. A diferencia de Alan
García, quien no respetaba los derechos de las comunidades indígenas, Ollanta
Humala prometió que no habría concesiones sin consultar a la población. Incluso
hizo aprobar una ley que luego dejó en suspenso. Dijo que no podía llevar
adelante su gobierno sino cumplía con los contratos establecidos, manteniendo al
país como minero, puesto que es el único ingreso de divisas posible.
Por
eso es que entregó el manejo de la economía a los representantes del liberalismo
económico con la idea de seguir con el proyecto minero de Alan García. En ese
sentido entró en colisión con sus promesas electorales.
Perú está
despertando
Hasta 2006, cuando perdió con García, Ollanta Humala era
acusado de chavista porque tenía un programa de centroizquierda, populista. Ahí
desarrolló las promesas de inclusión social, de beneficios a los jubilados y a
los trabajadores. Cuando pierde cambió a un proyecto llamado “Hoja de ruta”.
Llegan asesores de Brasil, entre ellos, Luis Favre, hermano del argentino Jorge
Altamira. Derechiza sus posiciones en base a la idea que había que ganar los
votos de los indecisos y de la clase media. Adelgazó su programa, dejando de
lado la defensa de la ecología y los intereses de las comunidades indígenas y
campesinas, pasando a una posición a la derecha de su primer programa de
gobierno.
Finalmente, este año ganó las elecciones con un 5% de ventaja
apoyado por Vargas Llosa, Toledo y sectores de la derecha y ahí vino el gran
conflicto porque sus votantes le piden el cumplimiento de sus
promesas.
Perú no es un país cualquiera, está despertando. Recordemos que
en las décadas del 70/80 fue un país muy radicalizado, con asambleas populares,
frentes de defensa, en los cuales actuamos y así llegamos al Parlamento con el
apoyo del voto popular.
En la actualidad la gente no reacciona por un
problema ideológico sino que defiende lo suyo porque se vienen las compañías
mineras y arrasan con sus tierras y los arrinconan como antes lo hicieron con
los indígenas tirándolos a 3000 metros de altura. Ahora los quieren mandar a la
selva.
Por eso te digo que es la defensa de la vida mientras Ollanta
Humala está metido en el mismo compromiso que Alan García. Ha dicho que va a
respetar los acuerdos bilaterales con EE. UU., no solo los contratos anteriores
que eran salvajes sino que fomentará nuevos. La economía seguirá con el mismo
registro neoliberal. La única promesa que mantuvo fue un impuesto a las
ganancias excesivas de la minería a los efectos de recaudar U$S 1000/2000
millones para hacer asistencialismo.
No hay que olvidar que Perú es un
país de 60% de pobres aunque haya crecido a las mismas tasas que Argentina en
los últimos años. Así como se elogiaba a la economía de Pinochet en los 70/80,
también Perú ha sido presentado como un modelo porque estadísticamente su
economía crece al 8/9 % anual, pero desde el punto de vista social no hay
derrame. La trampa de estos gobiernos siempre es la misma: hacen concesiones
porque va a haber derrame. Pero no dicen que a lo sumo puede favorecer a un 15 %
de la población. La torta se la llevan 20 compañías y sus empresarios. Para la
gente no hay nada.
La jubilación está congelada hace 20 años. El salario
es de 150 pesos, o sea, un básico de U$S 50. Ahora Ollanta Humala lo aumentó en
75 soles pero para los trabajadores que están registrados.
MH: Sin
embargo, hay un cuestionamiento a este aumento por parte del nuevo Ministro de
Trabajo.
RN: Eso es así porque Ollanta Humala tiene el problema que
las mineras no quieren ceder. Les arrancó un poquito, el 10% de lo que
pretendía. Por supuesto, dijeron que fue el primero que se atrevió a negociar
con los emporios económicos, pero lo cierto es que no tiene la masa de dinero
que necesita para hacer populismo.
Ollanta Humala no es un representante
orgánico de la burguesía, es un militar de clase media y la mayoría de sus
votantes son los miserables, los marginados del país.
Tiene la misma
contradicción que los dirigentes sindicales que pueden ser burócratas pero como
representan distorsionadamente a los de abajo de alguna forma tienen que pelear
para ganar algo de lo que usurpan, así también ocurre con este tipo de
candidatos. Sus votantes son de abajo pero aunque quisieran no pueden cumplir
con sus promesas. Ahora los analistas políticos sostienen que Ollanta Humala
está girando del centro a la derecha.
MH: Para mí hay 2 hechos muy
significativos. Uno, la declaración del estado de emergencia en la zona de
Cajamarca que podemos asimilar a un estado de sitio. Otro, 5 días después, el 10
de diciembre, el cambio de gabinete.
Giro a la derecha y
militarización
RN: El giro la derecha de Ollanta Humala es evidente
pero con un matiz: la tendencia a la militarización de la sociedad. Oscar
Valdez, su ex ministro del Interior, ahora Jefe de Gobierno, es un comandante y
también lo es su nuevo Ministro de Defensa.
Los 3 coinciden en que hay
que disciplinar al país como si fuera un cuartel. Estamos ante militares
autoritarios. No te olvides que Ollanta Humala está acusado de genocidio. La
acusación quedó suspendida por su triunfo electoral. Habrá que ver qué pasará
cuando finalice su mandato. Un caso parecido al de Alan García acusado de la
matanza en los penales.
La dinámica de la situación lleva más a una
derechización del gobierno que a su contrario. La polarización social, el
combate de los de abajo, la presión de la derecha, de EE. UU. para que siga
alineado en el Frente del Pacífico. Roncagliolo, su Ministro de Relaciones
Exteriores y el mismo OH sostienen que son equidistantes tanto de ese Frente
como de Unasur. Por eso Ollanta Humala no participa de las reuniones. Le quiere
demostrar a EE. UU. que se porta tan bien como su antecesor, Alan
García.
En 2009 Vargas Llosa dijo frente a las candidaturas de Keiko
Fujimori y Ollanta que era escoger entre el cáncer terminal y el sida. Triunfó
el cáncer terminal, es decir, Ollanta Humala con el apoyo de Vargas Llosa, el de
Toledo y la derecha económica. Entonces, él tiene la obligación de responder a
sus mandantes porque es un hombre sin ideología que llegó al poder casi de
casualidad.
Hace poco sostuve en una entrevista periodística en Lima que
en el peor de los casos podía devenir en un Lucio Gutiérrez, en la medida que la
dinámica que lo llevaba hacia la derecha pudiera convertirlo, como al coronel
ecuatoriano, que aunque llegó al poder en Ecuador de la mano de los movimientos
sociales, terminó haciéndose agente de Bush y de la derecha a pesar del apoyo
popular y de la izquierda.
Es difícil mantener un equilibrio de centro.
¿Qué cosa es el centro? No hay centro político. Por un lado están EE. UU., el
bloque del Pacífico, la derecha salvaje en Perú y por otro la acción inorgánica
de las masas, espontánea y con matices de rebeldía. En esa posición de sándwich
tiene que hacer su opción. OH no es un hombre de izquierda ni orgánico ni por su
formación. Entonces es razonable que se desplace hacia la derecha pero con el
matiz de la militarización porque quiere orden. Por eso se apoya en estos
militares autoritarios.
En Perú hay un peligro grave para América Latina
porque esta opción sería revalidar lo que EE. UU. viene intentando en el
Pacífico. No te olvides de Venezuela. Aunque Chávez va a ganar en el 2012 puede
perder gobernaciones. Podría perder la mayoría parlamentaria y se abriría una
situación nueva en Venezuela.
Esos peligros existen en toda América
Latina porque este reformismo progresista queda en manos de la democracia
representativa. Así como Ortega en el pasado perdió las elecciones con Violeta
Chamorro también las puede perder Chávez. Tampoco en Uruguay hay garantías que
el Frente Amplio no pueda ser sustituido por una coalición de derecha, es decir,
al usurparle el poder a las masas mediante las mediaciones que respetan la
institucionalidad se puede perder lo conquistado por la vía de elecciones
democráticas.
|