México: algo más que una crisis
Alfredo César
Dachary
Todos los días hay un nuevo movimiento; empezó en
febrero con el norte de África, luego Grecia, España, Italia e Inglaterra, pero
esto aún no parece terminar, porque el malestar de las poblaciones parece ir en
aumento.
¿Por qué ahora les toca el turno a los países
desarrollados?, como si fuera una especie de ciclo que comienza en el sur y de
allí va al norte, podría ser pero no es así, ya que no se trata de toda la
población sino la mayoría que tiene un presente sin
futuro.
No es así, porque se pensaba que los países
desarrollados no tenían contradicciones profundas al interior, pero se ve
claramente que la asimetría que divide al planeta también está presente en estos
países y es más violenta porque se trata de países que están retrocediendo en su
calidad y bienestar.
Esto ya no nos sorprende porque el capitalismo
global en esta etapa no tiene ni bandera ni compromisos con las diferentes
sociedades y trata a sus ciudadanos con la misma violencia económica y política
con que trata a los de los países de bajo desarrollo o
emergentes.
En México, país que está en la OCDE, ubicado como
la economía número 13 con un Producto Interno Bruto (PIB) para el 2010 de
1,012.32 billones de dólares es un ejemplo de lo que significa esta nueva moral
del poder financiero, esta nueva ética del crecimiento económico, de
desdoblamiento de los resultados según sea el sector que los reciba; para los
pobres, crisis; para los sectores del poder del país,
pujanza.
El presidente Felipe Calderón celebró el
incremento de 5.5% en el PIB durante 2010, ponderó esa cifra como las más alta
en 10 años y la tercera o la cuarta, quizás, más alta de crecimiento en México
en los últimos 30 años, y expresó su optimismo sobre el desarrollo económico de
México.
En el otro extremo, David Lozano, del Centro de
Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la UNAM y Yoloxochitl
Bustamante, directora del Politécnico Nacional (IPN) sostienen que la pobreza en
México está peor que en los años treinta, ya que los pobres son 87 millones de
mexicanos, el 83% de la población del país.
Los pobres crecieron de 2008 al 2010 de 48.8
millones a 52 millones, o sea, casi tres millones en los últimos dos años, a lo
que hay que sumarle que desde abril del 2010 al mes de abril del 2011, el
salario de los trabajadores de las transnacionales cayó en un 23%, esos eran los
mejores salarios del país, salvo los de la burocracia nacional que son de
dimensiones escandalosas, como es el caso de los ministros de la Corte Suprema
de Justicia que ganan, además de otras prebendas, $347,000 mensuales, unos
treinta mil dólares y $152,303 los diputados, en un país donde más del 80% gana
menos de tres salarios mínimos.
El gobierno ha tenido que reconocer de manera
conservadora a través de los estudios que se hacen en el Consejo Nacional de
Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) que la mitad de los
niños y jóvenes mexicanos, el 53.8% que suman un total de 21.400,000 viven en la
pobreza, de esta cantidad el 45% viven en pobreza extrema, o sea, hay un elevado
número de jóvenes y niños que no tiene un futuro por delante.
Lo más grave es que en el análisis de la medición
de las carencias que realiza el organismo oficial CONEVAL, la carencia
alimentaria, que es la fundamental para mantener la vida, es la que más creció
entre los menores, ya que pasó del 2008 que era del 25.5% al 29.5% en el
2011.
El acceso a la seguridad social, según esta
medición, tiene un rezago en la actualidad del 64%, es decir, que en el país hay
25.4 millones de mexicanos sin acceso a ésta. Además, según este organismo del
gobierno, la falta de acceso al bienestar pasó de 58.2% al 61% de los niños y
adolescentes, es decir, de 23.4 millones a 24.2 millones.
Otro tema muy complejo, porque hipoteca el futuro
de los niños de México, es el hecho de que hoy en el 2011, según el CONEVAL, el
36% de la población infantil a nivel nacional trabaja más de 35 horas en la semana. Catorce
por ciento de los niños entre 14 y
15 años están expuestos a actividades irregulares mientras que el 12% está
realizando labores consideradas peligrosas.
Según la Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de
los hogares (ENIGH), se reporta una caída en los ingresos de las familias y ya
está comprobado de que el incremento en la pobreza patrimonial en los últimos
dos años fue de cinco millones de personas, llegando a 56 millones, según lo
señalan investigadores del IPN, siendo los lugares donde se da más incremento en
los estados de Veracruz, Chiapas, Tabasco y Guerrero.
La pobreza patrimonial es aquella en la cual la
población no puede cubrir sus
requerimientos básicos de vivienda, calzado, salud, transporte público,
alimentación y educación, aunque destinara todos sus ingresos para
ello.
Según los resultados de esta encuesta aplicada
por el INEGI, los ingresos de las familias pobres y medias son los que bajan,
pero lo más significativo son las familias rurales cuyos ingresos cayeron en un
40%, según lo reporta el director del Centro de Investigación en Economía y
Negocios del Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México, José Luis de la
Cruz.
De
allí se desprende que las políticas económicas aplicadas en el contexto de la
crisis por el actual gobierno, al igual que los programas de atención al
bienestar social, no sirvieron de contención para evitar la caída de los
ingresos de las familias más pobres, que retrocedieron a niveles de diez años
atrás, o sea, para la gran mayoría del país la primer década del siglo XXI, es
una verdadera década perdida.
Las mediciones modernas de la pobreza se inician
en el 1992 y hace una década (desde el 2001) que no se registraba un 50% de la
población del país en pobreza patrimonial, ya que el antecedente fue la crisis
de 1994, donde ésta llegó al 69%.
Así la clase media vive al día, apoyada por las
tarjetas de crédito, y la diferencia de manejo de este importante instrumento es
la que puede terminar bajando a esta clase límite a la
pobreza.
Desde el 2006 a junio del 2011 no se había
registrado un auge tan elevado en
el número de personas (PEA) que no logra trabajar ni siquiera una hora en la
semana, estos aparentes supervivientes llegan hoy en el mes de junio a
2.564,100, según los datos recabados por el INEGI, que permiten sostener que es
un 60% más alto que al comienzo de este sexenio.
A ello hay que sumar la economía informal, los
que trabajan sin recibir ningún servicio social, apoyos o salud, y éstos fueron
para junio de 2011 13.400,000, o sea, han aumentado 2.000,000 desde que ascendió
al poder el presidente Calderón, es decir, que el “trabajo en negro” creció en
el sexenio en un 17.4%.
La población ocupada del país en junio del 2011
era de 46.355,701 personas, de ellas el 12% trabajan por ingresos de un salario
mínimo, o sea, $59,80 diarios; un 8.15% trabajan sin ingreso fijo, sólo a
propinas o destajo; un 22.6% trabaja por uno a dos salarios mínimos, máximo
serían $118.
Un 22.3% trabaja por un ingreso de dos a tres
salarios mínimos; un 16.7% perciben de tres a cinco salarios mínimos y un 8.4%
percibe más de cinco, mientras un 9.3% no tiene un ingreso
especificado.
Si a ello le sumamos un dato adicional, pero no
menor, que da la Comisión de Vivienda de la Cámara de Diputados en torno a las
casas deshabitadas o abandonadas, las cuales ascienden a 4.997,806, nos
encontramos frente a un panorama que no coincide con un país con indicadores
macroeconómicos muy equilibrados o en realidad estamos viviendo en país con dos
dimensiones diferentes.
En este marco de referencia del empleo, la salud,
la alimentación, la vivienda y, en general, del bienestar es más fácil entender
la difícil situación que se está viviendo, que en el otro del país equilibrado,
porque allí no encontraríamos las
causas de esta grave situación que va más allá de la crisis mundial.
alfredocesar7@yahoo.com.mx