NCeHu310/03
BASORA
Por Elisabetta
Piqué Enviada especial
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BASORA.- "Bush and Blair
good because Saddam finished. But now Americans, British, back home." Un día
después de la caída del régimen, en la segunda ciudad más importante de Irak,
hasta quien sabe pocas palabras de inglés logra transmitir su descontento ante
la presencia de los invasores.
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Hablando tipo Tarzán, Taha,
un hombre de 35 años y 5 hijos que ahora está desempleado porque todo se ha
paralizado por la guerra y el creciente vacío de poder, es muy claro: los
iraquíes están muy agradecidos por la liberación, pero las fuerzas de la
coalición ahora deben irse a sus casas, porque los iraquíes se las pueden
arreglar solos.
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En
la bellísima costanera sobre el Shatt El Arab, el río que se forma en esta
ciudad del sur de Irak, en el delta formado por el Tigris y el Eufrates, hay
gente que se baña en aguas marrones malolientes. Se explica por la falta de agua
en toda la ciudad, y el calor sofocante.
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Un
grupito de gente que está paseando al lado de estatuas de soldados que señalan
hacia Irán -recuerdo de la guerra que Irak peleó con su vecino durante ocho
años-, se acerca cuando ve a los periodistas extranjeros.
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No
ocultan que están furiosos. Quieren decirle al mundo qué piensan. "¿Para qué
vinieron los ingleses? ¿Para destruir todo? Está bien la liberación, pero no de
esta forma. Ahora no tenemos agua, no tenemos hospitales, no tenemos
electricidad, y la ciudad está en el caos total. Los ingleses ayudan a los que
saquean. Necesitamos libertad, pero no esto", acusa un hombre que no quiere
decir su nombre.
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"Nosotros rechazamos que nos
impongan un gobierno, queremos democracia", agrega.
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Camino al sur, siempre sobre
la costanera, se ve un inmenso arco, con imponentes grabados, custodiado por
marines británicos. Es la fastuosa entrada al palacio que tenía Saddam en
Basora, que contrasta increíblemente con la miseria que surge a su alrededor. El
palacio de Saddam, un sitio en el que el dictador nunca durmió, sino que vino a
visitar dos veces, ahora es la sede del comando británico. Los soldados de su
majestad que controlan el ingreso, prohíben la entrada.
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Mientras sacamos una foto,
un hombre le da un papel a nuestro intérprete; escrito en árabe, dice que Alí
Al-Majid, el famoso primo de Saddam llamado Alí, el Químico, que había sido
encargado para dirigir la defensa del sur de Irak del ataque aliado, y que en
1991 reprimió violentamente la revuelta chiita que hubo aquí, en realidad está
vivo.
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"No
es cierto que está muerto: lo vieron cruzar hace unos días el río", explica
Ryhad, mi intérprete, que enseguida le entrega ese papel-denuncia al soldado.
Las fuerzas británicas no hacen otra cosa que comunicarle a la gente que será
muy bienvenido cualquier tipo de información sobre fedayines, paramilitares,
milicias del Partido Baath, escondidos quién sabe adónde. Y algunos responden.
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El famoso yate
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Dos
kilómetros más allá, en el puerto militar de Basora, siempre sobre el Shatt El
Arab, navegan a la deriva los restos del famoso yate de Saddam bombardeado por
las fuerzas aliadas salvajemente. Tenía casi cien metros, había viajado desde
Finlandia hasta aquí, y Saddam nunca lo había usado. "Tenía todos los baños
revestidos en oro", cuenta Ryhad.
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Cerca de allí, aún se ven
vestigios de cruentos combates. Docks destruidos, municiones, las boinas negras
de los soldados de Saddam tiradas en el piso, una máscara antigás abandonada y,
más allá, Alí Babás -ladrones- que siguen saqueando lo que venga bien.
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Un
grupito de gente con mangueras, por ejemplo, se está llevando -de un gran
tanque- bidones de nafta, que también se ha convertido en algo inhallable. Ante
la presencia de los periodistas, un hombre se defiende: "¿Yo no soy un ladrón,
pero tengo que subsistir porque si no cargo el tanque de mi auto, quién le irá a
dar de comer a mis padres inválidos?"
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"Como los ingleses han
generado el caos, y no nos dan protección, en mi barrio nos organizamos, y los
vecinos hacemos rondas de noche para protegernos de los saqueadores", agrega.
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Como la mayoría de los
habitantes de Basora, tampoco el señor que carga nafta abusivamente,
aprovechando del descontrol, está contento. "Esta no es la forma de liberar a un
pueblo", afirma, pasando luego a acusar a los ingleses de estar intentando darle
el gobierno civil de la ciudad a la familia Al Sewa, muy cercana a Saddam.
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"Ellos son los que les
dijeron a los ingleses que los dejaban entrar en Basora sin disparar un tiro. Se
trata del mismo gobierno con otra cara", agrega, explicando que se trata de la
misma mafia que gobernaba antes.
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Interrumpe un hombre vestido
con túnica beige, que tiene los ojos llenos de ira. "¿Usted es periodista?
Bueno, entonces escriba que si los ingleses y los norteamericanos no se van, los
vamos a sacar nosotros. La mayoría de los iraquíes piensa como yo", afirma.
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"¿Ve a todos estos chicos?",
dice, señalando a niños descalzos que ayudan con los bidones. "Ellos serán los
que nos ayudarán a pelear para echar a los extranjeros de nuestra tierra. Ellos
no vinieron a ayudarnos, sino a robarnos nuestro petróleo", acusa.
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Como todos los demás, este
hombre no quiere decir cómo se llama. Lo único que revela es que ha vivido en
Europa y Estados Unidos durante varios años, pero que quiso volver a vivir en su
tierra. "Osama ben Laden y Saddam Hussein son hombres de la CIA. Matan a la
gente, a los civiles, pero ellos sobreviven. ¿No le parece extraño?"
Fuente: Diario La Nación, del 11 de
abril de 2003. Buenos Aires.
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