Se
salta las fronteras, desafiando todas las barreras, se ríe de las amenazas y
maldiciones de la clase dominante y aparta a un lado las fuerzas del Estado. No
se puede detener. Las protestas masivas que se están extendiendo de un país a
otro han tomado por sorpresa a todas las fuerzas de la vieja sociedad. No saben
cómo reaccionar. Si no hacen nada, el movimiento crece, pero si intentan
aplastarlo, crecerá mucho más rápidamente.
En el Estado español decenas de miles de personas han
salido a las calles durante la última semana. En unas manifestaciones que
parecían venir de la nada, los manifestantes llenaron las plazas de las ciudades
por toda Estado español en una ola de indignación por las políticas de
austeridad del Gobierno y las altas tasas de desempleo. Los "expertos" fueron
pillados desprevenidos ¿De dónde salió este movimiento? La juventud es
apolítica, decían; la juventud es apática.
Durante años la gente ha sido paciente, sufriendo en
silencio las imposiciones de los diferentes Gobiernos. Esto creó la ilusión
óptica de que la gente, especialmente los jóvenes, eran "apáticos" e
indiferentes a la política. Pero esta supuesta indiferencia era sólo en relación
con los partidos existentes, no a la política per se.
Hizo falta una crisis económica grave para que este
ambiente de ira saliera a la superficie. Pero la ira ya estaba ahí, debajo de la
superficie. Comentaristas burgueses superficiales no vieron esto, porque se
limitan a la observación superficial. Sólo ven la superficie y, por tanto, están
ciegos ante las contradicciones y los procesos que se desarrollan bajo la
superficie.
De la noche a la mañana, esta supuesta indiferencia se ha
transformado en su opuesto. Ha nacido un nuevo tipo de política: la política de
la calle. Esto es visto con horror por las damas y caballeros sentados en las
Cortes, que se consideran como los supremos –de hecho, los únicos–
representantes de la Nación. Pero la auténtica Nación no son las Cortes: es la
clase obrera y la juventud del estado español.
¿Un conflicto generacional?
Las protestas han surgido en más de 150 ciudades. Es un
grito por el cambio, un torrente de indignación de la gente que siente que nadie
la representa y nadie la escucha. Las multitudes que acamparon en Madrid y en el
Estado español no se manifiestan en contra de este Gobierno, sino en contra del
sistema y toda la clase política que lo sostiene.
Los revolucionarios jóvenes quieren mantener el orden en
la Puerta del Sol, para evitar las acusaciones de "anarquía" y "vandalismo". Hay
una guardería, un área de cocina, e incluso, según parece, un pequeño huerto.
Los organizadores de la protesta han instado a los participantes a no
enfrentarse a la policía, y han tratado de disuadirles contra la distribución de
alcohol. "Revolución, no botellón", decía un cartel. Escobas donadas por
simpatizantes se están utilizando para mantener la plaza limpia. Pero una escoba
mucho más grande será necesaria para limpiar los Establos de Augías del
régimen político burgués.
El movimiento en el estado español se inició con la
juventud ¡Naturalmente! La juventud es la que lleva sobre sus hombros la carga
principal de la crisis del capitalismo. Es la juventud cuyo futuro está siendo
robado por un sistema decrépito y paralítico. Es la juventud que no tiene nada
que perder y un mundo que ganar con la lucha. Y es la juventud la que está
dispuesta a luchar.
Pero esto es mucho más que un movimiento de la juventud.
Esto no es, como algunos cínicos han tratado de describirlo, un "conflicto
generacional". No es una lucha de los jóvenes contra los viejos. Es un reflejo
de un estado de ánimo general de descontento en la sociedad, que sienten los
jóvenes y viejos por igual. Se sienten frustrados por el desempleo masivo,
enojados con los mercados financieros que controlan la política del Gobierno e
indignados por la corrupción a gran escala:
"Estoy contenta de que finalmente estemos protestando. Ya
era hora", María, una anciana visitando a su nieto en la Puerta del Sol, dijo a
la BBC. "Nos quieren dejar sin salud pública y sin educación pública",
dice otra. "La mitad de nuestros jóvenes están desempleados y nos han subido la
edad de jubilación", añade otra persona. Y todos dicen: "Estamos pagando por una
crisis económica que no hemos causado, sino que ha sido provocada por los
bancos".
"España no es un negocio. No somos esclavos", decía uno de
los cientos de carteles de protesta pegados en las paredes de la estación de
metro de la Puerta del Sol. Esa es la verdadera voz del pueblo español. Este es
un movimiento que contiene en sí todo lo que está vivo, todo lo que está sano,
todo lo que representa una esperanza para el futuro. Es una lucha de las fuerzas
vivas de la sociedad contra las fuerzas muertas y en descomposición del viejo
orden. Es la aparición de un Nuevo Mundo que está luchando por nacer.
La revuelta se extiende
El movimiento no se limita al Estado español. The
Guardian advierte que "una rebelión liderada por jóvenes se está
extendiendo por todo el sur de Europa con una nueva generación de manifestantes
tomando posesión de las plazas y los parques en las ciudades de toda España,
unidos por el rechazo de los políticos convencionales y la furia por los
recortes de gastos".
Una gran cantidad de jóvenes se han visto obligados a
salir del Estado español, precisamente por la situación. Y ellos también quieren
protestar. Se han convocado manifestaciones delante de la embajada española en
Londres y en otras ciudades europeas. El ejemplo español se está extendiendo a
Italia, donde se han programado protestas en Florencia y otras ciudades
italianas, como Roma y Milán.
Italia hasta el momento no se ha visto obligada a
introducir el tipo de medidas de austeridad impuestas en el Estado español,
Portugal, Grecia e Irlanda. Pero su economía apenas ha crecido en los últimos 10
años y hay una creciente evidencia de exasperación con su primer ministro
multimillonario, Silvio Berlusconi. La etiqueta #italianrevolution ya ha
aparecido en Twitter.
Tampoco el fermento está limitado a los países del sur de
Europa. En los últimos días indicios de descontento popular y de ira están
surgiendo en un país tras otro. En Georgia, miles de partidarios de la oposición
se han volcado a las calles de Tblisi para exigir la dimisión del presidente,
Mijail Saakashvili. Los manifestantes se reunieron en frente del Parlamento,
antes de marchar hacia el palacio presidencial, donde planean realizar una
protesta permanente.
Los corresponsales dicen que la participación está cayendo
y la oposición parece cada vez más insegura de cómo continuar su campaña. Tras
una breve pausa el domingo, más de 20.000 partidarios de la oposición volvieron
a la sede del Parlamento georgiano por quinto día consecutivo, coreando "¡Misha,
Go!" Volvieron a bloquear la calle principal de la capital, animaron a los
líderes de la oposición y comenzaron a marchar hacia el palacio
presidencial.
El movimiento se ha extendido a la República Checa, donde
los sindicatos han llevado a cabo una gran manifestación en la plaza Wenceslao
de Praga. Según los organizadores y la policía, más de 40.000 personas salieron
a protestar contra los planes de reforma del Gobierno. Los manifestantes
protestaban contra las reformas de gran alcance del Gobierno en el terreno de la
salud, impuestos, seguridad social y el sistema de pensiones que golpeará a los
trabajadores, los pensionistas y los discapacitados checos.
El viernes, 20 de mayo de 2011, el Irak ocupado vio una
nueva ronda de protestas en la plaza Tahrir de Bagdad. La gente está exigiendo
puestos de trabajo y servicios, pero ahora están centrando su ira en el gobierno
de Nouri al-Maliki. En una bandera se leía: "Título de la obra: Gobierno
corrupto". Otra pedía terminar con las detenciones arbitrarias por las fuerzas
de seguridad. En junio se esperan protestas todavía más grandes.
Por último, pero no por ello menos importante, hace dos
semanas miles de maestros, asistentes sociales, sindicalistas y otra gente
salieron a las calles de Nueva York en una marcha contra los amplios planes de
recortes del presupuesto del alcalde, Michael Bloomberg, y en contra de los
banqueros de Wall Street, a los que culpan por el déficit presupuestario de la
ciudad.
Los activistas informaron que la policía de Nueva York
había detenido a varios manifestantes, pero la manifestación se mantuvo alegre,
con coloridos carteles y cantos estridentes. La manifestación, convocada por la
Coalición 12 de mayo, reunió al menos a 10.000 manifestantes. Miles
vinieron de la Federación Unida de Maestros (UFT), que se enfrenta a más de
4.000 despidos si el presupuesto de Bloomberg se promulga.
Michael Mulgrew, presidente de la UFT echó enteramente la
culpa de los recortes presupuestarios a Bloomberg y a Wall Street: "Wall Street
se recuperó, los fondos de cobertura se han estimulado, y ahora quieren despedir
a los maestros y cerrar los centros de día", dijo Mulgrew. "Vamos adonde
enviaron el dinero", dijo refiriéndose a la marcha.
Los organizadores afirman que la ciudad podría evitar
recortes en el presupuesto mediante el restablecimiento del "Impuesto del
Millonario", y poniendo fin a los subsidios para las grandes empresas que no
cumplieron con la creación de empleo. Este evento fue una manifestación no sólo
contra el plan presupuestario de Bloomberg, sino también como un esfuerzo para
"hacer pagar a los bancos".
Esta manifestación ha venido a continuación del movimiento
militante de los trabajadores de Wisconsin, que se inspiró directamente de la
Revolución egipcia. Randi Weingarten, presidente de la organización matriz de la
UFT, la Federación Americana de Maestros, señaló que ella ha viajado por el país
en los últimos meses luchando contra los recortes de profesorado en los Estados
de todo el país. "Nunca esperé volver a casa para ver a Nueva York actuando como
Wisconsin", dijo a la multitud.
Prohibición desafiada
Al menos 30.000 personas llenaron la plaza Puerta del Sol,
en el corazón de Madrid, el viernes por la noche. Esta fue su respuesta al
intento del Gobierno de prohibir las manifestaciones, recurriendo a una ley
contra los "actos políticos" en la víspera de las elecciones. La ley entró en
vigor en la medianoche del viernes, pero los manifestantes se mantuvieron
desafiantes y las autoridades no pudieron hacer nada. La legislación española
prohíbe mítines políticos el día anterior a las elecciones para permitir una
"jornada de reflexión". Pero el pueblo español está reflexionando como nunca
antes sobre el estado de la sociedad. No sólo están reflexionando, están
actuando para cambiar una situación intolerable.
Pero según entró en vigor la prohibición, la multitud
permaneció y la policía no trató de dispersarlos. La comisión electoral les
había ordenado marcharse a la vista de las elecciones locales del domingo. Pero
aunque la legislación fue confirmada por el Tribunal Supremo y el Tribunal
Constitucional, la policía no pudo reprimir las manifestaciones. Se posicionaron
en los márgenes como simples observadores de los acontecimientos que se
desencadenaban ante sus ojos. Por sus acciones, los manifestantes han demostrado
que ninguna ley escrita en papel puede resistir el poder de las masas, una vez
que se ponen en acción.
A principios de la semana, las autoridades electorales en
la Comunidad de Madrid negaron una solicitud oficial de los organizadores para
celebrar un mitin en la Puerta del Sol desde las 8:00 horas del pasado
miércoles. La autoridad electoral rechazó la solicitud, escondiéndose detrás de
la excusa de que no se presentó con un preaviso de 24 horas como exige la ley y
con el argumento de que la manifestación "podría afectar la campaña electoral y
la libertad de los ciudadanos con derecho a voto". El hecho de que esta decisión
niega el derecho de los ciudadanos a manifestarse fue convenientemente
ignorado.
Parecía como que el Gobierno fuera a ordenar a la policía
disolver a las multitudes en las plazas de las ciudades en todo el país después
de fijar un plazo para que la gente se dispersara antes de la medianoche del
viernes. Pero a medida que se acercaba la hora límite, el vicepresidente,
Alfredo Pérez Rubalcaba, pareció exteriorizar una creciente indecisión acerca de
cómo el Gobierno debería hacer frente a los manifestantes. Inicialmente dijo que
el Gobierno "haría cumplir la ley", pero luego bajó el tono a esta postura,
diciendo: "La policía no va a resolver un problema creando otro".
¿Cuál era el "otro problema" que hizo dudar a Rubalcaba?
Fue el temor de que cualquier intento de disolver la protesta por la fuerza
pudiera provocar una explosión social. Al toque de la medianoche, los oficiales
mantuvieron una presencia discreta en los alrededores de las protestas en
Madrid. Cerca de 15 vehículos de la policía tomaron posiciones en los
alrededores de la plaza en la tarde del miércoles, pero la policía no tomó
ninguna acción y más tarde su presencia disminuyó. Los manifestantes guardaron
silencio según los relojes de la ciudad comenzaron a anunciar un nuevo día,
muchos de ellos con cinta adhesiva sobre su boca en un gesto en que decían al
mundo que tenían cosas que decir, pero estaban siendo amordazados por el
Estado.
¿Un giro a la derecha?
Las elecciones resultaron en una debacle completa para el
PSOE. El voto socialista experimentó una fuerte caída en sus dos bases más
fuertes: Andalucía, donde perdió en todas las capitales, y Cataluña, donde el
PSC (Partido Socialista de Cataluña) perdió en Barcelona, donde ha gobernado
desde 1979. El PSOE también perdió Castilla-La Mancha, en la que ha gobernado
desde 1983. Incluso pueden perder Asturias si el partido Foro Asturias (FAC)
llega a un pacto con el PP.
Los pesimistas dirán que los resultados de las elecciones
españolas indican un "giro a la derecha". Se quejarán del "bajo nivel de
conciencia de las masas". Esta gente siempre está dispuesta a culpar a la clase
obrera por su propia impotencia. No entienden nada de los procesos reales de la
sociedad.
La verdad es que los resultados de las elecciones eran
totalmente previsibles. La política del reformismo no puede sobrevivir a la
crisis del capitalismo. La burguesía restallar el látigo, y los socialdemócratas
de inmediato se ponen firmes. En su prisa por salvar el sistema, olvidan todo
acerca de las reformas y pasan directamente a las contra-reformas.
El reformismo con reformas tiene sentido para los
trabajadores, pero el reformismo sin reformas –reformismo con contrarreformas,
recortes y austeridad–, no tiene sentido en absoluto. Esto causa decepción y
desilusión entre los trabajadores, que castigan al Gobierno negándose a votar.
Esto tiene la ventaja adicional de desacreditar la idea del "socialismo" a los
ojos de la clase media.
Hemos señalado muchas veces que la situación actual se
caracterizará por cambios violentos de la opinión pública: a la izquierda y
también a la derecha. Cuando los socialdemócratas están en el poder, la
oposición de derechas culpa a los "socialistas" de la caída del nivel de vida,
del aumento de los precios e impuestos y el desempleo. La derecha argumenta
demagógicamente: "¿Ves lo que los Rojos te han traído? Ellos han puesto
al país de rodillas".
Los trabajadores españoles han emitido un voto aplastante
de no confianza en un Gobierno que ha acatado la disciplina de los banqueros y
los capitalistas. Sin embargo, esto no puede ser presentado como una victoria
para la derecha. Aunque el conservador PP obtuvo una victoria en las elecciones
regionales y municipales de ayer, apenas aumentó sus votos –sólo dos puntos más
que en 2007–. Estas elecciones no fueron ganadas por el PP, sino que
fueron perdidas por el PSOE, cuyo voto se derrumbó en 4,5
millones.
La derecha puede utilizar el descontento de la clase media
para suscitar un ambiente reaccionario en materia de inmigración, el terrorismo
y otras cuestiones. Esto explica el aumento de votos para el PP. La sorpresa no
es que su voto subiera. La única sorpresa es que subiese tan poco. En la capital
de Madrid, donde el PP ha estado en el poder durante años, su voto de hecho
disminuyó.
El resultado fue decidido por los millones que no
votaron o votaron en blanco: los trabajadores y la juventud se sintieron
traicionados por el gobierno de Zapatero y se quedaron en casa… o en la Puerta
del Sol. Los "indecisos e indignados" (los indecisos e indignado) reflejaron un
estado de ánimo general de repugnancia con los partidos y las instituciones
existentes. En Euskadi, Bildu, el frente electoral de la izquierda radical
vasca, consiguió un buen resultado y desplazó al PSOE al segundo lugar, logrando
el primer lugar en Guipúzcoa, y también obtuvo un resultado notable en Navarra.
Los abertzales son vistos por muchos como una alternativa más radical y a la
izquierda a las políticas reformistas del PSOE.
¿Qué salida para la izquierda?
El mismo fenómeno se está produciendo en toda la UE. Desde
el comienzo de la crisis, todos los Gobiernos existentes han sido castigados en
las urnas, pero la izquierda no ha ganado en la misma proporción. Debemos
preguntarnos por qué ¿Cómo es que los partidos comunistas, que en el pasado han
sido los beneficiarios naturales de un colapso del voto socialdemócrata, no lo
han sido ahora?
Hay que darle crédito al líder de Izquierda Unida, Cayo
Lara, por haberse unido a las manifestaciones y haberlas apoyado. Es también un
hecho que Izquierda Unida aumentó su voto en 200.000 en estas elecciones. Esto
demuestra que existe un potencial para la recuperación de los votos de la
izquierda. Pero la pregunta que debe responderse es: ¿Por qué la izquierda no
ganó más escaños?
En estas elecciones el PSOE ha visto hundirse sus votos
hasta el nivel de 1979. En ese momento, el Partido Comunista Español (PCE)
todavía se disputaba la hegemonía de la izquierda con el PSOE y representó una
gran parte de los votos. Pero después de décadas de política oportunista, el PCE
ha perdido su masa de seguidores. La coalición electoral a la que pertenece,
Izquierda Unida (IU) sólo fue capaz de registrar un ligero aumento –un solo
punto– a pesar de la debacle socialista, y perdió su bastión en
Córdoba.
En una situación en la que el "voto en blanco" y los votos
nulos combinados ascendieron a casi un millón, ¿Por qué los candidatos de IU no
lograron atraer esos votos? Los líderes de los partidos comunistas han tratado
de ser "respetables". Han desechado toda mención al socialismo, la lucha de
clases y la revolución. En muchos casos hasta han abandonado el nombre de
comunismo. Han hecho todo lo que estaba a su alcance para imitar a los
socialdemócratas y ser lo más similar posible a ellos.
Se han vuelto tan inmersos en la "política institucional"
que en la mente de muchos trabajadores y jóvenes son casi indistinguibles de los
demás. Vemos esto muy claramente en aquellas áreas en las que Izquierda Unida
fue socia minoritaria en coalición con el PSOE. En estas áreas, IU fue
severamente penalizada por los votantes.
Este es el castigo por décadas de
oportunismo y reformismo. Los trabajadores y la juventud entenderían a un
pequeño Partido Comunista que se presentara en las elecciones, luchando por una
política comunista clara. Pero los trabajadores son gente práctica. Si hay dos
partidos de "izquierda", uno más grande, el otro más pequeño, y no hay
diferencias fundamentales en sus programa y política, votarán por el mayor de
los dos (el "voto útil"), y los más pequeños tenderán a desaparecer.
Hemos visto esto suceder en un país tras otro: en Italia,
en Francia y en el Estado español. Es una ironía suprema de la historia que
precisamente en un momento histórico en que el capitalismo está en una profunda
crisis, cuando la socialdemocracia está perdiendo apoyo por su política
pro-capitalista, y cuando un gran número de jóvenes está saliendo a las calles
para luchar contra el capitalismo, los partidos comunistas no son vistos como
una alternativa revolucionaria, sino sólo como la quinta rueda en el carro del
reformismo.
Tenemos que decir la verdad. La izquierda ha demostrado no
estar preparada en absoluto para estos acontecimientos. Demasiados líderes se
han dejado infectar por un estado de ánimo de escepticismo. Han perdido toda la
fe en la capacidad de la clase trabajadora para cambiar la sociedad. Han
abandonado cualquier perspectiva del socialismo y se han reconciliado con la
mezquina política de "cambio gradual", "realismo" y "pragmatismo", es decir, se
han reconciliado con el mantenimiento del orden existente.
Demasiados miembros de la llamada vanguardia se han
convencido de que la revolución socialista es imposible. Tratan de convencer a
los jóvenes de que el comunismo es una utopía imposible; que debemos ser cautos
y no ir demasiado lejos, y así sucesivamente. Se imaginan que ellos saben más
que la juventud porque han perdido la antigua energía. ¿Cómo puede gente así
inspirar ninguna confianza o entusiasmo en los jóvenes que buscan una salida
revolucionaria?
La única manera de ofrecer un camino a las nuevas
capas militantes que buscan el camino de la revolución es presentándoles una
perspectiva real de la revolución social. Es necesario volver a las genuinas
ideas del comunismo, las ideas de Marx y Lenin. Sobre esa base, y sólo sobre esa
base, los comunistas pueden encontrar un terreno común y un lenguaje común con
las nuevas generaciones que están dispuestas a luchar contra el capitalismo,
pero necesitan un programa claro de política y estrategia.
¿Y ahora qué?
Los resultados de las elecciones españolas serán una
sorpresa para mucha gente, incluidos aquellos de la Puerta del Sol. El
movimiento de rebelión en las calles es casi seguro que disminuya por un tiempo.
Lo que los organizadores consideran su punto fuerte –su carácter espontáneo– es
también su punto más débil. Con el fin de ir más lejos tiene que ser organizado
y armado con un programa revolucionario y una perspectiva científica. Sobre
todo, debe estar vinculado firmemente al movimiento obrero, el cual puede por sí
solo producir un cambio fundamental en la sociedad.
Las elecciones expresaron un rechazo masivo de las
políticas económicas implementadas por el Gobierno socialista. José Luís
Rodríguez Zapatero explicó que él ha "pagado un precio muy alto" por dichas
políticas. Pero un precio mucho más alto ha sido pagado por los millones de
españoles que se encuentran sin trabajo. Anoche descartó elecciones anticipadas
y dijo que "trabajará para fortalecer la recuperación". Esto significa más de lo
mismo.
Esta es una receta segura para la derrota en las
elecciones generales de 2012. El titular del periódico Público de hoy es:
"El PSOE se desploma en las elecciones por su giro a la derecha". Y el subtítulo
de El País es: "El PSOE allana el camino de Rajoy hacia la Moncloa con
una derrota sin precedentes". Esta apreciación es correcta. Parece probable que
el PP formará el próximo Gobierno, pero lo harán en condiciones de profunda
crisis social y económica.
La perspectiva para el conjunto de Europa es incierta, y
después de Grecia, Irlanda y Portugal, el estado español se ha revelado como el
siguiente eslabón débil de la cadena. El Fondo Monetario Internacional ha
advertido que la crisis de la deuda de la zona euro podría propagarse en toda la
región a menos que los países europeos intensifiquen sus esfuerzos para
"arreglar sus bancos". En sus últimas perspectivas económicas para Europa, el
FMI dijo que la crisis de la deuda en Grecia, Portugal e Irlanda podría afectar
a toda la zona euro, minando los préstamos bancarios y desatando un golpe a la
confianza, a pesar de los "paquetes de rescate" que ya están en
marcha:
"Los vínculos financieros entre los países con problemas
de deuda soberana y el resto de Europa podría plantear potencialmente un mayor
riesgo para las perspectivas", dijo el FMI el jueves. "Restaurar la salud
fiscal, enfrentarse de lleno a los bancos débiles, e implementar reformas
estructurales para restablecer la competitividad son la clave".
Esto significa, en lenguaje sencillo: hay que invertir más
miles de millones en los bancos y financiar esto reduciendo drásticamente el
"despilfarro del gasto público" en cosas como hospitales, escuelas y pensiones.
El PSOE trató de evitar esto, pero finalmente se vio obligado a llevar a cabo
los dictados de los grandes negocios. Sin embargo, un Gobierno del PP va a
llevar a cabo estas políticas con gusto desde el primer momento.
La demagogia del PP pronto será desenmascarada cuando la
crisis económica en el Estado español vaya de mal en peor. La clase media pronto
descubrirá que está aún peor con el PP que con los socialistas. La agitación de
la juventud se intensificará. Y los trabajadores que se mostraron reticentes a
buscar una confrontación con el Gobierno del PSOE no tendrán escrúpulos de
conciencia sobre la lucha contra el PP.
Los representantes más clarividentes del Capital miran al
futuro con aprensión. En el Estado español, la clase dominante está presionando
para que Zapatero se mantenga en el poder. Se dan cuenta de que un Gobierno del
PP dará lugar a un enfrentamiento abierto entre las clases, que están ansiosas
de posponer, mientras que estrujan a Zapatero como un limón. Sin embargo, los
dirigentes del PP están ávidos de poder y presionando para elecciones
anticipadas. Cinco Días, el periódico financiero español, ha advertido al
PP de no aprovecharse de su victoria en las elecciones locales para revelar las
deudas de los ayuntamientos, por temor a causar pánico en los mercados
financieros.
La perspectiva es de una intensificación de la lucha de
clases. Hans Jörg Sinn, uno de los principales analistas económicos de la
burguesía en Alemania está advirtiendo de una guerra civil en Grecia. Lo mismo
puede ser cierto en el Estado español y otros países del sur de Europa. A través
de la amarga experiencia, los trabajadores redescubrirán las tradiciones
revolucionarias del pasado. El movimiento en las calles del Estado español
durante la última semana es sólo un ensayo general para acontecimientos aún más
dramáticos que van a transformar toda la situación.
Fuente:
http://www.corrientemarxista.org/m15dm/536-las-elecciones-espanolas-y-el-movimiento-revolucionario.html