Dejando Arequipa…
Antes de dejar Arequipa, volvimos a caminar por la Plaza Mayor o
Plaza de Armas, tan coqueta, tan cuidadosamente arreglada… Y recorrimos con
mayor atención los portales, donde en la época virreinal funcionaba el cabildo y
en la época republicana, la municipalidad. Los portales están hechos de granito
y su arquitectura es neo renacentista.

Plaza Mayor o Plaza de Armas de Arequipa y al fondo los
portales.
Pasamos nuevamente por la Catedral que ha sufrido muchos
terremotos, entre los más resaltantes están los de 1666, 1668, 1687, 1784 y
2001. En los primeros se produjeron daños que fueron reparados inmediatamente,
por no afectar su estructura, pero en el último, colapsó la torre de la
izquierda que se reinauguró al año siguiente.

Torre izquierda de la Catedral de
Arequipa
También volvimos a transitar las callecitas céntricas que más nos
habían gustado. Llenas de gente,
antes de que cerraran los negocios. E hicimos algunas compras, en especial
prendas, ya que el hilo peruano es de los mejores del mundo, especias varias y
¿por qué no? saquitos de té de coca para poder degustarlos en Buenos Aires, ya
que sería muy difícil conseguirlos.

Al atardecer la plaza se ilumina y es tan bella como durante el
día.
Volví al hotel a cambiarme, y de allí al coctel
de despedida del Congreso. Y brindé con Hildegardo por próximos
encuentros.

Con Hildegardo Córdoba Aguilar, de Lima
(Perú).
Todo
había estado muy bueno y era hora de despedirme de colegas y amigos. Así que
algunos la seguimos hasta tarde con una suculenta cena de platos
peruanos.

Con Jorge Pickenhayn, de San Juan (Argentina) y
Juan Manuel Delgado (Perú).
Y
volveríamos a Buenos Aires por el camino del desierto. Así que a primera hora de
la mañana tomamos el micro de la empresa Cruz del Sur, que es una de las
mejores, pero dista mucho de las argentinas. Nos dirigimos hacia Tacna y al cabo
de algunos kilómetros de montaña desértica, encontramos el primer oasis. Se
trataba de la localidad de Moquegua.

El desierto solo se ve interrumpido por minúsculos oasis
agrícolas.
Este sector del desierto peruano es la continuidad del desierto del
Pacífico hacia el este, y del de Atacama hacia el
norte.

Muy escasa la formación de nubes con precipitaciones aisladas
durante el verano.
Lentamente fuimos descendiendo de los 2500 msnm en que se encuentra
Arequipa, hasta llegar al mar, en San Marcos de Arica, en
Chile.

Desierto peruano en las cercanías de la ciudad de
Tacna.
El paisaje monótono para muchos, a mi me parece fascinante, y he
tomado decenas de fotografías porque la roca al descubierto ofrece matices muy
difíciles de describir con palabras.
Las precipitaciones anuales en Arequipa son de 100 mm, mientras que
en Tacna y Arica, son de tan solo un 1mm. Es decir, que pueden pasar muchos años
sin caer una sola gota de agua.

Ausencia absoluta de vegetación.
Desde Tacna no había servicios de ómnibus que cruzaran la frontera
y fueran hasta Arica, sino que se trataba de remises con autos muy grandes y
viejos, que cargaban dos pasajeros adelante y tres atrás, más el conductor.
Salían uno tras otro, a medida que se iban llenando. Todos tenían el mismo
precio pero no había opciones, a menos que se dispusiera de vehículo particular.
En el coche íbamos Martín y yo (argentinos), tres chilenos, y el chofer que era
peruano. El auto no tenía cinturones de seguridad y la velocidad a la que iba
era demasiado elevada para esas condiciones. Pero estábamos presos de las
circunstancias.
La mayoría de la gente estaba cargada con enormes paquetes con
productos para vender del lado chileno, ya que se triplicaban los valores. Y los
controladores peruanos eran bastante cretinos con las cholas. Les pedían de
todo, y se quedaban abiertamente con las prendas y otras cosas que les gustaban.
¡Y hasta se las probaban delante de todos! A los chilenos que iban con nosotros
les dijeron que estaba prohibido sacar bebidas alcohólicas del país, cosa que
era mentira, y se quedaron con sus botellas de pisco. Y a nosotros, como a otros
blanquitos y argentinos, ni siquiera nos revisaron. A esto se lo podría llamar
“corrupción y discriminación a la vista”. Y si bien toda discriminación es
deplorable, mucho peor si se ejerce con los de su propia nacionalidad y etnia.
En la aduana chilena, por el contrario, todo era estricto pero amable, y a todos
nos trataron por igual.

Frontera entre Perú y Chile.
Y así entramos a la Primera Región Chilena, ya que se las numera de
norte a sur, o Región de Arica y Parinacota. Siendo el portal del norte del
país.

Cultivos en los alrededores de Arica
(Chile).
Y después de un día entero de atravesar el desierto, pasamos por el
valle de Azapa, que es un verdadero vergel. Es impresionante el esfuerzo que se
hace para recuperar hasta la última gota de agua y tener no solo cultivos para
autoconsumo, sino también para exportar.

Gran contraste entre el valle de regadío y la ladera de la
montaña.
Si bien la amplitud térmica es elevada, por estar en zona
intertropical las temperaturas no bajan demasiado durante el invierno, siendo el
promedio de enero no llega a 24ºC y el del mes de julio, el más frío, apenas
supero los 15ºC. Por esta razón Arica es conocida como “la Ciudad de la Eterna
Primavera”.

Vista del valle de Azapa, cercano a la ciudad de
Arica.
Ya entramos de lleno en el desierto de Atacama, el más árido del
mundo. Y es impactante ver cómo hay ciudades que han podido desarrollarse en
este ámbito tan hostil, que tuviera que ver históricamente con el ciclo del
salitre.

Vista panorámica de la ciudad de San Marcos de
Arica.
Ya eran las cuatro de la tarde, y si bien estábamos cansados,
debíamos continuar viaje, pero el próximo servicio de micros a Santiago salía a
la medianoche y debíamos hacer tiempo hasta
entonces.

Martín en la Peatonal de Arica.
La ciudad había crecido bastante desde la última vez que la
habíamos visitado, doce años atrás. La Peatonal ya tenía muchos más negocios,
más marcas y más movimiento. Y Martín ya no era un niño sino un
adolescente.

Los locutorios no eran demasiado elegantes pero las comunicaciones
eran buenas.
Y al llegar la noche, fuimos a comer un barros luco y
compartimos la alegría de quienes salían a festejar el triunfo de uno de los
equipos de Arica, en la liga de fútbol.

Festejos por el triunfo de un equipo de fútbol.
Entre Arica y Antofagasta había aproximadamente ocho horas. Pero
como los micros chilenos son bastante confortables, aunque no tanto como los
argentinos, rápidamente nos dormimos. Y a eso de las cuatro de la mañana, en lo
más profundo del sueño, pararon el micro, encendieron las luces y los
carabineros nos hicieron bajar para controlar documentos y equipajes. Estábamos
en Calama, en pleno desierto y hacía muchísimo frío, a pesar de estar en el mes
de diciembre. Pero no hubo excepciones. Martín y yo parecíamos borrachos. Casi
abrimos las mochilas ajenas. Todo fue rápido pero incómodo. Y yo protestando,
pero en voz baja. No fuera cosa que me dejaran en el medio del
desierto.

Desierto de Atacama, sin una sola
nube.
En el sector central de Atacama, se han registrado períodos de
hasta trescientos años sin lluvia. Y es justamente allí en que las temperaturas
pueden bajar hasta -25ºC y llegar a 30ºC a la sombra durante el día. A veces
puede haber algunas precipitaciones con tormentas eléctricas entre los meses de
enero y febrero, durante el denominado “invierno altiplánico”. Existen
temporadas en que los vientos, en forma de tornados o ventiscas, superan los 100
km/hora.

El desierto más árido del mundo.
El registro de precipitaciones en Antofagasta, es de 3mm anuales.
Pese a esto, en la costa, la humedad relativa del aire es elevada, llegando al
98% en los meses de invierno; mientras que en el interior es de apenas el
18%.

El desierto junto al mar.
Lo que más me impacta de Atacama es que el desierto está junto al
mar. Y es justamente ese mar el que lo origina. Ya que la corriente de Humboldt
transporta agua fría desde la Antártida hacia el norte a lo largo de las costas
de Chile y Perú. Este fenómeno produce condensación por enfriamiento en el mar,
no llegando la lluvia a la costa.

Costa a la altura de Antofagasta.
La corriente de Humboldt también incide en que las temperaturas de
las ciudades costeras no sea elevada, así como a que las aguas de las playas
sean más frías que las del Atlántico Sudamericano a la misma latitud. Por otra
parte, la irradiación solar es muy alta en el espectro ultravioleta, por lo que
se hace imprescindible la utilización de cremas
protectoras.

Playa de Antofagasta.
El desierto de Atacama es rico en recursos minerales metálicos
como cobre, plata, oro y también hierro, además de minerales no metálicos, como
litio, boro, nitrato de sodio y sales de potasio. Dentro del desierto está
incluido el salar de Atacama, donde se extrae la bischofita, usada en la
construcción de caminos como estabilizador. Estos recursos son explotados por
varias empresas mineras, siendo una de ellas
Codelco.
Estas actividades dieron origen y crecimiento a todas las ciudades
del norte, entre ellas Copiapó. En esta ciudad las precipitaciones llegan ya a
15mm anuales y se caracteriza por tener una excelente producción de
uvas.

Ciudad de Copiapó, con tradición minera desde sus
orígenes.
Todos los ómnibus chilenos llevan un cartel luminoso a la vista de
los pasajeros que indican la velocidad, el nombre del conductor y la cantidad de
tiempo que está frente al volante, teniendo que ser reemplazado cada cuatro
horas.

Brevísima parada en Copiapó.
Lentamente, ya ingresando a la Cuarta Región, la vegetación
comienza a aparecer, en forma de una estepa
arbustiva.

Estepa arbustiva en los límites del
desierto.
Tal como ocurriera en el resto de América Latina, los trenes de
pasajeros fueron cancelados en la mayoría de los servicios de larga distancia.
Pese a eso, algunos ramales de carga, siguen funcionando como es el caso del
norte de Chile en que predomina el transporte de minerales de gran peso y
volumen.

Tren de carga en el desierto.
A la mañana siguiente llegamos a la terminal de Santiago. Compramos
algunos recuerditos de cobre, entre ellos un cuadrito de un huaso a caballo que
colgamos en el living de casa, y rápidamente continuamos en un micro de la
empresa CATA hacia Buenos Aires.

Cordillera de los Andes a la altura de
Mendoza.
Y de vuelta en casa. Había sido un largo y maravilloso tramo.
Primer día, en el desierto de Arequipa a Arica; segundo día, en el desierto de
Antofagasta a Copiapó; tercer día cruce de los Andes desde Santiago hasta
Mendoza. Y tres noches de micro. La primera de Arica a Antofagasta; la segunda
de Copiapó a Santiago; y la tercera de Mendoza a Buenos Aires.
Después de tanto desierto, los Andes mendocinos me parecían muy
verdes y después de tanta tranquilidad, me resultaba difícil soportar el ritmo
de Buenos Aires.