NCeHu 275/03
Percepción y “medición” de
calidad de vida en Tandil
Lic. María Celia García y Dr. Guillermo A.
Velázquez
Centro de
Investigaciones Geográficas
Fac. Cs.
Humanas UNC (Tandil)
En el presente trabajo presentamos un análisis de los
resultados de una encuesta de percepción que hemos realizado con el propósito de
completar, corroborar y discutir al conjunto seleccionado de indicadores con el
que hemos determinado un índice-resumen de las diferencias en los niveles de
calidad de vida de la población de la ciudad de Tandil a nivel de fracción y
radio censal (Velázquez, G; García, M.C, 1996).
Un indice “objetivo” de calidad de vida en
Tandil.
En trabajos anteriores (Velázquez, G; García, M.C, 1997,
Velázquez, 1997b, García, M.C. 1990, Velázquez, G; García, M.C, y otros, 1997;
García, M. C. y Pincirolli G, 1998) nos hemos basado en tres tipos de fuentes de
información: Censales, inéditas y trabajo de campo. La unidad de análisis
espacial fueron las Fracciones y Radios Censales del último censo Nacional
(1991). Hemos seleccionado los conjuntos de datos que reflejan
principalmente a dos dimensiones consideradas básicas para el análisis de las
condiciones de vida de la población: educación, y
vivienda.
Ante la ausencia de indicadores espacialmente
desagregables relativos a salud, hemos recurrido a fuentes inéditas (archivo de
nacimientos y defunciones del registro civil) para determinar los niveles de
mortalidad infantil.
También tomamos en consideración la acción realizada
desde el Estado para mitigar los niveles de desigualdad social. Para ello hemos
construido el mapa de la población destinataria del último gran plan de
asistencia alimentaria nacional. Esta variable la consideramos como un indicador
de alimentación.
Por último, al no disponer de indicadores de tipo
físico-ambiental desagregados por radios censales, hemos adaptado información
relevada a partir de trabajo de campo y del estudio de uno de los autores
(García, 1990) relativa a características del medio físico vinculadas con la
calidad de la oferta del medio natural. Para ello hemos calculado un índice
resumen a partir de dos tipos de variables distintas: 1) problemas del medio
físico y 2) valoración del paisaje.
Mediante este conjunto de 7 indicadores, a los cuales
podemos denominar “objetivos” pudimos elaborar un índice-resumen, que sintetiza
números-índice, ponderaciones y correlaciones para cada uno de
ellos.
Estos indicadores que hemos considerado en forma separada
se encuentran asociados entre sí. La matriz de correlaciones, aún sin efectuar
transformaciones en las variables, muestra que existe un alto grado de
asociación entre los indicadores y en el sentido esperado, por lo que no hemos
considerado necesaria su transformación.
Considerando un umbral de significatividad del
coeficiente a partir de 0,60 tenemos que:
Los indicadores de vivienda tienen fuerte correlación
entre sí, es decir que el hacinamiento y la carencia de sanitarios están muy
asociados. A su vez estos indicadores de vivienda se asocian con el nivel de
instrucción: a mayor índice de hacinamiento y de carencia de retrete, menor
población con nivel de instrucción universitario y, sobre todo, mayor peso
relativo de población sin nivel primario. También los problemas de vivienda se
asocian positivamente con la mortalidad infantil y con las áreas que recibían
ayuda alimentaria. La relación con la calidad ambiental no es muy significativa,
siendo más importante la correlación con el índice de
hacinamiento.
Los indicadores de educación también están fuertemente
correlacionados entre sí, es decir que en los mismos sitios que poseen altos
niveles de población sin nivel primario el peso de aquellos con nivel
universitario o superior es ínfimo. La relación entre los indicadores de
educación con la mortalidad infantil es más baja que la que encontramos entre
esta última y los indicadores de vivienda. Además esta relación es más fuerte
respecto del déficit educativo que respecto de la población con alto nivel de
instrucción. La correlación entre los indicadores de educación y la
necesidad de ayuda alimentaria refleja una vinculación moderada, más asociada
con el déficit educativo. Con respecto a la calidad ambiental, se observa mayor
correspondencia con población cuyo nivel de instrucción es alto
(universitario).
El indicador de salud considerado (TMI) muestra fuerte
asociación con la distribución de las ayudas alimentarias y baja con la variable
calidad ambiental.
La calidad ambiental muestra cierta autonomía con
respecto a los restantes indicadores de tipo socioeconómico, ya que si bien está
correlacionada en el sentido esperado, los valores del coeficiente son, en
general, bajos.
Finalmente resulta preocupante que las zonas que
registraron mayor crecimiento demográfico en el último período intercensal
(1980-91) tengan correlación (aunque tenue) con todos los indicadores
considerados, reflejando una tendencia al mayor crecimiento relativo de las
zonas con peores índices de calidad de vida.
MATRIZ DE CORRELACIONES ENTRE INDICADORES SOCIOECONÓMICOS
SELECCIONADOS. TANDIL (c.1991-1996)
(NIVEL DE ANÁLISIS: 80 RADIOS CENSALES
URBANOS)
|
sinod |
+2/cuarto |
ed1ria |
EdUniv |
TMI |
PAN |
CalAmb |
Crec8091 |
Sinod |
1 |
0,84 |
0,67 |
-0,52 |
0,67 |
0,76 |
-0,35 |
0,41 |
+2/cuarto |
|
1 |
0,77 |
-0,65 |
0,61 |
0,76 |
-0,43 |
0,42 |
Ed1ria |
|
|
1 |
-0,81 |
0,50 |
0,62 |
-0,45 |
0,15 |
EdUniv |
|
|
|
1 |
-0,28 |
-0,45 |
0,56 |
-0,20 |
TMI |
|
|
|
|
1 |
0,75 |
-0,10 |
0,33 |
PAN |
|
|
|
|
|
1 |
-0,37 |
0,49 |
Cal Amb |
|
|
|
|
|
|
1 |
-0,21 |
Crec8091 |
|
|
|
|
|
|
|
1 |
Referencias: sinod: %de hogares sin retrete, +2/cuarto: %hogares hacinados, ed1ria: %población con nivel de
instrucción menor a primario, edUniv:
%población con nivel de instrucción universitario, TMI: tasa de mortalidad infantil (por mil),
PAN: tasa de destinatarios del
Programa Alimentario Nacional (por mil), CalAmb: índice de calidad ambiental, Crec8091: tasa de crecimiento
demográfico intercensal.
Existen diversas alternativas metodológicas para
determinar un índice resumen a partir de este conjunto de indicadores
seleccionados. Hemos optado por establecer números-índice ponderados, ya que la
asignación del mismo peso a todos los indicadores (procedimiento muy habitual)
nos parece más arbitraria que un intento por diferenciar, dentro de los
indicadores seleccionados, cuales tienen mayor o menor peso relativo. Este
último procedimiento, aunque pueda ser más “riesgoso” -no resulta en absoluto
sencillo establecer criterios de ponderación- resulta preferible a una supuesta
neutralidad.
Sobre la base de una discusión planteada en el grupo de
trabajo y encuestas a informantes calificados hemos considerado que un habitante
promedio de Tandil prioriza los aspectos analizados atribuyéndole el siguiente
orden de importancia:
1° Niveles de salud y alimentación
(35%)
2° Calidad de vivienda (30%)
3° Calidad de su entorno ambiental cercano (20%)
4° Nivel de educación (15%)
Entre paréntesis hemos estimado proporciones de
ponderación para cada una de estas dimensiones. Estas ponderaciones se pueden
traducir en valores de peso para cada indicador considerado en las variables que
utilizamos para el índice “objetivo” de calidad de
vida:
indicador
ponderación
Hacinamiento
1
Hogares sin inodoro
2
subtotal vivienda
3
TMI
2
Destinatarios del PAN
1,5
subtotal salud y alimentación
3,5
calidad ambiental
2
subtotal calidad ambiental
2
Pob. sin instrucción primaria
1
Pob. con nivel universitario
0,5
subtotal educación
1,5
total
indicadores
10
La transformación de los valores en números índice se
efectuó asignando valor=100 a la mejor situación relativa (por ejemplo mayor
porcentaje de población universitaria o menor TMI) el valor de las demás
unidades se establecerá en proporción directa o inversa (según corresponda)
respecto de esta mejor situación relativa.
Mapa 1 INDICE DE CALIDAD DE
VIDA
PLANTA URBANA DE TANDIL Y ALREDEDORES
(1996)
|
El mapa resumen de los 7 indicadores (Mapa 1) nos muestra
una clara diferenciación entre la zona periurbana con los más bajos valores del
índice hallado (con excepción del área oriental) y el centro de la ciudad (zonas
Sur y sectores Centro y Este) donde se hallan los mejores índices de Calidad de
Vida, tanto por factores socioeconómicos como ambientales del medio natural. Los
menores contrastes los encontramos hacia la zona Norte (con menor calidad de
vida) donde lentamente se gradúa hacia índices de calidad inferiores, hasta
alcanzar los valores más bajos del índice resumen. Hacia el Sur hay mayor
heterogeneidad. De las cuatro áreas de expansión de la ciudad, la que ofrece
mejores perspectivas es la del Este, justamente la de menor crecimiento
demográfico en el último período intercensal
(1980-91).
Recordemos que la matriz de correlaciones entre las
variables nos muestra coincidencia entre las zonas con mayor crecimiento
demográfico y las que concentran peores índices-resumen, lo cual no alienta
perspectivas optimistas y hace imperioso prever las necesidades de estos
segmentos de población, especialmente de los residentes en el área norte de la
ciudad.
Una aproximación a la construcción de un índice
“subjetivo” de calidad de vida en Tandil.
Teniendo en cuenta que desde la teoría se está reclamando
cada vez la consideración de la percepción que los grupos sociales tienen de su
propia calidad de vida, hemos intentado abordar esta instancia subjetiva
mediante la realización de un muestreo estratificado sobre diferentes aspectos
de la calidad de vida de la población de Tandil.
Dado que la conceptualización de la calidad de vida es a
la vez social e individual, factores como edad, sexo, nivel de instrucción,
condición socio-ocupacional y localización, entre otros, influirán
significativamente en el esquema conceptual de cada sujeto. El concepto de
calidad de vida, que desde cierto punto de vista podemos asimilar a “la
realidad”, pasará a ser a partir de cada una de las concepciones de los
habitantes una calidad de vida subjetiva. En realidad es subjetivo el hecho de
que cada valoración se ha centrado en las propias vivencias, entornos, etc., de
cada persona encuestada. Esta suerte de auto-diagnóstico puede tomar en parte
elementos “objetivos” como provisión de servicios, infraestructura, paisaje,
etc. pero, sin embargo siempre estarán presentes en las percepciones –a veces
con mayor peso- factores como: recuerdos, asociaciones, lazos afectivos,
ideologías y creencias, entre otros. (Davidson,
1991)
Inmediatamente surgen dificultades respecto de cómo
evaluar esas interpretaciones subjetivas. Todas ellas se agrupan en torno de la
“naturaleza del error”, pues resulta difícil identificar y explicar la
posibilidad de conocer la interpretación que se hace de la calidad de vida como
realidad objetiva a través de una herramienta que considera valoraciones
subjetivas de esa misma realidad.
No pretendemos, ni mucho menos, resolver un problema
epistemológico, sino más bien proponer un método de aproximación con base
empírica, que intenta evaluar el
problema de las diferentes percepciones.
Como señalan algunos trabajos metodológicos (Olave Farías
y otros, 1995) el concepto de calidad de vida requiere contemplar, entre otras
dimensiones, a la perceptiva. Ella consiste en evaluar de acuerdo con las
opiniones de los habitantes el nivel de satisfacción, y su preferencia
habitacional y espacial, entre otras. La dimensión perceptiva sería así una
perspectiva explicativa y complementaria de muchas de las variables
objetivas.
Estés (1993) señala que existen dos tipos de estudios que
han intentado contemplar los aspectos más subjetivos del bienestar humano. Un
primer grupo relacionado con trabajos de la década del setenta ponía su mayor
énfasis en identificar la correlación existente entre un nivel de satisfacción
de necesidades básicas y la “satisfacción” sentida o experimentada por la
población. Mientras que un segundo grupo de investigadores se preocupaba por el
“nivel de realización personal” “satisfacción con la vida”, “felicidad” y
“sensación de seguridad personal”. Para nosotros estos últimos enfoques se
refieren a la definición de los componentes que cada habitante interpreta para
su propio horizonte de calidad de vida, en los cuales se mezclan las propias
aspiraciones, el mundo de referencia, el contexto sociocultural, entre
otros.
Nosotros consideramos que la dimensión subjetiva debe ser
comparada, pero no asimilada con la objetiva, es decir no
deben incluirse elementos subjetivos en un índice-resumen. Como parte de nuestra
propia experiencia podemos señalar que, muchos sujetos con perspectiva
“optimista” de su propia realidad, rápidamente reconsideran su valoración ante
un mapa que les muestra que la zona que residen está muy por debajo del promedio
de la ciudad, y, lo que resulta más interesante aún, inmediatamente se preguntan
- mezclando indignación y asombro - ¿por qué mi barrio está tan por debajo del
promedio? “La realidad” ¿duele, se niega,
molesta?...
Así, en nuestras encuestas aparecen definiciones de
calidad de vida absolutamente diversas tales como: “tener buenas condiciones de
vida”, “poder satisfacer todas las necesidades primarias”, “vivir bien, tener
una casa, poder alimentarse y vestirse”, “no hacer el servicio militar”, “tener
trabajo, mejorar los salarios y las fuentes de trabajo”, “tener salud, vivir en
un lugar con aire puro”, “el valor que cada uno le da a su propia vida”, “vivir
con ciertas comodidades”, “no depender de los demás”, “que la familia esté bien,
tener agua, luz y gas”, “vivir dignamente”, “tener reconocimiento del medio
social en el que uno se inserta” y muchas otras
más.
El INSTRUMENTO
DE MEDICIÓN:
La encuesta efectuada incluye, en una primera parte,
preguntas acerca de valoraciones de calidad del barrio y de la ciudad en su
conjunto, junto con conocimientos, actitudes y respuestas concretas ante
determinados problemas ambientales. En segunda instancia se indaga en las
definiciones de Calidad de Vida, especificando los aspectos que se consideren
más relevantes.
La población encuestada (145 casos) fue estratificada
según áreas de la ciudad (80 radios censales), grupos de edad y sexo, condición
ocupacional y nivel de instrucción.
Para la
construcción del índice hemos tenido en cuenta las valoraciones absolutas
(puntajes entre 0 y 10) que cada encuestado le ha asignado a su propio barrio,
así como la valoración de la ciudad en su conjunto. Con ellas hemos establecido
la posición de las percepciones absolutas y relativas de la población residente en
cada una de las fracciones censales. Las expresiones relativas se efectuaron
elaborando un índice positivo, neutro o negativo en porcentaje. Con respecto a la medición de la
conciencia ambiental, tuvimos en cuenta el nivel de conocimiento ante el
problema de la generación y tratamiento de los residuos. Este conocimiento lo
evaluamos sobre la base de una pregunta específica que atiende a la
clasificación de los residuos y su diferenciación de la basura. De ese modo, se
establecieron escalas numéricas en función de la ejemplificación correcta de 5
tipos incluidos en la pregunta: a) basura, b) residuo, c) residuo tóxico, d)
residuo patógeno, e) residuo industrial. Por cada opción interpretada
correctamente le asignamos 2 puntos.
Para medir la actitud ambiental establecimos valores
considerando el grado de separación de residuos en diferentes categorías: a)
alimentos, b) papel, cartón y trapos, c) metales, botellas y vidrios y d) pilas y otros peligrosos. Por cada
opción de separación le asignamos 2,5 puntos.
Tanto la conciencia como la actitud ambiental pueden ser
consideradas en forma absoluta como relativa. Así para el conjunto de la ciudad
el nivel de conciencia ambiental es de 4,41 puntos mientras que se pueden
diferenciar barrios o fracciones censales donde dicho nivel se hace mayor o
menor con respecto al promedio. El mismo análisis se puede realizar con respecto
a la actitud o respuesta ambiental.
A partir de la consideración de dichos promedios, se pueden identificar
aquellos sectores de la ciudad, que si bien muestran un marcado nivel de
conciencia y formación con respecto al problema, no se refleja en sus acciones
cotidianas.
RESULTADOS OBTENIDOS:
Con los resultados de la encuesta de
percepción, hemos construido dos mapas cuya presentación se adjunta. El primero
de ellos referido a las valoraciones subjetivas que los habitantes hacen de sus
propios barrios (Mapa N°2). Las distintas valoraciones las agrupamos
de modo tal de poder compararlas con la carta de calidad de vida absoluta. Es
decir se trabajó con los promedios de valoraciones para los grupos de radios con
calidad de vida alta, media-alta, media-baja y baja.
Dicho mapa nos permite afirmar que las valoraciones
absolutas más bajas, coinciden con los sectores de calidad de vida baja en los
radios correspondientes a la periferia urbana Norte, y radios ubicados sobre el
borde urbano del Oeste.
En general toda la periferia (área rururbana) del Oeste y
Sur de la Ciudad, así como los radios ubicados al Centro-Este del trazado la
Ruta Nacional 226, cuya calidad de vida objetiva es baja, poseen una percepción
más elevada, y deben destacarse los radios que se corresponden con Cerro Leones
(con un ascenso de tres categorías) y la zona rural-urbana del Sur (con una
percepción dos escalones más arriba de su categoría objetiva).
También existen sobrevaloraciones en radios del Noroeste
de Villa Italia e inmediaciones del Barrio Militar, ya que su población percibe
una categoría media-alta siendo que ostenta una categoría media-baja. Algo
similar ocurre en las fracciones ubicadas en el Centro-Sur, donde se percibe una
categoría alta (un escalón más alto que el de su calidad
objetiva).
Las valoraciones que equipararon a su barrio con la
ciudad corresponden a siete radios del área netamente urbana y céntrica, las que
fácilmente se identifican como islas (en blanco) dentro de la ciudad.
Las más bajas categorías también son percibidas en
núcleos aislados dentro del sector más céntrico, los que de acuerdo con el
índice absoluto poseen categorías medias altas y altas. Esto nos indica que el
nivel de categoría objetiva más alto exigiría mejores condiciones en su forma de
vivir y en el medio que lo circunda. Este punto lo relacionamos con otros puntos
de la encuesta, y vimos que: nivel
educativo, inserción socio-ocupacional y edades de los encuestados, inciden en
una mayor exigencia en la valoración. Los casos más extremos en exigencias se
localizan en los radios del Centro Oeste y Sur-Este de la ciudad (Barrios de
inmediaciones de El Calvario, y El Cerrito). Se trata de zonas residenciales de alta categoría
y con niveles de calidad de vida objetiva alta. Sin embargo, su población
percibe una calidad de vida media-alta.
Esta valoración del barrio, la comparamos con la
valoración que los habitantes percibieron para toda la ciudad (con un
promedio=7, y valores máximo y mínimo= 7,58 y 6,52). Construimos así un índice
de valoración relativa que nos permitió confeccionar el Mapa de Valoraciones
Subjetivas de Calidad de Vida (Mapa 3).
En el mismo observamos que gran parte de los radios
periurbanos y urbanos ubicados al Norte y al Oeste de la ciudad, poseen una
estimación muy inferior a la de los valores asignados para el conjunto de la
ciudad (–15,2%). En todos ellos coexisten bajas a medias bajas categorías de
calidad de vida objetiva. Existen dos radios localizados en el Centro-Oeste y
Centro-Sudeste donde la calidad de vida objetiva marca niveles medio-altos, y
sin embargo se repite esta valoración relativa
baja.
Mapa 2
Mapa 3
Esas diferencias relativas se hacen un poco más
leves en los radios que
corresponden a Cerro Leones (ubicado al Oeste de Ruta 30), El Tropezón, Barrio
militar, Zona de Metalúrgica Tandil y Noroeste de Villa Italia (al Noroeste), y
zona de Colectoras en torno a Ruta Nacional 226. La percepción de la población
céntrica en general, y particularmente la de los radios del Este y Sudeste,
también se acerca al valor promedio.
Los radios correspondientes al Centro de Villa Italia
(Centro-Norte del mapa), del entorno al radio céntrico, áreas rururbanas y
urbanas del Sur, y una isla al Este de Ruta 226, poseen una valoración relativa
positiva (rangos comprendidos entre 3,7 a 33,33%) evidenciando sobrevaluaciones
de su barrio con respecto a la ciudad, dado que se corresponden con categorías
absolutas bajas y medias-bajas.
En el gráfico 1 comparamos las variables valoración
subjetiva (absoluta del barrio), valoración subjetiva (relativa con respecto al
de la ciudad), nivel de conocimiento ambiental y conducta ambiental para cada
una de las categorías de calidad de vida objetiva.
Gráfico 1: Valores absolutos y relativos de percepción de
calidad de vida, conocimiento ambiental y conducta ambiental según categorías de
calidad de vida “objetiva”.
El valor absoluto de percepción de los barrios se mostró
poco variable entre los diferentes
estratos de calidad de vida. Dicho valor, al igual que el índice de valoración
con respecto al valor de la ciudad, aumenta a medida que se asciende de
categoría.
Los barrios fueron percibidos en forma absoluta del
siguiente modo: las categorías más bajas con medio punto por debajo de promedio, mientras que las tres
siguientes categorías superan el puntaje promedio, correspondiéndoles las
máximas valoraciones a los barrios de calidad de vida
media-alta.
Por otra parte, la valoración de la ciudad nos muestra
una mayor homogeneidad entre los diferentes grupos de calidad de vida. En este
caso, la población que tiene mejor imagen de la ciudad se corresponde con los de
peor situación, particularmente los de calidad media-baja. Sin embargo estos
últimos perciben una buena valoración para sus propios barrios, lo que hace que
en la valoración relativa, no queden tan alejados del
promedio.
La relación entre los índices de calidad de vida y los
índices de valoración percibidos para los barrios de la ciudad muestra que a
medida que se asciende en el índice de calidad de vida, aumenta la valoración
subjetiva del propio barrio. Sin embargo esta relación no es lineal, ya que la
valoración aumenta desde –15,2% para el caso de barrios de categoría baja a –7%
en los de categoría media-baja y alcanza su máximo entre los sectores
medios-altos (+5,05%), mientras que en los sectores de mejor calidad de vida el
índice de percepción desciende a +1,75%.
También observamos que los más altos niveles de
conocimiento del problema ambiental se corresponden –por distintas
razones- con categorías de calidad de vida media-alta y baja,
pero esto se refleja levemente en sus conductas. La población con categorías
alta y media-baja, presentó los más bajos puntajes de conocimiento ambiental. Pero,
mientras la primera muestra una conducta similar a la de la categoría
media-alta, la clase media-baja es la que posee peor conducta
ambiental.
CONCLUSIONES
La relación entre el índice de calidad de vida “objetivo”
y la percepción de los diferentes grupos de calidad de vida muestra que la
valoración absoluta de su situación (puntaje que atribuyen a su propio barrio)
no difiere significativamente entre los diferentes grupos sociales. Si
consideramos la valoración relativa de su situación (es decir con respecto al
valor atribuido al conjunto de la ciudad) vemos que los grupos de clase
media-alta son los que tienen mejor percepción de sí mismos, seguidos por los de
clase alta, ubicándose en el último escalón los de clase media-baja y baja.
El conocimiento de los problemas ambientales no siempre
se ve reflejado en las conductas seguidas por la población, así el mayor
conocimiento ambiental por parte de los grupos de calidad de vida media-alta y
baja se refleja muy levemente en su comportamiento cotidiano, mientras que los
grupos de calidad de vida alta y media-baja poseen escaso conocimiento de los
problemas ambientales y esto se refleja en sus conductas.
BIBLIOGRAFIA
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población” en Tandil. Sociedad y
Territorio. Ed. El Eco de Tandil: 74-80.
Entre la
categoría media-alta la explicación está dada básicamente por su mayor nivel de
instrucción, mientras que en la baja por su contacto cotidiano con el problema
de la contaminación y de los residuos urbanos.
IV Seminario
Latinoamericano de Calidad de Vida Urbana - Tandil, Argentina - Septiembre
1998.
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