Revés y revés de una tragedia moderna: el
próximo 15 de mayo el Estado de Israel festejará un nuevo aniversario de la
declaración unilateral de su independencia”
(1948), y los palestinos (20
por ciento de la población, más los millones de la díáspora), recordarán el
inicio de la nakba (o naqba).
La voz nakba denota el holocausto más antiguo y
duradero de la historia contemporánea, y se lo emplea para nombrar la “catástrofe”
, pérdida o humillación que
representó el establecimiento ilegal del Estado sionista: la expulsión y éxodo
de 700 mil palestinos, precedidos de la limpieza étnica ejecutada por
las milicias armadas sionistas.
Las fuentes idóneas para investigar la nakba, provienen de
estudiosos y políticos judíos. Vislumbrando el drama, Judah Magnes (rector de la
Universidad Hebrea de Jerusalén) escribió: “La partición de
Palestina no detendrá las actividades terroristas de los grupos judíos que, tras
conseguir la participación por medio del terror, intentarán conseguir el resto
del país para los judíos por los mismos medios”
(The New
York Times, 28/9/1946).
Y otros, como el ex premier Yitzhak Shamir, expresaron con
descarnado cinismo: “Gracias al terror fundamos el
Estado judío”
(Reuters, 4/5/1991). En
tanto, militares, como el general Rafael Eitan, declararon, muy suelto de pecho:
“Cuando nos hayamos asentado en la
tierra, lo único que los árabes (o sea los palestinos) podrán hacer es dar
vueltas como cucarachas borrachas dentro de una botella”
(El País, Madrid,
25/11/04).
Uno de los documentos más reveladores de la nakba
son los Diarios, del polaco sionista Ben Gurion (1886-1973), fundador
del Estado de Israel. El primero de abril de 1948, los milicianos del Palmaj
recibieron sus órdenes para la Operación Najson: “el principal objetivo
es la destrucción de las aldeas árabes… y la expulsión de los aldeanos para que
se conviertan en lastre económico para las fuerzas árabes”.
Aquí hay que destacar un dato del historiador israelí Ilan
Pappé (Haifa, 1954), autor de La limpieza étnica de Palestina.
Reprendido por uno de los principales líderes socialistas de la organización
sindical Histadrut (que cuestionó el ataque a los campesinos en lugar de
confrontar con sus patronos), Ben Gurion respondió: “No estoy de acuerdo con
usted en que nos enfrentemos a los efendis (latifundistas), y no a
campesinos: nuestros enemigos son los campesinos árabes” (Crítica,
Barcelona, 2008, p. 414 y ss.).
Inserta en el estratégico Plan Dalet, la
Operación Najson consiguió, por primera vez, la coordinación bajo un
mando único de las milicias sionistas Haganah (1920), con las bandas fascistas
de Zeev Jabotinsky (Irgún, 1931), y Abraham Stern (Lehi, 1940). Logro político
que a finales de 1948 llevó a la fusión de las tres vertientes paramilitares en
el ejército de Israel (Tzahal), eufemísticamente llamado “de autodefensa”
.
La sugerencia de Ben Gurion a las milicias fue clara: que
no se perdonara a una sola aldea “árabe”
. Entre abril y mayo de 1948,
la Brigada Alexandroni arrasó con todas las aldeas de la costa, y la Brigada
Golani limpió el oriente de Galilea. Aunque en rigor, la limpieza había empezado
el 30 de enero (aldea de Sheik, 60 muertos), y el 14 de febrero (aldea de Sa’sa,
20 casas dinamitadas con sus habitantes adentro, 60 muertos).
Sin embargo, la masacre más sonada tuvo lugar el 9 de
abril de 1948 en Deir Yassin, pacífica aldea pastoril situada en una colina de
Jerusalén occidental, cerca del barrio judío de Givat Shaul. Los campesinos de
Deir Yassin habían celebrado un pacto de no agresión con la Haganá. Así es que
las bandas de Irgún y Lehi se encargaron de la tarea.
Cerca de un centenar de víctimas (incluidos 30 bebés)
fueron arrojadas a un pozo. En 1972, el coronel Meir Bail dio su testimonio:
“Los soldados peinaron las casas,
arrojaron explosivos en su interior, usaron todas las armas que tenían contra
hombres desarmados, jóvenes, ancianos, mujeres y niños. Los oficiales no
movieron un dedo para impedir las atrocidades. Después, 25 hombres fueron
subidos a un camión, paseados por Jerusalén en un desfile de la victoria,
llevados a una cantera y fusilados”
.
Deir Yassin quedó enterrada bajo Kfar Shaul, suburbio de
Jerusalén occidental, y fue uno de los 418 poblados palestinos demolidos sobre
cuyas ruinas se erigieron ciudades y urbanizaciones israelíes. Y el 15 de mayo,
cuando Israel declaró su “independencia”
, 200 civiles palestinos
fueron fusilados en el cementerio de Tantura.
En mayo de 2009, la Knésset (parlamento israelí),
aprobó el castigo con tres años de prisión a quienes participen en actos
conmemorativos de la nakba. Dos meses después, Israel Twito, vocero del
ministro de Educación, Gideo Sa’ar, comentó: “Es inconcebible hablar, en Israel,
acerca del establecimiento de nuestro Estado como si fuera una catástrofe”
. Y anunció que la palabra
sería borrada de los textos destinados a los colegios palestinos-israelíes
(Reuters, 26/7/09).
El premier Benjamin Netanyahu comentó que el uso de la
expresión nakba equivale a difundir “propaganda en contra de
Israel”
. El historiador Ilan Pappé
disiente: la nakba continúa.