Sus
conclusiones se basan en informes técnicos de investigadores de esa alta
casa de estudios que participaron del relevamiento al río Uruguay, el cual
fue fuente de los alegatos argentinos en la demanda contra Uruguay y
Botnia. En este camino, corroboran que “la actividad de la pastera no es
inocua para el medioambiente y que no fue bien elegido el lugar del
enclave”.
Cianobacterias en el río
Los biólogos de
Exactas realizan mediciones desde que la planta abrió sus puertas hace dos
años. El equipo de limnólogos, encabezado por Irina Izaguirre, del
Departamento de Ecología, Genética y Evolución, dio a conocer que “los
resultados mostraron que en el período operacional algunas variables
medidas presentaron importantes cambios, principalmente en la zona de
influencia de Botnia”. En particular, los investigadores afirmaron que se
detectó un aumento de la presencia de nutrientes, “evidenciado por un
incremento de fito y zooplantación”. Los limnólogos también tomaron
parte de la evaluación de la mancha blanca, cuyas imágenes inundaron las
tapas de los diarios el 4 de febrero de 2009. Ese día, las condiciones del
río Uruguay eran calmas y, de acuerdo al registro de los investigadores,
“la superficie del agua mostraba en ese momento un cúmulo flotante de
varios kilómetros de superficie desde la zona frente a Botnia”. “La
mancha resultó ser una floración de algas verdeazules, conocidas como
cianobacterias, cuya magnitud no tuvo precedentes para el canal principal
del río Uruguay. “La abundancia de algas alcanzó 18 millones de células
por mililitro, lo cual excede el nivel indicado por la Organización
Mundial de la Salud como nivel de alerta 3, peligroso para la salud
humana”, se explicó en la publicación oficial de Exactas de la UBA. La
facultad va más allá y explica que la abundancia de algas “fue mil veces
mayor que el máximo histórico registrado” en el río Uruguay. “Cabe señalar
que estas algas producen cianotoxinas que se liberan particularmente
cuando hay roturas celulares como las que se observaron al analizar las
muestras del cúmulo al microscopio”, indican los investigadores y
especifican que, “combinados con la floración algal, se observaron
productos que estarían asociados a los efluentes de la planta”. El
Laboratorio de Anatomía y Embriología Vegetal de la Facultad pudo
comprobar la presencia de fibras de celulosa que se corresponden con la
especie Eucalyptus globulus, una de las especies de árbol utilizadas por
la ilegal Botnia para la producción de pasta. Sin embargo, y de acuerdo
con el texto del fallo de La Haya, “no se logró probar que haya sido
generado por los efluentes de Botnia”.
Tóxicos en la
atmósfera
Desde que la ilegal pastera abrió sus puertas, otro
de los elementos que sufrió alteraciones fue el aire. Este punto formó
parte de los alegatos argentinos, pero la variable atmosférica no fue
considerada por el Tribunal Internacional. El equipo argentino
responsable del componente atmosférico de los estudios, encabezado por
Inés Camilloni, investigadora del Departamento de Ciencias de la Atmósfera
y los Océanos, había determinado para la línea de base que “no se detectó
sulfuro de hidrógeno (H2S) en el aire de la zona de influencia de Botnia”
y que “las concentraciones de otros contaminantes medidos no superan las
normas nacionales e internacionales de calidad de aire”. Sin embargo,
con la planta en marcha se detectaron cambios. “De acuerdo a las
mediciones de la calidad del aire realizadas entre el 1º de julio de 2008
y el 31 de marzo de 2009 sobre el sector argentino, se comprobó que en 78
días se detectaron valores de concentración de sulfuro de hidrógeno
superiores al nivel de detección de olor durante una o más horas”. Si bien
no es causante de trastornos severos a la salud, este sulfuro (de
característico olor a “huevo podrido”) puede provocar molestias y, en
particular, afecta calidad de vida de los vecinos a la planta. El
primero de los eventos se registró el 26 de enero de 2009 cuando se
generaron 1.800 denuncias de vecinos por el olor nauseabundo que ingresó
en sus hogares. “Las mediciones de calidad de aire realizadas en
Argentina mostraron valores por encima del umbral de detección de olor
durante varias horas y las simulaciones realizadas confirman el ingreso de
los contaminantes al territorio argentino y, principalmente, a la ciudad
de Gualeguaychú”. El segundo caso se dio días después, más precisamente
el 10 de febrero, con parámetros similares al episodio de enero. Ambos
eventos, junto con el análisis de otras situaciones en las que se detectó
mal olor fueron presentados en el informe técnico entregado a la Corte de
La Haya el 30 de junio de 2009. Se sabe que esos episodios de
contaminación fueron desechados por la Corte Internacional de
Justicia. “La pastera no debería haberse instalado dónde está”,
indicaron. “El emplazamiento de la industria no es el apropiado desde
el punto de vista de la capacidad de la atmósfera para diluir
contaminantes y porque favorece su transporte hacia territorio argentino”.
Lo anterior se fundamenta en el hecho de que la atmósfera de la región
“presenta un volumen limitado para la dilución de contaminantes” y que
“los vientos soplan hacia la Argentina en el 72 por ciento de los casos en
los que no hay calma, favoreciendo las posibilidades de contaminación
transfronteriza”, según explica en un artículo el periodista Armando
Doria, publicado en el órgano de difusión del Área de Comunicación de la
Facultad de Ciencias Exactas de la UBA.
El Dato
Los
equipos de Exactas son los siguientes:
* Equipo del componente
aire Investigadores responsables: Dra. Inés Camilloni, Dr. Vicente
Barros, Dra. Moira Doyle. Colaboradoras: María Eugenia Bontempi y María
Guillermina Aguirre.
* Equipo de limnología Investigadores
Responsables: Dra. Irina Izaguirre, Dra. Inés O. Farrell, Dra. Haydée
Pizarro y Lic. María Cristina Marinone. Colaboradores: Dra. Silvina Menu
Marque, Dra. Alicia Vinocur, Dra. María Soledad Fontanarrosa, Dra. Luz
Allende, Dr. Rodrigo Sinistro, Dra. Patricia Rodríguez, Lic. María
Laura Sánchez, Lic. María Solange Vera, Lic. María Romina Schiaffino.
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