NCeHu
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Asia Central : el desconcierto europeo
Afganistán
Karzai, droga y
dólares
El País (opinión)
Madrid, 11/04/2010
A la ya de por sí complicada
guerra de Afganistán que enfrenta a Estados Unidos como líder del contingente
internacional con los talibanes, se ha sumado estos días una guerra de palabras
y algún que otro despropósito.
Karzai ha acusado a Estados Unidos
de "comportarse como fuerza invasora" que quiere "dominar la región" y ha
amenazado con algo tan estrambótico como pasarse a los talibanes. Washington,
ciertamente, no ve bien la iniciativa del presidente afgano de convocar para
mayo una Loya Jirga, asamblea de notables en la que se discutiría la
reconciliación con los los talibanes.
Se sabe también que Karzai se ha
entrevistado con el líder talibán Gulbudin Hekmatyar, que es antinorteamericano,
pero no por ello aliado del terrorismo internacional, razón por la que Kabul lo
considera desagregable del frente enemigo.
Las baterías verbales siguieron
disparando cuando el anterior enviado de la ONU a Kabul, el norteamericano Peter
Galbraith, acusaba a Karzai de hablar y tomar decisiones bajo el influjo de la
droga. Preguntado en una televisión occidental sobre lo que hasta entonces sólo
se había insinuado, Galbraith respondió secamente: "Hay informaciones al
respecto".
N o se adivina cómo Washington
podría desembarazarse de Karzai, ni este prescindir de la ayuda occidental. Pero
lo cierto es que EE UU no deja de explorar nuevas y tan discutibles vías de
progreso militar como repartir millones de dólares entre la población del recién
conquistado distrito de Marja, en concepto de reparación de daños sufridos por
la población durante la lucha. Pero resulta que no hay occidental que distinga a
los simples habitantes del lugar de los talibanes convictos y confesos, y se
sabe que algunos guerrilleros han acudido ya a recoger su soldada.
El presidente afgano, sin duda
asustado de su propia audacia, ha querido recomponer las relaciones asegurando
que sigue siendo amigo de Washington y que su homónimo norteamericano le
recibirá en la Casa Blanca el 12 de mayo.
Obama ha tenido que hacer en unos
meses dos reevaluaciones de su política afgana, pero está cada día más claro que
precisa con urgencia una tercera.
Kirguizistán
Vendedores de alfombras en el zoco geopolítico
LLUÍS BASSETS
El País
Madrid, 11/04/2010
A los gobernantes no se les echa del poder en las
urnas, sino en revueltas callejeras. Quienes les sustituyen llegan con el
marchamo de la renovación e incluso de un cierto afán liberal. Pero no tardan en
regresar a la pauta autocrática que está inscrita en su entera tradición
política. Primero se perpetúan en el poder con su clan familiar, mediante la
corrupción y la manipulación de una imagen paternal y clientelista, y cuando
ésta ya no da más de sí, incurren en el fraude electoral masivo. Esto alimenta a
su vez a una oposición sometida a un trato indecente que prepara el siguiente
ciclo y el próximo derrocamiento.
El papel de las grandes potencias en la vida circular
de estas autocracias es central. Un buen déspota no se perpetuará en el poder si
no trafica con inteligencia de jugador de póquer con Washington y Moscú, las dos
capitales que todavía se disputan sordamente la hegemonía en la zona, en una
especie de reminiscencia de la guerra fría. Ambas quieren bases militares en sus
territorios y la seguridad de la sumisión de los gobernantes a sus designios
políticos. Cabe imaginar el juego que puede dar una buena subasta organizada
desde el zoco del poder en la remota capital donde se produce esta gimnasia
política.
La pequeña república centroasiática de Kirguizistán,
con sus cinco millones y medio de habitantes, encaja como anillo en el dedo en
esta pauta, incluyendo las bases americana y rusa. Se independizó en 1991, como
resultado de la implosión de la Unión Soviética. Aunque celebra elecciones
multipartidistas, hasta el momento sólo ha tenido dos presidentes, Askar Akáyev,
primero de la República Soviética de Kirguizistán y luego de la república
independiente, hasta 2005; y Kurmanbek Bakíev, presidente provisional a la caída
de este último y reelegido luego en dos ocasiones hasta esta misma semana.
Akáyev fue derribado por la que se llamó la Revolución de los Tulipanes; Bakíev,
este pasado miércoles, por una violenta revuelta que ha catapultado al poder a
la dirigente de la oposición y ex ministra de Exteriores Rosa Otunbáyeva. Y
vuelta a empezar.
Así es la vida en los patios traseros
centroasiáticos, donde Estados Unidos se ha instalado de mala manera para apoyar
sus aventuras bélicas en Irak y Afganistán; Rusia no quiere irse; y China, en
cambio, invade sigilosamente, es decir, con los tentáculos de su economía.
Incluso en Afganistán, algo más al sur, el presidente colocado por Washington,
Hamid Karzai, se engalla con Obama y amenaza con hacerse talibán para sacar más
réditos de su apuesta. No son novedades mundiales centroasiáticas. Caudillos y
príncipes árabes lo saben todo de las técnicas de regateo y amenaza en el
mercado de alfombras. Pero en la nueva multipolaridad es el entero planeta el
que ahora se dedica a exprimir a los poderosos en el zoco geopolítico global.